Imágenes de páginas
PDF
EPUB

julio), en tanto que otras columnas procuraban tambien trepar por las quiebras de las rocas. Aunque los nuestros los recibian con fuego de fusilería y de cañon, y con piedras y todo género de proyectiles, no se pude evitar que las tropas ligeras enemigas se encaramáran por algunos flancos de la montaña, cogiendo por la espalda á nuestros artilleros, que perecieron allí á pié firme. Algunos franceses penetraron por una puerta accesoria en el monasterio, trabándose allí un horrible combate personal, que concluyó por aarojar á los españoles de aquel recinto, con la fortuna de poderse salvar los más con su gefe, merced al conocimiento que tenian de todas las trochas y veredas. Algunos monjes y ermitaños fueron cruelmente asesinados por la furiosa soldadesca.

No satisfecho todavía Suchet del estado de Cataluña á pesar de sus triunfos, porque veia á través de todo renacer por todas partes -los incansables somatenes, porque veia tambien á Lacy reorganizar batallones, levantar de nuevo el país y meterse audazmente en la Cerdaña francesa llevando el espanto á la frontera enemiga; menos satisfecho con que estuviese todavía en poder de los nuestros el castillo de Figueras, que desde principio de mayo tenian Macdonald y Baraguay d'Hilliers bloqueado con una doble línea de circunvalacion, no queria salir del Principado sin que aquella fortaleza volviera á poder de franceses. No necesitaba en verdad emplear un graude esfuerzo.

Porque encerrados allí los nuestros tres meses y medio hacia, sin esperanza, ni aun posibilidad de socorro, consumidas las provisiones, y apurado todo lo que podia servir de alimento, hasta los animales inmundos, harto habia hecho el gobernador Martinez en sufrir con ánimo entero el infortunio y en responder con firmeza á todas las intimaciones. Pero era imposible prorogar más aquel estado, y queriendo ponerle honroso término, hicieron los españoles la desesperada tentativa de abrirse paso por entre las filas enemigas. Tampoco fué posible; y casi exánimes ya aquellos desesperados, tuvieron que rendirse (19 de agosto), quedando prisioneros unos 2,000, además de los heridos y enfermos, que eran muchos tambien.

Así, cuando Suchet regresó á Zaragoza, no para permanecer en Aragon, sino para preparar y emprender la conquista de Valencia que Napoleon tenia ya encomendada á su pericia y actividad, pudo ir satisfecho, y Napoleon sin duda lo estaba tambien, del remate feliz para ellos que bajo su direccion habian tenido los memorables sitios de Aragon y Cataluña, «los más famosos, dice un escritor francés de primer órden, que se habia llevado á cabo desde Vauban.» La empresa de Valencia fué un suceso que por su direccion y por su importancia merece ser relatada aparte. Terminaremos pues este capítulo con una sucinta descripcion del estado de las provincias interiores de España en este mismo período.

Poco ó nada notable ocurrió en esta primera mitad del año 11 en las comarcas limítrofes de las provincias de Granada y Murcia, al cuidado la primera, juntamente con la de Jaen, del general Sebastiani con el 4. cuerpo francés, la segunda al del general español Freire, sucesor de Blake en estas partes, con el 3.er ejército que antes formaba parte de el del Centro. Hubo solo reencuentros parcialeo, aunque recios algunos y bastante empeñados; incursiones recíprocas en territorio respectivamente enemigo, de las cuales húbolas atrevidas é imponentes, como la que hizo Sebastiani hasta Lorca, y la que á su vez ejecutó el conde del Montijo con algunos batallones por la parte de las Alpujarras, aproximándose tanto á Granada que puso en cuidado la guarnicion misma de aquella capital. Al fin de junio el genera! Sebastiani, quebrantado de salud y al parecer no bienquisto de Soult, retiróse á Francia, sucediéndole en el mando de aquella provincia el general Leval.

Solia haber en la Mancha ura division del mismo 4. cuerpo francés para mantener espedita la comunicacion entre las provincias de Andalucía y la capital del reino; si bien el territorio mismo de la Mancha, como de las provincias de Madrid, Toledo, Guadalajara, Cuenca, Avila y Segovia, comprendian el distrito militar á que se estendian las operaciones del ejército llamado del Centro. bajo las inmediatas órdenes del rey José, único en que él mandaba con libertad. Este ejér

cito, más que con tropas regulares españolas, tenia que habérselas con las partidas que rebullian en las provincias mencionadas, y de las cuales las más gruesas subsistian las mismas que en años anteriores, si bien de las pequeñas solian desaparecer ó concluir algunas, que no tardaban en ser reemplazadas por otras que brotaban de nuevo. Era siempre de los partidarios de más cuenta don Juan Martin (el Empecinado), que corriéndose unas veces á Aragon, volviendo otras á Guadalajara ó Cuenca, ya campando solo, ya uniéndose á don Pedro Villacampa, como cuando desalojaron juntos la guarnicion francesa de la villa y puente de Auñon llevándose más de cien prisioneros, ya batiéndose en las comarcas de Sigüenza ó de Molina, ya trasponiendo sierras y apareciéndose en Segovia ó San Ildefonso, traia constantemente en jaque á los enemigos.

Fué error de la junta (entre los desaciertos é inconveniencias que estas juntas de provincia solian cometer) haber puesto la division del Empecinado, que division podia llamársela, puesto que reuria ya más de 3.000 hombres, bajo las órdenes del marqués de Zayas (distinto del general Zayas, perteneciente ahora al ejército de Cádiz), como comandante de la provincia. No era el de Zayas hombre ni de prestigio ni de tacto para el caso, y bajo su direccion llevaba más trazas de debilitarse y amenguar que de crecer y fortalecerse la gente de don Juan Martin (julio). Por for

tuna la medida de las Córtes disolviendo aquella junta y relevando de la comandancia á Zayas puso término á aquel estado, y reorganizando don Juan Martin su fuerza acreditó otra vez más que para gobernar partidas eran menester las condiciones especiales que él y algunos otros de su temple reunian.

Eran de este número los dos médicos, despues generales, en años anteriores ya tambien mencionados, Palarea y Martinez de San Martin, tan molestos al ejército francés de Castilla la Nueva, el primero por la parte de Talavera de la Reina y Toledo, el segundo por la de Cuenca, Albacete y Ciudad-Real, ya solos, ya en combinacion con otros partidarios, como cuando éste último, reunido con don Francisco Abad (Chaleco), escarmentó á los franceses en la Osa de Montiel (agosto). Tampoco faltaban guerrilleros diestros y valerosos, aunque no de tanta nombradía, en las dos previncias de Castilla la Vieja, Avila y Segovia, comprendidas en la demarcacion señalada al ejército francés del Centro bajo el mando inmediato del rey José. En la primera y sus confines campeaba el ya otras veces nombrado Saornil; y en la segunda y sus sierras, se hacia cada vez más notable don Juan Abril, que entre otros importantes servicios hizo en la primavera de este año el de rescatar 14,000 cabezas de ganado merino que los franceses habian apresado é intentaban trasportar acaso fuera del reino, ó donde otros de sus cuerpos de ejército estaban

[ocr errors]
« AnteriorContinuar »