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é así entregó el castillo de Cuenca al Rey: la qual fortaleza de la Cañada, Juan Hurtado, hijo de Diego Hurtado, labró de tal manera, que está agora una de las mejores fortalezas que hay en el Obispado de Cuenca.

CAPÍTULO II.

Como los Moros conosciendo la division que en estos Reynos habia, entraron en ellos é hicieron grandes daños.

Los Moros conosciendo las turbaciones que en estos Reynos habia, entraron por diversas partes, é hicieron muy grandes daños, no solamente llevando grandes cavalgadas de ganados é hombres y mugeres, mas tomando por fuerza algunas villas é fortalezas que los Christianos habian ganado con grandes gastos y trabajos, é muertes y derramamiento de mucha sangre. Ca tomaron en este año, allende las dichas villas de Benamaurel é Benzalema, la villa é fortaleza de Arenas, é la villa é fortaleza de Huesca, é las villas é fortalezas de Velez el Blanco, é Velez el Rubio; las quales villas é fortalezas se perdieron, no á culpa de los Alcaydes, mas á causa de los que cerca del Rey estaban, porque el Rey fué muchas veces requerido por los Alcaydes dellas que los mandase proveer é bastecer, lo qual nunca se hizo ; é aun algunos ovo en el Consejo del Rey que le decian que muy mejor era que aquellas villas se perdiesen que tenerlas el Rey segun la costa que en ellas hacia.

CAPÍTULO III.

Como el Rey Don Juan de Castilla casó en la villa de Madrigal con la Reyna Doña Isabel, hija del Infante Don Juan de Portogal.

por

En el mes de Agosto del dicho año hizo boda el Rey Don Juan de Castilla con la Reyna Doña "Isabel, hija del Infante Don Juan de Portogal, estando allí con el Rey el Maestre Don Alvaro de Luna, é Don Íñigo Lopez de Mendoza, Marques de Santillana, é Don Alonso Pimentel, Conde de Benavente, é Don Gutierre de Satomayor, Maestre de Alcántara; y hecha la boda, todos juntos se partieron para Soria recebir ahí ciertos embaxadores de Aragon, para entender con ellos en las pendencias quel Rey habia con el Rey de Navarra, donde el Rey estuvo hasta el mes de Deciembre; é de allí se partieron el Maestre de Alcantara para su tierra, y el Marques para la suya; y el Rey y el Maestre de Santiago se partieron para el Condado de Santiestevan. E como el Rey Don Juan desamor tuviese ya al Maestre de Santiago, como quiera que lo encobria con gran sabor é sagacidad, é como amase mucho á la Reyna Doña Isabel, habló con ella como su voluntad era de prender al Maestre de Santiago, por muchos y muy grandes deservicios que le habia hecho. Lo qual como quiera que habia tentado de lo poner en obra, é sobrello habia hablado con un Rey de armas suyo, llamado Castilla, de quien mucho fiaba, é aun con un hijo del Relator llamado

gran

Luis de Toledo, para que hablasen con Diego Destú ñiga, hijo del Mariscal Iñigo Destúñiga, para que él declarase la voluntad del Rey al Conde de l'lasencia su tio, é no se habia cosa ninguna podido concordar, dixo á la Reyna que le dixese qué forma le parescia que se debia tener para que la prision del Maestre se pusiese en obra: la qual le respondió: Señor, vaya Vuestra Merced á Valladolid, y estando alli, yo trabajaré como la Condesa de Ribadeo hable con el Conde de Plasencia su tio, para que en esto tenga la manera que cumple. E así quedaron de acuerdo el Rey é la Reyna para hacer la prision del Maestre por la forma que en su lugar se contará.

CAPÍTULO IV.

Como el Rey embió á los diputados de Aragon que estaban en Cortes en la cibdad de Zaragoza, é lo que les fué respondido; è como tomaron los del Rey de Navarra la fortaleza de la Peña de Alcazar.

