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das é todo lo que hubiese menester por su dinero; é desde allí el Infante Don Pedro se fué para Peñafiel, donde el Rey de Navarra estaba aparejándose para se ir en Navarra, el qual le hizo mucha honra, é le dió dos caballos cecilianos; é de allí el Infante Don Pedro continuó su camino para Portugal; é partido el Infante Don Pedro, como quiera que el Rey de Navarra era ya despedido del Rey, por algunas cosas que le habian quedado de despachar volvió al Rey en Aranda, y estuvo ahí dos dias, luego se partió; y el Rey salió con él buena pieza, é despidióse con gran reverencia é acatamiento del Rey, é continuó su camino, é fué con él el Conde Don Diego Gomez de Sandoval hasta la villa de Vilforado, é dende el Rey se fué en Navarra, y el Conde de Castro se volvió en Medina del Campo por hacer algunas cosas que el Rey de Navarra le mandó. En este tiempo vino en Aranda el Infante Don Pedro de Aragon, hermano deste Rey de Navarra, que habia quatro años que era ido á Napol al Rey Don Alonso su hermano; y estuvo ende algunos dias, é despues partióse para Medina del Campo por ver á la Reyna de Aragon su madre. E de Aranda el Rey se partió para Segovia donde estuvo algunos dias, é desde allí embió llamar al Conde de Castro, el qual vino luego allí, é juntamente con él Iñigo Lopez de Mendoza, Señor de Hita é de Buytrago, que eran mucho amigos; é saliólos á rescebir el Condestable Don Alvaro de Luna é todos los Grandes que ende estaban. Y el Rey mandó llamar los Procuradores de las cibdades é villas para haber consejo con ellos sobre las treguas que los Moros demandaban.-En este tiempo el Rey mandó soltar á Garcifernandez Manrique de la prision en que estaba en Avila, é le mandó tornar todo lo que del Rey tenia en tierra y en merced, é mando alzarle la secrestacion que estaba hecha en todos sus bienes. Y el Rey estuvo algunos dias en Alcalá de Henares, é desde allí fué á andar á monte en el Real de Manzanares; é de allí el Rey se fué para Illescas donde mandó venir su Corte, é allí tuvo la Pasqua de Navidad.

CAPÍTULO XV.

De como Yuzaf Abenzarrax, Caballero Moro, se vino al Rey con treinta de caballo à la villa de Hlescas.

En este tiempo vino á la villa de Lorca un Caballero Moro llamado Don Yuzaf Abenzarrax, con treinta de caballo, que habia seydo Alguacil mayor

de Granada é gran privado del Rey Mahomad, é fuera echado del Reyno por el Rey Mahomad el Pequeño, el qual se vino para el Rey en Illescas; é vino con él Lope Alonso de Lorca, que era Caballero y Regidor de Murcia, é sabia bien la lengua arábiga; y el Rey acordó de los embiar al Rey de Tunez, á le decir que embiase al Reyno de Granada al Rey Don Mahomad el Izquierdo, que se habia ido para él quando le echaron del Reyno, é que le daria favor para lo cobrar; para lo qual le mandó dar sus cartas de creencia é todo lo necesario para el viage. E llegados al Rey de Tunez y explicada la creencia por Lope Alonso, el Rey hubo muy gran placer con ellos, é luego mandó aderezar la gente que habia de ir con él, que fueron hasta trecientos de caballo é ducientos de pie; los quales eran del Reyno de Granada é se habian allá pasado por el amor que le habian. E Lope Alonso vino con él, con el qual el Rey de Tunez embió al Rey presente de ropa delgada de lino é de seda, é de almisque é de algalia é alambar, é de otras muchas maneras de perfumes; é vinieron por tierra de Africa sesenta jornadas hasta que llegaron á la cibdad de Oran que es en el Reyno de Tremecen, é de allí vinieron en Vera, que es en el Reyno de Granada, donde este Rey Don Mahomad el Izquierdo fué recebido por Rey; é de allí Lope Alonso se puso por mar, é fué desembarcar á Cartagena, é dende á pocos dias se fué para el Rey, é le hizo relacion de todas las cosas pasadas, y le dió el presente que el Rey de Tunez le embiaba, de que el Rey hubo placer. E luego como en Almería se supo que el Rey Izquierdo era en Vera, embiáronle á pedir por merced que se fuese para allá é lo rescibirian por Rey, é así se hizo. Sabido esto por el Rey Pequeño, enbió contra él un Infante su hermano con hasta setecientos de caballo; é llegados en vista los unos de los otros, pasáronse las dos partes de los del Rey Pequeño al Rey Izquierdo, é los otros tornáronse fuyendo para Granada. E partióse el Rey Izquierdo á Almería, é fuése para Guadix, é diósele luego; é dende fué á la cibdad de Granada, é fué por los mas della rescebido por Rey, y el Rey Pequeño se retraxo al Alhambra con esos pocos que con él eran. Y el Rey Izquierdo asentó su real sobrél en un alcazar que dicen el Alcahizar, que es cerca del Alhambra. E Málaga é Gibraltar é Ronda, é todos los otros lugares del Reyno de Granada le embiaron á obedecer é á recibir por Rey.

