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Los padres que vivieron en tiempo de los apóstoles, y que aprendieron de ellos la reli gion cristiana, usaron el mismo método para enseñar. Los principales fueron Simon, Ignacio, Policarpo, Papias y otros: todos los cuales se dedicaban á predicar el Evangelio á los infieles, á confirmarlo con prodigios, y enseñar á todos la doctrina que aprendieron de los apóstoles, sin añadir nada nuevo por si mismos.

apóstoles el verdadero sentido de las palabras y doctrinas, y así se tranquilizaban. De esta sucrte se confeccionaron los primeros libros de la tradicion escrita, en los cuales los teólogos consignaban aquellas doctrinas que habian aprendido de sus mayores inspirados por Dios.

En el siglo III ya se trató la teología con mas método en las escuelas, especialmente en las de Alejandría, donde enseñaron muchos maestros eruditos como Panteno, Clemente Alejandrino, Orígenes, Heradas y otros. Versados estos en la ciencia de los étnicos, que trataban las cuestiones cuidadosa y ordenadamente, cuando trabajaban para instruir á los cristianos, les enseñaban los dogmas clara y

cidad de cada uno, distinguieron la isagoge de los indoctos de la de los mas instruidos, reservando esta para si, y dejaron aquella á los demas. Y para decirlo de una vez, aquellos se llamaron isagógicos, y estos teólogos. El cargo de los teólogos era interpretar alguna parte de la Sagrada Escritura dos dias de la semana, lo cual bacian los mismos obispos ú otras personas por su mandato. Estas catequeses, sin embargo, no estaban esplicadas ni escritas con arte y método, sino que se improvisaban las mas veces segun requeria la ocasion.

Por este tiempo floreció un cierto Hermas, discípulo de San Pablo, autor del libro Pastor, que dividió en tres partes: la primera abraza la cuatro visiones, la segunda los diez preceptos, y la tercera las diez semejanzas. Este libro fué tan estimado en la Iglesia, que no solo mereció el aprecio de eminentisimos es-ordenadamente, y para acomodarse á la capacritores, sino que fué leido públicamente en las de Oriente. Sin embargo, este libro solo trata de la moral, y esto sin método ni elegancia, por cuya razón no podemos inferir de él sistema alguno: el mismo juicio se debe formar de la epístola de San Ignacio á los magnesianos, que pertenece mas á la moral que al dogma, Estos doctores fueron mas solícitos para instruir á los fieles en la doctrina de Cristo, que para escribir libros. Los padres apostólicos enseñaban á los fieles y catecúmenos los rudimentos de la religion cristiana, pero de un modo absolutamente diverso. Esplicaban á los mas ignorantes la necesidad de la penitencia y de conformarse á las máximas del Evangelio y á los preceptos del Decálogo, enscñándoles asimismo el Credo; y á todas estas cosas las daban el nombre de liagoga. En cuanto á los neótitos, despues del bautismo les esplicaban los misterios de los cristianos, como la Trinidad, la Encarnacion, los Sacramentos, y en especial fa Eucaristía. Les aconsejaban ademas que guardasen cons-cion apostólica, para impugnar á los hereges, tantemente la misma doctrina, y que estuviesen preparados para defenderla aun á costa de la vida si fuese necesario. De estos elementos constaba su teología.

Asi la teología de estos padres puede reducirse á cuatro puntos principales. 1.o A instruir á los catecúmenos en los rudimentos de la fé y á los fieles en la moral. 2.° A vindicar, tanto los dogmas como los ritos de los cristianos, de las calumnias de los étnicos. 3." A demostrar á los judíos, si era necesario, la verdad de la religion cristiana. 4." A interprefar los testos de la Sagrada Escritura acomodados à la doctrina evangélica segun la tradi

