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» Otrosí, cerca de lo de Manuel de Benavides, por » quanto se dice que es perdonado é restituido, que » si no es hecho, que se haga en la forma y manera » que se mandó pregonar é restituir á los otros.

» Otrosí, que el dicho Señor Rey haya de mandar » dar é dé al dicho Señor Principe provisiones firmes » é bastantes, las que cumplieren para que les sean > entregadas las torres de Logroño é Nágera, é la » villa de Lorca. Otrosí, que sean restituidas las En>> comiendas, así de la Orden de Santiago como de Calatrava, que fueron tomadas é ocupadas despues » destos movimientos.

»>Otrosí que no embargante que se digan ser que» brantado alguno ó algunos de los dichos capítualos, por ende que no se entienda que son que» brantados los otros, mas que todavía aquellos á » quien atañe sean tenudos de los guardar é cum»plir, é guarden y cumplan, así los que dixeren ser » quebrantados, como los otros.

»Otrosí, por quanto el Señor Príncipe dice que tie»ne del dicho Señor Rey y del Maestre y Condestalas »ble ciertas escrituras, é asimismo el Marques, » quales el dicho Señor dice que revocó é mandó que » no se guardasen, por las causas contenidas en la di» cha revocacion, y por otras que á Su Merced á ello » movieron, que no embargante los sobredichos ca»pítulos, quede á salvo su derecho á cada una de » las partes.

>> Otrosí, por quanto el dicho Señor Rey, enten>> diendo ser así cumplidero á su servicio, ordenó é » mandó que todos los de sus Reynos que de Su Se»ñoría tienen alguna cosa en sus libros, hiciesen cierto juramento en cierta forma que está puesta é >> asentada en los dichos sus libros, é que sin hacer > el dicho juramento, les no fuese librado lo que dél >> han en sus libros; al dicho Señor Rey place que » los que hasta aquí no han hecho el dicho juramensto é pleyto é omenage, que lo hagan é guarden, 80 pena de perjuros y quebrantadores de pleytos >> omenages.

» Otrosí, que los Concejos, Oficiales é Hombres» Buenos de las villas y lugares donde son los cas>>tillos é fortalezas, que segun el tenor é forma des»tos capítulos han de ser entregados al Rey nues»tro Señor, é se han de tener por Su Merced por el >> tiempo en los dichos capítulos contenido, sean tenudos de dar y den, é hagan dar á los Alcaydes y >>tenedores dellos, por sus dineros, las viandas é >> mantenimientos que menester ovieren para los di»>chos castillos é fortalezas, é les consientan traer é >>meter libremente en los dichos castillos y fortale»zas gente é armas é bastimentos, para los tener »é guardar el tiempo que los han así de tener, como » de suso dicho es ; é asimismo, que ellos é aquellos » cuyas son las dichas villas, permitan y den lugar » que los dichos Alcaydes hayan é puedan haber é cobrar libre é desembargadamente lo que les fue»re librado, así de tenencias, como de sueldo é bas»timentos de los dichos castillos é fortalezas, plas alcavalas y rentas y pechos y derechos del dicho Señor Rey en las dichas villas y sus tierras ;

en

»é les no pongan ni consientan poner en ello ni en » parte dello embargo ni contrario alguno, mas que >>les den é hagan dar todo favor é ayuda, porque » ellos puedan guardar é guarden el pleyto omena»ge que segun el tenor é forma de estos capítulos >> han de hacer por las dichas fortalezas, quedando »á salvo que al Señor de la tal villa sea librado en » ella y en la otra su tierra lo que del dicho Rey >>han, que por esto no les sea empachado cosa al

» guna.

>>Item, es apuntado é acordado que sobre todas » estas cosas é cada una dellas, contenidas en los >> sobredichos capítulos, y en cada uno dellos, se ha» gan y ordenen y otorguen seguridades bastantes é >> firmes é cumplidas, y con juramento y pleyto é » omenage, guardada la substancia sobredicha; é » que para ello é para la esecucion dello, se libren y >>den cartas é provisiones bastantes, quedando to» davía á salvo las seguridades especiales que se » han de hacer, de que en estos capítulos se hace >> mencion: de lo qual.

