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Tournefort la coloca en la seccion sétima de la clase sesta, que comprende las flores con muchas piezas regulares dispuestas en forma de rosa, cuyo pistilo se convierte en un fruto compuesto de muchas semillas recogidas en cabezuela, y se llama tormentilla silvestris. Lineo la clasifica en la icosandria poliginia, y la llama tormentilla erecta.

que lo adoptasen las autoridades eclesiásticas.

La Inglaterra fué la primera nacion de Europa que abolió el tormento: Francia siguió el ejemplo dado por la nacion británica; y los demas estados han derogado las leyes en que se establecia aquel horroroso è injusto espectáculo.

La introduccion del tormento en las legisFlor: en rosa, compuesta de cuatro péta-laciones europeas fué hija de la barbarie de las los oblongos, ligeramente cortados en cora- razas del Norte que se apoderaron de casi todos zon; los estambres están prendidos à la orilla los pueblos del Mediodía y del Occidente. En del tubo del cáliz; el pistilo está colocado en España su uso fué ilegitimo y contrario al esel centro de los estambres en el fondo del ca-píritu de nuestras leyes. Nada se habla de él liz; este es un tubo de una sola pieza, dividido en ocho lacinias, cuatro grandes y cuatro pequeñas, dispuestas en cruz.

en el Fuero Viejo de Castilla, ni en el Fuero Real, ni en el Ordenamiento de Alcalá; y solo se consigna su memoria en las Partidas de don Su fruto es una cápsula pequeña, con unas Alonso el Sábio, que como todos saben están sesenta semillas oblongas y menudas.

Hojas sostenidas por pezones, de tres en tres, ó de cinco en cinco. Las foliolas son sencillas, y recortadas por los bordes.

La raiz es nudosa y rastrera.

Sus tallos son rectos, cosa de un pie de largo, delgados, débiles, vellosos y rojizos; las flores solitarias y opuestas á las hojas, están sostenidas por largos pezones y colocadas alternativamente sobre los tallos.

tomadas del Derecho Romano y del Canónico.

Tormento, segun la ley 1.a tit. XXX, »Partida 7, es manera de pena que fallaron >> los que fueron amadores de la justicia para >>escodriñar et saber la verdat por el de los » malos fechos que se facen encubiertamente, que non pueden seer sabidos nin probados » de otra manera.»>

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El tormento se daba de varios modos; pero dos eran los principales, uno con heridas En terrenos ligeramente húmedos, la plan- de azotes, otra colgándole al reo de los brata es vivaz y florece en junio, julio y agos-zos, y cargándole las espaldas y piernas con to; tambien se cria en las orillas de los bosques, por los caminos, y es rara en los paises meridionales.

Su raiz tiene un sabor bastante áspero, y triturada exhala un olor aromático muy ligero. A veces es útil para corregir la debilidad del estómago y de los intestinos, en la diarrea serosa, la disenteria benigna, la hemotisis esencial por relajacion, y la hemorragia uterina por plétora ó por herida. En gårgaras ayuda á deterger las úlceras de la boca, á detener la inflamacion reciente de las amigdalas y del cielo del paladar, y á fortificar las encías.

La raiz seca se da como medicina de media á una onza, en maceracion al baño de Maria en seis onzas de agua, y las hojas frescas desde media á dos onzas, en infusion en cinco de agua.

TORMENTO. (Legislacion.) Asi se llamaba la pena corporal que se imponia al reo contra el cual aparecian indicios de culpa, para que confesara la perpetracion del delito.

alguna cosa pesada. No debia procederse á él sin espreso mandato del juez ordinario, y solo cuando resultasen presunciones ó sospechas ciertas contra el acusado; no podia emplearse en el menor de catorce años, en el caballero, en el maestro de ciencias, en los consejeros del rey ó del pueblo, en la muger preñada, en el siervo para que declarara contra su señor, en los parientes del acusado dentro del cuarto grado.

Tampoco podia hacerse uso del tormento cuando el delito estaba plenamente probado; permitiéndose tan solo cuando únicamente existian pruebas semiplenas ó indicios vehementes.