Cr.-II,

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AÑO VIGÉSIMO TERCERO.

1429.

CAPÍTULO PRIMERO.

De como estando el Rey en Valladolid, se trataron é afirmaron conederaciones é alianzas é paz perpétua entre los Reyes de Castilla é Aragon é Navarra.

En este tiempo, estando el Rey en Valladolid, á grande instancia del Rey de Navarra se trataron é firmaron alianzas é confederaciones é paz perpetua entre el Rey de Aragon y el Rey de Navarra, su hermano, con el Rey; las quales juró el Rey de guardar é tener é cumplir, é asimesmo las juró por sí y en nombre del Rey de Aragon el Rey de Navarra, por poder que del Rey de Aragon tenía; é dello se hicieron tres escripturas solemnes en pergamino, una tal como otra; y el Rey las firmó de su nombre é las mandó sellar con su sello de plomo, y el Rey de Navarra las firmó de su nombre por sí, en nombre del Rey de Aragon, é las mandó sellar de su sello ante dos Notarios públicos, uno de Castilla é otro de Navarra, de las cuales escripturas tomó una el Rey, é otra el Rey de Navarra, é Mosen García Asnarez tomó otra para el Rey de Aragon; é❘ acordóse que era razon que estas escripturas fuesen otorgadas por el mesmo Rey de Aragon, aunque con su poder las habia otorgado el Rey de Navarra; para lo qual el Rey mandó que el Doctor Diego Gomez Franco, su Oidor é del su Consejo, fuese al Rey de Aragon, al qual halló en un lugar que se llama Sinarcas, donde hizo reverencia al Rey y explicó su embaxada, la conclusion de la qual era que el Rey de Castilla le embiaba aquella escriptura de confederaciones é alianzas é perpetua amistad que era otorgada de entre estos tres Reyes, para que él la retificase é firmase é sellase, como en su nombre é por su poder el Rey de Navarra la habia firmado. El Rey de Aragon respondió que le placia de lo hacer, é que reconosceria el contrato ; é por quanto en aquella tierra él andaba á monte é no habia lugar para allí lo ver, dixo al Doctor Franco que se fuese á Zaragoza donde estaban los de su Consejo, é que ende le despacharian; y el Doctor lo puso así en obra, é rescibió asaz honra de los de su Consejo, y el Rey de Aragon se tardó más de cuanto habia dicho al Doctor, y el Doctor se detuvo allí hasta quel Rey fuese venido. E como quiera que el Doctor requirió al Rey asaż veces por su despacho, el Rey siempre lo alongó, é mandó que los de su Consejo viesen en el contrato, y el Doctor les respondió que escusado era de lo ver porque él no consentiria emendar cosa alguna, pues con gran deliberacion de la parte del Rey de Aragon é

