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consigo la idea del reconocimiento de José como rey de España, idea contra la cual se rebelaba el espíritu público, contra la que se sublevaba la voluntad nacional, que repugnaba á la dignidad del reino, y rechazaban sus compromisos y sus altas obligaciones, desatentada por lo mismo y de imposible realizacion.

No fué esta la sola ilusion que de regreso á Madrid vió desvanecerse el rey José, no solamente en sus esfuerzos por conquistarse los ánimos y las voluntades de los españoles, sino tambien en lo relativo á las promesas últimas de Napoleon su hermano, como más adelante habremos de ver. (1).

(1) Es interesante, y sobremanera curiosa la correspondencia que en este tiempo se siguió entre el rey José, y la reina Julia su esposa, Napoleon su hermano, y su primo el general Berthier, principe de Neufchatel, porque nada puede retratar tan á lo vivo y con tanta verdad como estas cartas de familia la angustiosa situacion del monarca intruso, su carácter y sentimientos, el comportamiento y las miras de Napoleon, y el modo como José juzgaba de sí mismo y de la España. Creemos que nuestros lectores agradecerán que les demos conocer siquiera algunas de las muchas cartas relativas à este asunto, que á la vista tenemos.

José & la reina Julia.

Mi querida amiga: (Llamábala asi siempre): he tenido muchas conferencias con Mr. de Laforest, que me ha dicho con más respeto las mismas cosas que te han sido dichas á tí. He respondido como has respondido tú, que estaba au

torizado á creer que se deseaba
mi marcha, pues que se hacia mi
existencia imposible aquí, que si
yo estaba en un error y se desea
que me quede, estoy pronto; si
se desea que me vaya, tambien
lo estoy. Que en llegando á París,
presentaré yo mismo ó me haré
preceder por el acta que se quie-
ra. Te remito un modelo. En este
caso ninguna condicion: lo mejor
es la retirada absoluta. En el ca-
so de que sinceramente se quie-
ra que me quede, haré todo lo
que exijan la razon y el deseo de
complacear á mi hermano, y el fin
que debió proponerse al enviar-
me aquí. Pero debe tener enten-
dido que nada indigno de mí pue-
do prometer ni ejecutar. Acaso
conozco mejor lo que debo al em-
perador y á la Francia en lo que
á mi toca. Cualquiera que sea el
partido que prefiera el empera-
dor, no hay que perder momento,
porque aquí todo está en disolu-
cion. Si he de dejar este país, que
sea sobre la marcha. Devuélveme
el acta adjunta con las modifica-
ciones que se exijan, si las hubię--

re. Si he de quedarme, prepárate à venir con mis hijos, y que te precedan pruebas de la estimacion del emperador, sin la cual no puedo permanecer aquí. Es menester escitar la opinion por medios diferentes, que anuncien la estabilidad de mi existencia: tu llegada, la aceptacion por parte del emperador del órden aquí establecido, y algunos anticipos de dinero. Me limito à un millon mensual, hasta que pueda contar con la totalidad de las contribuciones de Andalucía, absorvidas hasta ahora por el ejército, cuya presencia es necesaria delante de Cádiz...... etc.

José à la reina Julia.

Mi querida amiga: mi posicion aquí empeora cada dia de tal modo, que me he decidido á escribir la carta cuya copia acompaño. Tú puedes hablar de ella al emperador: yo no puedo restablecer el órden con los oficiales que me han sido dados. -Si el emperador acepta mi proposicion, tendré más trabajo, pero espero resultados, y al menos gozaria del fruto de mis fatigas. Hoy me estoy desacreditando cada dia más por la mala conducta de gentes que no puedo reprimir: prefiero, si es menester, esponer todos los dias mi vida con tropas nuevas en un distrito en que el bien ó el mal fueran obra mia, que continuar en el estado de discordia, de humillaciones y de anarquía en que me encuentro entre mis ministros y los administradores franceses, el pueblo y el ejército, los insurgentes y los hombres que han tomado partido por mí. Todo sistema sencillo puedo yo llevarle á buen término; tengo esta confianza; pero no puedo lo imposible. Propongo, pues, en dos palabras, quedarme en las provincias del centro con las solas tropas y oficiales á mi servicio. No pido para esto al emperador sino un

anticipo de un millon mensual, á contar desde 1.° de enero. Un adelanto de dos ó tres millones me seria aún necesario para pagar una parte de los atrasos; pero en fin, si tú tienes y el emperador no puede anticiparme esta suma, ¿no podrias tú procurármela hipotecando todos los bienes raices que dejarias en Francia? Que se me entregue à mis propios medios, si se quiere; no temo ninguna situacion, pero no puedo estar más tiempo como estoy...... etc.