La historia ya ha contado los grandes robo y males é daños que en el Reyno se hicieron por las gentes del Rey de Navarra que quedaron en la fortaleza de Atienza, los quales llevando su hecho adelante, hurtaron otra fortaleza en tierra de Soria que se llama la Peña de Alcazar; y desta asimesmo se hacia guerra la mas cruel que se podia hacer, é los robos que los del Rey de Navarra hacian destas fortalezas todo lo llevaron á vender al Reyno de Aragon, é allí eran con ellos acogidos. E por remediar estos males y daños, en fin del mes de Setiembre deste dicho año, acordó el Rey de ir á la cibdad de Soria con hasta tres mil hombres de armas é ginetes, con propósito de hacer desde allí la mayor guerra que pudiese al Reyno de Aragon, pues que allí se recogian los robos que de Castilla se sacaban, hasta que el Rey de Navarra cumpliese lo capitulado entregando la fortaleza de Atienza; é si esto por algun caso no se debiese ni pudiese acabar, tomar algun medio por donde los robos y males y daños que se hacian cesasen. E como el Rey llegó á Soria, acordó ante todas cosas de embiar al Doctor Zurbano, é á un Licenciado su Alcalde, á la cibdad de Zaragoza donde estaba el Rey de Navar ra como Governador general del Reyno de Aragon, ayuntado en Cortes con los Grandes é Procuradores del Reyno de Aragon, á les hacer ciertos reque rimientos; los quales dichos Doctor Zurbano é Alcalde llegaron é la cibdad de Zaragoza, é hicieron los requerimientos en forma de derecho, segun por el Rey les era mandado, al Rey de Navarra é Procuradores del Reyno de Aragon; é por ellos les fué respondido que se volviesen en buen hora, que sobre razon de sus requerimientos ellos entendian de embiar al Rey de Castilla sus embaxadores, con los quales entendian responder complidamente á todo lo por ellos requerido é propuesto; é así lo pusieron luego por obra, ca embiaron sus embaxadores sobre la dicha razon á Sorià adonde el Rey estaba al Obispo de Tarazona, é á Don Jayme de Luna, á Don Juan de Ixar, los quales vinieron á Soria

para les responder á los dichos requerimientos, para ver si podria haber algunos medios por donde cesase la guerra entre Castilla é Aragon, pero no se pudieron por entonces concordar. Andando estas cosas así, el Alcayde que tenia perdida la fortaleza de la Peña del Alcazar, estaba muy avergonzado y confuso, pensando cada dia como repararia tan grande error como habia hecho con algun servicio señalado que pudiese hacer al Rey; é ovo consideracion como tomase alguna fortaleza del Reyno de Aragon en emienda de la que habia perdido por su mal recabdo; é para esto parescióle que podria ha

ber la fortaleza de Verdejo, que es en el Reyno de Aragon frontero de Castilla; é por tal manera lo espió é concertó, que un dia supo que el Alcayde que la tenia era salido á unas bodas, y la fortaleza quedaba á mal recabdo, por lo qual luego prestamente fué, é sin hallar resistencia alguna en esta fortaleza de Verdejo la hurtó é tomó; lo qual sabido por el Rey, ovo dello gran placer, así por ser tan buena fortaleza y en la frontera de Aragon, como porque atajaba el paso de los robos que se hacian desde Atienza, é los traian á vender al Reyno de Aragon.

AÑO CUADRAGÉSIMO SEGUNDO.

CAPÍTULO PRIMERO.

1448.

De como el Rey desque vido que no se concordaban los hechos, se volvió á Valladolid, é alli supo como cierta gente del Rey de Navarra tomaron á Santa Cruz de Campezo Huélamo; é de ciertas armas que Diego de Guzman, hermano del Conde Don Gonzalo, hizo con un Caballero Borgoñon.

E despues que el Rey vido que los hechos no se podian concordar entrél y el Rey de Navarra, é que la respuesta que habian traido los embaxadores era tal que no debia en ello venir, acordó de partir de Soria é llegar á la villa de Valladolid, pero antes que partiese dexó en Soria por fronteros á Juan de Luna, hijo de Juan Hurtado de Mendoza, | é á Cárlos de Arellano, hermano de Juan Ramirez de Arellano; y esto hecho, partió de la cibdad de Soria, é vino á tener la fiesta de Navidad á la villa de Valladolid; pero antes que partiese respondió á los embaxadores que habian venido de Aragon que se viniesen enpos dél á Valladolid é que allí les responderia. Y el Rey se partió aceleradamente porque le fué certificado que algunos Caballeros del Reyno que estaban en aquellas comarcas de Valladolid movian algunos tratos y hablas en su deservicio; é llegando el Rey á Valladolid no curaron de venir empos dél los embaxadores del Reyno de Aragon, antes se volvieron á la cibdad de Zaragoza, é desque propusieron delante del Rey de Navarra, é delante los Procuradores de Aragon el despacho quel Rey les habia dado, aunque dello ellos no fueron muy contentos, acordaron de embiar otros mensageros que fuesen empos del Rey á la villa de Valladolid, los quales allí venidos, despues de muchas hablas é pláticas que con el Rey ovieron, acor. dóse que se oviese tregua de siete meses entre los Reynos de Castilla é de Aragon, porque en este