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>> Caballero é Hombre Hijo-Dalgo que ahí estaba >> presente de Su Merced rescibió, que ellos y cada >> uno dellos guardarian é cumplirian y esecutarian, »é harian guardar é cumplir y esecutar realinente »>é con efecto todo lo contenido en los sobredichos » capítulos, y en cada uno de ellos, segun é por la >> forma y manera que en ellos y en cada uno dellos » se contiene; é que no irán, ni consentirán ir, >> venir, ni pasar contra ellos, ni contra cosa alguna >> ni parte dellos, agora ni en algun tiempo ni por >> alguna manera; mas que darán y mandarán dar » todo favor é ayuda para que se guarden é cum>> plan é sean guardados é cumplidos en todo é por >> todo, segun que en ellos y en cada uno dellos se » contiene: lo qual todo susodicho é cada cosa dello, » el dicho Señor Rey, é otrosí, el dicho Señor Prín»cipe hicieron y otorgaron ante nos los Secretarios »é Notarios públicos, é ante los otros de yuso escri>>tos que para ello fueron llamados y rogados por »testigos. Y el dicho Señor Rey lo hizo é otorgó é »juró en la su villa de Madrigal á catorce dias de »Mayo año del Nascimiento de Nuestro Señor Jesu>> Christo de mil y quatrocientos y quarenta y seis » años: á lo qual fueron presentes por testigos..

» é asimismo el dicho Señor Príncipe lo hizo é otor»gó é juró, como susodicho es en este mismo dia é » años susodichos; á lo qual fueron presentes por >>testigos.

» Evangelios, corporalmente con nuestras manos »tañidos de guardar y cumplir, y tener bien é fiel y

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>> lealmente, cesante todo fraude y engaño, é arte y » cautela, é ficion, é simulacion, é toda otra cosa que >> en contrario sea ó ser pueda, los capítulos susodi»>chos, y cada uno dellos, y en todo lo en ellos » y en cada uno dellos contenido, en quanto á lo que Nos y cada uno de Nos atañe y atañer puede, de los guardar é cumplir; é asimismo de dar » todo favor é ayuda á tratar é procurar en quanto »>en Nos fuere, é á todo nuestro verdadero y cum>> plido y leal poder, para que se guarden é cumplan, >> y esecuten; y hacemos pleyto y homenage, una é »dos é tres veces en manos de.

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». . . . Caballero y Hombre Hijo-Dalgo, que » de Nos lo rescibe, de lo así hacer é guardar é cum» plir todo y cada cosa dello, é procurar que sea » guardado é cumplido, y de no ir ni pasar contra >> ello, ni contra cosa alguna ni parte dello, agora ni » en algun tiempo, ni por alguna manera, lo qual » firmamos de nuestros nombres, y sellamos con » nuestro sello. Hecho á. dias del » mes de. año del Nascimiento » de nuestro Salvador Jesu-Christo de mil y quatro>> cientos y quarenta y seis años.

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CAPÍTULO VI.

De como vinieron nuevas al Rey que el Infante Coxo, Rey que se llamaba de Granada, habia tomado las villas é castillos de Bennamaurel é Benzalema.

Estando el Rey Don Juan de partida de la villa do Berlanga para ir sobre la villa é castillo de Atienza, le vinieron cartas de la frontera de los Moros, haciéndole saber como el Infante Coxo habia tomado las villas é castillos de Benamaurel é Benzalema, que habia ganado el Conde Don Fernandalvarez de Toledo, las quales habia tomado por combate, é los que en ellas estaban tenian poco bastimento, é no les venia socorro de ninguna parte. E detuviéronse bien veinte dias combatiéndolos siempre de noche y de dia, é ya en este tiempo eran muchos muertos y feridos, é otros dolientes; é los que quedaban ya no lo podian sofrir, y peleaban de dia y de noche, é no tenian que comer. E quando los Moros conoscieron el estrecho en que estaban los de la villa de Benamaurel, dieron un combate tan fuerte, que fué maravilla, de guisa que los que dentro estaban no lo pudieron sofrir, é á la fin la villa fué entrada por fuerza, é allí fueron muchos christianos muertos y presos, entre los quales fué preso el Alcayde que se llamaba Juan de Herrera, criado del Conde Don Fernandálvarez de Toledo. E los Moros lo llevaron á la villa de Benzalema, é hiciéronle que hablase con el Alcayde que se llamaba Alvaro de Pecellin, é que le consejase que diese á los Moros la villa é castillo, y él hízolo así como los Moros galo mandaron. E Alvaro de Pecellin, Alcayde de Benzalema, ovo muy grande enojo de lo quel Alcayde Juan de Herrera le decia, é dixo que nunca pluguiese á Dios que por miedo de morir él diese la villa é fortaleza á los enemigos de la fe; y escogió muerte honrosa mas que vida aviltada y ver