y rechazar toda novedad. Pero nunca se dedicaron á escribir libros, y se contentaban con refutar los que corrompian la doctrina recibida de sus mayores. Figura entre los escritores El mismo catequista esplicaba estas cate- màs notables de aquel tiempo, Origenes, que queses en lenguaje familiar. Por esta razon, en su obra De principiis (de que solo nos quedespues de mucho tiempo se llamaron cate-da la version latina de Rufino), nos dejó una quistas aquellos que enseñaban una teologia especie de compendio de la religion cristiana mas abstracta, esto es, que interpretaban los y de su filosofia, que está dividido en cuatro libros sagrados; y con este nombre se desig-libros. En el primero trata del Padre, del Hijo naba tambien á los teólogos que interpretaban y del Espíritu Santo, en el segundo del mundo, las sagradas letras, y aun las mismas cuestio- y cuanto en él se contiene, de Dios, como aunes teológicas. tor del Nuevo y Viejo Testamento; de la EnEn el siglo II se observó el mismo método carnaciou, del mismo Espiritu Santo, y afirma de enseñar la teología, tanto respecto á los que asistió á Moisés, á los profetas y á los catecúmenos como a los infieles, y el mismo apóstoles; tambien habla del alma del hombre, usaron tambien los catequistas. Pero si se de la resurreccion, de las penas y de los presuscitaba alguna polémica entre los fieles acer-mios. En el tercero trata de la libertad y esca de la inteligencia de las escrituras santas,plica por qué los demonios dañan al género sacaban el Evangelio, que se tenia en gran humano; esplicando asimismo la doctrina de la veneracion y de este modo se ponia fin à la 'terminacion del mundo. En el cuarto habla de controversia. Por el contrario, si nacia alguna la divinidad de los libros sagrados, y de los duda, si ocurria algun lugar oscuro, se con- muchos y muy importantes motivos porque sultaban los ancianos que habian oido á los deben leerse.

Aunque en estos libros estén contenidos Sin embargo, algunos se dedicaron por los principales doginas de nuestra religion, entonces à la crítica y prestaron con ella gransin embargo, se engañan los que juzgan que des servicios á la Iglesia. Tales fueron Euseabrazan un sistema completo de teologia. Al- bio Cesariense, los dos Teodoros, el de llerago mas se formalizó este, aunque no llegó á clea y el de Mopsuerta, San Geronimo, San constituirse en realidad, por los padres del cuar-Juan Crisóstomo y Teodoreto, que enriquecieto y quinto siglo. Entonces varió algun tanto ron sus comentarios con advertencias críticas el sistema de discutir los dogmas teológicos é históricas de grande interés y tanto que los y se dejó el método sencillo con que habian intérpretes modernos del Nuevo Testamento, sido tratados en los tiempos anteriores, porque como advierte oportunamente Calmet, nada los doctores cristianos no escribian sino para | han adelantado sobre lo que dejaron escrito los combatir á sus enemigos, y en aquel tiempo antiguos, aunque casi todos ignoraron el hese disputaba, no solo con los judíos y los ét-breo; sin embargo, dejaron acomodar sus innicos, sino con los hereges.

terpretaciones al texto hebreo, sacando al efecto con tanto tino sus esposiciones de los escritores precedentes, no solo en lo perteneciente al sentido literal, sino tambien al alegórico y moral.

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Su método de discutir era el siguiente: primero esponian los testimonios de la Sagrada Escritura, que demostraban la verdad de la doctrina cristiana. A ellos unian los testimonios de los padres, y la doctrina recibida de los apósto- Las obras que aun nos quedan de los sanles, y conservada por la tradicion. En seguida tos padres sobre la Escritura, pueden reducircon auxilio de la dictica y con el raciocinio, se á tres, á saber, á escoliones redactados por sacaban consecuencias, no escolástica sino fa- los mas sabios; comentarios para utilidad de miliarmente. Pero como los padres no usaban aquellos que se dedican à la contemplacion de de este método sino contra los hereges y las cosas divinas; y homilias, acomodadas, cuando era necesario, porque estos no ataca-bien á la inteligencia del vulgo, bien à la de ban ni alteraban todos los dogmas, sucedió que los hombres ilustrados.

los antiguos obispos y santos padres, no es- A fines del sesto siglo los teólogos estapusieron toda la doctrina cristiana con el mis-blecieron un método de hablar ordenado; demo método, ni escribieron obras de teología en Oriente ni Occidente.