por sus Procuradores fuera acordado. Con todo eso dixo que lo viese si le placia, pues él tenía otro tal recabdo vista con él, é no muchos dias despues que esto dixo, partió de Zaragoza para Borja donde vino á él el Infante Don Pedro, su hermano, de priesa mucho ahorrado. Y estando así en Zaragoza, dixo el Doctor al Rey de Aragon de parte del Condestable Don Alvaro de Luna, por virtud de una letra suya de creencia, como sentia que entre el Rey de Navarra y el Infante Don Enrique habia alguna discordia, é que sería bien que mandase remediarlo, pues lo podia bien hacer; é si él mandaba que en ello alguna cosa hiciese, que lo trabajaria de buena voluntad por servicio suyo. Y el Rey respondió que le placeria de todo favor que el Rey de Castilla diese en su Reyno al Infante Don Enrique, é que el Rey de Navarra bien estaba en su Reyno, dándole á entender que le placia que el Rey de Navarra no viniese en Castilla, é que si lo contradixese el Infante que no le pesaria dello. El Doctor torné requerir al Rey que firmase el contrato, pues habia tenido asaz tiempo para lo ver, y el Rey le respondió que él entendia de ir á Barcelona, é que le rogaba que fuese con él hasta Lérida, é que ende lo despacharia; y el Doctor hubo voluntad de ir con él por saber más de los hechos; é fué con el Rey de Aragon hasta Lérida donde tuvo la Pasqua de Resurreccion, y allí le dixo el Rey que lo no podia despachar hasta Barcelona, y el Doctor se fué con él esperando el libramiento, el qual lo detenia de dia en dia. E vistas por el Rey las dilaciones del Rey de Aragon, embió mandar al Doctor que requiriese al Rey de Aragon ante los de su Consejo que firmase el contrato, é con su respuesta ó sin ella se viniese luego. El Rey Daragon no dió lugar á que lo requiriese ante los de su Consejo, pero requirióle ante tres dellos, los quales fueron el Arzobispo de Tarragona, é Francisco de Ariño, y el Doctor Zarzuela, ante los quales le respondió que él no firmaria el contrato porque estaba errado en algunas cosas; é con esta respuesta el Doctor se partió, y el Rey le mandó dar dos cartas de creencia, una para el Rey é otra para el Condestable, por virtud de las quales mandó que dixesen que no creyesen que allegaba gente para venir en Castilla, é fuesen ciertos que para otras partes la allegaba. Al Condestable mandó que si queria él el sosiego destos Reynos, que desechase de la Corte al Adelantado Pero Man rique, porque él habia puesto division entre el Rey de Navarra y el Infante Don Enrique, sus herma

nos, é que por él eran venidos todos los otros daños que eran recrescidos en Castilla. E como quiera que el Doctor demandó al Rey que le mandase dar por escrito estas cosas, el Rey no gelas quiso dar, diciendo que bien lo creerian; y el Doctor anduvo sobre este negocio pasados cinco meses, é vínose lo mas apresuradamente que pudo para el Rey. E como quiera que el Rey era certificado que los Reyes de Aragon é Navarra ayuntaban gentes para venir en estos Reynos, este Doctor gelo certificó

mas.

CAPÍTULO II.

De como el Rey de Aragon embió rogar al Infante Don Enrique que le fuese á ver.

Estando las cosas en estos términos, el Rey de Aragon embió rogar afincadamente al Infante Don Enrique su hermano que fuese á lo ver, porque habia de hablar con él algunas cosas que mucho cunplian á su servicio é honra y provecho suyo, é que lo esperaba en un lugar de la frontera el mas cercano de Ocaña, é que no lo detenian salvo ocho ó diez dias. E para esto pidió el Infante licencia al Rey diciendo que no tardaria más de veinte dias en ida y en estada y en tornada; é como quiera que algunos ponian al Rey dubdas en estas vistas, presumiendo que el Rey de Aragon queria hablar con el Infante por le mudar del propósito en que era, pero el Infante las quitaba con los grandes ofrescimientos é seguridades que al Rey habia hecho de ser siempre en su servicio, é al tiempo de su partida muchas mas. E como quiera que ello fuese, el Rey le dió licencia, y el Infante se partió en las ochavas de Pasqua, é fuése para el Rey de Aragon á las mayores jornadas que pudo, é halló al Rey de Aragon en Teruel, villa del Reyno de Valencia.