El tormento se pedia por los acusadores privados o por los acusadores públicos; y de la peticion se conferia traslado al acusado para que pudiera contradecirla. Vista la súplica y la contestacion proveia el juez, ya declarando la clase del tormento que se habia de dar al acusado, ya sin declarar el género de él; entendiéndose en este caso que habia de ser el mas benigno. De la sentencia se apelaba, y la apelacion se admitia en ambos efectos, no imponiéndose la pena hasta que fuese confirmada aquella por tribunal superior.

El uso del tormento es antiquísimo y le han practicado casi todos los pueblos del Oriente. Entre los hebreos parece que no se conocia, pues nada dicen sobre él las leyes de Moisés. En Atenas no habia tormento preparatorio; pero los ya condenados le sufrian treinta dias En algunas naciones se daba el tormento despues de la sentencia. En Roma tenia lugar en lugar público; mas en Eapaña se hacia siemel tormento antes de la condenacion; pero so-pre en lugar secreto, y ni aun se permitia lo en los delitos de lesa magestad.

Casi todos los pueblos adoptaron esta bárbara costumbre como medio de averiguación, siendo de estrañar que se haya conservado en la legislacion hasta tiempos muy inmediatos y

asistir á los defensores del reo.

Recibida la declaracion al atormentado debia restituírsele á la prision: si habia confesado el delito durante la tortura, habia de preguntarle el juez en el dia inmediato, libre del

tormento, y ratificándose pasaba á sentenciarlo otra, tan angostos que no cabia mas que un con arreglo á derecho. Si antes de pronunciar dedo. Por estos agujeros se metian los dedos la sentencia resultaba incierto lo confesado, debia el juez absolver al procesado, Si fuera del tormento negaba el reo lo confesado en él, se le volvia á atormentar, y sino confesaba el delito era absuelto.

de los pies y de las manos de los atormentados, y luego por entre el agujero y el dedo se introducia una cuña de madera, haciéndola entrar á golpe de martillo; de modo que los dedos se hacian completamente pedazos.

El juez encargado de dar tormento cuando Horroriza escribir estos pormenores, y pale daba fuera de la ley y contra la ley, debia rece imposible que por espacio de tantos sisufrir igual pena que habia sufrido el atormen-glos hayan consentido los legisladores estas tado.. monstruosas crueldades.

Cuando debia darse tormento á muchos, habia de principiarse por el menor de edad ó por la persona de mas vicios y de peor conducta, continuando en la misma forma, y ha ciéndolo con separacion, de modo que unos no oyesen lo que otros confesaban. En todo caso debia procurarse que el tormento no causara la muerte del atormentado.

La clase de tormentos fué muy distinta, segun la mayor ó menor cultura de las naciones y de la épocas. En España los mas usados fucron los siguiente: el del agua y cordeles; el de la garrucha; el del sueño; el del ladrillo, y el de las tablillas.

El tormento del agua y cordeles consistia en ser atado el procesado de pies y manos en el potro, dándole en cada pierna dos garrotes ó vueltas de cordeles apretados á torno, uno en el muslo y otro en la caña izquierda, de la rodilla abajo, y otros dos garrotes en cada brazo, el uno en el morcillo y el otro en el antebrazo. Colocado asi el infeliz paciente le echaban siete cuartillos de agua por un embudo á la boca, obligándole á tragarselos.

El tormento de la garrucha se aplicaba de este modo. De la techumbre mas alta de la cárcel colgaban una soga gruesa de cáñamo ó de esparto, doblada por medio y asida á una polea ó garrucha pendiente del mismo techo, para que pudiese correr. Al reo le ataban á esa cuerda por las muñecas de los brazos vueltos hácia la espalda, le sujetaban los pies, y de sus gargantas le ponian y colgaban cien libras de peso. En esta forma, tirando de un cabo de la soga, levantaban al atormentado, suspendiéndole en el aire à una altura notable, y luego le subian y bajaban sin dejarle tocar en el suelo.

