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desastrosa, llevando por todas partes el hecho del rencor y de la venganza, sin dejar de redoblar al mismo tiempo sus ataques contra la Religion y sus ministros, colocándolos en un estado de abyeccion, de burla y de escarnio. Pero nada es estraño, porque los corifeos de la rebelion minan á una vez la Religion y el estado social, trabajan sin desistir contra todo lo que se halla constituido, para levantar sobre sus ruinas un edificio cuyo diseño y plan han trazado en las juntas tenebrosas y en los ocultos clubs prohibidos por toda ley eclesiástica y civil. Nada les importan las penas que tales leyes los imponen, de todo se burlan, y provocan con insolente descaro á la insubordinacion y al desorden. Su osadía no reconoce límites, su razon se halla desnivelada, y no hay en sus cabezas descuadernadas mas que delirio y frenesí, no conviniéndoles mejor dictado que el de enemigos de la Religion, de las prerogativas del Trono y de la ley reconocida como fundamental. Los progresos que ha hecho la inmoralidad son por desgracia ciertos y de corpulencia monstruosa. Las loables costumbres que tanto han ennoblecido á los españoles, han desaparecido de nuestro suelo, y la desmoralizacion cunde por todas partes. La buena semilla arrojada en el campo español parece se ha convertido en cizaña sobresembrada por el hombre enemigo. La circulacion de libros inmorales que el genio de las revoluciones ha conseguido hacer entre nosotros ha producido su efecto en las ciudades, en las villas y aun en las pequeñas poblaciones. A pretesto de la libertad de imprenta todo ha sido lícito, por todas partes se ha llevado con impuni. nidad la semilla mala; y de tal manera ha nacido y arraigado, que á pesar de la vigilancia que se sabe emplea el ilustrado Gobierno de S. M., y de las esperanzas y esfuerzos de los hombres de conocida probidad, ha de costar grande trabajo desarraigarla, y es la razon, Exmo. Sr., que cuando llega á depravarse el corazon, y hay

subversion en la inteligencia, con dificultad llegan los seducidos á verificar una retractacion. Solo parece posible esta en un caso doloroso, y entonces queda la bien fundada duda de que fuese aparente ó fingida. Lo que ha sido, dice el Espíritu Santo, es lo mismo que lo que ha de suceder. Siendo pues la enseña de la impiedad el no desistir, siempre atacará á la Religion y al imperio como á un ídolo, contra quien hará todo su esfuerzo para hacerle pedazos, separar pies y manos de su cuerpo y dejarlo reducido á tronco..

>> La ley santa del Señor penetra lós corazones, y su dulce persuasion se hace entender por las exortaciones eficaces de los prelados y sacerdotes, quienes demostrando las verdades de la santa Religion, y la pureza de su divina moral, predicarán á los pueblos la obligacion de obedecer á las legítimas autoridades, que se sometan á la ley, que sean buenos ciudadanos, y lo serán cuando cumplan el deber de verdaderos cristianos; pero necesitan de la proteccion y del apoyo de la autoridad. No tenemos los Obispos y sacerdotes otras armas que las espirituales; no queremos manejar ni el hierro, ni el acero, sino imitar á Jesucristo, que no venció con el filo de la espada sino con la santa Cruz, Pero es muy justo que los príncipes cristianos, como hijos de la madre Iglesia la defiendan y protejan; y no podrá dudarse de que por la proteccion que presten aseguran la estabilidad de sus tronos. Ha reconocido el imperio la necesidad de una restauracion en lo religioso para asegurar mas las bases en que él mismo haya de apoyarse. Asi se ejecuta en paises donde las revoluciones habian hecho trozos las aras de la verdadera Religion; nada omiten para el reconocimiento de esta verdad: "que el catolicismo es el amigo mas íntimo de la sociedad:" de consiguiente los sábios apologistas trabájan en su favor, y los príncipes se glorian de dispensarle su proteccion. Nada mas necesario que reparar los ma