CAPÍTULO III.

De como el Rey habló con los Procuradores de las cibdades é villas, é como les demandó consejo de lo que debía hacer en las treguas que por los Moros le eran demandadas.

Venidos á la Corte los Procuradores de las cibdades é villas, de que la historia ha hecho mencion, que el Rey habia embiado llamar, él les hizo larga habla haciéndoles saber como ende estaban embaxadores del Rey de Granada, que le venian demandar treguas por quatro ó cinco años, á los quales respondiera que si el Rey de Granada soltase todos los Christianos captivos que en su Reyno tenía, que les darian treguas por seis meses 6 por un año a lo mas; lo cual era tanto como denegar las treguas de todo punto, porque esta era su intencion, teniendo que era gran servicio de Dios é suyo hacerles guerra, así por haber en su Reyno tantos é tan notables Caballeros é tan buena gente de armas quanta jamas en estos Reynos hubo, é que segun era informado, el Reyno de Granada estaba en alguna declinacion, así de gentes como de caballos é viandas, é aun de dineros. E mandó al Adelantado Pero

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Manrique é á los Doctores Periañez é Diego Rodriguez, que viesen é concordasen con los Procuradores aquello que mas cumplia á su servicio. E habido sobrello algunos consejos, acordaron que la guerra era buena é santa é complidera al servicio de Dios y del Roy, é que se debia luego poner en obra. E luego hablaron con los Contadores mayores para ver las cuantías de maravedís que para ello eran necesarios, así para el sueldo de la gente de armas é peones que de Castilla debian ir, como para los ginetes del Andalucía, é para llevar viandas y pertrechos é asentar Reales, é para todas las otras cosas que son necesarias para hacer guerra por tierra, é para armar gran flota de galeas é naos para les tirar todas las ayudas así de gentes como de viandas que por la mar á los Moros venir podrian; para la qual acordaron que eran necesarios quarenta é cinco cuentos de maravedís, allende de otras grandes quantías de maravedís quel Rey podia haber de debdas que le eran debidas, que podian montar mas de treinta cuentos; é así los Procuradores otorgaron para esto en nombre del Reino quince monedas é pedido é medio.

CAPÍTULO IV.

De como el Rey fué certificado que los Reyes de Aragon é de Navarra todavia eran en propósito de venir en sus Reynos, no embargantes los requerimientos que en contrario les eran hechos.

Estando las cosas en estos términos, fué dicho al Rey que los Reyes de Aragon é de Navarra acordaban de venir en Castilla por sus personas con la mas gente de armas que haber pudiesen, é publicaban que venian por ver al Rey con quien tan gran debdo tenian para le mostrar é declarar los grandes daños que sus Reynos rescebian, y gran deservicio que á su persona real se seguia por causa de algunos que cerca dél estaban, é que les convenia venir acompañados porque dubdaban que podia ser que viniendo ellos como venian con sana intencion é por servicio del Rey é bien de sus Reynos, de rescebir algun daño si en otra manera viniesen. E por esto el Rey mandó á los Doctores Periañez é Diego Rodriguez que hablasen con el Conde de Castro, cuyo consejo seguia el Rey de Navarra en todos los negocios de Castilla, é que le dixesen quanto desplacer habia el Rey desta venida de los Reyes de Aragon é de Navarra en Castilla, é trabajase quanto podiese por la escusar, en lo qual le haria muy señalado placer é servicio; que ya él veia si le podia ser hecha mayor injuria que venir ellos 6 qualquiera dellos con gente de armas en sus Reynos contra su voluntad; á los quales el Conde de Castro respondió diciendo algunas quexas que así el Rey de Navarra como él tenian de las maneras de la Corte. Pero con todo eso dixo que era razon lo quel Rey decia, é que él escribiria luego sobrello al Rey de Navarra, é que le parescia que asimesmo el Rey le debia escrebir; de lo qual los Doctores hicieron relacion al Rey, é respondió que era bien lo quel Conde de Castro decia, é que ordenaria lue