biéndose esto principalmente á Anicio Manlio, que habiéndose dedicado al estudio de Aristóteles y traducido del griego al latin algunas de sus obras, empleó en varios de sus libros un órden sistemático, y sirvió á otros de ejemplo para publicar algunos compendios aunque toscos é imperfectos; y á la verdad no cabe duda que fueron publicados por los cristianos muchos libros filosóficos en este siglo. A su terminacion empezaron á publicarse algunos compendios de teologia, aunque imperfectos, bajo diversos títulos. San Isidoro de Sevilla, publicó tres libros de sentencias tomados en mucha parte de los morales de San Gregorio Mag

No deben considerarse como instituciones teológicas las cuatro disertaciones de San Gregorio Nacianceno sobre la teología aunque comprenden cosas muy útiles; porque en la primera demuestra quien debe considerarse maestro de la teología; en seguida enseña de que manera y con que método deba disputarse; tambien arguye á los que proceden temerariamente, disputando sobre los misterios mas venerandos de nuestra religion. El mismo juicio debemos formar de otros escritores. Existen dos libros de San Atanasio, de los cuales el primero se titula Sinopsis del Viejo y Nue-no, añadiendo algunas cosas de San Agustin. vo Testamento y el otro Syntagma de la doctrina para todos los solitarios y cristianos, aun los legos. Pero unos y otros pertenecen al dogma. En el primero se esplica cuanto se contiene en cada libro de la Sagrada Escritura, en el otro se instruye á los fieles, en especial á los monges, en la moral.

Leoncio Cipro escribió los lugares comunes teológicos, que tomó de las obras de los santos padres; y lo mismo hicieron otros varios, que recopilaron las sentencias de la Escritura Sagrada y de aquellos escritores, como Atanasio, llamado el Sinaita, que se valió de ellos para refutar los acefalos.

pudiéndonos servir de prueba los cinco libros de sentencias de Tajon, obispo de Zaragoza, recopilados de los escritos de San Gregorio Magno y de San Agustin, en los que trata de la naturaleza y atributos de Dios, de la Encarnacion, de los prelados, de los órdenes de la Iglesia, de las virtudes, de los vicios, de los juicios divinos, tentaciones y pecados, de los condenados, del juicio final y de la resurreccion de la carne.

No es, pues, posible hallar, ni en San Agus- Las mismas huellas siguieron los escritotin ni en cualquier otro escritor de los si-res del sétimo siglo, sobre todo en Occidente, glos IV y V, un sistema ó compendio de teoJogía. Los padres ni aun creyeron de su deber escribir los dogmas de fé ordenadamente y segun el método observado por los filósofos; poniendo todo su conato en defenderlos de los ataques de los gentiles, judíos y hereges; por cuya razon no conservamos, ni existen escritos algunos de los santos padres, que traten metódica y ordenadamente de la teología, tanto mas cuanto que no todos los dogmas fueron atacados por los hereges en un mismo tiempo, sino unos en pos de otros.

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Pero casi todos los teólogos se dedicaban con mas especialidad á la interpretacion de T. XXXIII. 3

los sagrados códices, y descuidaban el estu-, mica, que suscitaron tres grandes controverdio de la filosofía y demas ciencias profanas, sias: la primera se trabó entre la iglesia oriená causa de que San Gregorio quemó la bibliotal y occidental bajo Focion, patriarca de Consteca que se conservaba en el templo de Apo- tantinopla, y bien pronto se convirtió en un lo, de suerte que esceptuando algunos escri- cisma: la seguuda entre los occidentales, 30tores algo versados en la lectura de los anti- bre la presencia real de Jesucristo en la Eucaguos hereges y mahometanos, los demas se ristía; una y otra fué reñida y duró mucho dedicaban á esplicar los sagrados libros si- tiempo: la tercera ejercitó el talento de los guiendo en primer lugar á Orígenes; si bien teólogos de Occidente contra el monge Gontesdespues que se suscitaron tan graves contro- calco; acerca de esto escribieron Aurelio, Amuversias sobre sus libros, los griegos siguieron lo Lugdonense, Lupo Servato, Remigio Lugdoen sus interpretaciones á San Juan Crisostomo, nense, Hincmaro Remense, Rábano y otros. y los latinos á San Agustin y San Gregorio. Contra los iconoclastas escribieron Nicéforo, Bimgalo, Teódulo Estudita, Jonás Aurelianense y otros. Ejercitaron sus talentos contra los mahometanos, judíos y hebreos, Teodoro Abucara, Agobardo, Anastasio, Rábano Mauro y Focion. Finalmente en el siglo X Moisés BarCefa, Herigero y Raterio Veronense disputaron sobre el Paraiso, sobre el cuerpo y sangre de Jesucristo, y sobre varios otros artículos de fé. Muy pocos, fuera de los referidos, toma. ron á su cargo el cuidado de tratar los dogmas en este siglo.