El tormento del ladrillo y del sueño era como sigue. Ataban al acusado á una viga de la cárcel con una soga que le sujaban los brazos á las espaldas, y le ponian los pies juntos y descalzos encima de un ladrillo frio por espacio de veinte y cuatro horas, sin dejarle dormir; y pasadas estas solian dar fuego al reo en las plantas de los pies con el mismo ladrillo encendido.

En España tenemos ejemplos de personas notables y de gran categoría, á quienes se aplicó el tormento sin la menor consideracion y sin respeto alguno á su clase. Antonio Perez, secretario de Felipe II, sufrió ocho vueltas de cuerda. Don Rodrigo Calderon, ministro de Felipe III, sufrió seis vueltas. El duque de Hijar, don Rodrigo Sarmiento de Villandrando, sufrió doce vueltas en 1648. Pudieran citarse otros muchos casos, pero bastan estos para demostrar que ni la dignidad ni la nobleza, dispensaban totalmente de la pena de la tortura.

El tribunal de la Inquisicion prodigó el tormento de una manera inhumana, y le hizo todavía mas frecuente y odioso.

Desde el principio del siglo XVIII comenzó á escribirse y declamarse contra el tormento, y en 1770 publicó don Alvaro de Acebedo una memoria pidiendo su abolicion, memoria que fué refutada en 1778 por don Pedro de Castro. La civilizacion de la centuria presente, hizo que desde los primeros años del reinado de don Fernando VII se mirase el tormento como impropio de un pueblo culto. Las cortes de Cádiz de 1812 abolieron tan brutal é ineficaz medio de prueba, y el rey don Fernando, por real cédula de 25 de julio de 1814, la desterró de nuestra legislacion.

Desde entonces cesó esta horrorosa pena anterior á la justificacion de la delincuencia del acusado, y fué tal el horror que el monarca concibió de aquel castigo que en una visita que hizo en 1817 á la cárcel de Villa, mandó quemar el potro para que no quedase en lo sucesivo ni aun la idea de semejante infernal máquina.

TORNASOL. (Tecnologia.) Con el nombre de tornasol en panes se designa una sustancia que se espende en forma de pequeños paralelipifedos rectos, de color azul oscuro. Hasta nuestros dias no habia sido posible tener nociones ciertas sobre la naturaleza y la fabricacion de dicho compuesto. No hace mucho tiempo que este secreto ha sido descubierto, y hoy sabemos cual es la sustancia que lo produce, y cuales son los medios de obtenerla.

Prepárase el tornasol en los paises montuoEl tormento de las tablillas se daba en es- sos de Europa, donde crecen con abundancia ta forma. Colocado el acusado en el potro agar-los líquenes que sirven para la confeccion de rotado, segun convenia, de pies y de manos, la orchilla terrosa. Se pulverizan los líquenes se tomaban cuatro tablillas pequeñas cuadra- y se mezclan en una tina con la mitad en peso das del tamaño de un palmo cada una, que te- de cenizas graveladas. Se echan alli orines nian cinco agujeros que pasaban de una parte á hasta formar una pasta blanda, añadiendo ori2192 BIBLIOTECA POPULAR. T. XXXIII. 23

na á medida que esta se evapora. Al cabo de, gos militares. Suponen algunos que los torcuarenta dias, la mezcla toma un color purpú-neos tomaron el nombre de la ciudad de reo; entonces se pasa á otra tina añadiendo Tours en Francia; pero Voltaire (1) tiene por mas orina. La pasta adquiere en algunos dias un color azul; se distribuye despues en unas gamellas donde se añade mas orina y cierta cantidad de cal en polvo. Por último, se incorpora la pasta con la suficiente dósis de carbonato de cal en polvo para darle consistencia rme, y se vacia en moldes, despues de lo cual se pone á secar á la sombra.

El tornasol en panes es, pues, una especie de laca usada en las fábricas de papel pintado, y en muchos talleres. Es un reactivo muy sensible usado en química, sea en forma liquida, sea por medio de tiras de papel teñido con esa sustancia, para averiguar la presencia de los ácidos libres; estos tiñen en rojo ese liquido llamado tintura de tornasol, el cual se prepara del siguiente modo:

mas probable que se llamaron asi por la espada denominada en la baja latinidad ensis torneaticus, especie de sable sin punta por no estar permitido en estos juegos berir con otra que con la de la lanza.