go de embiar sobrello sus mensageros. En este tiempo el Infante Don Enrique llegó á Illescas, que venia del Rey de Aragon, donde no tardara mas de lo que habia dicho. Fué muy bien recibido por el Rey; y el Conde de Castro demandó licencia para se partir, diciendo que habia de ir á entregar el castillo de Ureña, quel tenia por el Rey de Navarra, al Infante Don Pedro su hermano. El Rey no gela queria dar; pero despues que muchas veces la demandó, otorgógela por quince dias é no mas, el qual partió en el mes de Hebrero, é decíase que iba muy descontento de las formas que en la Corte se tenian. Y el Rey acordó de embiar al Rey de Navarra á un Religioso que se llamaba Fray Francisco de Soria, que era notable hombre de la Orden de San Francisco, é de muy honesta vida, é habia seydo Confesor del Rey de Navarra, é á Don Pedro Bocanegra, Dean de Cuenca. La conclusion de la embaxada era que dixesen al Rey de Navarra lo mesmo que los Doctores de su parte habian dicho al Conde de Castro; á los quales el Rey de Navarra, oida su embaxada, respondió que despues quel era partido de Castilla se habian hecho algunas cosas mucho en su perjuicio é mengua, entre las quales principalmente se quexaba de ciertas cosas que se habian ordenado en la casa de la Reyna su hermana, las quales eran en gran mengua del Rey é suya, é que del Conde de Castro, á quien él habia dexado encargados todos sus hechos, no se hacia la cuenta que debia. E dichas así las quexas quel Rey de Navarra tenia, é respondidas por los embaxadores lo mejor que pudieron, el Rey de Navarra en conclusion respondió que por entonce no entendia de venir en el Reyno de Castilla, é cuando a lelante hubiese de venir, que él lo haria primero saber al Rey, por tal manera que él hubiese por bien su venida. E con esta respuesta los embaxadores se volvieron al Rey, é todavía se decia quel Rey de Aragon hacia algunas novedades en su Reyno, reparaudo é bastesciendo las fortalezas que eran frontera de Castilla, é aperscebiendo gentes de armas, lo qual asimesmo el Rey de Navarra hacia. E aun asimesmo embiaba sus cartas de apercebimiento para los Caballeros y Escuderos que en estos Reynos tenia; é para encobrir la venida que entendian de hacer, decian que esta gente apercebian para embiar al Rey de Francia contra los Ingleses, que se decia que pasaban en Francia. E porque para estas cosas convenia mas al Rey estar aquende de los puertos que allende, acordó el Rey de partir de Illescas, é pasó los puertos en comienzo del mes de Abril del dicho año, é llevó consigo á la Reyna y el Príncipe. En todo esto el Conde de Castro no venia, aunque eran muchos dias pasados allende del termino que habia llevado; y el Rey le embió llamar tres ó quatro veces por sus cartas, á las quales siempre respondió tales escusas, por que el Rey hubiese de ser dél sospechoso, mayormente que fué certificado que bastecia los castillos de Peñafiel é de Castroxeriz é de Portillo, é ponia en ellos armas é gente; é por ser el Rey mas certificado de las cosas del Conde