gonzosa, é comenzó á mal traer al Alcayde Juan de Herrera porque tal consejo le daba, é comenzó á pelear muy valientemente con los Moros de manera quél é los suyos mataron é firieron muchos dellos. E como quiera que los Moros los querian tomar á prision, nunca el Alcayde ni los suyos se quisieron dar, é asi murieron todos por la mano de los Moros, que ninguno dellos escapó, é así fué tomada aquella villa é castillo, y muerta tan buena gente é tan esforzada; é murieron allí con el Alcayde treinta hombres que solamente le habian quedado, y todos los otros eran ya muertos. E fueron dos causas porque aquellas villas se perdieron : la una, porque los Alcaydes eran tan mal pagados, que no podian sostener la gente que de razon tener debian, é la otra, porque embiaron requerir á las cibdades de Jaen é Ubeda é Baeza que les embiasen socorro, é no lo quisieron hacer; é decíase que esto fué porque tenian mandamiento del Príncipe Don Enrique cuyas eran aquellas cibdades, que no socorriesen á villa ni castillo que los Moros corriesen ni cercasen, porque el Príncípe estaba fuera de la obediencia del Rey.

CAPÍTULO VII.

De como el Rey mandó asentar su Real cerca el arrabal de
Atienza.

Llegando el Rey sobre Atienza, mandó asentar su Real muy cerca de la villa junto al arrabal, é para la combatir llevó muchos pertrechos de ingenios, é lombardas, é truenos; é asimesmo llevó muchos peones, ballesteros é lanceros, é mandó combatir muy fuertemente la fortaleza con los pertrechos que llevaba; y como la fortaleza sea muy alta, no la pudieron empecer, é por eso mandó dexar el combate de la fortaleza é mandó combatir la villa, é hacer ciertas minas por diversas partes del muro; é tanto lo puso en estrecho, que Mosen Rebolledo embió luego notificar al Rey de Navarra su señor el trabajo en que estaba, pidiéndole por merced que le embiase algun socorro; por lo qual el Rey de Navarra embió luego mover ciertos tratos al Rey, los quales concertaron en esta manera: que el Rey de Navarra entregase á la Reyna de Aragon las villas de Atienza é Torija, para que ella pusiese en ellas los Alcaydes que le pluguiese, é las tuviese por cierto tiempo limitado, para que dentro en este tiempo se diputasen personas que viesen y determinasen los debates é contiendas que eran entre el Rey de Castilla y el Rey de Navarra; é si dentro en este tiempo se acordase por via de derecho, é por via de espidiente, que la Reyna de Aragon entregase las dichas villas é fortalezas al Rey de Castilla, é si no se concordasen, que las tornase al Rey de Navarra, segun que primero las tenia: lo qual poniéndose en obra, hizo Mosen Rebolledo acoger en la villa al Rey. El qual entró en ella el dia de Santa Clara, á doce de Agosto del dicho año, pеnsando que no haria mudanza ninguna de lo que estaba asentado. E desque el Rey fué en ella aposen

tado, mandóla luego aportillar, y derribar ciertas casas della, y estuvo ende el Rey ocho dias, y el sábado que fueron veinte dias de Agosto, mandó poner fuego á la villa, é quemóse la mayor parte della. Y esto hecho, el domingo siguiente el Rey se partió para Ayllon, é dende para Valladolid; y embió requerir al Rey de Navarra que entregase á la Reyna de Aragon las villas é fortalezas de Atienza é Torija, segun habia quedado asentado en los apuntamientos é capítulos. El Rey de Navarra respondió que no era tenudo de lo cumplir, por quanto el Rey habia mandado aportillar la villa de Atienza, é derribar ciertas casas della, é despues le mandó poner fuego, lo qual todo era contra lo concertado é asentado en los capítulos susodichos; por ende, que no entendia cumplir ni cumplió lo en ellos contenido. E así quedaron los hechos en rotura segun que de antes estaban, é las fortalezas de Atienza é Torija quedaron por el Rey de Navarra, la de Atienza en poder de Mosen Rebolledo, é la de Torija en poder de Mosen Juan de Puelles: de lo qual se siguieron grandes daños en estos Reynos, por no se haber guardado por el Rey el concierto hecho entre él y el Rey de Navarra.

