Imágenes de páginas
PDF
EPUB

han provocado un estado de cosas tan desastrosas para la Iglesia, con los que han sentado las bases y arrimado los materiales para el negro edificio del entredicho, ó mas bien, del cisma anglo-hispano, han de comunicar en todo, como dice el autor del comunicado, los sacerdotes que lloran amargamente y ven la catástrofe á que nos han conducido? ¿Será lícito asistir. á un coro, á una sala capitular, oir una misa ú oficio cualquiera en union con los que se sabe que son enemigos declarados de la Iglesia, que estan alli por haber quebrantado sus leyes y burlándose en cada respiracion de esta santa madre? Respondan los moralistas. Los actos de jurisdiccion de los usurpadores y los de los autorizados por ellos son radicalmente nulos, y por haber admitido y usurpado el puesto que ocupan, ejercen otros que aunque son válidos son ilícitos; es deeir, culpable y criminal en ellos su ejercicio: estos son los abusos adjuntos, de que babla la resolucion de Roma: adjunctorum abusuum; el pedir, recibir ó presenciar alguno de estos últimos actos está prohibido: abstineant prorsus ab iis actionibus quæ ipsius intrusionis seu adjunctorum abusuum participationem aut aprobationem contineant. Esto es con respecto al clero, el cual debe de ello instruir bien á los fieles.

Mas no se les debe obligar á los mismos fieles que se abstengan de entrar en las Iglesias de los usurpadores, ni evitar todo trato con ellos, á no ser que de él pueda resultar perversion ó pecado. No se deben obligar, cogendos, dice; mas no consullendos; no prohibe el que se les aconseje. Y sobre todo, qué es lo que con ellos permite? que entren en sus Iglesias los fieles; preciso, como que no estan entredichas, como que en ellas hay otros que predican, que confiesan, que celebran y que administran todos los sacramentos, y ejercen todos los ministerios y funciones del culto, y no son usurpadores. ¿Acaso dice mas que el entrar en

sus Iglesias? dice que se reciban los sacramentos de su mano? entonces se contradecia la prohibicion de participar de los actos de la intrusion ó sus adjuntos.

En fin, dice que no se les obligue á los fieles a evitar rigorosamente la comunicacion de los usurpadores en todas las cosas. Tampoco estamos de acuerdo con muchos en la inteligencia de estas últimas palabras. Ellos entienden la comunicacion in divinis, y nosotros la entendemos in politicis. De la comunicacion in divinis ya habló la resolucion al decir que "es bastante que los fieles.... se abstengan en un todo de aquellas acciones que contengan la participacion y aprobacion de la misma intrusion y abusos adjuntos: esta es la comunica cion in divinis. Luego al decir que no se obligue á los mismos fieles á evitar en todas las cosas la comunicacion de los usurpadores, habla de otras, de otra comunicacion, cual es la política. Y aun de esta dice que no se les obligue á evitarla en todas; luego se les pue de obligar á evitarla en algunas. Esto se funda en la cláusula que dice que no estan declarados por cismáti-' cos, pues si lo estuviesen, hasta la comunicacion política esta prohibida.

Concluimos con rogar al clero que se instruya, y que sea inflexible en observar y hacer observar las le yes de la Iglesia nuestra madre, templando el rigor con la prudente caridad. No seamos blandos á circunstancias, no nos pleguemos tímidos á lo que sea injusto. En cediendo dos dedos de terreno, nos ganan el campo.

[ocr errors][merged small]

del Ilmo. Sr. D. Jacinto Rodriguez Rico, dignísimo Obispo de Cuenca.