A mediados del siglo VIII dió á luz San Juan Damasceno un exacto compendio de teología, á que puso por título De fide ortodoxa. | Habla en el primer libro de la naturaleza y atributos de Dios, y de las divinas personas; en el segundo de las cosas que Dios crió, en particular del hombre, de la Providencia, de la presciencia, de la predestinacion y del pecado de Adan; trata en el tercero de la Encarnacion de la persona, y de las dos naturalezas de Cristo; y por último, en el cuarto de la fé, del bautismo y de otros dogmas de la religion cristiana.

Esta obra se escribió para combatir á los hereges, y en ella toma sus argumentos de las sagradas escrituras y santos padres; y como el santo gustaba mucho de la filosofía aristotélica, en particular de la lógica, á causa de su mucha familiaridad con los árabes, trató ¡ la teología con un método filosófico y trajó á su terreno algunas sutilezas enteramente desconocidas á los primeros maestros de esta ciencia, siendo uno de los primeros que dieron este carácter á los estudios teológicos. Por esta razon crecn algunos que el Damasceno debe ser contado en el número de los primeros escolásticos: ademas escribió los Paralelos sagrados, que contienen la misma doctrina que el libro anterior, si bien ordenada alfabéticamente. Esta puede llamarse con razon la primera época del sistema teológico.

Por lo demas, todo cuanto escribieron y adelantaron los teólogos desde el siglo VII al X, se reduce en su mayor parte á interpretar las sagradas escrituras por las autoridades de los padres, que los habian precedido; asi lo hizo en el siglo VJ Procopio Gaceo, en el VII Apolonio y Julian de Toledo, en el VIII Beda, Alcuino, Antonio Mellisa, Ambrosio y Autperto, en el IX Pascasio Radberto, Esmaragdo, Benito Auseniense, Floro Lugdonense, Haymo Halberstadiense, Angel Ludobiense, Maimonio, Rabano Mauro, Walafrido Estrabo, Cristiano Brutmano, Focion y Enrique Autosiodorense; en el siglo X Moisés Bar-Cefa y otros, aunque pocos, que se dedicaron á trabajar en el mismo sentido. Ademas escribieron homilias que dirigian al pueblo, y combatian las heregias que nacieron ó se renovaron en aquellos tiempos.

En particular el siglo IX produjo en una y otra iglesia muchos teólogos dados á la polé

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Todos estos teólogos, en sus polémicas con sus adversarios se acogieron á los escritos de los santos padres que les habian precedido, y refutaban las heregías con las tradiciones, sin necesidad de usar de la filosofía; por cuya razon es inútil buscar en ellos órden ni método alguno, porque en estos tiempos eran enteramente desconocidos; y ni es posible hallar en sus controversias esa manera agradable de presentar las cuestiones que es hija de un ingenio agudo y un entendimiento claro.

