lo hacer así, y de traer de paz á los de Marinalco; y así se volvió el alguacil mayor con esta victoria á su real. Y aquel dia algunos Españoles estaban peleando en la ciudad, y los ciudadanos habian enviado á decir, que fuese allí nuestra lengua, porque querian hablar sobre la paz: la cual, segun pareció, ellos no querian sino con condicion, que nos fuesemos de toda la tierra: lo cual hicieron á fin que los dejasemos algunos dias descansar, y fornecerse de lo que habian menester, aunque nunca de ellos alcanzámos, dejar de tener voluntad de pelear siempre con nosotros; y estando así platicando con la lengua muy cerca los nuestros de los enemigos, que no habia sino una puente quitada en medio, un viejo de ellos, allí á vista de todos, sacó de su mochila,† muy de espacio, ciertas cosas, que comió, por nos dar á entender, que no tenian necesidad, porque nosotros les deciamos, que allí se habian de morir de hambre; y nuestros amigos decian á los Españoles, que aquellas paces eran falsas, que peleasen con ellos: y aquel dia no se peleó mas, porque los principales dijeron á la lengua, que me hablase. * Mochila segun Cobarrubias se llama la taleguilla, en que el soldado lleva su refresco, ó su ropa. Desde á cuatro dias, que el alguacil mayor vino de la provincia de Matalcingo, los señores de ella, y de Marinalco, y de la provincia de Cuiscon, que es grande, y mucha cosa, y estaban tambien rebelados, vinieron á nuestro real, y pidieron perdon de lo pasado, y ofrecieronse de servir muy bien: y así lo hicieron, y han hecho hasta ahora, visten de no En tanto que el alguacil mayor fué á Ma- XXXIV. Entalcingo, los de la ciudad acordaron de salir che los Meji canos el cam de noche, y dar en el real de Alvarado: y al po de Pedro de Alvarado; vuelven á la suelve Cortés cu anto ganase en cuarto del alba dan de golpe. Y como las y resistidos, se velas de caballo, y de pie lo sintieron, apelli- ciudad. Redaron de llamar al arma: y los que allí es- derribar taban arremetieron á ellos; y como los ene- ella. migos sintieron los de caballo, echaronse al agua; y en tanto llegan los nuestros, y pelearon mas de tres horas con ellos: y nosotros oimos en nuestro real un tiro de campo, que tiraba, y como teniamos recelo, no los desbaratasen, yo mandé, armar la gente para entrar por la ciudad, para que aflojasen en el combate de Alvarado; y como los Indios hallaron tan recios á los Españoles, acordaron de se volver á su ciudad: y nosotros aquel dia fuimos á pelear á la ciudad. En esta sazon, ya los que habiamos salido heridos del desbarato, estabamos buenos, yá la Villa Rica habia aportado un navio de Juan Ponce de Leon, que habian desbaratado en la tierra, ó isla Florida: y los de la villa enviaronme cierta pólvora, y ballestas, de que teniamos muy estrema necesidad: y ya, gracias á Dios, por aquí á la redonda no teniamos tierra, que no fuese en nuestro favor; é yo, viendo como estos de la ciudadestaban tan rebeldes, y con la mayor muestra, y determinacion de morir, que nunca generacion tuvo,* no sabia que medio tener con ellos, para quitarnos á nosotros de tantos pe ligros, y trabajos, y á ellos, y á su ciudad no los acabar de destruir, porque era la mas her mosa cosa del mundo: y no nos aprovechaba decirles, que no habiamos de levantar los reales, ni los bergantines habian de cesar de les dar guerra por el agua, ni que habiamos destruido á los de Matalcingo, y Marinalco, y que no tenian en toda la tierra quien los pudiese socorrer, ni tenian de donde haber maiz, ni carne, ni frutas, ni agua, ni otra cosa de mantenimiento. Y cuanto mas de estas cosas les deciamos, ménos muestra viamos en * Por esto se dijo con verdad, que los Indios estuvieron tan pertinaces en entregarse como los judios en Jerusalen, pues así como Tito hijo de Vespasiano propuso muchas veces la paz á los judios, y la despreciaron, lo mismo ejecutaron los Indios con Cortés: el hambre, peste, y cuchillo todo recayó sobre los miserables Indios, mas no creo que pueda afirmarse, que murieron un millon, y cien mil personas, que se refiere del sitio de Jerusalen, pero es muy verosimil que sucediese. ellos de flaqueza: mas ántes en el pelear, y en todos sus ardides, los hallabamos con mas ánimo, que nunca. Y yo, viendo que el negocio pasaba de esta manera, y que habia ya mas de cuarenta y cinco dias que estabamos en el cerco, acordé de tomar un medio para nuestra seguridad, y para poder mas estrechar á los enemigos, y fué, que como fuesemos ganando por las calles, de la ciudad, que fuesen derrocando todas las casas de ellas, del un lado, y del otro; por manera, que no fuesemos un paso adelante, sin lo dejar todo asolado, y lo que era agua, hacerlo tierra-firme, aunque hubiese toda la dilacion, que se pudiese seguir. Y para esto yo llamé á todos los señores, y principales nuestros amigos, y dijeles lo que tenia acordado: por tanto, que hiciesen venir mucha gente de sus labradores, y trajesen sus coas, que son unos palos. de que se aprovechan tanto como los cavadores en España de azada; y ellos me respondieron, que así lo harian de muy buena voluntad, y que era muy buen acuerdo: y holgaron mucho con esto, porque les pareció, que era manera, para que la ciudad se aselase;* lo cual todos ellos deseaban mas que cosa del mundo. * Así se ejecutó, porque no se vé hoy en Méjico rastro del gentilismo, y todos sus edificios fueron asolados. Entre tanto que esto se concertaba, pasaronse tres, ó cuatro dias: los de la ciudad bien pensaron que ordenábamos algunos ardides contra ellos; y ellos tambien, segun despues pareció, ordenaban lo que podian para su defensa, segun que tambien lo barruntabamos.* Y concertado con nuestros amigos, que por la tierra, y por el mar los habiamos de ir á combatir, otro dia de mañana, despues de habert oido misa, tomámos el camino para la ciudad: y en llegando al paso del agua, y albarrada, que estaba inmediato á las casas grandes de la plaza, queriendola combatir, los de la ciudad dijeron, que estuviesemos quietos, que querian paz: é yo mandé á la gente, que no pelease, y dijeles, que viniese allí el señor de la ciudad á me hablar, y que se daria órden en la paz: y con decirme, que ya le habian ido á llamar, me detuvieron mas de una hora; porque en la verdad ellos no tenian gana de la paz, y así lo mostraron, porque luego, estando nosotros quietos, nos comenzaron á tirar flechas, y varas, y piedras. Y como yo vi esto, comenzámos á combatir el albarrada, y ganamosla; y en entrando en la * Barruntar es imaginar, 6 conjeturar, y segun la ley ii. tit. 26. partida 2. se llaman barruntes á las espias. † Cuando el señor de los señores habitaba en el campo: Area Dei habitat in Papilionibus: y ni aun tiendas de campaña tenia Cortés, nunca se olvidó de que el principio de todo habia de ser de Dios. |