CAPÍTULO VIII.

De como el Rey embió por fronteros á Don Alonso Carrillo, Arzobispo de Toledo, contra Torija, é á Cárlos de Arellano, hermano de Juan Ramirez de Arellano, Señor de los Cameros, contra Atienza.

Despues que el Rey fué certificado que el Rey de Navarra no queria entregar á la Reyna de Aragon las fortalezas de Atienza, é Torija, segun estaba capitulado, é vido que las cosas quedaban en rompimiento, é cada dia de aquellas fortalezas se hacian grandes robos é daños en sus Reynos, acordó de embiar contra Torija al Arzobispo de Toledo Don Alonso Carrillo, é á Cárlos de Arellano contra Atienza, é mandó dar á cada uno dellos trecientos de caballo hombres de armas é ginetes. E Cárlos de Arellano era muy buen caballero, é mucho esforzado, é húbose de tal manera, que aquexó tanto á los de Atienza, que no osaban della salir, é de docientos de caballo que en ella estaban, no quedaron en ella cinquenta, é todos los otros se fueron los unos á Aragon, é los otros á Torija. Y en este mismo tiempo vino el Arzobispo de Toledo por frontero á la villa de Guadalaxara contra la villa de Torija como el Rey le habia mandado, é continuó ende todo este año con toda su gente; é como aquella tierra es muy fragosa, no los podia resistir que no saliesen á robar é á hacer daños en aquella comarca, tanto que muchas veces vinieron al arrabal de Guadalaxara, donde el Arzobispo estaba, é robaban ende, é pusieron fuego á algunas casas del dicho arrabal, é volvíanse en salvo á la villa de Torija. E desque el Rey vido que tanto se soltaban á hacer daños, é que no hallaban resistencia, acordó de acrescentar mas gente al Arzobispo, y embióle otros docientos de caballo, y embióle mandar que se pusiese en campo, é sitiase la dicha villa de Torija

por tal manera, que la estrechase de forma, que por trato ó por otra manera trabajase por la tomar. E luego el Arzobispo poniéndolo por obra, partió de Guadalaxara con la gente que tenia, é fué asentar su Real en Torija quanto un tiro de ballesta, y estuvo en este real hasta en fin deste año, en el qual tiempo pasaron muchas escaramuzas entre los de la villa y del Real, en que fueron asaz muertos é feridos de la una parte y de la otra; y dentro deste año el Arzobispo hizo sus autos é diligencias coino convenia, é ni la villa se dió, ni el la pudo tomar por fuerza, porque estaba muy bastecida é pertrechoda de todo lo necesario, é habia en ella setenta de caballo, de hombres muy escogidos, criados del Rey de Navarra, el Capitan de los quales era muy esforzado caballero, llamado Mosen Juan de Puelles, é como el Arzobispo no viese disposicion para haber por entonces aquella villa, levantó el Real é volvióse para Guadalaxara. En el año siguiente veyendo el Rey que le cumplia poner mayor fuerza para tomar aquella villa, enbió mandar á Don Iñigo Lopez de Mendoza, Marques de Santillana, que se juntase con el Arzobispo, é ambos á dos tomasen cargo de cercar la dicha villa é combatirla hasta la tomar; los quales la tuvieron cercada asaz dias, combatiéndola con trabucos é ingenios é lombardas, con lo qual hicieron tan gran daño en la villa é cerca della, que pusieron en tan gran estrecho á Mosen Juan de Puelles, que visto por él que no se podia luengamente defender, ni esperaba ningun socorro, acordó de dar é dió la villa é fortaleza á los dichos Arzobispo é Marques con cierta convenencia que entrellos se hizo; é así Mosen Juan de Puelles se fué para Aragon, é la villa é fortaleza de Torija quedó por el Rey Don Juan. ¡O quanto conviene á los Reyes no dar causa á los suyos de errar! é ¡quanto deben mirar si los que cerca de sí tienen, les dan consejos por sus propios intereses, no mirando el servicio dellos y el bien de la propia tierra!; que por cierto si el Rey Don Juan buen consejo oviera, no hiciera tan grande ultrage á caballero tan noble como el Marques de Santillana, que morando él en la villa de Guadalaxara, oviese de dar cargo de la frontera contra Torija á ningun otro. Que no es dubda si esta capitanía él le diera, que con ménos gastos é trabajos la villa de Torija se cobrara, y el Rey ganara tanto en esto que conosciera si el Marques le queria servir como debia; ca no es dubda, segun quien él era, que dándole tal cargo hiciera su deber, é quando el contrario quisiera hacer, lo qual no es de creer, el Rey tuviera el mesmo remedio que tuvo para embiar otro capitan qual á él pluguiera.