José á Berthier.

Con profundo sentimiento he leido la carta de V. A. del 18 de febrero..... ¿Cómo V. A. puede pensar que un hombre que no tiene pan, ni zapatos que dar á los que tienen la desgracia de servir á sus órdenes, puede emprender construcciones de medio millon de reales?.... ¿Cuántas veces he de repetir que las tropas que me sirven no están ni pagadas ni vestidas hace ocho meses? Hace siete que las del emperador no cobran sueldo: su subsistencia misma está hoy comprometida. Los proveedores acaban de ser afianzados con los objetos de valor que existen todavía en el palacio de Madrid, y yo he tenido que despojar la capilla de mi casa: este recurso nos proporcionará víveres para quince dias.— Me veo forzado á guarnecer á Madrid con las menos tropas posibles por no poder mantenerlas; ellas viven en provincias, pero cuestan caras al tesoro, que no alimentan por muchos razones. Por otra parte, Avila está agotada por los depósitos del ejército de Portugal; Extremadura, por ei 5.o cuerpo y las guerrillas; Cuenca, esta arruinada..... Segovia, esquilmada por el ejército de Portugal, no da al tesoro 200,000 reales mensuales; Guadalajara, bien ó mal, costea los dos regimientos Real-Estrangero é Irlandés; Toledo, vejada por las guerrillas y cru

zada por los inmensos convoyes de Andalucía, apenas da 200,000 reales; la Mancha, teatro diario de combates de los cuerpos avanzados del ejército de Murcia, de las guerrillas de Extremadura y de la provincia misma, no envia á Madrid 600,000 reales; Madrid, no tiene otro recurso que el producto de los derechos de puertas: estos derechos subian en otros tiempos hasta cien mil reales diarios, hoy, por el poco consumo de ics objetos de lujo, por el contrabando, favorecido por los convoyes que van y vienen de Francia y de Andalucía, por la vecindad del Retiro, por la desmoralizacion general nacida de la falta de pagas à todos los empleados, este recurso está reducido hoy a cincuenta ó acaso à cuarenta mil reales diarios, que hacen millon y medio al mes..... Hé aquí ahora mis gastos: doce millones de reales, reducido à lo imposible, y mi propio consumo á la quinta parte de mi lista civil: suponiendo que no gastase un sueldo para el ejército francés del centro, y que el órden se restableciese aquí, aun tendria más de un año de atrasos. Mazarredo y Campo-Alange han llegado al estremo de pedirme raciones para el sustento de sus familias, y he tenido que negarme, porque todos los empleados civiles habrian venido con la misma pretension. Mi embajador en Rusia está en bancarrota, el de París ha muerto en la última miseria, y yo vine aquí en medio de los escombros de una monarquía, que no se animan ni tienen voz sino para pedir pan á un desgraciado que se dice su rey. Esta es mi posicion. V. A. y el emperador juzguen si es justo que siga así mucho tiempo. Si hay un hombre que escriba de otro modo en Francia sobre mi situacion, este hombre es de seguro ó un idiota ó un traidor. La mayor prueba de adhesion que he dado al emperador y á este país, la

vasta

mayor que pueda darles jamás, es mi resignacion de hace un año; pero las cosas forzadas tienen un término, la justicia del emperador las hará cesar, ó ellas cesarán por sí mismas de un modo que yo no preveo....., etc.

José á la reina Julia.

Mi querida amiga: estoy en caina con una fiebre catarral, que no inspira cuidado: te escribo esto, por temor de que algun indiscreto te escriba y te alarme inoportunamente.-No he recibido todavía contestacion á mis cartas de 10 y 14 de febrero: si las respuestas son negativas, ó no llegan, me veré obligado á ponerme en camino, y llevaré yo mismo mi firma en blanco. Debo decirte que mi salida de este país será aquí un suceso feliz para todo el mundo, á escepcion de un reducidísimo número de amigos que no debo contar, no porque mi carácter personal haya merecido ni excitado tal manera de sentir, estoy lejos de pensarlo, sino por la inutilidad de mi presencia, por el peso de que estoy sirviendo, porque al fin, sea como quiera, estoy costando mas de 200,000 francos mensuales, ciertamente más de lo que yo querria hoy para el bienestar de este país (hace tres meses que no se paga á mis empleados): todo debe tener un término y este término ha llegado. Hace tres dias ha faltado poco para que hubiera una insurreccion por la subida del pan....