medio tiempo oviese lugar de se tratar alguna concordia entre los Reyes de Castilla, é de Navarra, é que en todas las cosas durante la tregua destos siete meses estuviese todo sobreseido; é por esto cesó la guerra que se hacia por los de los castillos de Atienza é la Peña de Alcazar, é la guerra que el Rey mandaba hacer contra estos mesmos castillos. Estando las cosas en este estado, á veinte é un dias del mes de Henero del año de mil é quatrocientos é quarenta é ocho años, supo el Rey en esta villa de Valladolid como habian entrado en Castilla cierta gente del Rey de Navarra así de pié como de caballo, é habian escalado á Santa Cruz de Campezo, villa de Lope de Roxas, é prendieron ende al dicho Lope de Roxas é á su muger, é así prendieran á su hijo, salvo porque escapó dende fuyendo. Desta nueva ovo el Rey mucho enojo, y embió luego á hacer el requerimiento al Príncipe de Navarra, é á las cibdades é villas de Navarra, que restituyesen la dicha villa de Santa Cruz al dicho Lope de Roxas, é soltasen los prisioneros, protestando contra ellos las penas en que habian incurrido segun los capítulos de la paz firmados é jurados entre los Reynos de Castilla é de Navarra; é por causa de estos requerimientos é protestaciones soltaron luego al dicho Lope de Roxas é á su muger, é dióse término como en cierto tiempo le entregasen la dicha su villa de Santa Cruz de Campezo. Asimesmo supo el Rey como á veinte é quatro dias del mes de Henero del dicho año, el Alcayde de Albarracin con cierta gente del Rey de Navarra por su mandado habia entrado en Castilla por la parte del Obispado de Cuenca, é tomó por fuerza el castillo de Huélamo en el qual estaba por Alcayde un vecino de Cuenca que se llamaba Pero Ruiz de Pliego, el qual vivia con

Diego Hurtado de Mendoza; é como quiera que este Alcayde muchas veces le habia requerido que le diese gente é vituallas con que pudiese sostener é defender aquella fortaleza, Diego Hurtado nunca lo hizo, é así él se halló con solo un hombre, é sin ninguna vitualla, é por eso él ovo de dar la fortaleza, no teniendo con que la pudiese defender ni con que pudiese esperar socorro; é como Diego Hurtado lo supo, embió requerir á la cibdad de Cuenca é á la villa de Moya que le embiasen gente, quél iba á cercar el dicho castillo, la qual gente le embiaron luego así de caballo como de pié, los quales estuvieron allí algunos dias con Juan Hurtado, hijo del dicho Diego Hurtado; é como el dicho castillo no estaba bastecido, tenian mucho trabajo los que dentro estaban, é un hombre castellano que estaba dentro con el Alcayde, tuvo trato é habla con el dicho Juan Hurtado, el qual dió lugar como se tomó el dicho castillo, é fué preso el dicho Alcayde de Albarracin, é los otros que con él estaban.-En el comienzo deste año, estando el Rey Don Juan en Valladolid, vino ende un Caballero Borgoñon, llamado Micer Jaques de Lalaym, Camarlengo y del Consejo del Duque Felipo de Borgoña, con una empresa, el qual demandó licencia al Rey para la traer en su Corte é para la defender en su presencia. El Rey gela dió graciosamente, y eso mesmo la dió á Diego de Guzman, hermano de Gonzalo de Guzman, Conde Palatino, Señor de Torija. Al Rey plugo de le tener la plaza segura, é mandó hacer las lizas muy honorablemente en una huerta que es á las espaldas de San Pablo donde el Rey posaba, é allí las armas se hicieron á pié en un dia del mes de Hebrero del dicho año. E á Diego de Guzman fué hecho un grande engaño en esta guisa: que como él oviese de combatir con un bacinete muy descarado que habia seydo de Juan de Merlo, él le mandó añadir una pieza de tres dedos la qual se hizo á sabiendas de fierro tan blando, que cada golpe que Micer Jaques le daba con el cuento de la hacha, gelo pasaba de tal manera, que Diego de Guzman fué mucho ferido en la frente, con la mucha sangre que le salia estaba poco menos de ciego. Con todo eso Diego de Guzman dejó su hacha, é por fuerza tomó á Micer Jaques la suya de las é tomólo por el cuello, y es cierto que si el baston entonces no se echara, segun la gran ventaja que de fuerza tenia Diego de Guzman al Borgoñon, como quiera que era mucho mas alto que él, é segun la ventaja que en luchar tenia, sin dubda lo derribara; pero el Rey echó en este punto el baston, é los que por su mandado estaban para los despartir, los despartieron luego, é así las armas fueron acabadas, é cada uno dellos se fué á su pabellon, y el Rey hizo mucha honra á este Caballero Borgoñon. E otro dia despues de las armas, le embió el Rey una ropa rozagante suya de muy rico brocado carmesí forrada de cevellinas, é un caballo de la brida muy grande muy hermoso, el qual se detuvo en la Corte doce ó quince días despues de hechas sus armas, en el qual tiempo rescibió muchas fiestas y honras, así