CAPÍTULO IX.

De como el Principe trató con algunos Caballeros del Reyno algunas cosas de que al Rey su padre no plugo: por cuya causa se ovieron de juntar muchas gentes así de la parte del Rey como de la suya.

Despues quel Rey se partió del cerco de Atienza. é vino á la villa de Valladolid, fué ende certificado

como el Príncipe estaba descontento, é trataba con algunos Caballeros, lo qual hacia por inducimiento de Don Juan Pacheco, Marques de Villena, queriendo poner al Rey en necesidades, porque con aquellas rescibiese mercedes é acrecentase su estado, lo qual coloraba diciendo, quel Príncipe lo hacia por apartar al Maestre de Santiago de cerca del Rey, lo qual hacia entender á los Grandes del Reyno; á los quales placia, creyendo ser así por el grande aborrescimiento que habian á la governacion del Maestre Don Alvaro de Luna; é como él esto sintió, embió tratar con los mesmos Caballeros con quien el Príncipe trataba, especialmente con el Almirante Don Fadrique, é con Don Alonso Pimentel, Conde de Benavente; é con algunos intereses que les prometió apartólos de la opinion del Príncipe; y entonces hizo merced al Almirante de la villa de Tarifa é de cient mil maravedis de juro, é por esta manera apartó el Rey al Almirante é al Conde de Benavente é á todos sus parientes de la opinion del Príncipe, é solamente le quedaron el Marques Don Juan Pacheco, y el Maestre de Calatrava Don Pedro Giron, su hermano, y Don Diego Gomez de Sandoval, Conde de Castro. E desque el Maestre de Santiago por quien el Rey se governaba, entendió que tenia bien forjado lo que le cumplia, ordenó que el Rey secretamente mandase llamar las mas gentes que haber pudiese; lo qual así se hizo; pero no se pudo tan secreto hacer, que el Príncipe é los que con él estaban no conociesen bien que contra él se ayuntaba aquella gente. E luego el Príncipe mandó al Marques de Villena, é al Maestre su hermano, é al Conde de Castro que juntasen sus gentes en Almagro, y él asimesmo mandó llamar todas las suyas, é así se comenzó muy gran rotura en el Reyno.

CAPÍTULO X.

Como Rodrigo Manrique, Comendador de Segura, tomó título de Maestre de Santiago; é como el Rey embió contra él algunos Caballeros, los quales le hicieron asaz daños, y ellos no menos los rescibieron dél.

Estando las cosas en este estado, el Rey de Aragon escribió á Rodrigo Manrique haciéndole saber como él tenia concordado y asentado con el Santo Padre Eugenio que le proveyese del Maestrazgo de Santiago, no embargante la eleccion hecha en el Condestable Don Alvaro de Luna, é que dende adelante se podria bien llamar Maestre de Santiago; é por esta causa Rodrigo Manrique conosciendo la division que se comenzaba entre el Rey y el Príncipe, tomó luego los pendones é título de Maestre, sin esperar las bulas del Santo Padre, ni la voluntad del Rey, ni la voz de los Comendadores, é luego escribió al Príncipe, é á Don Juan Pacheco, Marques de Villena, haciéndoles saber como habia tomado el título de Maestre, suplicando al Príncipe le quisiese dar favor para lo llevar adelante. Al Príncipe plugo mucho de lo hecho por Rodrigo Manrique, porque seria causa de poner al Rey en grandes necesidades. De lo qual como fué certificado el Maes