de Castro, acordó de embiar al Relator de quien mucho fiaba con su carta de creencia é un memorial firmado de su nombre, por el qual le hacia mencion de todas las cosas que dél habia sabido, de que mucho se maravillaba, y en conclusion le mandaba que cesase de facer lo que habia encomenzado, é se fuese luego para él, segun que ya muchas veces ge lo habia embiado mandar, certificándole que si no lo ponia en obra, quél lo remediaria como entendiese que á su servicio cumplia. El Conde respondió al Relator que aun no habia entregado el castillo de Urueña al Infante Don Pedro, é que luego como lo hubiese entregado, se iria para el Rey; é vuelto el Relator con esta respuesta, el Rey lo tornó á embiar segunda vez al Conde de Castro, haciéndole mandamiento de la venida mas estrecha é mas premiosamente; é el Conde respondió por la manera que primero habia respondido. E luego el Conde se partió de Medina, é fuése para la su villa de Portillo, á la qual el Rey le tornó á embiar tercera vez á este Doctor su Relator, poniéndole cierto termino é so ciertas penas en forma, á que fuese con el Rey que estaba entonce á siete leguas de Portillo. A esto respondió quél escribiria al Rey cerca dello algunas cosas que cumplian á su servicio ; é las cosas que escrebió fueron tales que no le escusaban de culpa. E de Portillo se fué á Peñafiel, que era del Rey de Navarra, é apoderóse de la villa é castillo con gente de armas, é bastecióla todavía mas de viandas é pertrechos é de todas las otras cosas que eran menester para su defendimiento; é tuvo manera como el Infante Don Pedro de Aragon, que estaba en Medina del Campo, se viniese para allí; lo qual todo el Rey embió notificar al Rey de Navarra con Juan Rodriguaz Daza, su Guarda, porque remediase en ello ante quel Rey procediese por otra via. Venidas las cosas en estos términos, el Rey mandó llamar á todos los de su Consejo é á los Pro. curadores, por haber su parecer así en esto como en lo que tocaba á la guerra de los Moros. Los quales todos conformes dixeron al Rey que les parescia que por agora debia sobreseer en la guerra de los Moros, é darles tregua por el mas breve tiempo que pudiese, é apercebirse para resistir la entrada de los Reyes, que sería á él muy injuriosa, é gran daño de sus Reynos. Y el Rey deseando guardar el debdo é amor que con estos Reyes tenía, quiso probar si podria tener manera como ellos no quisiesen así entrar en sus Reynos; para lo qual les embió sus embaxadores, rogándoles é requiriendo que no quisiesen entrar en sus Reynos contra su voluntad.

CAPÍTULO V.

De como el Rey mandó pregonar por todos sus Reinos que ninguno fuese osado so graves penas de ir á llamamiento de nirgun Señor, salvo de los que contínuo estaban en su Corte.

E todavía se avivaba la venida destos Reyes, é por eso el Rey mandó embiar cartas por todos sus Reynos que ninguno fuese osado de ir á llamamiento de ningun Señor, salvo de aquellos que es

taban contínuos en su Corte; lo qual el Rey hizo por no declararse contra los Reyes. E desque mas se fué certificando de su venida, mando escrebir sus cartas é pregonar por todos sus Reynos que ninguno fuese osado so graves penas de ir á llamamiento de los Reyes Daragon é de Navarra. E porque supo que algunos destos Reynos se pasaban á ellos, mandó poner guardas en todos los puertos para que fuesen presos los que hallasen que allá se pasaban. El Rey embió todavía sus embaxadores á los Reyes de Aragon é de Navarra, los quales fueron Alonso Tenorio, Notario del Reyno de Toledo, y el Doctor Fernan Gonzalez de Avila, de su Consejo, é dos procuradores; á los quales mandó que requiriesen é amonestasen á cada uno de los dichos Reyes que no quisiesen entrar en sus Reynos con gente de armas ni sin ella en alguna manera sin su licencia é voluntad, dándoles á entender en quanto error topaban si lo contrario hiciesen, considerando quanto eran tenidos é obligados al Rey cada uno dellos, no solamente para se apartar y escusar de le hacer enojo é cosa de que perjuicio alguno le pudiese venir, mas en trabajar en le acercar todo el placer é servicio que pudiesen, acatadas las gracias é mercedes é beneficios quel Rey Don Fernando de Aragon, su padre, del Rey habia rescebido en la prosecucion del Reyno de Aragon, para el qual el Rey le diera todo el favor que menester hubo, así de gente de armas como de tesoro, é con todas las otras cosas que pudo. E aun á esto les obligaba la gran lealtad é bondad de su padre, las pisadas del cual debian seguir; é aunque esto así no fuera, solo haberle dado su hermana en casamiento con el mayor dote que nunca en España fuera dado á ninguno, que fueran docientas mil doblas de oro castellanas, que vaiian poco menos de quatrocientos mil florines, los quales debieran ser gastados en heredamientos de vasallos é rentas, de que la Reyna su hermana pudiera haber asaz honorable mantenimiento para su estado; é que no solamente dexó de así lo hacer, mas las gastara é expendiera todas á su voluntad. A lo qual el Rey le habia dado lugar por el gran debdo é amor que con él tenía; é aunque todo lo otro cesase, esto debia obligar al Rey de Aragon para hacer todo lo que al Rey bien viniese. E mandó asimesmo á los embaxadores que dixesen al Rey de Navarra que acatase, como la Reyna de Navarra su muger é los tres Estados de su Reyno le requerian, que no entrase en Castilla sin voluntad del Rey. E que no embargante este requerimiento, ni lo que respondió á Fray Francisco de Soria é al Dean de Cuenca, dexó de seguir su propósito é dar su favor é ayuda al Rey de Aragon su hermano é al Conde de Castro, el qual entonce estaba en la villa de Peñafiel alzado é rebelado, é inobediente contra las cartas é mandamientos suyos, en gran escandalo é bullicio de sus Reynos,