é

manos,

del Maestre é Condestable como de los otros grandes señores que por entonces en la Corte estaban.

CAPÍTULO II.

Como se vieron el Rey y el Príncipe entre Medina del Campo é Tordesillas; é como ende fueron presos los Condes de Benavente y de Alva, é Don Enrique, hermano del Almirante, é Pedro de Quiñones, é Suero su hermano.

Estando las cosas en gran division en estos Reynos, Don Alonso de Fonseca (1), Obispo de Avila, que despues fué Arzobispo de Sevilla y de Santiago, trató con el Maestre Don Alvaro de Luna, Condestable de Castilla, y con el Marques de Villena Don Juan Pacheco secreta confederacion é amistad, mostrándoles como seyendo ellos juntos el uno con el Rey, y el otro con el Príncipe, los governarian á su querer; é para que esto se pudiese hacer sin em bargo alguno, determinaron que fuesen presos el Almirante Don Fadrique, é los Condes de Benavente y de Castro y de Alva, é Don Enrique, hermano del Almirante, é Pedro de Quiñones, é Suero de Quiñones, su hermano. E para lo poner en obra, este Obispo Don Alonso concertó vista del Rey Don Juan con el Príncipe, su hijo, donde todos estos Caballeros viniesen, los unos que estaban por la parte del Rey, é los otros por la parte del Príncipe; é como quiera que este Obispo trabajó quanto pudo porque el Almirante, que era principal de todos estos, é asimesmo el Conde de Castro fuesen en esta vista, al tiempo que la vista se ovo de hacer, el Almirante se sintió mai, y el Conde de Castro no quiso venir, de manera que no vinieron allí. E como fuese grave cosa de juntar todos estos Caballeros, al Maestre y al Marques paresció que era mejor prender estos que esperar á tomarlos todos juntos, lo qual se puso en obra en la forma siguiente. Quel Rey vino á Tordesillas y el Príncipe á Villaverde, que es á quatro leguas de allí; y estando ende, vinieron al Rey Don Alonso Pimentel, Conde de Benavente, é Don Fernand Alvarez, Conde de Alva, é Don Enrique, hermano del Almirante, é Pedro é Suero de Quiñones. E desde allí el Obispo de Avila iba del Rey al Príncipe, é del Príncipe al Rey, é concordó que ambos á dos se viesen al medio camino. Y el Rey salió de Tordesillas, é con él el Maestre de Santiago, y los Condes y Caballeros ya dichos. E antes que saliesen de la puerta de Tordesillas, Obispo dixo á los dichos Condes y Caballeros que no podian ir en otras bestias salvo en las mulas,

el

(1) La edicion de Valencia que seguimos pone aquí una nota, que dice: «En nuestra edicion de Logroño, que sirve de original, se halla al márgen la siguiente nota de letra de Don Juan de Torres y Alarcon, de quien se habló en el prólogo, que nos ha parecide no debiamos omitir. «Don Alonso de Fonseca fué hijo del Dolor Juan Alfonso de Toro, y este fué del Consejo del Rey Don Hori que el Doliente. Fué el primer Asistente de Sevilla con nombre de Corregidor, quando el Rey vino à Sevilla por los vandos de las Condes de Niebla y Arcos, y depuso el regimiento, y el Corregidor ahorcó mil hombres en un dia en Sevilla de las ventanas de sus casas y lugares públicos, y amenazó el Rey de muerte los Codes. Vease Pulgàr, Clar. Varon. Cast., tit. 21,»