tre Don Alvaro de Luna, tuvo manera con el Rey como luego embiase cierta gente de armas contra Rodrigo Manrique, é para guarda y defension de las tierras é fortalezas del Maestrazgo que poseia; é acordó de embiar á la cibdad de Cuenca al Obispo Don Lope de Barrientos, para que pusiese guarda en ella, porque Diego Hurtado de Mendoza, Montero mayor del Rey, era suegro de Rodrigo Manrique, é le podria dar lugar á lo apoderar en aquella cibdad, al qual mandó que trabajase por echar de allí al dicho Diego Hurtado, por manera que él quedase apoderado en toda la cibdad. Asimesmo, el Rey embió mandar al Mariscal Diego Fernandez, Señor de Vaena, y á Don Gabriel Manrique, Comendador mayor de Castilla, é á Don Garcilopez de Cárdenas, Comendador mayor de Leon, que fuesen con trecientos hombres de armas contra Rod.igo Manrique, é le hiciesen la mas cruel guerra que pudiesen, é trabajasen por le tomar las villas y fortalezas que poseia de la Orden de Santiago; los quales luego partieron por ir poner en obra lo que les fué man dado por el Rey, é muy prestamente tomaron las villas llanas que Rodrigo Manrique poseia de la Orden de Santiago é las rentas dellas, é prendiéronle treinta escuderos, é allende desto le tomaron la villa de Siles, é por trato la fortaleza de Alhambra, é la de Yeste, de lo qual Rodrigo Manrique con gran sentimiento que ovo, queriéndose emendar, habló secretamente con algunos vecinos de Hornos que eran mucho suyos, é trató con ellos como fuesen hablar con el Mariscal Diego Fernandez, é le dixesen que si él queria venir á tomar aquella villa, que ellos le darian la entrada. E como quier quel Mariscal fué sospechoso deste trato, de tal manera gelo hablaron, y tan grandes seguridades le dieron, que ovo de acebtar la empresa; é vino á la villa de Hornos con hasta ciento de caballo, los mas escogidos de su casa y capitanía, é como Rodrigo Manrique supo quel trato estaba concertado, vínose de noche secretamente á la dicha villa con ciento é cinquenta de caballo, é desque el Mariscal con su gente llegó á la villa, mandó poner el escala donde habia quedado concertado con los quel trato le llevaron, é los que velaban en aquella parte dexaron asentar el escala é subir por ella hasta cinquenta escuderos, los quales fueron luego presos, é Rodrigo Manrique mandó á su hermano Gomez Manrique que saliese fuera de la villa con cient hombres darmas á buscar al Mariscal é á los que con él ha bian quedado, el qual lo hizo así, é halló al Mariscal é peleó con él y con los suyos, de los quales algunos fueron presos y destrozados y otros fuyoron; por manera que el Mariscal quedó solo con su bar· bero, é retraxóse á un rehoyo que estaba cerca del lugar, é no se atrevia á salir de allí, porque no sabia el camino para Siles donde habia venido. Y es tando en aquella congoxa, travesó por allí un escudero de los de Rodrigo Manrique, y el Mariscal mandó á su barbero que lo llamase, é venido, toinóle juramento que le guardase secreto de lo que le dixese, El escudero lo hizo, y el Mariscal le dixo

quien era, é rogóle mucho que lo pusiese en la villa de Siles, é que fuese cierto que él gelo gualardonaria de tal manera, que nunca dél se quexase. El escudero, por las promesas quel Mariscal le hizo, púsolo en salvo en la villa de Siles, donde tenia la

gente de su capitanía; el qual le hizo tan largas mercedes, quel escudero fué bien pagado é contento. El mariscal embió luego á Cordova por gente, para se rehacer de la que habia perdido en el trato doble que dicho es.

AÑO CUADRAGESIMO PRIMERO.

CAPÍTULO PRIMERO.

1447.