CAPÍTULO VI.

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De como el Rey embió llamar al Infante Don Enrique é al Duque de Arjona é á todos los otros Grandes de sus Reynos. Todavía el Rey trabajaba quanto podia por escusar el rompimiento con los Reyes de Aragon é de Navarra, é embió llamar al Infante Don Enrique é al Duque de Arjona é á los otros Grandes de sus Reynos por ver é acordar con ellos lo que se debia hacer sobre estos hechos; y en tanto mandó tener apercebidas todas sus gentes de armas para quando viesen sus cartas de llamamiento que luego fuesen con Su Merced donde quiera que estuviese. En este tiempo el Rey de Navarra envió dos mensajeros los quales dixeron al Rey de su parte que se maravillaba mucho de Su Merced escandalizarse contra él é contra los suyos por él venir en Castilla donde era tanto natural é vivieron toda su vida donde tenía tantos heredamientos, é sabiendo quanto le habia servido é deseaba servir é guardar la honra de su Estado é la paz y sosiego de sus Reynos, lo qual siempre habia hecho en los tiempos pasados á su gran trabajo é costa, siguiendo todavía su voluntad é de aquellos de quien él mas fiaba, y que por su servicio entendia agora de venir, lo qual le mostraria quando con Su Merced estuviese; é que en esto no le pluguiese de dudar, ca Rey era él á quien no pertenescia decir otra cosa salvo verdad, mayormente á tan gran Rey con quien tanto debdo tenía. É ninguna cosa destas no placia á los que cerca del Rey estaban, los cuales todavía contradecian la venida del Rey de Navarra; é así el Rey todavía despidió los embaxadores del Rey de Navarra diciéndoles lo que hasta allí habia dicho, certificándoles que si los Reyes de Aragon é de Navarra entrasen, que él les resistiria la entrada; é con esto los embaxadores se partieron. É ante que estos embaxadores volviesen con esta respuesta, el Rey de Navarra embió al Rey otra persona de su casa de quien mucho fiaba, con el qual le embió decir que plugiese á Su Merced que él viniese á le hablar ahorradamente é sin gente de armas, que él vernia, é fuese cierto que en su venida rescibiría mucho servicio; é que despues de hablado con él, que si al Rey plugiese en ese dia se volveria, lo qual solamente le pidia por lo que á su servicio cumplia, é por le mostrar cómo no le era en culpa alguna de las cosas que le decian, é porque en sus Reynos conociesen que él no hacia cosa contra su servicio, como lo creian segun los pregones que en sus Reynos se hacian, de que él habia gran desplacer. El Rey respondió á este mensajero que él se iba á la frontera, é que allá le responderia.

CAPÍTULO VII.

De como los embaxadores del Rey de Aragon é Navarra se volvieron certificados de la voluntad del Rey ser de resistir a entrada en Castilla de los dichos Reyes.

Los embaxadores quel Rey habia embiado á los Reyes de Aragon é de Navarra volvieron con la

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