Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[ocr errors]

HISTORIA DE LA VIDA MILITAR Y POLÍTICA DE ZURBANO.

[graphic][ocr errors][subsumed][subsumed]

Ataca á Marron en los montes de San Lorenze.

Pág. 127.

tonces pie à tierra, midė la distancia con la vista y formá su plan de ataque en menos de dos minutos: arranca el sable, se arroja al barranco que le separa, atraviesa el río Najerilla sin descalzarse y empieza á subir por donde parece dificil que puedan trepar las cabras; y todos sus infantes enardecidos, le siguen como si fuesen por el terreno mas

llano...

La fuerza enemiga, compuesta de dos compañías de vizcainos y doś de mozos sacados del país, mandados por Marron, que se titulaba comandante general de la Rioja, hacia desde la altura un fuego vivísi mo, y valiéndose de su posicion arrojaban tambien peñas que iban á herir á sus soldados, à quienes no se bia una sola voz, viéndoseles subir sin disparar un tiró con el arma à discrecion. Treparon por fin 1á la altura y aquel momento fué ya el de su triunfo; pues aterrados los facciosos al reconocer al gefe que los atacaba echaron á huir precipitadamente, no empero sin dejar en el campo mas de veinte muertos å tiros y bayonetazos y cuarenta y tres prisioneros, entre ellos un oficial, salvando al alcalde de Tuquiano y otros patriotas que llevaban en rehenes de las gruesas sumas pedidas por su rescate. El comandante Marron, huyendo á los primeros tiros, pudo evitar una mierte cierta, asi como otros de sus soldados à favor de la espesura de la sierra y de la lobreguez de la noche que empezaba tormentosa, obligando á los nuestros en la retirada à cogerse unos à otros. Esta ventaja dió aliento á los patriotas del pais que estaban muy desanimados, viendo enseñoreada de él una faccion despreciable, que robaba à su placer, sacaba mozos, y cometia todo linaje de escesos.

Habia por este tiempo en la ciudad de Estella un preso llamado Matias el Ventero, que habia sido mucho tiempo espía de los carlistas; pero que por crimenes de robo y asesinato debia ser fusilado. El reo, déséando naturalmente salvar la vida, propone al general enemigo Gar cia con esta condicion matar á nuestro Martin Zurbano: su muerte importaba como es de suponer à los facciosos, y como el medio no repugnase à su conciencia, fie al momento admitida la proposicion del bandido, á quien se facilitaron cuantos recursos dijo necesitar.

Con ellos se pasó á las filas de Zurbaño montado y armado de trabuco naranjero, siguiendo en ellas por algun tiempo, en tanto llegaba la ocasion oportuna de realizar stt horrible designio. Llegó esta' él dia 3 de octubre: daba en las inmediaciones de Ausejo una aceion á las drdenes del general Ulibaoni, y estaba en ella empeñado cuando una bala viene å matar su caballo, toma Zurbano otro, y'a poco, un trabucazo disparado por la espalda á quema ropa se lo mala tambien.... El

t

traidor que lo ve caer al suelo, cree que ha logrado sus malvados fines y se restituye á sus filas, llevando con la impunidad de su crimen, la falsa noticia de la muerte de Varea, que las autoridades carlistas mandaron celebrar el dia 8 con repique general de campanas en los pueblos de las tres provincias Vascongadas y Navarra.

Zurbano les daba fe de vida al dia siguiente con una nueva accion. Habian cruzado el Ebro cinco batallones navarros á las órdenes de García con el objeto de atacar à la columna de la parte de Logroño que iba á socorrer la guarnicion del puente de Lodosa en combinacion con el coronel D. Leon Iriarte; Martin, que formaba parte de la columna, los encuentra en las inmediaciones de Alcanadre, y traba inmediatamente la accion que sostiene con vigor, causándoles la pérdida de veinte muertos y once prisioneros. Pero, faltando el apoyo del resto de la columna, Zurbano tiene que ordenar la retirada que se verificó con el mayor órden. Los cinco batallones no pasan entonces el Ebro, y viendo á nuestra columna contramarchar á Lodosa, creen penetrar su intencion, y se precipitan aquella misma noche á retirar toda su artillería, heridos y prisioneros hacia el valle de la Solana y Estella, frustrando con efecto el plan de Zurbano, que era darles un golpe inesperado de acuer‐ do con Iriarte que se hallaba en Lerin á tres leguas de distancia.

