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propiación forzosa por causa de utilidad pública y aun el recargo de afección en los justiprecios, y se empleaban carretas para los transportes de mercancías á los puertos.

A pesar de la gran variedad de coches usados durante el Imperio romano, desapareció en absoluto su empleo desde la invasión de los bárbaros, manteniéndose en total eclipse durante toda la Edad Media y aun en los comienzos de la Moderna en el Occidente de Europa.

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Hallándose la Reina D.a Juana en Aranda el año 1461, y muy adelantada en su embarazo, la hizo conducir á Madrid Enrique IV en silla de manos ó andas -como entonces se decía. Salió á recibirla á larga distancia, y haciéndola subir con cariñosa solicitud á las ancas de su mula, la condujo de este modo al Alcázar entre las más expresivas aclamaciones de los madrileños. (1) Y cuando en tan delicado estado viajaba la esposa del Rey en silla de manos ó en las ancas de la mula, se deduce que tan rudimentarios medios de transporte representaban á la sazón el grado superior del regalo y de comodidad en la Corte de Castilla.

En efecto, los embajadores y personajes viajaban entonces á caballo. Jorge de Ehingen, enviado del Emperador, atravesó el Reino en 1457 por Burgos en dirección á Santiago de Galicia, ó sea por la calzada de los peregrinos, que era á la sazón la más atendida, y dice: «Perdimos uno de estos mejores caballos de guerra porque el camino es sumamente penoso.» (2)

El noble bohemio León de Rosmital hizo su excursión desde el año 1465 al 67. Dirigióse de Bilbao á Valmaseda, y como se negase á pagar el pontazgo en esta última villa, <<fueron tomados los caballos que llevaban nuestros bagajes y nos amenazaron. »

No estaban más adelantados en Francia. Isabel de Baviera hizo su entrada en París en 1389 en una litera descubierta ricamente adornada, y las señoras de su séquito iban

(1) El Antiguo Madrid, por D. Ramón Mesonero Romanos. El Alcázar.

(2) Viajes por España, pág. 29.

en vehículos análogos ó montadas en palafrenes con dos lacayos á la brida. Al dirigirse á los torneos era muy común que las damas montasen á la grupa de los caballeros. Usaban la mula las personas graves, como los obispos, abades, magistrados y consejeros, no sólo por evitar la fatiga de las caminatas largas, sino por el barro de las calles, que rara vez estaban empedradas. (1)

La Universidad de París, fundada en el año 1200, obtuvo varios privilegios para organizar en el siglo XIII el servicio de postas, sin duda, con el principal objeto de que los estudiantes pudieran comunicarse con sus familias, y otras universidades alemanas é italianas disponían también de correos. En España el Código de las Partidas menciona á los mandaderos «que traen mandaderías por cartas semejantes á los pies del ome que se mueven á las vegadas á recabdar su pro sin fabla,» () y les concede preeminencias y consideraciones á los correos. Claro está que Cataluña no había de descuidarse, dado su ostensible adelanto, en establecer una institución tan necesaria para su floreciente industria y activo comercio, y en efecto, en 1283 existían agremiados los troters, quienes fundaron una cofradía, y consta que se acordó que hubiese correos buenos é idóneos en todas las corts, ballias y veguerías.

Durante el siglo XIV se reglamentó el servicio en la Corona de Aragón con arreglo á los curiosos pormenores consignados en la obra del Sr. Verdegay. El correo partía á caballo, llevando en el brazo izquierdo una chapa que más adelante se sustituyó por el bordado de las armas de la ciudad

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que pertenecía, y al salir de Barcelona parábase á la puerta de la capilla del gremio á recibir la bendición del sacerdote. En la inmediata centuria se perfeccionó mucho la institución; había además de los correos del Rey, los de las ciudades, nombrándose el de Barcelona por el Consejo de los 32 y los 16 prohombres. La organización de este servicio en la

(1) Grand Dicctionnaire Universel du XIXe siecle, par Pierre Larousse. Tomo III. (3) Título IX, ley XXI.

Corona de Aragón, comparada con la deficiente de Castilla, presenta una prueba de la cultura de Cataluña al finalizar la Edad Media.

IV

La navegación del Ebro, sostenida con tanto vigor durante la dominación romana, subsistía en los últimos siglos de la Edad Media, según lo comprueban numerosos documentos. Dice Mariana que Alfonso, Rey de Aragón, «mandó hacer muchas barcas y Baxeles en Zaragoza,» (1) y la vía fluvial se utilizaba aguas arriba de la ciudad en larga distancia para el transporte de las mercancías enviadas á Brujas por los puertos de Bilbao y de Bayona, comercio que hacían las factorías anseáticas. (2)

Pero en donde se encuentran más pormenores del tráfico por el Ebro es en la obra de D. Ignacio de Asso. (3) Era Tortosa la escala principal del comercio de granos que enviaban los aragoneses á Cataluña, en donde, según una carta de Juan I, «no hai aquella abundancia de pan que saria menester.» Disfrutaban los mercaderes de Zaragoza de ciertas exenciones para los granos embarcados en el Ebro, cuyos privilegios dieron lugar á numerosas reclamaciones, y como Jaime II impusiera el derecho de lezda en 1320, acordó la Ciudad redimirlo entregando al Rey por una vez 50.000 sueldos barceloneses, y al efecto crearon un tributo de 3 dineros por libra de trigo remitido á Tortosa, cuya percepción se contrató con un particular.

