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posible, no ver consignadas en los establecimientos de la Iglesia, porque le privan de la satisfacion de complacer á la Regencia. Tiéncla sin embargo de haber procurado y conseguido la tranquilidad y sosiego de la diócesis; de haber nombrado para su gobierno sugetos de opinion conocida, y que inspiran la mayor confianza por sus ideas y por su ilustracion; y en fin, de haberse conducido con prudencia y con honor en circunstancias dificiles y de lamentable recuerdo. La mayoria de sus individuos no dudan separarse de su bienestar y colocacion, si, ella fucse un obstáculo, para que la Regencia consiga los altos fines que se propone; y ojalá que pudieran hacer tambien el sacrificio de sus principios, y de lo que deben á la moral y á su propia conciencia. Y los que asi se conducen, los que alimen tan sentimientos que tan sinceramente espresan, ¿podrán temer que la Regencia mire con odiosa prevencion su conducta, ni que sea objeto de su severidad? No lo espera el Cabildo: espera sí, que comprenderá su lastimosa situacion; que habrá de llamar á su memoria los males que ha sufrido, y que compadecerá en fin la terrible alternativa en que se encuentra; este es el pensamiento que se promete el Cabildo ocupará á los ilustres. depositarios del supremo poder. =Animada pues esta Corporacion de tan justa confianza, espera que la Regencia provisional del reino se dignará aprobar esta conducta, admitiendo con benignidad el tributo de su profundo respeto y altas consideraciones. Dios guarde á la Regencia muchos años. Cabildo de Oviedo y marzo 13 de 1841.

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NOTA. Sabia la Redaccion que no el Cabildo sino el Gobierno resucitó este negocio, cuando antes habló. Sirva de satisfaccion á quien toque.

SOBRE LA SOCIEDAD RELIGIOSA.

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Hace ace ya cerca de dos años que vimos un prospecto para establecer en España una sociedad religiosa, que con escritos y misiones hiciese contraresto al desbordado. torrente del error y el vicio que destruyen nuestra amada patria. Fuimos preguntados de varios puntos sobre las personas que la habian de organizar y componer, y sobre la pureza y verdad de sus deseos; mas aunque procuramos adquirir los datos necesarios para contestar con acierto, no conseguimos en mucho tiempo sino escasas y contradictorias noticias. Fuimos tambien estimulados para contestar á la impugnacion, que del referido prospecto y proyectada sociedad, hizo el Eco; y por carecer de fundamentos nos vimos obligados á callar. Al fin adelantamos algo, aunque poco; pero tristemente, fue en la ocasion y con el motivo de prohibirla el Gobierno de la nacion en julio (segun recordamos) del año anterior, llamándola con harta equivocacion Societ dad del Sello.

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Asi las cosas, se nos han dirigido por el Exmo. é Ilmo. Sr. Arzobispo Obispo de Coria los siguientes documentos que todo lo aclaran, que pueden ser contestacion á los que nos interpelaron sobre la materia, y que manifiestan el último estado de la sociedad. Escusado, es decir y protestar que estamos de acuerdo y en un todo identificados con las doctrinas del tan digno Prelado que las produce, yo menos el que llegado el caso hábil pres taremos nuestro débil apoyo á la sociedad, bajo las ba ТомO II. Ep. 5.*

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ses que establezca el mismo Señor, y siempre á su direccion 6 la de otro Prelado legitimo.

Dicen asi los documentos:

que,

"La Regencia provisional del reino ha tenido á bien mandar entregar todos los documentos y papeles de la comision encargada de establecer en España una sociedad religiosa. Tiene esta por objeto defender las verdades y doctrinas de nuestra santa Religion católica, apostólica romana; contrarestar todos los ataques de la impiedad, dando á luz libros de sana doctrina en que se hallen bien esplicados los principios de la moral del Evangelio, y procurar la grande ventaja de amando los españoles los dos grandes objetos, que son la Religion y el Estado, se preparen por medio de la reforma de costumbres, para ser verdaderos cristianos y buenos ciudadanos. La utilidad de tan piadoso establecimiento ha sido manifestada al Gobierno en el prospecto que se le presentó con la peticion de que fuera aprobado y protegido por la supréma' autoridad un instituto tan importante, proyectado como el establecido en Lyon y Carcasona de Francia, pero con mas estension que la Obra de la propagacion de la fé en los paises infieles, en razon de la desmoralizacion que desgraciadamente se palpa en la España, y para que sea en nuestro suelo el principio de la restauracion que necesita. Todo cuanto han solicitado los asociados para esta piadosa Obra asi como su institucion, depende de la autorizacion del Gobierno, y sin embargo de que ha trascurrido bastante tiempo desde la presentacion del prospecto, no ha habido hasta el dia ni aprobacion ni negativa de ella. Los asociados, que nada han hecho, ni piensan hacer sino con la espresa condicion de lo que haya de aprobarse el instituto, se han sorprendido ciertamente de que se hayan mandado recoger y recogido en efecto los papeles y efec tos que se custodiaban por uno de los socios, quien ha dado en verdad pruebas de sumision y obediencia en call or T