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porque así estaba capitulado é asentado entrel Rey y el Príncipe, lo qual ellos ovieron por mala señal. E como quiera que algunos dellos venian en caballos, oviéronlos de dexar é tomar mulas. Y llevaba el Rey hasta cient hombres de armas é ginetes. El Príncipe salió de Villaverde, é vínose para el Rey, bien con otros tantos; é la vista se hizo sabado, vispera de Sanctispíritus del año de Nuestro Redemptor de mil é quatrocientos y quarenta y ocho años. E llegados á las vistas el Rey Don Juan y el Príncipe su hijo, y con ellos el Maestre de Santiago Don Alvaro de Luna, y el Marques de Villena, apartáronse á hablar solos, y estuvieron una buena pieza hablando, é desde allí adonde estaban, mandó el Rey á Ruy Diaz de Mendoza, su Mayordomo mayor, que prendiese al Conde de Benavente, é á Don Enrique, é á Suero de Quiñones. Y el Príncipe mandó á Juan de Haro que prendiese al Conde Dalva, é á Pedro de Quiñones. E desde allí mandó luego el Rey á Ruy Diaz, que llevase al Conde de Benavente é á Don Enrique é á Suero de Quiñones al castillo de Portillo, é los entregase á Diego de Ribera, Alcayde del dicho castillo; é asimesmo mandó el Príncipe á Juan de Haro que llevase al Conde de Alva é á Pedro de Quiñones á la fortaleza de Roa, aunque despues de presos fueron mudados: el Conde de Benavente quedó en Portillo, é Don Enrique fué llevado á Berlanga, é Suero de Quiñones fué llevado á Castilnuevo, fortalezas del Maestre de Santiago. Y el Príncipe mandó llevar al Conde de Alva é á Pedro de Quiñones al alcazar de Segovia, é fueron entregados á Diego de Villaseñor, criado del Marques de Villena, porque él tenia el dicho alcazar de Segovia. Esta prision destos Caballeros era fama que se hizo por quanto ellos Ꭹ otros grandes del Reyno trataban como el Rey de Navarra entrase en Castilla. Otros decian que se hizo porque trataban de matar á Don Alvaro de Luna, Maestre de Santiago, é lo mas cierto es por el concierto que el Maestre de Santiago y el Marques de Villena hicieron entre sí, para governar á su placer al Rey y al Príncipe. Hecha lo prision de los dichos Caballeros, fué acordado que el Rey se volviese á Tordesillas, é luego fuese á prender al Almirante, que estaba en Aguilar de Campo, y el Príncipe fuese á prender al Conde de Castro, que estaba en Lerma. Los quales Almirante é Conde de Castro, luego que los Caballeros fueron presos, fueron sabidores dello por algunos criados é amigos suyos, y en la hora lo supieron se partieron, é ambos á dos se vinieron á Navarrete, villa del Adelantado Diego Manrique. E desque el Rey supo que el Almirante era partido, fué á tomar las villas'y fortalezas suyas, que eran Medina de Ruiseco, é Torre de Lobaton, é Aguilar; é asimesmo las del Conde de Benavente, que era Benavente, é Mayorga; é asimesmo tomó las de Pedro de Quiñones que eran el castillo de Luna, y el castillo de.

que

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é puso en todas ellas Alcaydes de su mano. E dió á las mugeres destos Caballeros lugares llanos donde pudiesen estar. Asimesmo el Cr.-II.