En el mes de noviembre la columna de Zurbano, fuerte de unos 1,000 hombres, habia vuelto á Logroño para continuar alli sus operaciones. El dia 7 de este mes bajó desde Abalos á pernoctar en S. Vicente, habiendo hecho esta escursion por las sierras de Peñacerrada, donde cojió al segundo de Calceta y su asistente. Permaneció en S. Vicente hasta el 9 que emprendió su vuelta á Logroño, dirijiéndose por Labastida, Tabuérniga, á caer sobre Berganzo, amenazando á Salinillas donde creia hubiese enemigos: mandó á su 2.o D. Pablo Martinez que con 10 mozos de la Rioja bajase á quemar el palacio que estaban fortificando y se diese la mano con el comandante del fuerte de Labastida, que por el camino real de las Conchas se habia dirigido á S. Anton. Entretanto Zurbano se adelantó con el subteniente Butron, su asistente, un cabo de caballería y diez mozos al pueblo de Berganzo, cojiendo en él á otro prisionero: alli adquiere noticias de que un partidario conocido por el Cojo, que capitaneaba todos los aduaneros, habia bajado desde Peñacerrada con veintinueve hombres, aunque ignoraban su direccion, Al instante sube al puerto à caer sobre Tobera al acabar la subida hace alto, mientras le herraban su caballo, y queriendo registrar lo que pudiese haber á la otra parte en el llano, tropieza con un centipela enemigo á quien él, mismo agarra, tratando de sofocar sus gritos

de viva Carlos V. El Cojo y su partida que se hallaban en Tobera tomaron las armas y emprendieron la retirada por la falda del monte, haciendo un fuego tenaz que no cesó hasta que, enteramente rodeados, hubieron de rendirse, quedando toda la partida prisionera siete, entre ellos el Cojo, fueron muertos, y los demas conducidos á su depósito. Los periódicos de aquella época, al dar el parte de esta accion, se condolian con demasiada justicia de la indiferencia con que era mirada la tropa de Zurbano en el ministerio de la guerra. Tiempo hacia que este gefe clamaba porque el Gobierno diese alguna consideracion â los oficiales que con él habian compartido durante dos años los peligros de la guerra, batiéndose algunos de ellos mas de cuarenta veces. Muchos habian quedado mutilados, siendo uno de ellos el comandante de su cabaHeria Mecolalde, à quien se veia al frente de su tropa con un brazo menos sin haber alcanzado un simple despacho de su grado.

Pasó nuevamente á Vitoria donde fue nombrado comandante general de cuerpos francos de ambas Riojas: para donde no pudo salír tan pronto como deseára, porque, á consecuencia de dos caidas que recibiéra en la persecucion que acabamos de referir, cayó enfermo de bastante graveclad.

Acusado como fue ZURBANO de sostener la insubordinacion y la indisciplina en sus filas, demostraremos con documentos como el siguiente, que en pocos cuerpos del ejército era tan rijida: «Francos de ambas Riojas.-Orden general del 14 de noviembre.--Esta tarde à las tres y media se hallará formada la columna de mi mando para presenciar el castigo del soldado desertor del escuadron de cazadores de la Rioja Eusebio Jorje, que, habiendose incorporado á la faccion, y héchosele prisionero, debe ser pasado por las armas.

Soldados: este es el fin de los traidores que, abandonando sus lejítimas banderas, abrazan sin honor las del enemigo.

Todo desertor de los cuerpos francos de mi mando que sea aprehendido en las filas rebeldes sufrirá la misma pena, al paso que los que voluntariamente se presentasen arrepentidos de sus delitos, tendré el gusto de indultarlos por primera vez á nombre de la Reina nuestra señora, pues que convencido del patriotismo general de los nobles riojanos, es de presumir, que algunos involuntariamente ó por seduccion abandonen sus patrióticas filas, y que el temor de sufrir un castigo' les detenga en las de los rebeldes; pero los que asi se hallasen pueden presentarse francamente, seguros de que vuestro comandante general sabe cumplir lo que promete.»

El afecto que el pueblo de Vitoria y toda la provincia profesaba á ZUR

« AnteriorContinuar »