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los críticos momentos en que acaso se halla angustiado el Gobierno por la resistencia que otra clase de sociedades perjudiciales al estado presenta al decreto de su prohibicion y disolucion. Muy sensible ha sido á los asociados la medida adoptada de ocupar todos sus papeles: á la mas leve insinuacion del Gobierno hubieran dado una razon exacta de todos sus proyectos, porque la principal base de sus operaciones es la absoluta dependencia del Gobierno, y no ejercer de modo alguno ningun acto de autoridad, sino ser como un fiel observador para dar conocimiento de cuanto crean digno de atencion á la autoridad eclesiástica y civil en el ramo que á cada cual corresponda, y todo en beneficio de la santa Religion y del Estado. Se hallan en poder del Gobierno los papeles y pertenencias de la sociedad religiosa, y por ellos habrá de conocer las puras intenciones de los asociados, y la no existencia de la dicha sociedad. Y se verá que no ha podido verificarse la instalacion de la sociedad, y por lo mismo todos los trabajos hechos, ni han tenido ni tienen otro carácter que el de una simple preparacion. La dependencia que ha de tener la sociedad religiosa de las supremas autoridades es su mejor garantia; y solo los que sean enemigos de la Religion y del Estado pueden poner asechanzás, é interponer (si les fuera permitido) una maliciosa influencia, para que no se realice tan útil establecimiento.

«Si se hubiera planteado la sociedad religiosa, cuántos servicios no hubiera ya prestado al Estado. Compuesta: de personas de probidad, justificacion, ciencia y de un verdadero amor á la patria, habrian salido á la Juz pública vigorosas impugnaciones para contrarestar los esfuerzos de los que osados y atrevidos intentan poner sus manos en las aras de la Religion, y en las grat das del trono español, y prodigan sátiras y sarcasmos con tra el Gobierno constituido. Es de considerar como un prodigio, de la bondad de Dios para con la España, que

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no hayan sido mayores los trastornos y los males, al ver despreciada la ley, despreciado el Gobierno, despreciado el Santuario, y como aborrecidos y maltratados sus ministros, á quienes se ha calumniado y llenado de dicterios. Y si el labio impuro ha blasfemado del santo nombre de Dios, ¿cómo se estrañará que el hombre malo se atreva á herir, y herir de muerte á las autoridades constituidas? Si el viento fuerte, si el temible huracan derriba el mas sólido edificio, ¿cómo podrán sostenerse los fundados sobre débiles cimientos? Parece que no ha habido poder que oponer á la malicia de los hombres, pero es bien conocida la causa. Se ha descuidado defender el primero y fundamental principió sobre el que ha de asegurarse la ley y estribar el orden social; de aqui resultan muchas deducciones y todas ciertas por desgracia. Los periódicos religiosos siempre consiguientes, al mismo tiempo que han defendido con dignidad y energia la santidad de la Religion de Jesucristo, el dogma la, moral, la disciplina de la Iglesia, su independencia, la veneracion y respeto á la cabeza visible, que es en la tierra el Vicario del mismo Jesucristo, han repetido muchas veces la necesidad de reconocer el precepto del Salvador, el amor recíproco que enlaza á los hombres con el vínculo de la caridad, como necesario para el bien de la sociedad. Mas no han sido bastantes sus esfuerzos, porque la perversion de muchos ha tomado mayor incremento, y el fuego encendido por los enemigos de Dios y de la patria en tal manera ha levantado su llama voraz, que las aguas apenas podrán ni contener, ni apagar. ¿Qué compasion no causa el ver, que si se ha logrado concluir la guerra y proclamado la paz, no percibimos la dulzura de este precioso don? ¿Dónde se halla el sosiego y la tranquilidad? ¿Han cesado por ventura los temores y los sustos? No descansa el labradór á la sombra de su higuera, ni reparte en paz á los hijos que le rodean la hogaza de pan: dá gracias á su

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