Príncipe fué á tomar las villas é fortalezas del Conde de Castro y del Conde de Alva, las quales tomadas, puso en todas ellas Alcaydes de su mano, é dió á la Condesa de Alva la villa de Salvatierra, que era del Conde de Alva. Y en tanto que el Rey y el Príncipe andaban tomando estas fortalezas, el Almirante escrebia y se carteaba con los otros Grandes del Reyno, quexándose mucho de las prisiones que eran hechas á sus parientes, é de los daños que se hacian é él é al Conde de Castro, rogándoles é requiriéndoles que les diesen favor é ayuda, para que tan gran mal é daño se reparase; é asimesmo el Almirante y el Conde de Castro fueron á Tudela de Navarra á se ver con el Rey, y desde allí vinieron con él á Zaragoza; é allí acordaron que el Almirante pasase á Italia, y al Reyno de Nápol donde estaba el Rey de Aragon, á tratar con él para que viniese personalmente á los ayudar, 6 á lo menos embiase mandar á su Reyno que les ayudasen é diesen favor é ayuda contra el Reyno de Castilla, hasta que fuesen restituidos en lo que les estaba tomado, é los presos fuesen sueltos. E luego el Almirante partió de Zaragoza para Barcelona, é allí embarcó para ir al Rey de Aragon.

CAPÍTULO III.

De como el Rey tomó firmeza y seguridad del Adelantado Diego Manrique que le servia, é como mandó llamar los Procuradores del Reyno.

Desquel Rey supo como el Almirante y el Conde de Castro se habian visto con el Rey de Navarra, acordó de ir contra la frontera de Aragon, por tomar las fortalezas del Adelantado Diego Manrique, ó tal seguridad por donde fuese cierto que le serviria é seguiria. E acordado esto, partió para la cibdad de Logroño, é desque allí llegó embió sus cartas al Adelantado Diego Manrique, por las quales le embió mandar que se viniese luego para él. El Adelantado, recelando la venida suya, puso algunas escusas á ello, é sobresto el Rey embió al Conde de Haro que era casado con su hermana, para que le asegurase. El Adelantado no se aseguró por cosa ninguna de las que el Conde de Haro le dixo, é por esto el Rey le embió mandar que le diese y entregase todas sus fortalezas, y le hiciese ciertas seguridades; á lo qual él respondió quél haria todas las seguridades quel Rey le demandase para le servir é seguir, pero quél no le habia deservido ni cometido delitos para que él oviese de entregar las fortalezas, ni Su Alteza gelas debia mandar tomar mas que á los otros Caballeros del Reyno. Y el Rey le tornó embiar mandar que todavía era su voluntad que le entregase las fortalezas porque recelaba que acogeria é recebiria en ellas al Almirante é á los otros Caballeros, segun que otras veces lo habia hecho; é finalmente despues de muchas hablas y pláticas que sobrello pasaron, todavía el Adelantado se escusó de entregar las fortalezas, por lo qual el Rey muy indignado contra él, se partió de Logroño, é vínose para Navarrete, villa del Adelantado,

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é mandó traer allí muchos pertrechos para combatir la villa, é mandóla minar por diversas partes. Y el Adelantado que estaba en la fortaleza de Ocon, viendo como Navarrete no se podia luengamente defender, embió suplicar al Rey que mandase al Conde de Haro que se fuese á ver con él, lo qual el Conde hizo; é despues de muchas cosas entrel Conde y el Adelantado, asentóse entrellos que el Adelantado hiciese al Rey seguridad muy bastante de le servir y seguir contra todas las personas del mundo, é por mas firmeza entregase las fortalezas de Treviño é Ocon é Navarrete al Conde de Haro, el qual hiciese firme seguridad al Adelantado, que pasado el tiempo de un año sirviendo él al Rey bien é lealmente, segun el pleyto é omenage que sobrello hacia, él le tornase sus fortalezas. Esto acabado, el Rey partió para Burgos, é desde allí embió llamar á los Procuradores, mandándoles que viniesen á Cortes donde quiera quél estuviese.

CAPÍTULO IV.

De la gran turbacion que entre todos los Caballeros del Reyno ovo, por la prision de los Condes de Benavente y de Alva, y de los otros Caballeros que con ellos fueron presos.

