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de 1590 se inauguró por tercera vez con no poco aparato la prolongación del Moll de Santa Creu colocando la primera piedra el Conceller de mayor categoría. (1)

Desde la más remota antigüedad se tuvo por excelente el puerto natural de Cartagena, según lo demuestran las reseñas geográficas de la dominación romana, pero de los datos publicados recientemente se deduce, que por ser pequeño é insignificante el muelle antiguo acordó el Ayuntamiento, en cabildo celebrado el año 1581 pedir á Felipe II una galera vieja para poder construir con ella un muelle en la playa de San Leandro. (2) En 1585 acudió de nuevo el Concejo á S. M., manifestándole que costando la obra 12.000 ducados deseaba le ayudase con 6.000 ó lo que fuera su voluntad, y no debió conseguir esta subvención, cuando en el año siguiente representó de nuevo pidiendo licencia con objeto de imponer «derechos á los bastimentos ordinarios con cargamento á este puerto, á fin de sacar hasta 6.000 ducados que le faltan para la continuación del muelle nuevo» que se remató en 12.500.

El tráfico de exportación de lanas y de otros artículos y el gran número de carros y chirriones que acudían al nuevo muelle de San Leandro, demostraron bien pronto su insuficiencia, puesto que el Ayuntamiento acordó en 1596 construir otro en la Marina en sitio «bastante hondable para que lleguen las barcas. >>

Felipe II ordenó por Real cédula expedida en Aranjuez el 8 de Marzo de 1587 la construcción del muelle viejo de Málaga. Se colocó la primera piedra el 1.o de Enero del año inmediato, dirigiendo las obras el Ingeniero Facio Bursoto. ()

Se construyó en el mismo reinado la aduana ó lonja de Sevilla con arreglo al proyecto de Juan de Herrera, cos

() Rafo. Proyecto para la mejora y ensanche del puerto de Barcelona. Capitulo II. (2) Monografía del puerto de Cartagena por D. Félix Martínez, Revista de Obras públicas, Serie VII. Tomo I. Número 1.

(3) Guia de Málaga y su Província, por D. A Mercier y D. E. de la Cerda. Año 1866. Muelles.

teándola, según Real cédula de 1572, con un tercio por ciento de los fondos de la Avería cobrado «sobre todas las mercaderías que se cargaren y descargaren en esta ciudad y puerto de ella y sobre todos los dineros que se cambiaren para las ferias del Reino con excepción de lo que entrare por cuenta de la R. Hacienda y del oro y plata que venga de Indias.» (1)

Se trabajó también durante los reinados de los dos primeros Austrias en el cay y contra-cay de Gijón y en los puertos de Mahón, Ceuta, Gibraltar y Cádiz.

VI

Mientras el tráfico de Sevilla adquiría tan extraordinario vuelo que al mediar el siglo XVI había mercaderes muy acaudalados por las rápidas ganancias obtenidas con los géneros enviados en las flotas de América, íbase también desarrollando el comercio en las costas del mar Cantábrico, especialmente en la ría de Bilbao, en donde el Consulado ó Casa de Contratación, constituído en tiempo de los Reyes Católicos, empezaba á dar pruebas de su vitalidad y demostrar sus dotes administrativas.

Por Real Provisión otorgada en Madrid por D. Carlos I y su madre D.a Juana en Mayo de 1533 se aprobó un arancel de derechos de importación y exportación «para el hedificio del muelle de Portugalete y otros reparos que en ella se hacen.» (2) Siete años después se sacó á remate la construcción «de 60 brazas de cay é muelle de la barra para el remedio de ella é de la ría é canal de esta noble villa de Bilbao, segun é con las condiciones que se hicieron é edificaron las primeras 120 brazas,» y en 1542 autorizaron «las sacras é católicas Magestades» la subasta de <un cay de

(1) Llaguno y Cean Bermúdez. Tomo II. Reales cédulas sobre las obras que trazó y dirigió Herrera.

(2) Memoria de las obras de mejora de la ría de Bilbao del año 1880-81, por D. Evaristo de Churruca.

piedra que fuera de largo de 350 brazas é de ancho de cinco en los cimientos y cuatro encima é de altor de cuatro brazas.» La suma de los trozos de muelle ya construídos y del contratado arrojan 604 brazas, equivalentes á la considera. ble longitud de 1.175 metros de espigones en ambas márgenes de la embocadura de la ría, que desafiaban el embate de las furiosas olas del mar Cantábrico, obras muy atrevidas, dados los procedimientos de que entonces disponía el arte de la construcción. Proyectáronse también otros trabajos cuya reseña puede consultarse en la mencionada Memoria del Sr. Churruca.

Ya se ha observado que no era siempre fácil conseguir del Real Consejo la autorización para cobrar impuestos sobre el tráfico de importación y exportación, siendo para ello necesario, en primer término, el acuerdo ó Capitulado entre los Consulados de Burgos y Bilbao. En el celebrado en 1535 se acordó que la Villa de Bilbao, ó sea su Concejo, contribuyera con la cuarta parte del valor de las obras, otra cuarta parte entre Portugalete y las anteiglesias confinantes con la ría, y el resto, ó sea la mitad, había de suplirse mediante una imposición general sobre los buques y mercade-rías que entrasen y saliesen por la barra, pero estos gravámenes sólo se percibían con destino á determinadas obras y mientras duraba su ejecución.