Las armas de que generalmente hacíase uso en esta clase de ejercicios, consistian en bastones, cañas, lanzas sin hierro y con la punta roma, ó espadas sin corte, por cuya razon llamábanse armas corteses ó graciosas. Esto no obstante, algunas veces usábase en dichos combates de toda clase de armas de batalla y entonces se llamaban armas á todo trance ó de muerte.

El espíritu caballeresco de la edad media dió vida á los torneos, juegos mas notables que la lucha, el disco y la carrera de los griegos, y menos bárbaros que los combates de los gladiadores romanos; si bien algunos autores solo ven en aquellos una continuacion de estos. Cuando cesaban las fatigas de la guerra,

Tómase un decágramo de tornasol en panes; se introduce en polvo en un frasco que contenga cinco centilitros de agua destilada. Se deja en infusion en frio durante dos dias, procurando agitar de vez en cuando. La tintu-ya ra de tornasol asi preparada no se conserva mucho tiempo, porque fermenta. En un frasco bien tapado pasa espontáneamente al color amarillo oscuro, y exhala cuando se destapa el olor del hidrógeno sulfurado. Espuesta al aire en tal estado, recobra su color primitivo.

Para evitar toda alteracion, se puede añadir á la solucien quince gramos de sal marina; despues de disuelta esta se trasiega el líquido y se conserva en frascos tapado.

por haberse terminado esta, ya por haberse ajustado una tregua cualquiera, ejercitábase la nobleza con noble ardimiento en ese linage de juegos militares. De ese modo preparábase á las suertes de la futura guerra, y como entonces teníase en tanto el vigor del cuerpo, contribuian poderosamente esos ejercicios á desarrollar la fuerza muscular de aquelos esforzados guerreros. Ademas los torneos eran muy útiles, segun las leyes del buen rey René (2) pues podrá acontecer que algun jóTORNEO. Segun la Academia en su gran ven caballero ó escudero, por hacerlos bien, Diccionario de autoridades de la lengua es- adquiera gracia ó aumento de amor de su dapañola, es el «combate de á caballo entre va- ma.» Hoy que las costumbres han cambiado rias personas, puestas en cuadrillas y ban- de tal manera, hoy que los adelantos hechos dos de una parte y otra, en que batallan y en el arte de la guerra son tan prodigiosos, se hieren sangrientamente, dando vueltas en hoy que, merced à la institucion de las armas torno, para perseguir cada cual á su contra- de fuego, son los soldados, segun la espresion rio. Se llama asi tambien, añade, la fiesta pú- de un autor contemporáneo, «máquinas destiblica, que se ejecuta entre caballeros arma-nadas á dar la muerte sin cólera ni piedad, dos, unidos en cuadrillas, que entrando en un circo dispuesto á este fin, escaramucean, dando vuellas al rededor, á imitacion de una reñida batalla. Es muy parecida á las justas, y solo se diferencia en que en estas es el combate singular, y en el torneo acuadrillado.»

ejecutando un pequeño número de movimientos regulares; hoy, repetimos, estos juegos no tienen objeto alguno, han caido necesariamente en completo desuso, y solo como un grato recuerdo de apartadas edades, celébrase en grandes regocijos públicos, principalmente en nuestra nacion. Prueba de ello las justas y torneos que en nuestros mismos dias hemos visto con motivo del nacimiento de Isabel II y del de su hija la princesa de Asturias.

