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la importancia de la obra, y empeñosamente se procurò encontrarla. Refiere el insigne historiador Don Joaquín García Icazbalceta en la introducción al tomo II de su Colección de documentos para la historia de Mexico, que, sabiendo por la breve noticia que del Padre Tello da Beristain en su Diccionario, que en el archivo de la provincia del Santo Evangelio, se conservaban nueve cuadernos de extractos de aquella Crónica, decidió buscarlos por sí mismo; pero que inutilmente lo hizo, pues nunca consiguió que se le franquease el archivo mientras existieron las órdenes religiosas, y, una vez extinguidas, fué informado de no haber parecido el manuscrito.

Otro amante decidido de nuestra historia patria, y reputado miembro de la Sociedad de Geografia y Estadística, el Sr. Lic. Don Hilarión Romero Gil, dedicóse también con empeño á buscar el interesante documento, empleando para ello la admirable constancia, el talento reconocido y los vastos elementos pecuniarios con que cuenta. Pero fué en vano que en compañía de varias personas, se consagrase á hacer un minucioso escrutinio de los papeles existentes en el convento de San Francisco de esta ciudad, pues no pudo dar con él, y sólo consiguió hallar en un legajo, varios capítulos sueltos de la obra, que remitió al Sr. Icazbalceta, en unión de algunas noticias biográficas del P. Tello, que tuvo la fortuna de descubrir en otra crónica manuscrita de la Orden.

Dióse por muy afortunado el Sr. Icazbalceta, con poder insertar obra de veinte capítulos de la Crónica extraviada, en el mencionado tomo II de su Colección de Documentos, los cuales capítulos le fueron proporcionados en parte por el Sr. Lic. Don Crispiniano del Castillo, jurisconsulto eminente ya difunto, y en parte por el mismo Sr. Lic. Romero Gil, á quien acabo de referir

me!

Deseoso el ilustre editor, de que se salvase lo poco que se conservaba de la Crónica, determinó incluirlo en su libro. "Lo pedía también, dice, la importancia

del documento. Cierto es que Mota Padilla aprovechó las noticias del P. Tello; mas no todas, sino que eligió entre ellas las que le parecieron dignas de ser incorporadas en su obra, según es de necesidad al formar qualquier trabajo histórico. Mas como la elección no siempre suele ser acertada, ó bien se hace con un objeto determinado, dejando lo que es importante, pero no vie! ne al asunto, es hoy de regla, al escribir la historia, remontar cuanto sea posible a las fuentes originales."

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Impresionado por el extravío de la Crónica al par que por su importancia, supe con grande alegría, hace como dos años, durante una corta permanencia en Morelia, que el manuscrito extraviado había parecido, y paraba en poder del Sr. Dr. Don Nicolás León, editor y redactor del Museo Michoacano, y persona ventajosa. mente conocida en el mundo de las letras, por los importantes servicios que ha prestado á nuestra historia, buscando y desenterrando con admirable" pacien cia, gran copia de documentos del mayor interés, qué ha dado á la estampa con sana crítica, inmensa labo riosidad y no escasos sacrificios pecuniarios. Mani-. festé deseo de ver el manuscrito, y sabedor de ello su propietario, me propuso proporcionármelo para su publicación, con tal que me comprometiese á terminarla. Allaneme á ello desde luego, y llegó á mis manos este tesoro bibliográfico con no poca sorpresa y alegría de mi parte, pues me parecía á manera de sueño que existiese en realidad, siendo así que nadie le había vuelto á ver durante más de cien años.

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Su hallazgo fué obra de la casualidad y de la buena fortuna. Barruntando el Sr. León que podría hallar preciosos manuscritos en Celaya, célebre centro de vida de la religión franciscana, trasladose á dicha ciudad tres años há, y emprendió numerosas exploraciones en diversos puntos y lugares de la población ilustrada por Tres Guerras. Y creeráse donde halló la Crónica del P. Tello? Parece fábula: en la tienda de un especiero, que la había comprado por peso de papel para envolver con ella sus ventas al menudeo. Cincuenta pe

sos costóle el rescate de tan valioso documento, y, eso debido á la sospecha de su importancia que se despertó en el tendero, á la vista del entusiasmo del bibliófilo; que á no haber mediado esta circunstancia, es probable que se lo hubiese cedido por algunos centavos