En 9 de diciembre de 1541 se concedió Real licencia á la villa de Portugalete para echar por sisas ó repartimiento 300 ducados con destino á las obras del muelle y otros de su puerto. En 7 de Febrero de 1595 se facultó al Corregidor de Vizcaya para la imposición ó sisa de 2.000 ducados con objeto de terminar los trabajos de la barra de Portugalete. (1)

El muelle de San Sebastián se emprendió en tiempo de Carlos I, continuándose en el de su hijo. Era según el historiador Camino (2) «una obra verdaderamente magnífica

(1) Colección de Cédulas, Cartas, Patentes etc. de las Provincias Vascongadas. Tomo 11. (2) Camino Historia de San Sebastián. Capítulo XXI.

capaz de 70 navíos, batida siempre con incesante acción y reacción del mar, y con la violencia de sus resacas.» El Rey Felipe III que lo visitó en 1615 pidió dos años después á la ciudad las medidas «del grosor y altura del muelle con informe de su coste á fin de que sirviese de regla para la fábrica del que se iba á levantar en Gibraltar. >>

Por Real provisión de 6 de Abril de 1536 dictada en San Sebastián por el Emperador se dió licencia á la villa de Guetaria «para poder llevar por tres años de las naos, frutas y mercaderías que vinieren á aquel puerto, los derechos expresados en un arancel que está incluso para un muelle que se ha gastado en él más de 15.000 ducados é se gastarán más de otros 6.000 para conservar y reparar cuando hobiere necesidad. >>

El carácter general de estas obras públicas consistía en que su ejecución se hallaba encomendada á las Corporaciones locales bajo la vigilancia é inspección del Consejo de Castilla, de Aragón ó de Italia, tanto en el examen é información de cada proyecto, como en la autorización de los arbitrios destinados á costearlas. No se destinaban fondos del Tesoro á subvenciones ni á construirlas, como sucedía con las fortificaciones, Sitios reales y muchos edificios religiosos, pero se dejaba en cambio, la administración de las obras de puertos á los consulados y ayuntamientos, medida conveniente para estimular á los pueblos y despertar sus iniciativas y hábitos de buen gobierno, facultándoles al efecto para cobrar ciertos derechos al tráfico marítimo aunque bajo una vigilancia muy rigurosa.

Obsérvase que comunmente se hallaban encargados de la dirección de los trabajos hidráulicos importantes y aun de las fortificaciones de la Península y de América ingenieros extranjeros italianos y flamencos. Sólo de la familia de Antonelly hubo cinco arquitectos y debe advertirse que si Juan de Herrera dirigió, además de la grandiosa obra del Escorial, puentes y canales, había acompañado á Flandes. al Príncipe Felipe cuando en 1548 fué á visitar á su padre

el Emperador y estudió en Bruselas tres cursos de ciencias exactas y de Arquitectura.

Algo se hizo para suplir tal deficiencia, fundando en Madrid una Academia á cuyo frente se puso Herrera. Se enseñaban los cuatros libros de Euclides, la Aritmética, la Trigonometría, la Hidráulica y principios de Fortificación (1) escuela que desapareció en el siglo siguiente arrollada en la corriente de tremenda postración del Reino.

Merecen también especial mención por su vecindad con la frontera española las obras ejecutadas en el siglo XVI para fijar la embocadura del veleidoso Adur, cuyo cauce, cerrado en más de una ocasión por la formidable barrera de las dunas, causó no pocos sustos á los comerciantes de Bayona. Viéronse privados casi totalmente de la hermosa vía marítima en tiempo de Enrique II, y apelaron á él en súplica de un pronto remedio, solicitud que fué bien acogida, encomendando al capitán Fayol las obras de desagüe por Cap Breton, cuyos gastos resultaron infructuosos.

Cuando Carlos IX visitó la ciudad-acompañado de la Reina madre Catalina de Médicis-celebró varias conferencias con los magistrados del Consejo municipal, los marinos é ingenieros, y encargó el proyecto de la nueva desembocadura al reputado arquitecto Luis de Foix á su regreso del Escorial. Excavado al efecto el canal en la dirección escogida, construyóse un sólido dique para cerrar el paso de las aguas hacia el Norte, muelle que el ímpetu de las corrientes se encargó de destruir por tres veces, originando terribles inundaciones. Por fortuna, cuando era mayor el desaliento, debido á tan repetidos fracasos, ocurrió en 1578 una tempestad furiosa traducida en lluvia torrencial que arrastró las masas de gravilla y arena, cegando el Vieux boucau para abrir el desagüe directo hacia el mar. El éxito más completo coronó esta vez los desvelos de Mr. Foix, si bien debe atribuirse quizás á aquel accidente (1) Cabrera Historia de Felipe II. Libro XI Capitulo XXIII y Llaguno y Cean Bermú dez en el tomo II, capítulo XXVIII hay pormenores de lo que fué aquella Academia.

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