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INTRODUCCIÓN.

Entre los que investigan los sucesos del Nuevo Mundo es el apellido Oviedo familiar y simpático, por haber asentado los primeros fundamentos, al narrar ingenuamente lo que vió y lo que le refirieron, el capitán Gonzalo Fernández de Oviedo, en su Historia general y natural de las Indias. Otro Oviedo, el Rdo. P. Fr. Pedro, Cisterciense, Arzobispo de Santo Domingo, de Quito y de Charcas, donde murió en 1650, ejercitó la pluma redactando las Actas del Sinodo provincial de aquella isla, en pausa de sus obras teológicas. D. Luis Antonio de Oviedo y Herrera, primer Conde de la Granja, natural de Madrid y gobernador que fué de la provincia de Potosí, pidió auxilio á las Musas para cantar en poema heroico las virtudes de Santa Rosa de Lima, adornando la agiografía con descripciones de la ciudad de Quito y del volcán de Pichincha y con

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referencias de las depredaciones de corsarios como Hawkins, Drake y Spilberghen. D. Basilio Vicente de Oviedo, presbítero, dedicó las horas de la siesta á bosquejar las condiciones geográficas de los curatos en el Nuevo Reino de Granada, intercalando curiosas noticias de historia natural; y al fin, una familia entera llegó á cumplir la lista de los Oviedos, escritores indianos.

En 29 de julio de 1664 se despachó por el Consejo de Indias título real de fiscal de la Audiencia de Santa Fe al Dr, D. Juan Antonio de Oviedo y Rivas, natural de Salamanca, de ilustre familia oriunda de Asturias, juez del Estudio en la Universidad de la dicha ciudad, y opositor de las cátedras de la Facultad de Cánones. Domiciliado en el Nuevo Reino de Granada, con posterior destino de oidor, casó en Santa Fe con doña Josefa de Baños Sotomayor, hija de otro oidor, D. Diego de Baños, nacido en Santisteban de Gormaz, y antiguo relator de la Audiencia de Lima. Del matrimonio hubieron á D. Diego Antonio, D. Juan Antonio, D. Rosa y D. José de Oviedo y Baños, y quedando los hijos huérfanos en temprana edad, por fallecimiento del Oidor ocurrido el año de 1672, encontraron buena sombra y apoyo en los tíos maternos D. José de Baños, deán de la iglesia de Guatemala, y don Diego de Baños, Obispo de Caracas.

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Con abolengo literario y educados en las prácticas literarias de la familia, aumentaron el capital propio del saber cursando en la Universidad de Lima y corriendo los caminos que conducían de aquel virreinato al de Nueva España, ó de éste á las capitanías generales de Guatemala y Venezuela.

El hermano mayor, D. Diego Antonio, á quien este libro está dedicado, obtuvo título de abogado de cámara del Obispo su tío, asesorándole en la formación de las famosas Constituciones sinodales de Caracas, con mérito que le sirvió para alcanzar sucesivamente los títulos de oidor de las Audiencias de Santo Domingo y Guatemala. Con el último apaciguó felizmente el levantamiento de los indios de Chiapa, ocurrido en tiempo del Marqués de Torre-Campa, y á esta empresa militar alude la referida dedicatoria, mencionando los lauros que Palas y Minerva le habían dispensado. El Rey le premió con una encomienda de mil pesos anuales, y le promovió al Supremo Consejo de las Indias, honra grande que declinó modestamente, suplicando se le acordara traslación á la Audiencia de Méjico, como se verificó, sirviendo en ella con crédito de ministro docto é integérrimo. Escribió Notas á los cuatro tomos de la Nueva Recopilación de Indias en dos volúmenes, añadiendo las sentencias, acuerdos y cédulas posteriores,

con los hechos prácticos más notables que habían ocurrido en la carrera de su judicatura, obra sumamente apreciada, al decir del P. Lascano, que la vió manuscrita y la elogia en la Vida del P. Oviedo.

Juan Antonio de Oviedo, el hermano segundo, ingresó en Méjico en la Compañía de Jesús; prestó buenos servicios en la enseñanza; estuvo en Madrid y en Roma; se granjeó reputación de orador sagrado y de escritor fecundo con obras de religión, de historia de santuarios, y biografías de varones ilustres de su orden. Murió de más de ochenta y seis años de edad, en 1757, y dieron á conocer su vida extensamente, el P. Vicente López, en los Siglos de la Concepción Mariana; el P. Murillo, en la Geografia histórica, y el indicado P. Lascano en escrito especial. El Diccionario universal de Historia y Geografia, impreso en Méjico, le dedicó un largo artículo encomiástico, y otro Beristain en la Biblioteca hispano-americana-septentrional, expresando que á más de las venticinco obras que cita dejó innumerables manuscritos.

Por último, D. José de Oviedo y Baños, el hermano menor, criado en la ciudad de Caracas, como á segunda patria (los tres habían nacido en Santa Fe) quiso enderezar el fruto del estudio, dándose á registrar archivos y protocolos, con propósito que él mismo explica en la

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