History of Spanish Literature

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D. Bogue, 1847 - 450 páginas
 

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Página 124 - Por ti el silencio de la selva umbrosa, por ti la esquividad y apartamiento del solitario monte me agradaba; por ti la verde hierba, el fresco viento, el blanco lirio y colorada rosa y dulce primavera deseaba.
Página 170 - Que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado ni del dorado techo se admira, fabricado del sabio moro, en jaspes sustentado.
Página 171 - Cuando contemplo el cielo de innumerables luces adornado, y miro hacia el suelo de noche rodeado, en sueño y en olvido sepultado; el amor y la pena despiertan en mi pecho un ansia ardiente...
Página 172 - ... de púrpura y de nieve florida la cabeza coronado, a dulces pastos mueve sin honda ni cayado el buen Pastor en ti su hato amado. El va, y en pos dichosas le siguen sus ovejas do las pace con inmortales rosas, con flor que siempre nace, y cuanto más se goza más renace. Ya dentro a la montaña del alto bien las guía ; ya en la vena del gozo fiel las baña, y les da mesa llena, Pastor y pasto él solo y suerte buena.
Página 330 - Pues sepa quien lo niega y quien lo duda que es lengua la verdad de Dios severo y la lengua de Dios nunca fue muda.
Página 125 - Soñaba que en el tiempo del estío llevaba, por pasar allí la siesta, a beber en el Tajo mi ganado; y después de llegado, sin saber de cuál arte. por desusada parte y por nuevo camino el agua se iba; ardiendo yo con la calor estiva, el curso, enajenado, iba siguiendo del agua fugitiva.
Página 367 - ... Esos rasgos de luz, esas centellas que cobran con amagos superiores alimentos del sol en resplandores, aquello viven que se duelen dellas. Flores nocturnas son, aunque tan bellas, efímeras padecen sus ardores; pues si un día es el siglo de las flores, una noche es la edad de las estrellas.
Página 307 - Era del año la estación florida En que el mentido robador de Europa Media luna las armas de .su frente, Y el sol todos los rayos de su pelo, Luciente honor del cielo, En campos de zafiro pace estrellas...
Página 162 - Cual piedra, en el profundo, y tu ira luego Los tragó, como arista seca el fuego. El soberbio tirano, confiado En el grande aparato de sus naves, Que de los nuestros la cerviz cautiva Y, las manos aviva Al ministerio injusto de su estado, Derribó con los brazos suyos graves Los cedros mas excelsos de la cima Y el árbol que mas yerto se sublima, Bebiendo ajenas aguas y atrevido Pisando el bando nuestro y defendido.
Página 418 - Y dio un resoplido Por casualidad. En la flauta el aire Se hubo de colar; Y sonó la flauta Por casualidad. — ¡Oh! — dijo el Borrico — : ¡Qué bien sé tocar! Y dirán que es mala La música asnal.

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