les de una horrorosa revolucion, y la que actualmente esperimentamos en España con sentimiento de los buenos, y aun con la compasion de los estrangeros, singularmente de los que han corrido los mismos peligros, hallará solo su remedio en un principio reparador; ha de consistir este en la misma accion del Gobierno, adoptando no solo las medidas que su sabiduria é ilustracion le sugiera, sino dispensando una decidida proteccion para que se realicen los saludables pensamientos de aplicar el bálsamo que haya de curar las heridas que ha hecho el espíritu revolucionario, advirtiendo que estas son graves y tan peligrosas, que en ellas se ha presentado la corrupcion y la gangrena. El Gobierno de S. M. lo ha conocido, y cuando en el discurso que ha pronunciado S. M. la Reina Gobernadora en la apertura de los cuerpos colegisladores se ha dicho que se presentará un proyecto de ley, que al mismo tiempo que asegure la libertad de imprenta, no se haga de ella un abuso escandaloso, sin duda está comprendida la idea de las disposiciones que se han de tomar respecto á los escritos que hablen de Religion. La ignorancia de algunos y la malicia de otros les hace persuadir que salvando el dogma, se puede decir y hablar de todo lo demas de la Iglesia, de sus leyes de su disciplina, sin contar con la licencia de los Obispos ni aun respecto de los preceptos de moral. En esto hallo yo el mayor perjuicio que se ha hecho a la santidad de la Religion y á sus preceptos, ordenados todos para el bien de los hombres reunidos en sociedad, Qué doctrinas se hallan en libros y folletos que no tienen otro objeto que poner en ridículo lo que ha sancionado la Iglesia eh virtud de la potestad y jurisdiccion ha recibido de su Fundador? Qué comparaque ciones no se han hecho de los Obispos y sacerdotes? Contra ellos se han vomitado sátiras las mas mordaces. Se ha querido sin duda probar su paciencia apurando hasta las últimas pruebas. Pero lo mas terrible ha sido

y

á

INVITACION.

He visto lo que algunos propusieron para establecer una sociedad con el fin de hacer propagar los buenos libros; y veo que nada mas se ha hecho hasta hoy que perder un tiempo precioso; que la sociedad no se organiza, ni tampoco sea facil reunir fondos por medio de una suscripcion para repartir gratuitamente aquellos libros (segun debiera hacerse); así pues, ansiando yo que sin mas demora circulen, y si es posible con abundancia, los escritos que con toda pureza nos hablen de Dios, de la Religion santa de Jesucristo, nos hagan conocer los deberes del Cristiano, los del Hombre en sociedad, y cuanto pueda inspirar amor á la virtud, horror al vicio, he resuelto, en union de dos Amigos, y bajo el título BIBLIOTECA DE UN CRISTIANO Y BUEN CIUDADANO, hacer imprimir y presentar á nuestros conciudadanos de todas edades, á solo los que tengan necesidad de instruirse, lo que mas pueda contribuir para que el Hombre se conozca á sí mismo, conozca á su Dios, se persuada de la necesidad que tiene de la Religion, estudie los deberes que le impone, los que le prescribe la sociedad, los que exige la patria, para que reglen por esta pauta su conducta.

Nada nuevo podremos decir perteneciente á las matérias que nos proponemos tratar que ya no esté escrito; pero la eleccion, la coordinacion, la oportunidad, y el espresarlo con claridad, laconismo, y de forma que pueda entenderlo aun el de menores alcances, será esclusivamente nuestro.

Tambien se publicarán aquellos tratados de devo cion que se consideren mas útiles y necesarios.

A lo que bajo el título referido hagamos imprimir

fijaremos el mas infimo precio posible, que baste solo á cubrir los indispensables gastos.

Si esta proyectada Biblioteca fuese útil, necesaria, quienes mejor pueden contribuir á que circulen los libros que hayan de formarla, son los venerables Párrocos, así por razon de su ministerio, cuanto por la inmediacion á toda clase de personas: mas creyendo de buena fé que todo verdadero Español se interesará en que desaparezca de esta Nacion (tan fatigada ya) el genio del mal, y que esta publicacion podrá contribuir en parte, sirviendo de contraveneno á tantos folletos que pululan derramando la impiedad y corrompiendo mas y mas las costumbres, á todos se convida.

No quisiéramos abandonar la empresa en su infancia, ni tampoco será justo aventurar los intereses que para llevarla á cabo han de girar. Está calculado imprimir un determinado número de ejemplares; y con arreglo á este número y los demas gastos que será preciso hacer hasta ponerlos en manos de los Señores que se en-` carguen de su despacho, se fija el mas infimo precio: por consecuencia, no habiendo de despacharse todos, sería una temeridad hasta el dar principio en los términos que aquí sentamos. Si se quiere que la publicacion tenga efecto, convendrá :

1.0 Establecer en las capitales de provincia un depósito de los cuadernos que hayan de componer dicha Biblioteca, segun se vayan imprimiendo.

2.° Que se encargue de este depósito, y constituya mi corresponsal el Eclesiástico ó quien mejor pueda de los Señores que gusten tomar parte. Indudablemente se acercarán algunos, animados del mejor deseo, á conferenciar sobre este proyecto; y he aquí el momento en que pueden acordar lo mas útil sin necesidad de dar otras esplicaciones, pues hablando con personas de instruccion, poco es necesario decir para hacerse entender. ́3.9 Que los Señores que se declaren mis correspon

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