En el período trascurrido desde el siglo X al XV, es donde principia ya á encontrarse la teología escolástica. Entonces los que se dedicaban á su estudio no se ocupaban de ella en todas sus partes, sino que trataban indistintamente una que otra, ejercitándose en la dialéctica alejandrina, de modo que con razon se llama este el siglo de la dialéctica. Esto se esplica por sí mismo muy facilmente. A fines del siglo XI empezó la dominacion de los normandos en Italia, y bajo sus auspicios empezó el siglo XII. En todo el Occidente dominaba el gusto por la dialéctica, y los teólogos se ejercitaron mucho en ella con objeto de escitar mas facilmente la juventud al estudio y lectura de los códigos sagrados. En los últimos años de este siglo se fundó la universidad de Nápoles, donde, como en las demas escuelas, se enseñó la teología mezclada con la dialéctica y las demas sutilezas y argucias que en otras se usaban; y este método no dejó de traer consigo abusos lamentables, puesto que algunos teólogos trataron de esclarecer los misterios (que solo deben esplicarse por la revelacion) bajo los principios de la lógica y metafisica, de lo cual surgieron muchos errores, en cuya impugnacion se ocuparon ilustres teólogos. Entre los autores de aquel funesto sistema, merecen particular mencion por sus

talentos y por el renombre que alcanzaron, dres, que fué aprobado y recibido por todos Abelardo, Arnaldo de Brescia, Gilberto Porre-los demas teólogos, por cuya razon figura en tano, Almarico, David y Dinanto, á los que primer lugar entre los teólogos de aquel tiempudieran añadirse otros de menos fama, cu- po y es considerado como su gefe y maestro. yas doctrinas condenaron los concilios y la En el siglo XII hubo algunos teólogos que tradicion, y que escitaron la animadversion de interpretaron ordenadamente la Sagrada Escridoctos y santos teólogos, grandemente ins-tura; pero cuan estéril y casi inútil fué este truidos en la dialéctica. Lo peor fué que como trabajó lo demuestra Pedro Comestor en su el estudio de la dialéctica estaba tan arraiga-Historia escolástica. Debe, no obstante, hacerdo, no pudo ponerse remedio al mal con es- se una honorifica escepcion en favor del gran tas medidas y continuó el prurito de disputar padre San Bernardo, que lo llevó a cabo con y de mezclar las cosas sagradas con las cavi-admirable sabiduría. laciones y sofismas, dando esto ocasion à que se escribiesen en el siglo XIl muchos compendios de teología con el nombre de Sentencias. Asi vemos la teología en este tiempo llena de cuestiones dialécticas y metafísicas, mereciendo particular distincion entre los autores de esta clase de obras Simon Toruacense, Gilberto Porretano, Pedro Pietaviense, Hugo de San Victor, Roberto Pulo, y Pedro Lombardo, que escedieron en mérito á los demas. Aunque algunos de estos hayan sido calificados por los teólogos de innovadorés, temerarios y aun hereges, muchos de ellos brillaron indudablemente por la elevacion de sus talentos, y de estas controversias nació indudablemente la teología escolástica que tanto brilló en el siguiente siglo, y llegó en él á su mayor apogeo. Esta suele llamarse en los historiadores eclesiásticos la adolescencia de la teología eclesiástica, porque como en la universidad de Paris fué admitida y aun ensalzada, desde allí, como de un centro luminoso, se estendió por las demas universidades del mundo.

Movidos del ejemplo de Alejandro de Alés, que fué el primero que esplicó al Maestro de las sentencias, Lombardo, muchos teólogos escribieron comentarios sobre ellas, como Alberto Magno y otros, y las llenaron de tantas disertaciones nuevas, que cualquiera que los compare con Pedro Lombardo, le juzga antiescolástico. Los que de este modo trataban la teología, no podian contenerse sin mezclar nuevas é inútiles cuestiones, que trataban difusamente, y en las que hacian consistir la ciencia y la erudicion.

Al ver llevada la teología á este terreno, hubo hombres instruidos que se opusieron à este sistema, siendo el primero Inocencio III, que queriendo reformar en París el número de los maestros que enseñaban asi la teología, escribió al arzobispo para que redujese á ocho los profesores de aquella universidad, reputándolos suficientes para desempeñar las cátedras, si bien se ignora el éxito que tuvo este mandato. La misma universidad de Paris viéndo la corrupcion que en sus escuelas se habia introducido, nombró ocho de sus mas célebres doctores y les mandó que renovasen los antiguos estatutos, añadiendo lo que creyesen necesario, para remediar los males que habian invadido las aulas, en particular las de filosofía y teologia, estableciéndose entonces que solo se enseñase segun los santos padres y sagradas escrituras.