De como Don Lope Barrientos, Obispo de Cuenca, entró en aquella cibdad, é de las formas que tuvo hasta que echó della á Diego Hurtado de Mendoza.

que

La historia ya ha hecho mencion de como el Rey Don Juan mandó al Obispo Don Lope de Barrientos que se fuese á la cibdad de Cuenca, é se apoderase della, é la tuviese para su servicio; el qual luego que en la cibdad fué entrado, habló con algunas personas de quien Diego Hurtado mas se confiaba, é les dixo que secretamente dixesen á Diego Hurtado, como la voluntad del Rey era quél saliese de aquella cibdad: por ende que le rogaba quél de su voluntad se fuese á su tierra porque él no oviese de tener otra forma ; que en otra manera, seria forzado de hacer segun el mandamiento que del Rey tenia. Diego Hurtado respondió que gelo tenia en merced, é así lo entendia de hacer. Y el Obispo por otra parte fué certificado que venia gente al castillo de la cibdad que Diego Hurtado tenia por el Rey, la qual él habia embiado llamar, á fin de no cumplir lo que el Obispo le habia embiado decir. E quando el Obispo esto sintió, puso gran guarda en las puertas de la cibdad, é lizo hacer barreras entre la cibdad y el castillo, de manera que quedase atajado, é no pudiesen los unos socorer á los otros, en lo qual pasaron muchos dias é tratos entre el Obispo é Diego Hurtado. Y estando las cosas en este estado, el dia de Santiago de mil y quatrocientos y quarenta y siete años el Obispo fué certificado que la noche de ante era entrado en el castillo Juan Hurtado de Mendoza, hijo de Diego Hurtado, con quatrocientos hombres de pie, é pensaba otro dia entrar por fuerza, é apoderarse della. E desque el Obispo esto supo, mandó armar toda su gente lo mas secreto que pudo, y él se fué á oir misa; y estando en ella, le fué dicho como gente del castillo salia, é que ponia fuego á una puerta de la cibdad que se Ilamaba la puerta del Mercado; é asimesmo habian puesto fuego á dos casas que eran cerca de las barreras quel Obispo habia mandado hacer. Y

esto sabido por él, embió mandar á los que estaban en las barreras que curasen de las defender como debian, quél iria luego á los socorrer. Y el Obispo tomó consigo veinte hombres de armas, é con ellos fué esforzar los que estaban en las barreras, peleando con la gente que del castillo habia salido. Y en este dia se tuvo manera como oviese tregua entre el Obispo é Diego Hurtado por seis dias, porque en este tiempo se tratase entre ellos alguna concordia. El Obispo embió requerir á Diego Hurtado que le pluguiese derramar la gente que tenia, é saliese de la cibdad como el Rey lo mandaba; lo qual Diego Hurtado no quiso hacer, ante cada dia se aderezaba mas de gente y de armas. E como el Obispo esto vido, hizo presentar á Diego Hurtado la carta por la qual el Rey le embiaba mandar que saliese de la cibdad; é ni por eso Diego Hurtado quiso salir, ante el dia que la tregua se cumplió mandó armar toda su gente, é ante que la tregua concluyese salió la gente de casa de Diego Hurtado, é salió á pelear con la gente del Obispo, así por la parte del castillo, como en la plaza de la cibdad, é la pelea duró mas de tres horas; é al fin la gente del Obispo puso fuego en una casas que eran cercanas á la casa de Diego Hurtado, por tal manera que se quemó aquella casa é la del ayuntamiento de la cibdad, é bien otros cinqüenta pares de casas, é con ellas las casas de Diego Hurtado. E Diego Hurtado ovo de embiar demandar seguro al Obispo para salir de la cibdad seguramente, é se ir á la su villa de Cañete con su muger é sus hijos. El qual salió así, é dexó en el castillo hasta treinta hombres darmas; é los que en el castillo quedaron, con otra gente que Diego Hurtado les embió, hicieron tanta guerra á la cibdad é tanto cruel, como se suele hacer entre Moros é Christianos; lo qual duró mas de un año. E visto por el Rey como aquella cibdad de todo se perdia, acordó de mover trato á Diego Hurtado que le diese su fortaleza, é óvose de concluir quel Rey le hiciese merced de un lugar que se llama la Cañada á tres leguas de Cuenca, en que hay una fortaleza antigua, é ochenta ó noventa vasallos

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