En esta última acepcion trataremos de los torneos, que definen algunos autores juego ó ejercicio de guerra y galanteria, sujeto á ciertas reglas, que hacian entre si los anti- Las crónicas de Tours atribuyen la invenguos caballeros para ostentar su valor ó lo-cion ó establecimiento de los torneos á Gograr aplauso y preferencia entre las damas. defroy II, señor de Preuilly, que dicen, dió Segun la opinion mas recibida, derivase esta el primero en 1066. Pero esto no es exacto: palabra, ó de la francesa tourner, ó de las latinas bárbaras tornare, torneamentum, por (1) Essay sur les moeurs, cap. XCIX. la figura, dice el padre Terreros en su Dic- (2) René de Anjou, rey de Sicilia y de Jerusalen cionario, de las vueltas, torneos y escaramu-y duque de Lorraine, ya que no podia poseer ninzas que hacian unos contra otros los comba-guno de sus estados, consolábase componiendo versos y haciendo leyes para los torneos, en los cuales tientes que se ejercitaban en esta clase de jue-tomaba parte.

ras contra Carlos si concurría á la batalla y contra el rey de Inglaterra si concedia territorio en sus estados para que se verificase, pero nada habló de Pedro III, con quien tenia cortada su correspondencia. En este estado, y

antes de esta época la historia reflere habian tenido lugar varios ejercicios de esta clase, y lo mas que pudo hacer el señor de Preuilly, fué regularizar los torneos, dictar ciertas reglas y establecer ó perfeccionar algunas suertes y evoluciones, en una palabra, dar el ór-á pesar de todo, dirigióse éste disfrazado con den y la forma de estos juegos y hacerlos, si solos tres caballeros á Burdeos: presentóse se quiere, de práctica mas frecuente. Asi es, al senescal de Inglaterra como un comisionado en efecto, que Ennodio habla ya de los tor- del monarca aragonés, é hizose conducir al sineos en el siglo VI, que en el VIII el pontifice tio preparado para el combate: dió en él vaEugenio II los anatematizó, que en 920 En- rias vueltas á caballo y se descubrió por fin. rique el Pajarero tomó parte en uno celebra Aturdido el senescal instóle vivamente à que se do con motivo de su coronacion; que los caba- retirara, á causa del gran peligro que corria su lleros de las comitivas de Luis el Germánico y persona por tan temerario empeño, estando Carlos el Calvo combatieron á caballo en rodeado de numerosos é implacables enemigos: Strasburgo, despues de la batalla de Fontenoy convino, por fin, en ello, á condicion no obspara manifestar su adhesion á dichos reyes; tante de que un escribano diese fé de su Ileque la Crónica de Geoffroy de Montmouth, re-gada y de los motivos que le obligaban á no dactada el siglo XII, describe minuciosamen-publicarla. Dejó escritas algunas cartas para te las circunstancias de un torneo, sin que sea varios puntos de Europa, noticiando su arribo fuera de nuestro propósito citar el Valhalla de á Burdeos, y salió de la ciudad con direccion á los scandinavos, especie de paraiso en que sus estados. ¿Pero á qué cansarnos en probar los héroes, despues del banquete, combatian las altas prendas de valor y caballerosidad de todos los dias durante la eternidad. los guerreros españoles? Nuestos lectores coGeneralizado el uso de los torneos por to- nocen demasiado nuestra historia nacional, tan da Europa, constituyó por largo tiempo la prin- | fecunda en lances maravillosos, si bien oscucipal diversion de las cortes y ciudades popu-recidos ó tergiversados algunos por la envilosas. Los franceses dedicáronse á esos jue- dia de los estrangeros. gos con la energía propia de ese pueblo tan apasionado, y habiendo llegado á ser entre ellos muy frecuentes, llamáronse los torneos, segun Mateo Paris, citado por Du Cange, Constictus gallici, combates franceses. Los ingleses primero, los alemanes despues, y mas tarde los italianos y bizantinos, introdujeron en sus pueblos respectivos la costumbre de celebrar dichos ejercicios.

En Alemania tenian lugar cada tres años solemnes torneos, que servian de prueba de nobleza, porque el caballero que habia asistido à dos de ellos, era ya suficientemente blasonado y publicado, es decir, reconocido por noble, y llevaba desde este momento dos cuernos (1) sobre la cimera de su casco. Los torneos dieron ocasion à las armerias ó escudos de armas á causa, dice un autor español, «de las armas ó vestidos de que se servian en estos ejercicios militares; v. gr. los palos, chebrones y sotueres se tomaron de los pedazos de las barreras y palenques que servian de vallas; los roques y los anillos, de los juegos y carreras de la sortija; las bandas, de las que sacaban los caballeros; y como otros de estos afectaban llamarse el caballero del Icon, del águila, etc., quedaron tambien semejantes animales por divisa (2).»

