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taba en Borja y en su comarca, con cuatrocientos de caballo, luego desampararon á Borja y Magallon, y se entraron en Castilla. Con esta nueva el conde de Trastamara con todo el resto de la gente de guerra apresuró su camino y entraron por Alfaro, á donde estaba en frontera Iñigo Lopez de Orozco, y no curaron de combatir la villa, y pasaron á Calahorra que no era fuerte, y sin defenderse los que en ella estaban, la rindieron al conde de Trastamara, y en aquella ciudad tomó título de rey de Castilla: y entrando por la tierra adentro, se le fuéron entregando todas las villas y castillos del reino: y el rey don Pedro, que era venido á Burgos, visto que no era poderoso para resistirle, escribió á todos los capitanes y gente de guerra que estaban en las ciudades y villas de Aragon, que las desamparasen ó las quemasen si pudiesen, y se fuésen para él á Toledo. Desta manera, casi en un instante todo lo que estaba en poder de castellanos en Aragon y Valencia, que eran muchas villas y castillos, y gran espacio de tierra, á la cual el rey don Pedro habia puesto nombre de Castilla la Nueva, se desamparó por ellos y volvió á la obediencia del rey, aunque con grande daño y pérdida de los pueblos, porque lo quemaban todo y se llevaban consigo muchos prisioneros. Esto fué por todo el mes de marzo, y un lúnes último de aquel mes, por esta órden, desampararon la villa y castillo de Calatayud, y aquel dia el pueblo en procesion fué á Santa María de la Peña á dar gracias á nuestro Señor, por haberlos librado de la sujecion y tiranía del rey de Castilla, y en cada un año, por el voto que entonces hicieron, renuevan aquella memoria. De la misma suerte se desamparó Teruel, y todos los lugares y castillos del reino de Valencia, en los cuales quedaron muchas municiones y máquinas de guerra. Estaba el rey en este tiempo en Zaragoza teniendo córtes, dando órden que acudiesen algunas compañías de gente de caballo á las fronteras para socorrer los pueblos, porque no se quemasen ni robasen por los enemigos: y en estas córtes, considerando los grandes y señalados servicios que habia recibido por mar y por tierra de Francés de Perellós, le hizo noble y vizconde de Roda, y dióle para él y sus sucesores las villas de Roda y Epila, con sus aldeas y términos. Prorogáronse las córtes para la villa de Calatayud, y á cuatro del mes de abril, en la iglesia mayor de Santa María de aquella villa, asistió á ellas el rey, que posaba en las casas del obispo de Tarazona. Fué cosa muy notoria en aquellos tiempos, que aunque el rey diversas veces fué requerido por los de Calatayud cuando el rey de Castilla los tenia cercados, para que les enviase socorro, y les envió á mandar con sus mensajeros, que hiciesen el mejor partido que pudiesen y se rindiesen, y aunque ellos con gran constancia y valor hicieron su deber, y no temieron el último pe

de armas ejercitados en guerra: y no se sabe que despues de la batalla de Ubeda, de aquellas partes entrase tanta gente extranjera de caballo. Estaba toda la tierra llena de franceses, gascones, normandos, bretones é ingleses, con diferentes armas y trajes: y entonces se afirma, que comenzaron á usar en España las armas que llamaban de bacinetes y cotas, y arneses de piezas de piernas y brazos, y los que decian glavios y dagas, y estoques, porque en lo antiguo usaron perpuntes y capellinas, y lanzas: y como antes decian hombres de caballo de armas y ahorrados por lo que ahora se dice á la lijera, de allí adelante dijeron lanzas. Parte desta gente vino á la ciudad de Barbastro, y se apoderaron de toda ella: y usaron de tanta insolencia y crueldad contra los vecinos, que no pudieran ser entrados ni combatidos con mayor inhumanidad, si fueran enemigos, robando sus casas y atormentandolos: y habiéndose recogido gran número de gente con sus bienes á la torre de la iglesia mayor, que es grande y muy fuer- | te, pusieron fuego en ella y murieron mas de doscientas personas. Esto fué el mismo dia de nuestra Señora Candelaria deste año: y recibió aquella ciudad tanto daño en la entrada de aquellas gentes, que no se pudiera recibir mayor, si fuera entrada por infieles: y por esta causa el rey los hizo exemptos el mismo año del servicio que llamaban cavalgadas. Ordenóse en la congregacion que el duque de Girona tuvo en la misma sazon con los del reino, porque habian de pasar aquellas compañías por esta ciudad, y se escusasen los inconvenientes que se temian, si entrasen ó reparasen en ella, que en pasando la puente entrasen por un postigo, que llamaban de San Juan de la Puente, y por la ribera del rio fuésen á otro postigo del mercado, y de allí fuésen por la calle de los Tejares hasta el postigo del monasterio de predicadores, y saliesen á la vega, y tomasen los caminos de Epila y de Alagon. Cerráronse todos los otros pasos con palizadas, y las puertas de la ciudad, porque no se pudiesen desmandar á seguir otros caminos: y nombráronse para que los guiasen por lugares mas cómodos y en que hallasen mantenimientos, Ramon Percz de Pisa, sobrejuntero de Sobrarbe y de los Valles, y Pedro Jimenez de Pomar, sobrejuntero de Huesca y Jaca, y otros caballeros. Vino el conde de Trastamara por Tamarit de Litera, y allí casó á doña Juana su hermana, hija del rey don Alonso, con don Felipe de Castro, señor de las baronías de Castro y Peralta: y vendió el condo á don Felipe la villa de Tárrega, por precio de treinta mil florines, y aseguró don Felipe à su mujer los quince mil: y de allí se vino el conde á Zaragoza, y con él don Felipe de Castro, don Gonzalo Mejía, Gomez Carrillo y Diego Lopez Pacheco. Entró el rey en Zaragoza á trece del mes de febrero, y dió allí órden de pagar al conde de Trastamara el sueldo de su gente, que por esta causa se detenia: y antes que saliese de Zara-ligro, y se determinaron morir peleando en su defengoza, confirmaron lo que tocaba á sus alianzas, y tornó á declarar la parte que se habia de dar al rey, en caso que conquistase el conde los reinos de Castilla: y fué allí tratado que la infanta doña Leonor casase con don Juan, hijo del conde de Trastamara, y la infanta se enviase luego á Castilla, como estaba ya tratado desde que el rey tuvo cercado á Murviedro. Esto fué á cinco del mes de marzo deste año: y entretanto que el conde se ponia en órden para hacer su entrada en Castilla, el rey mandó que entrase primero por la fron-y varonil defensa que hicieron los vecinos de aquella tera de Borja y Magallon, Ugo de Calviley con sus compañías inglesas: y aunque el maestre de Santiago es

TOMO IV.

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sa, pero despues el rey, como era demasiadamente áspero y mas inclinado á todo rigor, quiso proceder contra ellos por términos de justicia, ó ellos lo procuraron para que todo el mundo entendiese su gran lealtad y aunque el rey acabó de satisfacerse de lo bien que le habian servido los de la villa en aquella guerra, asistiendo á las córtes Domingo Cerdan, justicia de Aragon, los cuatro brazos en nombre de todo el reino, en conformidad, siendo cosa notoria, que por la buena

villa y de sus aldeas, resultó en gran provecho destos reinos, y hubo lugar de apercibirse: y conside95

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