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trísimo Sr. Ribes y su ingeniosa caridad podia hacer tanto bien como ha hecho en aquel arzobispado. La predicacion del Evangelio y la enseñanza catequística de la doctrina cristiana que emprendió por sí mismo, convirtió á muchos millares de personas envejecidas en los vicios y en la mas estólida ignorancia. A estos los atraia dulcemente á sus deberes con cariñosas exortaciones y con el cebo de copiosas limosnas. Ensayó el gran proyecto de abrir en los conventos de religiosas escuelas de enseñanza para las niñas pobres. Auxiliado de la Audiencia territorial llevó á cabo el restablecimiento de la cárcel galera, sosteniéndola con una piadosa fundacion. Del mismo modo arregló la asistencia espiritual y corporal de los reos condenados al último suplicio, á quienes acostumbró visitar, causándoles particular consuelo. Verificada la esclaustracion general de regulares, octuvo del Gobierno el edificio del convento del Carmen de Burgos, y lo destinó á seminario eclesiástico, que sostenia á sus espensas. Tambien cuidó esmeradamente del colegio Tridentino y del de educandas de Saldaña por medio de oportunos reglamentos y rasgos de su solícita generosidad.

Complicada la situacion del clero, y hechas mas azarosas de dia en dia las circunstancias, el Sr. Ribes con valor apostólico ha hecho frente á las perniciosas novedades y defendido con magnanimidad y constancia los derechos de la santa Iglesia. Para ello trazó las reglas de su conducta de acuerdo con sus sufragáneos, las elevó al conocimiento de su Santidad y octuvo una honrosa respuesta que formaba todo su consuelo.

Si miramos al Sr. Ribes en sí mismo y solo como un Pontifice que busca su perfeccion, tambien se le puede aplicar con justicia el epiteto de grande. En la oracion, en el retiro, en los ejercicios espirituales que prac ticaba todos los años, en el silencio, y sobre todo en la pureza de su intencion que brilló en todas sus acciones, TOмO I. Ep. 5.*

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se le puede conocer por un varon justo que buscaba el bien de su alma y la gloria de Dios.

Con tan santo fin recomienda y sostiene todas las prácticas religiosas que fomentan la piedad, que llevan el sello de la aprobacion de la Iglesia, y que se dirigen á propagar el conocimiento del Evangelio. Nadie dudará ya con esta indicacion, que el Ilmo. Sr. D. Ignacio Ribes, Arzobispo de Burgos, era un protector decidido de la grande obra de la Propagacion de la fe. En 19 de febrero de 1840 hizo reimprimir á sus espensas un folleto en recomendacion de la obra, lo circuló á su clero, y lo comunicó al propio tiempo á sus sufragáneos. Asi, pues, bajo tan gratos auspicios ha llegado la obra en solo un año á figurar en el arzobispado de Burgos en primera línea como uno de los mas distinguidos de España.

Por este orden, en toda especie de objetos que pudiesen interesar la compasion, se hallaba el primero y el mas grande favorecedor al Sr. Ribes. Los enfermos, los encarcelados, los apestados, los prisioneros, los dispersos y batidos en la lucha sangrienta que nos ha precedido, no dejarán de probar hasta con documentos respetables, que el alivio, el consuelo y el indulto dos les fue proporcionado por el Sr. Ribes.

para to

Debemos concluir diciendo por punto general, que este prelado ha sido uno de los mas gloriosos ornamentos de la Iglesia de España. Quiera el cielo mitigar el justo sentimiento que por su pérdida y por la de otros muchos prelados, devora el alma de los fieles, enviándonos otros que sean cortados á la medida del corazon de Dios é imitadores del Sr. Ribes,

Requiescat in pace.

NOTA.

Un corresponsal nuestro inmediato a Burgos, por haber visto la advertencia puesta á la página 21 del cuaderno 1.0 nos pregunta lo siguiente, á que debe responder el Sr. Barbagero: 1.° ¿Si los canónigos primeros nombrados para gobernadores, sede vacante, hubieran renunciado á no haber mediado la orden que prescribia la renuncia? 2.o ¿Si en el caso de que á no haber mediado esta orden, no hubieran renunciado, les dejó esta en tal libertad que en su ánimo se reputasen indiferentes para renunciar ó no; ó se vieron en el caso de que renunciando salian del paso; y no renunciando se espo nian á mudar de pais ó cosa por el estilo? 3.o ¿Si en el caso de no estar dispuestos á renunciar, sino porque mediase aquella orden y se previesen las consecuencias, la renuncia puede llamarse hecha proprio motu, que es lo mismo que espontánea? Luego que diga el señor Barbajero, lo publicaremos.

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CARTA

del Excmo. Señor Arzobispo de Manila, en recomendacion de La Voz por el episcopado de Filipinas.

Señores Editores de la Voz de la Religion. = Muy Señores mios: En el año pasado de 1839 apareció por aqui en Manila la obra tan apreciable intitulada: La Voz de la Religion, que publican Vds. con tanto lucimiento, fuerza y utilidad de la Iglesia. Fue leida con avidez, y buscada con ahinco. Felizmente llegaron despues 100 ejemplares, y todos los adictos á la sana doctrina se proveyeron de ella, y la leen, vuelven á leer, y siempre con nueva admiracion. Gracias infinitas sean dadas á Dios, que ha dado á sus escogidos la sabiduria para estamparla en la capital de España, y el valor necesario para arrostrar tanta persecucion.

Continuen Vds, con la misma constancia que hasta ahora, pues el buen Dios continuará igualmente en favorecerles. Y dado caso que por sus altos juicios tuvie sen Vds. que padecer, pueden estar seguros que sufren por la buena causa. Asi lo consideramos en Filipinas.

Mi sufragáneo de Ilocos murió en diciembre de 1837, y no pudo leer nada de esta obra incomparable, y que aseguro la hubiera aprobado y alabado. Otro sufragáneo de Nueva Cáceres hace un año que está sufriendo

achaques por su avanzada edad de 76 años, y no pue de dedicarse á obras serias. Pero estoy bien cierto que merece su aprobacion.

El otro sufragáneo de Zebú D. Fr. Santos Marañon, es quien tiene La Voz de la Religion, y me la ha alabado en varias ocasiones. En 28 de abril último me decia: "Cada dia estoy mas encantado con La Voz de la Religion. ¡Qué consuelo causa al ver que hay en España defensores tan acérrimos de la Religion católica!" Y en 6 de mayo último me dice lo siguiente: "Es para mí la diversion La Voz de la Religion, y no tengo otra cosa para distraerme de tanta melancolia, que cada dia se me aumenta."

Ahí tienen Vds., señores Editores, que el Episcopado de Filipinas está á su favor, y me ha parecido conveniente manifestarlo á Vds. para su consuelo y satisfaccion.

Dios guarde á Vds, muchos años. Manila en las Is las Filipinas 8 de julio de 1840. Fr. José Arzobispo de Manila,

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