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los Departamentos y de la Capital, y los tratamientos que empleaban. No reproduzco esto porque sería muy largo; pero sí diré como trataba el Doctor don Buenaventura Lambur á sus enfermos, y qué preceptos higiénicos les recomendaba, tomando todo esto de una carta que el Doctor Lambur dirigió al comenzar la epidemia á don Antonio Taboada:

No debía cambiarse en nada el régimen alimenticio, procurar no impresionarse ni mucho menos tener miedo al cólera, no suspender el alcohol si lo usaban con moderación, tener los pies secos y calientes, buscar la sociedad y evitar el aislamiento, ventilar bien las habitaciones calentándolas si fueren frías y húmedas; evitar las pasiones desordenadas, como el juego, la ebriedad, etc., etc. Si el individuo era atacado del cólera se le administraba inmediatamente en una infusión aromática, de manzanilla generalmente, láudano, éter sulfúrico y álcali; del primero se daban dos gotas, y del segundo de dos á cinco, alternando este último con el álcali, en la misma dosis; esto se les daba cada 5, 10, 15 y 30 minutos, cada hora, cada dos horas ó cada tres horas, según la intensidad del ataque.

Los purgantes los daba en raros casos. Al exterior usaba “desde la simple purga hasta el hierro caliente, corrido por los canales del espinazo." Además procuraba mantener caliente al enfermo con botellas de agua caliente, sacos de afrecho caliente, ladrillos calientes, etc.

La sangría no la usaba porque "no conviene á nuestro clima."

Es de advertir que el Doctor Lambur no se confiaba con la aparente mejoría de sus enfermos y continuaba la administración del láudano y éter ó álcali durante algunos días, prescribía en la convalescencia dieta durante ocho días; los ataques duraban de 4-12 horas, pudiendo recaer aun después de algunos días. Durante la convalescencia tomaban solo atole. Este fué el tratamiento que mejores resultados dió durante la destructora epidemia de 1857, que tan tristes recuerdos dejó en Guatemala.

En este mismo año de 1857 y 1858, la tos ferina se presentó en estas regiones, no estando satisfecha con los estragos que el cólera hiciera.

Apenas habían trascurrido ocho años de descanso, desde que la asoladora peste del cólera morbus se había presentado en estas tierras, cuando, en 1863, aparece una nueva epidemia que felizmente abandonó estos lugares. En los meses de junio á octubre, fué tal la concurrencia de enfermos al Hospital General de esta ciudad, que con ese motivo escribieron las siguientes líneas, que tomo de la memoria de la Junta de Hermandad del año de 1863: "A este hacinamiento de enfermos, tan perjudicial á la higiene, dió lugar la epidemia de la viruela. Desarrollada de una manera espantosa, acudían á la Casa un gran número de atacados, á quienes no se les podía negar la entrada, pues este es el asilo único, entre nosotros, donde los pobres enfermos hallan el remedio para sus males." La mortalidad en los atacados fué de 41, según la misma memoria.

Se siguieron presentando epidemias de las cuales no daré muchos detalles por carecer de los datos más indispensables; pero sí mencionaré las fechas y la enfermedad que produjo la epidemia:

En 1864, el sarampión;

En 1866, la tos ferina;

De 1865 á 1868, la influenza, de la cual fueron asistidos, sólo en el Hospital General de esta ciudad, 839 individuos y de los cuales murieron 39.

En 1869, la fiebre amarilla:

De 1869 á 1870, la escarlatina, de la cual fueron asistidos y sólo en el Hospital General, 528 individuos, saliendo curados 500 y 28 que sucumbieron á los golpes de esta enfermedad, entre otros el estudiante de medicina, Bachiller don Joaquín Molina:

De 1870 á 1871, la tos ferina, produciendo en el primer año 4 defunciones sobre 82 enfermitos asistidos en el Hospital General:

De 1870 á 1871, paperas;

En 1870, la influenza;

Eu 1876, la tos ferina:

En 1880, las paperas. A propósito de éstas, trae un párrafo la “Unión Mélica” de 1o de abril de 1880;

Por decreto de 1880 se funda el nuevo cementerio de Guatemala. Arreglado con verdadero gusto y perfecta

Hospital de Quezaltenango.

Vista Exterior después del Terremoto del día 18 de Abril de 1902.

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simetría, tiene 800 metros de frente por 400 de fondo, ocupando, por consiguiente, una área mayor de 320,000 metros cuadrados, sin contar con el departamento conocido con el nombre de "La Isla."

Surcado por anchas calles tiradas á cordel, protegidas por filas de cipreses y araucarias, ostenta de lado y lado, suntuosos mausoleos de gran mérito artístico y cuyo costo representa respetables sumas de dinero. Entre la humilde bóveda de ciprés que proteje los restos del ex-Presidente de Guatemala, Mariscal don Vicente Cerna y la suntuosa bóveda de mármol que enciera los restos del héroe de Chalchuapa, se observan todos los ejemplares deseables é imaginables, ya en material de construcción, en estilos, formas, valores artísticos y metálicos, alturas y dimensiones.

Alumbrado por hermosos focos de luz eléctrica, tiene para las sepulturas en nicho, un hermoso portal de elegante y sólida construcción, verdadero orgullo de nuestro cementerio, y que ya, hoy día, mide 750 metros de longitud, siendo por consiguiente de los más grandes que se conocen en el mundo y que una vez concluído, será el primero que en su género exista. Es necesario ver primero los cementerios más afamados del mundo, como el de Broo-Klyn, el de París, Génova, etc., y después ver el de Guatemala, para poder colocar en el puesto que se merece, nuestro suntuoso cementerio.

De 1884 á 1885, el sarampión. Fué tan fuerte y rápido el desarrollo que esta enfermedad adquirió, que el Gobierno se vió obligado á abrir el "Hospital de Epidemias" de los meses de mayo á octubre de 1885, en cuyo tiempo murieron 21 individuos en dicho establecimiento. El Hospital de Epidemias se encontraba, como ya lo dije en el capítulo anterior, en el local que actualmente ocupa la Nueva Aduana; En 1886, la tos ferina;

En 1890 aparece la influenza postrando tal cantidad de individuos que fué necesario al Gobierno desplegar mucha actividad para poderla combatir; se organizó un Cuerpo de Sanidad y se nombraron Médicos cantonales; como Presidente del Cuerpo de Sanidad fué nombrado el distinguido Facultativo Doctor don Samuel González. El Cuerpo de

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