100

En la estimacion comun puede decirse que este Prelado ha muerto, aunque á la hora en que escribimos y por las noticias que nos dan tres cartas contestes acerca de las subsiguientes ocurrencias, aun se puede dudar, ó acaso llenarse de admiracion. Este Señor se hallaba bastante padecido, y con la fatal medida del estrañamiento del vice-gerente de la Nunciatura, se acongojó mucho. Su Ilmo. Cabildo procuró mitigar la pena de tan digno Padre, ofreciéndole de nuevo con las mas enérgicas protestas su union é identidad de católicos sentimientos. El Prelado, sin embargo fue acometido en la tarde del 12 del corriente de un accidente; se le sangró, y viéndolo sin alivio á las once de la noche le fue suministrada la Estremauncion, y á las doce murió. En los dias 13 14 y 15 se le dijeron muchas misas en la sala de san Julian, en que se le colocó de cuerpo presente; á las diez de la mañana del 15 se procedió al funeral, aunque á duras penas por el inmenso gentio, pobres principalmente, que ocupaba la plaza, calles y santa Iglesia á llorar sin consuelo la pérdida de su comun bien hechor, del singular limosnero, del segundo S. Julian! Concluido aquel, al llevar el cadáver al sepulcro, viendo todos que su rostro estaba tan natural, y aun mas animado que cuando vivo, las gentes se tumultuaron pidiendo que no se le enterrase, que estaba vivo:

acudieron las autoridades y tropa, se puso orden, y volvieron el cádaver á su lecho: se llamaron todos los médicos, se le sangró de nuevo y corrió la sangre en su color natural, en la que muchos empaparon papeles y pañuelos, mirándolo como justo: se hicieron mil y mil pruebas sin dar señales de vida, mas sí de flexibilidad en todas las posturas en que colocaban el cuerpo y sus miembros, ya poniéndole de rodillas, ya sentándole, ya levantándole los brazos hasta la cabeza, &c. Sus ojos cristalinos y con accion flexible en sus párpados cuando se los abrian; ninguna indicacion ni síntoma de corrupcion; nada de elevacion de vientre ni pecho, á pesar de haber tenido en este su principal enfermedad; nada de mal olor, antes al contrario. Hasta aqui las noticias que de Cuenca han escrito. ¿Y qué es esto? ¿Tendrá la medicina que aprender en ello algo, y que ver un nuevo fenómeno, ó la Religion y sus hijos que admirar las señales con que Dios publica la virtud de aquel que desde que estudiaba en Toledo le miraban su rostro de predestinado? A lo último nos inclinamos, y por guardaremos como un precioso tesoro las cartas que tenemos del hombre justo y distinguidísimo protector de La Voz de la Religion. Lloramos su pérdida tan sensible para la Iglesia de España, y mas precedida de tantos otros santos Obispos. ¿Qué será de nosotros? Nos vamos quedando un rebaño sin pastores: no somos dignos de tenerlos.

ello

NOTA. De este digno Prelado es el Discurso familiar, que empieza en la pág. 59, tomo 1.0, época 3.a de esta Obra.

[ocr errors][merged small][merged small]

Mobino y amilanado se nos pusó el P. D. José Santa-Cruz al leer la censura que se hizo de su folleto en La Voz de la Religion. Huia de las gentes en aquellos primeros dias. No miraba á nadie, y aun parecia temer de todos. Al saberlo nos dábamos el parabien de la manera que el Apóstol, cuando se alegraba de haber contristado á los de Corinto porque habia logrado su enmienda. (Ad Cor. 2. c. 8, v. 8 y 9). Pensábamos ver pronto su retractacion y felicitarle por ella. Mas de mes y medio pasó; sin embargo la esperábamos, porque nuestras gestiones tan caritativas y bien encaminadas solo tuvieron por objeto el formar su corazon para Dios. ¡Nos hemos llevado chasco! El P. D. José quedó tan mal trecho y amojamado como su paisano despues de la aventura de los cabreros, y con igual resultado su taciturnidad. Rompió su silencio al fin, y fue para volver á sus místicas andancias y aventuras. Se nos viene con ocho hojas de breviario en 8.0, y en ellas ocho mil necedades, que ni el las entiende, ni el Sr. Corregidor, ni nadie. La mas pequeña es la de publicar él mismo que su consabido folleto está prohibido, estancado y detenido por la autoridad, en razon á haberlo remitido el Sr. Vicario á la censura del párroco de San Millan de esta Corte, y que este le notó por heréticas las mismas proposiciones que nosotros. Si el P. D. José supiera la importancia que merece la respetable cenTOMO I. Ep. 5.*

14

« AnteriorContinuar »