La historia ya ha hecho mencion de los grandes males y daños y disensiones que en este Reyno se siguieron por la prision del Adelantado Pero Manrique, é mucho mas se acrecentaron despues de la prision de los dichos Caballeros Conde de Benavente é de Alva, é los otros que en Tordesillas fueron presos, é les fueron tomados todos sus bienes, sin parescer causa legítima por que esto se debiese hacer, mayormente habiéndoles el Rey perdonado el caso de la batalla de Olmedo, é habiéndole ellos despues bien servido. E de lo que mas se maravillaban era de ser preso el Conde de Alva, el qual siempre habia servido al Rey, é seguido al Maestre y Condestable; é por esto así los grandes como los medianos, é aun los menores caballeros destos Reynos, estaban muy sentidos y escandalizados y descontentos, creyendo que este daño se podia estender á todos; é creian que esto se hacia porque al Maestre Don Alvaro de Luna no quedase embargo alguno para en todo hacer su libre voluntad; é por esto á todos les placia de las guerras é males que en el Reyno de cada dia se acrecentaban; é aun lo que mas grave era, que no les podia desplacer de lo que los Moros enemigos de nuestra fe hacian en favor del Rey de Navarra y de los Caballeros que le siguian. E aun en este tiempo el Rey Don Alonso de Portugal favorescia al Rey de Navarra, que era sobrino suyo, hijo de su hermana. E por estas cosas los Grandes del Reyno no servian al Rey derechamente, porque conoscian que de todo lo hecho era causa el Maestre Don Alvaro de Luna. Así el Rey estaba en muy gran congoxa porque sabia bien la verdad, é no podia en ello remediar como debia ni quisiera, mayormente que no se osaba confiar del Príncipe Don Enrique su hijo, conosciendo sus movimientos é poco secreto; pero con

todo eso húbose de juntar con él para seguir lo comenzado, aunque todo lo hacia contra su voluntad. E juntos el Rey y el Príncipe dieron 6rden de poner fronteros así contra los Moros, como contra las fortalezas quel Rey de Navarra en estos Reynos tenia, donde se hacia cruel guerra; y el Príncipe ovo de poner fronteros en los lugares suyos de las fronteras de Aragon é Navarra é de los Moros, entre los quales dió el cargo de Hellin é Chumilla, que es en el Reyno de Murcia, á Alonso Tellez Giron, primo del Marques de Villena, al qual dió docientos de caballo é quatrocientos peones. El qual estando en la villa de Hellin, fué certificado como eran entrados los Moros, y llevaban gran cavalgada de ganados é prisioneros, é salió contra ellos lo mas presto que pudo, é desque llegaron en vista, los Moros se pusieron en órden de pelea, é Alonso Tellez con su gente fué luego ferir en los Moros, é luego de la entrada fueron derribados hasta quarenta Moros, é otros se fueron fuyendo, é tomaron un cerro alto. E como los Christianos pensaron que los Moros iban fuyendo, no curaron de seguir el alcance, é apeáronse á despojar los Moros derribados. E como los Moros los vieron, y conoscieron que era gente que sabian poco de la guerra, volvieron sobrellos, y prendieron y mataron la mayor parte de quantos allí estaban, que dellos no escaparon salvo muy pocos de los de caballo, que con Alonso Tellez pudieron tornar á la villa de Hellin; lo qual luego fué hecho saber al Rey é al Príncipe, suplicándoles mandasen proveer de gente en aquella frontera, lo qual se hizo así, de que el Rey y el Príncipe ovieron grande enojo. Y estando en Madrid, el Príncipe se partió para Segovia, é llevó consigo al Conde de Alva, é á Pedro de Quiñones de que el Rey ovo enojo: é comenzáronse luego nuevos descontentamientos entre el Rey y el Príncipe. E como pares ciese al Maestre de Santiago Don Alvaro de Luna, que del descontentamiento del Príncipe se pudiesen seguir nuevos escándalos é bollicios, acordu que era bien de tratar nueva concordia con grandes firmezas entre el Rey y el Príncipe, para lo qual se determinó que el Rey se fuese á Valladolid, donde ya los Procuradores estaban, é que se tratase como el Príncipe viniese de Segovia á Tordesillas, y el Rey asimesmo viniese alli, y tuviese la plaza segura Don Alonso Carrillo, Obispo de Sigüenza; electo de Toledo. Y el Príncipe vino primero de Tordesillas; é sabido por el Rey como el Príncipe era allí venido, el Rey se partió de Valladolid, é mandó llamar á los Procuradores, con los quales se apartó á la puerta del Campo, y estando allí juntos, el Rey les dixo: «Procuradores, yo vos embié llamar porque quiero que sepais el propósito con que voy á Tordesillas, donde entiendo de hacer dos cosas. Primeramente concordarme con el Príncipe, mi muy caro é muy amado hijo. Segunda, por dar ór den como los que me han deservido resciban pena. é los que me sirvieron gualardon; para lo qual en tiendo de hacer repartimiento de todos los bienes, así de los Caballeros ausentes como de los que es

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