Las sumas ó compendios á que hemos aludido, eran colecciones de las sentencias de los santos padres, que coordinaban para ilustrar y esclarecer mas la doctrina católica, y para dirimir mas fácilmente las cuestiones que solian establecer, y á las que añadian otras su tilezas que definian con palabras metafisicas. El mas templado en su estilo de todos estos autores, fué Pedro Lombardo, quien aunque seguia á Aristóteles como contrario á San Agustin, se abstuvo en cuanto pudo de la dialécti-ya ca, argumentos filosóficos y autoridades de los mismos filósofos. Era tan estimada su doctrina, gozaba de tal autoridad en la universidad de París y en palacio, y se leia con tanta avidez por sus discípulos, que a pesar de todos los esfuerzos, no pudo conseguirse destronarla de aquella universidad, donde si no la inventó, fué el primero que la enseñó públicamente; y como despues fué elevado à la silla episcopal de Paris, fueron aprobados su modo de filosofar y su obra, y pocos años despues aceptada por todos los teólogos y enseñada á la juventud. Aunque Lombardo tomó de Campillo y Abelardo el método de enseñar las facultades sagradas, sin embargo, antes que los demas formó y practicó con ayuda de la dialéctica un método teológico confeccionado de citas de la Sagrada Escritura y santos pa

á

Entretanto el eminentísimo Santo Tomás de Aquino, honor y gloria de Nápoles, en cuuniversidad fué profesor, viendo tan mal enseñada la teología y destituida de método, trabaja para descubrir los errores de Averroes é interpretar rectamente los libros de Aristóteles. Esto se propuso en su admirable Suma teológica; y mas aun que todo, el demostrar que la santa doctrina solo puede hallarse en la Sagrada Escritura, concilios y santos padres, descartando de ella el fárrago de cuestiones inútiles. Y no se detuvo aqui, sino que demostró ademas que podian tomarse algunas cosas de Aristóteles sin perjudicar en lo mas mínimo los dogmas recibidos de nuestros mayores.

Al contemplar los medios empleados por este santo doctor para establecer y llevar á cabo su plan admirable, es imposible no ensalzarle hasta las nubes, y mas si se considera que en medio de tanta ignorancia, y precisa

mente en un siglo en que todos los talentos, rios; los primeros esplicaban los libros de las se ejercitaban en cuestiones vanas é inútiles, sentencias de Pedro Lombardo; los segundos se opuso á las peligrosas novedades introdu- daban á luz nuevas sumas ó seguian á la lecidas en las ciencias, las refutó vigorosamente, tra y comentaban la de Santo Tomás; y los y puso remedio á tanta desgracia sin arredrar- terceros no sigui ndo un sistema fijo, como lo se en peligros de ningun género. Despues de indica su nombre (quod libet) disputaban cosu muerte, y aleccionados por sus escritos, se mo los antiguos académicos, siguiendo ya dedicaron muchos á reducir al método de la esta, ya la otra doctrina, y dejando en liberfilosofia aristotélica la teología escolástica, por tad á sus adversarios para impugnar ó defenchya razon dicen los eruditos que esta ciencia der la opinion que gustasen. El gefe de estos llegó a su perfeccion despues de mediado el fué, segun algunos, Gualtero obispo pictaviesiglo XIII, esto es, despues de Alberto Magno no, á quien imitó Santo Tomás. En estas tres y de Santo Tomás; y efectivamente, en esta clase de teólogos estuvo dividida la escuela en época fué cuando empezó á figurar en la re-la segunda y tercera edad de la teologia. pública literaria adornada con todos los matices de la filosofia arábiga, por lo cual no parece fuera de propósito fijar aqui la segunda época de la teología escolástica, que llegó hasta Durando de San Pociano, que floreció en el siglo siguiente.