Los Reyes acudían á los jurados de Zaragoza para el abastecimiento de sus ejércitos. Alfonso IV les pidió trigo en 1331 para la expedición á Cerdeña, y Pedro IV dió las gracias á la ciudad en 1344 por haberle remitido mil cahices y otros tantos de cebada y de avena para la conquista

(1) Historia de España, libro X, capitulo XV.

(2) Histoire commerciale de la Ligue Hanseatique, par Emile Worms. Chapitre IV. (3) Historia de la Economia politica de Aragón. Año 1798.

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de Mallorca, y esta clase de remesas se repitieron en tiempos posteriores, no solo para Cataluña sino para países extranjeros. Se debe advertir que la prohibición de extraer granos y caldos del Reino que fué en Castilla una medida sostenida con tenacidad digna de mejor causa, no existía entonces en Aragón, permitiéndose con mejor criterio la salida en los años de buenas cosechas.

Resulta de las disquisiciones de Asso que al comienzo del siglo XIV funcionaba en Zaragoza el Consulado de Comercio encargado de administrar justicia en las querellas mercantiles, de defender las franquicias del tráfico y del cuidado del cauce del Ebro. Consta en Real cédula suscrita por Juan I en 1391, que el Consulado ejercía la superintendencia de la navegación del río: para el reparo de los pasos peligrosos y las obras exigidas por las variaciones del cauce, cobraba dos sueldos por cahiz de trigo y tres por carga de otras mercancías. Se le eximió por el mismo Monarca á la Corporación de dar cuentas al Maestre racional de las cantidades invertidas en las obras del río, y aprobó en 1392 las medidas adoptadas para componer el azud de Quinto, de manera que no perjudicase al tránsito fluvial, y como las alteraciones en el curso del río eran bastante frecuentes y exigían la ejecución de algunas obras costosas, se le facultó para imponer en Zaragoza algunas sisas con el fin de allegar fondos.

Barcelona tenía en el siglo XIII un fondeadero abierto en la falda meridional de la montaña Monjuich, pero su tráfico mercantil era tan activo en la siguiente centuria que Pedro IV consignó en una Cédula firmada en 1380 estas palabras: «Barcelona se ha hecho rica más por el uso y el tráfico que por otra causa.» (1) La afluencia de naves obligó á ejecutar varias obras de seguridad y abrigo para las galeras del Estado, construyéndose el astillero y el arsenal en el sitio ocupado más adelante por las Atarazanas. (2) Alfonso

(1) Memorias históricas del comercio de Barcelona por D. Antonio Capmany. Tomo III. (3) Discurso leido en el Ateneo Barcelonés en 1877 por el Ingeniero Jefe de Caminos D. Mauricio Garran.

V de Aragón concedió con carácter de perpetuidad al Ayuntamiento de Barcelona por R. Cédula de 1439 la libre facultad de limpiar y desembarazar la playa, imponiéndose al efecto el primer derecho de ancoraje para ayuda de costas (1) pero destruyó un temporal la empalizada y caja formada para dar principio al muelle. Consta que no por esto se abandonó la idea de construir el puerto, porque en 7 de Marzo de 1441 acordó el Municipio hacer venir personas expertas en trabajos hidráulicos desde Siracusa, Sicilia, Candia y Rodas. (2)

Las naves catalanas se habían enseñoreado de Cerdeña, Sicilia y de Nápoles; los leyendarios almogábares fundaron el Ducado de Atenaas, y hacían frente con fortuna sus armadas á los pueblos rivales que le suscitara la extensión de su poder y la prosperidad de su comercio. La Lonja de Barcelona fundada en 1370 era la más antigua de España, así como la Taula de Cambi ó Banco, y sus leyes y costumbres marítimas se adoptaron por las ciudades italianas, y han constituído la base de la jurisprudencia mercantil moderna. (3)

En la XV centuria se emprendieron las obras del puerto de Valencia con un muelle embarcadero de madera (4) y se fundó en Perpiñán la segunda Casa de Contratación de la Corona aragonesa.

V

También se mantenia navegable el Guadalquivir hasta Córdoba en tiempo de Pedro el Cruel. Weis atribuye al descuido de los reinados inmediatos que cesase el tráfico fluvial entre aquella ciudad y Sevilla; (5) pero debió influir (1) Capmany, idem.

(2) Proyecto para la mejora y ensanche del Puerto de Barcelona por D. José Rafo, Inspector de Ingenieros de Caminos. Capitulo II.

(3) Sardi Storia civile veneciana. V. H. P. 865.

(4) El Puerto de Valencia, por A. Sonier

(5) La España desde Felipe II. Tomo II, segunda parte, capitulo III. Falta de comuni

caciones.

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