Los españoles fueron de antiguo muy dados á esta clase de juegos, y su bizarría y caballerosidad crecieron, si cabe, con motivo de la entrada de los árabes en nuestro suelo. Los adalides mas famosos de uno y otro bando median sus armas en esta clase de funciones, no por espíritu de rivalidad, sino por cortesanía y amor á las bellas. Las historias de aquella época refieren multitud de espectáculos de esta naturaleza tenidos, ya en las córtes de los reyes cristianos, ya en las de los moros. Omi- Cuantas solemnidades públicas, profanas ó timos su relato por no hacer pesado este artí- eclesiásticas tenian las naciones, otras tantas lo, pero referiremos en pocas palabras el de- daban ocasion à la nobleza de la edad media safio ó torneo concertado entre Carlos de Va-á lucir su ánimo resuelto, su valor y apostura lois y Pedro III de Aragon, con cien caballeros de cada parte, con motivo de la posesion del reino de Sicilia, que correspondia á la esposa del segundo, y que el primero le disputaba. El palenque alzóse en el territorio del rey de Inglaterra, y tan crecido fué el número de caballeros nacionales, estrangeros y aun del bando contrario, que se ofreció al monarca aragonés, que receloso del éxito Carlos de Va-cia del blason fué estudiada por todos los pueblos anlois, rogó al pontifice bendijese el cartel de desafio. Pero esto era solicitar la prohibicion del torneo, y asi en efecto sucedió. El pontifice, como era natural, fulminó graves censu-jeto,»

en esta clase de juegos. Natalicios, matrimonios, coronaciones de reyes, principes y señores principales; conquistas, paces, treguas y alianzas, recibimiento de reyes, príncipes,

(1) Téngase presente que blason viene de la palabra alemana blasen, locar ó sonar el cuerno.

(2) Es preciso confesar, no obstante, que la cientiguos, si bien es cierto que durante el siglo XI recibió una forma deoconocida: «el blason de la edad media, dice un autor moderno, es nuevo, si se elementos; de todas las épocas, si se mira á su ob→ atiende á sus reglas; antiguo, si se consideran sus

embajadores y personages de alta estima, todos estos, y otros varios sucesos, celebrábanse con justas y torneos.

Desarrollada cada dia mas la aficion por estos guerreros pasatiempos, el número de combatientes que en ellos querian tomar parte, creció de un modo sorprendente. Hubo torneos, en que se presentaron quince, treinta, cincuenta y aun cien caballeros de un bando contra igual número del opuesto. Tuvieron gran parte en ello el espíritu de galanteria y las ideas caballerescas que se apoderaron de los nobles de la edad media; pues ninguno habia que no consagrase su pensamiento y sus triunfos á una dama, ni señora que no graduase por la suerte y ardimiento que en la pelea mostraba el mérito de un caballero. Algunos de estos, tan fleros como indomables en el combate, presentábanse en público al comenzar los torneos, en pos de la señora de sus pensamientos, que los conducia atados con cadenas de oro al lugar de la liza. ¡Tal era, y tan poderoso el influjo que la belleza ejercia en nuestros mayores! Si no en todos era tan intenso el amor que á tanto se allanaran, era, no obstante, demasiado profundo para que no hicieran prodigios de valor antes que dejarse arrebatar un objeto cualquiera que su dama les hubiere regalado. Una banda, un brazalete, un rizo de sus cabellos, era para el enamorado caballero la joya mas preciada, y no trocara la ventura de poseerla por todas las riquezas del universo. Con ella presentábase ufano en el palenque, y si por azar en las suertes del combate perdíala, su dama se apresuraba á remitirle otra segunda prenda, cuya vista infundia al caballero nuevo valor y lanzábase denodado á recuperar la primera. En cierto torneo celebrado en Francia, encontráronse al fin las damas con el pecho y los brazos completamente desnudos, por haber dado á sus caballeros cuantos adornos y prendas de su vestido llevaban. Cuando se apercibieron de la descompostura de su trage, avergonzáronse de la indiscrecion de su entusiasmo, pero viendo que todas estaban en el mismo estado, riéronse largamente de la aventura que habíalas hecho dar cuanto encima llevaban.