En este estado de cosas, yo mereceria mi suerte, si voluntariamente la prolongara. Anuncia pues al emperador que partiré tan pronto como hayas recibido esta carta, si en este intermedio no me llega algun socorro. Mi estado, mi salud, me hacen desear una perfecta tranquilidad: espero y deseo más sinceramente de lo que afectarán creer algunas gentes, que el emperador tenga pronto bastantes hijos varones,

para que nadie pueda atribuirme ni imaginar en mi ningun cálculo y ninguna hipótesis, y que vuelto y mí mismo puedan ocuparme de mis hijos. Vivir tan tranquilo, como agitado he vivido hace veinte y cinco años, y sobre todo bace seis, es lo único que pido al emperador....

:

José á Napoleon.

Hermano mio: ayer tarde á las seis he sabido por una carta del príncipe de Neufchatel la nueva del nacimiento del rey de Roma. No quiero diferir el felicitar á V. M., en tanto que puedo ofrecer personalmente mis homenages à V. M. y á S. M. la emperatriz por un suceso de tan gran in. terés para todos, y sobre todo para mi.... etc

José á Napoleon.

Va ocho dias que no veo á nadie, y declaro yo mismo mi perfecta inutilidad aquí, especialmente desde el Monitor del 26, que de hecho destruye en mi todo ejercicio del derecho real, pues que el solo poder que le reconocía le niega así estoy probando las angustias de la muerte En Santa María de Nieva, 25 de política en este país. Sin embargo. no firmo mi cesion, porque esto no convendria al emperador que lo hiciese aquí; y además no puedo, antes de dejar este pais, declararme á mí mismo muerto, y asistir á mis propios funerales. -Llevaré conmigo un español ó dos, etc.

Napoleon á José.

Hermano mio: me apresuro á anunciar á V. M. que la emperatriz, mi muy cara esposa, acaba de dar felizmente á luz un príncipe, que por su nacimiento ha recibido el título de Rey de Roma. Los sentimientos que V. M. me ha mostrado siempre me persuaden de que participará de la alegría que me hace esperimentar un suceso tan interesante para mi familia y para la felicidad de mis pueblos...... (Y en otra carta de la propia fecha, 20 de marzo, le añadia lo que sigue). Esta tarde à las siete el príncipe será ondoyé (bautizado sin las ceremonias de la Iglesia). Teniendo el proyecto de bautizarle dentro de seis semanas, encargo al general conde Defrance, mi escudero, que os llevará esta carta, os entregue tambien otra rogándoos seais el padrino de vuestro sobrino.

abril.

Señor: tengo la honra de participar á V. M. que yo contaba ponerme en camino el 23. Efectivamente, emprendí mi viage esc dia sin haber tenido todavía respuesta á las cartas que hace tres meses he escrito á V. M., á la reina y al príncipe de Neufchatel. Lo he retardado cuanto he podido, pero la necesidad me ha hecho decidirme..... Desde que estoy en marcha rai salud se restablece, lejos de ese espectáculo siempre renaciente de miseria y de humillacion que he tenido delante de los ojos hace un año en Madrid: yo he visto mi consideracion decrecer como rey, mi autoridad menospreciada por militares á mis órdenes, so pretesto de órdenes directas que recibian de París. He debido temer que V. M. no se acordase ya de mí, y no he visto otro refugio que mi retiro..... Yo estaria pronto à volver á España despues de haber visto á V. M., y haberle manifestado muchas cosas que ignora y que le importa esencialmente saber. Estoy tambien pronto a deponer en manos de V. M. los derechos que me ha dado á la corona de España, y V. M. puede desde este momento mirarla como propiedad suya bajo todos conceptos, si mi alejamiento de

los negocios entraba en las miras de V. M. Pero yo no puedo volver aqui sino despues de haber visto á V. M., y despues que esté ilustrado sobre los hombres y sobre las cosas que han hecho mi existencia primero dificil, después humillante, y por último, imposible, y me han colocado en la posicion en que me hallo hoy. En fin, señor, en todo caso y evento yo mereceré la estimacion de V. M., y no dependerá sino de vos; disponed del resto de mi vida, desde que haya visto lo bastante para convencerme de que conoceis el estado de mi alma

y el de los negocios de este país, al cual no puedo volver sino en el lleno de vuestra confianza y de vuestra amistad, sin las cuales el solo partido quo me queda es la retirada nás absoluta.

No dude nunca V. M. de mi

afeccion y de mi tierna amistad.

Lo demás que pasó á continuación del viaje de José, su llegada á París, las conferencias con Napoleon, el resultado de ellas, y su regreso à Madrid, lo saben ya nuestros lectores, por lo que dejamos dicho en el testo del capítulo.

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