Lo mas célebre y digno de admiracion de cuanto escribió Santo Tomás. es sin disputa la Suma teológica, que dividió en tres partes: en la primera trata de Dios y de sus atributos, de la bienaventuranza, y de la Trinidad; la segunda está dividida en dos, en las cuales la primera trata del último fin del hombre, de los actos humanos, de su origen, de los vicios y virtudes y ademas de la ley y de la gracia; y la segunda de las virtudes teológicas y morales; por fin, la tercera y última, trata de la Encarnacion, de Jesucristo y de los Sacramentos. Ademas escribió el santo un comentario sobre Lombardo, y otras obras. Tambien son muy dignos de elogio sus libros contra los étnicos, en los cuales espone de un modo admirable la teología natural, y nos manifiesta claramente cuanto hubiera podido adelantar y escribir en filosofia y erudicion, si se hubiera dedicado á estos trabajos.

A principios del siglo XIV, floreció el franciscano Juan Duns Scoto, doctor de teologia en París, quien espurgando las doctrinas de Santo Tomás, San Buenaventura y otros, rechazaba los argumentos que le parecian débiles con una sutileza de raciocinio admirable; mas como esto lo hacia precisamente en la época que estaba en su apogeo la doctrina de Santo Tomás, los afiliados á esta escuela, y los que se declararon por la del doctor parisiense, se pusieron en pugna hasta dividirse en dos partidos, que del nombre de los doctores se llamaron tomistas y escotistas, partidos que por mucho tiempo se han disputado y aun se disputan el campo de la ciencia teológica, sin que haya habido quien se tome el trabajo de conciliarlos.

Estas controversias metafísicas formaban la base de la teologia en los tiempos á que nos referimos, porque los teólogos en vez de seguir las huellas de Santo Tomás, estudiando y útilizando este admirable modelo, se ocuparon principalmente en inventar cuestiones nuevas, ingeniosas y sutiles, sin que ninguno quisiere ceder de su opinion, naciendo de cada cuestion otras infinitas, en las que se ocupaban los ingenios, malgastando unos talentos que bien empleados y bien dirigidos hubieran sido muy útiles à la Iglesia y á la ciencia.

Todavía vinieron á animar y acalorar estas discusiones dos hombres celebérrimos, el dominicano Guillermo Durando de San Porciano y el franciscano Guillelmo Ochamo, que hácia la mitad de este siglo obtuvieron gran re

Su método de disertar en teología es el siguiente: usa de las autoridades de la Sagrada Escritura y santos padres para decidir las controversias y las corrobora, cuando puede y lo cree oportuno, con argumentos metafísicos y autoridades de los filósofos. Tambien añade algunas cuestiones sutiles, que esplica y resuelve segun el modo de raciocinar de los árabes que estaba en aquel tiempo muy admitido, por cuyá razon se ve que siguió un término me-putacion entre los teólogos. dio entre las doctrinas ingeniosas de los esco- Casi todos los de Occidente siguieron la lásticos y la rigida filosofía de los santos pa-teología escolástica, y los mas sobresalientes dres antiguos. interpretaron á Pedro Lombardo, ansiosos de Contemporáneo de Santo Tomás fué el car- adquirir por este medio la reputacion que denal San Buenaventura, que ademas de mu-anlielaban: algunos para hacerse mas notachos comentarios sobre las sagradas escritu- bles, escribian sumas de cuestiones teóricas ras y otras obras, escribió tambien sobre los cuadro libros de las sentencias, imitando á Hiles y Santo Tomás, cuya obra fué tenida en gran precio por los eruditos. Este santo doctor se aparta mas que ningun otro de las cuestiones dialécticas.

Desde este tiempo los teólogos se dividieron en sentenciarios, sumistas y quodlibeta-1

y morales; asi lo hicieron en el siglo XIII Guillelmo de Saliñac, San Raimundo de Peñafort y otros; en el XIV, Astesano, Monaldo, Alvaro Pelagio, Bartolomé de Santa Concordia; en el XV San Antonino, Bautista Salvis, Trovamalis, Angel de Clavario, Pacifico Novariense y otros. Otras veces daban á luz compendios sacados de las sumas, como hizo Juan Teutó

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