Al comenzar este artículo dejamos dicho la clase de armas que comunmente empleaban en los torneos, esto es, las corteses; pero tambien hemos indicado que en algunas ocasiones se hacia uso de las llamadas a todo trance ó de muerte. Estos juegos, cuyo principal objeto era amaestrar á los caballeros en los lances de la guerra, que tan al vivo remedaban, juegos por otra partè que tenian lugar casi siempre al celebrarse las fiestas mas señaladas del pueblo, no podian llevar consigo la idea de heridas peligrosas, desgracias y aun muerte de los combatientes; pero esto no obstante, acontecia algunas veces á los que tomaban parte en estos ejercicios olvidarse completamente de la índole especial de ellos, y

ciegos de cólera y desatentados, cebarse en los contrarios combatientes para satisfacer alguna antigua enemistad nacional ó particular; tomar venganza de cualquiera agravio; dar rienda suelta al odio ó la envidia, ó deshacerse, en fin, de este modo de un molesto rival. En vano era que en tal conflicto los heraldos y reyes de armas interpusiéranse entre los combatientes: asi sus razones é influencia, como la autoridad de los jueces y el llanto de las damas, eran ineficaces para calmar las pasiones de que se hallaban poseidos aquellos mal aconsejados caballeros.

Muchos ejemplos presenta la historia de personas principales que perdieron su vida en el palenque, ya casualmente, ya por los motivos que acabamos de apuntar. En 1156 sucumbió en París Geoffroy Plantageneto, hijo de Enrique II, rey de Inglaterra. En 1175 murieron en varios torneos de Sajonia diez y seis caballeros, sucediéndole tambien igual percance en el mismo año á un principe de la casa de Misnia. Roberto de Jerusalen, conde de Essex en Inglaterra, pereció en 1216. Florent, conde de Hainaut, y Felipe, conde de Boulogne y de Clermont, sucumbieron en Corbie el año 1223, asi como tambien el conde de Holanda en Nimegue el de 1234, Gilberto, conde de Pembroek el de 1241, y Juan, marqués de Brandebourg el de 1269. En el torneo que tuvieron en Châlon el año 1274 el rey Eduardo y los ingleses contra el conde de Châlon y los Bourguignons quedaron en el campo muchos caballeros, de suerte que se conocia este torneo bajo el nombre de pequeña guerra de Chálon. Fue gravemente herido en 1279 el conde de Clermont, y Luis, hijo del conde palatino del Rhin, perdió la vida en 1289: igual suerte sufrieron Juan, duque de Brabante, en 1294, y cuarenta y dos caballeros y otros tantos escuderos, en Neuss, el año 1403. Renunciamos á enumerar mas desgracias, si bien no podemos pasar por alto la muerte en un torneo del rey de Francia Enrique II, en 1559, la del caballero aragonés Esberte de Claramonte, en el paso honroso de Suero de Quiñones, el año 1434, y la del principe Enrique Borbon-Montpensier, en Orleans, el de 1560.

La Iglesia desde luego trató de poner remedio á estas desgracias, prohibiendo los torneos, y negando sepultura eclesiástica á los que en ellos morian; cuyas disposiciones se mandaron observar por nuestra leyes de Partida (1). Eugenio II por los años de 827, Ino

(4) La ley 10, tit. XIII, Partida 1.", dice asi: «Puso por pena (la Iglesia) a los que entrassen en el torneamento e alli muriessen, que los non soterrassen en el cementerio con los otros fieles christianos, maguer se confessassen, e rescibiessen el cuerpo de Nuestro Señor: e esto mande, porque los omes tomassen escarmiento, en los que viessen soterrar por los campos, e se guardassen de lo fazer.... E si algun clérigo rescibiesse en sepultura de su eglesia a alguna de las personas, a quien es defendido por las le

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