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movido sin él haberselo mandado, por inducimiento de los de Churultecal, porque eran de dos provincias suyas, que se llamaban la una Acancigo* y la otra Izcucan,† que confina con la tierra de la dicha ciudad de Churultecal, y que entre ellos tienen ciertas alianzas de vecindad para se ayudar los unos á los otros; y que de esta manera habian venido allí, y no por su mandado; pero que adelante yo veria en sus obras, si era verdad, lo que el me habia embiado á decir, ó no, y que todavía me rogaba, que no curase de ir á su tierra, porque era esteril, y padeceríamos necesidad; y que de donde quiera, que yo estuviese, le embiase á pedir lo que yo quisiese, y que lo embiaria muy complidamente. Yo le respondí, que la ida á su tierra no se podia escusar: porque habia de embiar del, y de ella relacion á Vuestra Magestad, y que yo creia lo que él me embiaba á decir: por tanto, que pues yo no habia de dejar de llegar á verle, que él lo viese por bien, y que no se pusiese en otra cosa, porque seria mucho daño suyo, y á mí me pesaría de cualquiera, que le viniese. Y desde que ya vió, que mi determinada voluntad era de verle á él, y á su tierra, me envió á decir, que fuese en hora bu

* Acazingo.

+ Izucar.

XVII. Dos

sierras muy al

ena, que él me esperaría en aquella gran ciudad, donde estaba, y envióme muchos de los suyos para que fuesen con migo, porque ya entraba por su tierra: los cuales me querian encaminar por cierto camino* donde ellos debian de tener algun concierto para nos ofender, segun despues pareció: porque lo vieron muchos Españoles, que yo embiaba despues por la tierra. Y habia en aquel camino tantas puentes, y pasos malos, que yendo por él, muy á su salvo pudieran ejecutar su propósito. Mas como Dios haya tenido siempre cuidado de encaminar las reales cosas de Vuestra S. M. desde su niñéz, y como yo, y los de mi compañía ibamos en su real servicio, nos mostró otro camino aunque algo agrio,† no tan peligroso como aquel, por donde nos querian llevar, y fué de esta

manera.

Que á ocho leguas de esta ciudad de Chutas, y frias, y rultecal estan dos sierras muy altas, y muy

humo notable,

que salía de la maravillosas: porque en fin de agosto tienen Čubre de una.

Emvia Cortés tanta nieve, que otra cosa de lo alto de ellas

á investigar el

secreto; y lo sino la nieve se parece : Y de la una, que es la

que refirieron

de la ciudad mas alta‡ sale muchas veces así de dia, como

de Chalco.

de noche tan grande bulto de humo como una

* Este camino era por Calpulalpa, y no quiso Cortés ir por él.

+ El de Rio frio por el lado de la sierra nevada.

Este es el volcan de Méjico, y en la otra carta se dará mas noti. cia de los volcanes.

gran casa,* y sube encima de la sierra hasta las nubes tan derecho como una vira, que segun parece, es tanta la fuerza con que sale, que aunque arriba en la sierra anda siempre muy recio viento, no lo puede torcer: Y porque yo siempre he deseado de todas las cosas de esta tierra, poder hacer á Vuestra Alteza muy particular relacion, quise de esta, que me pareció algo maravillosa, saber el secreto, y envié diez de mis Compañeros, tales cuales para semejante negocio eran necesarios, y con algunos naturales de la tierra, que los guiasen; y les encomendé mucho procurasen de subir la dicha sierra, y saber el secreto de aquel humo de donde, y como salia. Los cuales fueron, y trabajaron lo que fué posible por la subir, y jamas pudieron, á causa de la mucha nieve, que en la sierra hay, y de muchos torbellinos, que de la ceniza, que de allí sale, andan por la sierra; y tambien, porque no pudieron sufrir la gran frialdad, que arriba hacia ;† pero llegaron muy cerca de lo alto: y tanto, que estando arriba comenzó á salir aquel humo, y dicen, que salia con tanto ím

* El volcan es de fuego, y le ha vomitado algunas veces abrasando el monte, y arrojando cenizas á mucha distancia, segun está ya dicho en la serie, de los Escmós. Señores Virreyes. Los Indios ilamaban á este Volcan Popocatepec, 6 sierra. que huméa.

† A lo alto del volcan ninguno ha llegado, porque la nieve está como espuma, y no sirve para llevar á Méjico, sino la de la otra sierra inmediata, que los gentiles creian era la muger del volcan, y por esto la llamaban Zihualtepec.

petu, y ruido, que parecia, que toda la sierra se caia abajo, y así se bajaron, y trajeron mucha nieve, y cárambanos, para que los viesemos, porque nos parecia cosa muy nueva en estas partes, á causa de estar en parte tan cálida, segun hasta ahora ha sido opinion de los pilotos. Especialmente, que dicen, que esta tierra esta en veinte grados,* que es en el paralelo de la Isla Española, donde continuamente hace muy gran calor. Y yendo á ver esta sierra toparon un camino, y preguntaron á los naturales de la tierra, que iban con ellos, que para dó iban, y dijeron, que á Culúa, y aquel era buen camino, y que el otro por donde nos querian llevar los de Culua no era bueno. Y los Españoles fueron por él hasta encumbrar las sierras, por medio de las cuales entre la una, y la otra va el Camino; y descubrieron los llanos de Culua, y la gran ciudad de Temijtitan, y las lagunas, que hay en la dicha provincia, de que adelante haré relacion á Vuestra Alteza, y vinieron muy alegres por haber descubierto tan buen camino, y Dios sabe cuanto holgué yo de ello. Despues de venidos estos Españoles, que fueron á ver la sierra, y me haber informado bien así de ellos, como de los naturales

*Es cierto, que todos colocan este Pais á veinte grados de latitud. + Méjico.

de aquel Camino, que hallaron: hablé á aquellos mensajeros de Muteczuma, que con migo estaban para me guiar á su tierra; y les dije, que queria ir por aquel camino, y no por el que ellos decian, porque era mas cerca. Y ellos respondieron, que yo decia verdad, que era mas cerca, y mas llano, y que la causa porque por allí no me encaminaban, era porque habiamos de pasar una jornada por tierra de Guasucingo,* que eran sus enemigos, porque por allí no teniamos las cosas necesarias, como por la tierra del dicho Muteczuma, y que pues yo queria ir por allí, procurarian como por la otra parte saliesen bastimentos al camino. Y así nos partímos con harto temor de que aquellos quisiesen perseverar en nos hacer alguna burla; pero como ya habiamos publicado ser allá nuestro camino, no me pareció fuera bien dejarlo, ni volver atras, porque no creyesen, que falta de ánimo lo impedia. Aquel dia, que de la ciudad de Churultecal me partí, fuí cuatro leguas á unas aldeas de la ciudad de Cuasucingo,† donde de los naturales fuí bien recibido, y me dieron algunas esclavas, y ropa, y ciertas piecezuelas de oro, que de todo fué muy poco: porque estos no lo tienen, á causa de ser de la liga,

* Guajozingo.

+ Parece, que es Guajozingo.

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