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Careciendo de los elementos necesarios para dar á la estampa yo, solo, la voluminosa, Crónica Miscela nea, busqué la ayuda de otras personas que contribu yesen con parte de los gastos, y no me fué difícil obtenerla, pues el mencionado Sr, Lic, Don Hilarión Romero Gil y mi padre, el Sr. Lic. Don Jesús López Por tillo, me otorgaron se cooperación para sufragarlos. Pero como la publicación tenia que ser larga y cara, yen nuestro país, por desgracia, (no se costean, publicacio nes de este linaje, y como deseaba no gravar con fuer tes desembolsos á mis colegas; solicité una subvención del entonces Gobernador del Estado, Gral. Don Ra món Corona, quien por sus eminentes servicios á la patria y á las instituciones, ha pasado á la historia con el nombre de Gran Jalisciense; y me la ofreció de buen grado, acordando, tomar para el Estado una suscrición de cien ejemplares, lo que, á la verdad, era bastante, aunque aun dejaba la principal parte del gasto por nues tra cuenta. ¿

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La trágica muerte del Gral. Corona, impidió la realización de su generoso intento; pero llevóle á cabo sin vacilación, su sucesor en el gobierno, el sabio, naturalista de nombre europeo, Ingeniero Don Mariano Bárcena, Mas sólo duró un año esa subvención, pues al renovar se los poderes públicos del Estado, é inaugurarse la administración del Sr. General Galván, hallóse inútil y subido el gasto, y fué aquella suprimida. Desde en tonces á la fecha, sólo hemos contado dos editores, para llevar a cabo la empresa, con nuestras propias fuerzas; pero resueltos como hemos estado siempre, á cumplir los compromisos que teníamos contraídos con el público y con el dueño del manuscrito, y, sobre to do, á dar á conocer esta obra de tanta importancia histórica, no hemos omitido sacrificio para terminarla,

:༈!

dotando así de un nuevo monumento literario á la his

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La Crónica del P. Tello es la primera historia de la conquista de la Nueva Galicia que haya sido escrita. Mota Padilla asegura que data de 1650 6 1651, y el Sr. García Icazbalceta, deduce de varios datos referentes á la vida del docto franciscano, que tenía éste cuando la compuso, obra de ochenta y seis años. Siendo así, claro es que el P. Tello pudo conversar con los mismos conquistadores, y recoger de su propia boca las noticias que en su libro consigna.

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La expedición de Nuño de Guzmán comenzó en 1530, fecha de su entrada en el Valle de Coina; en 1541 sufrió la ciudad de Guadalajara, situada entonces en el punto llamado Tacotlán, una terrible acometida de los indios; y en 1542 se libraron las batallas de Nochistlán y del Mixtón, con las que puede darse por concluida la obra de la conquista, El P. Tello, que nació probablemente hacia el año de 1548, esto es, seis tan sólo después de dichas batallas, pudo, conversar largo tiempo con los actores de ellas, y adquirir por informes auténticos, el conocimiento de los hechos que con tanta habilidad como bella lengua relata. Esta circunstancia bartaría por sí sola para hacer preciosísimo v de un valor inapreciable él presente libro.

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Tienen, pues, los lectores ante sus ojos, la fuente donde bebieron sus noticias, los más antiguos historiadores de nuestras cosas, desde el P. Ornelas hasta Mota Padilla (1), y pueden hallar en las siguientes páginas, pintadas las grandiosas escenas de las luchas por el establecimiento del poder hispánico en estas comarcas, con el, brillante colorido, con la palpitación y la vida de los momentos épicos en que se libraron. El encanto que la lectura de esta historia produce,

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1 (1) Mota Padilla storia de la Nueva Galicia," cap. I.

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no dimana tan sólo del interés de los hechos relatados, sino también y en gran parte, de la incomparable belleza del estilo, que en no pocos capítulos de este libro brilla y se ostenta. El gran siglo XVII, edad de oro de las letras peninsulares, no se cirnió en vano sobre esta tierra americana; su potente soplo hízose sentir hasta en este apartado rincón de los dominios de Cas tilla; y, animándolo todo, en la Metrópoli y sus colonias, desde los palacios, donde los reyes y los nobles pulsaban la lira y cultivaban las letras, hasta los conventos, donde los monjes se hacían historiadores y hablistas. y hasta los campamentos militares, donde los soldados, trocades en poetas y novelistas, producían obras maestras: dejó marcado su paso por la historia con el esplendor infinito de un sol radiante y victorioso. Tal es la lengua que habla el P. Tello en numerosísimas partes de su Crónica, como, por ejemplo, en el capítulo XC, destinado á ensalzar los hechos y el va lor de los españoles, y en los CXVIII y CXIX, en que relata el cerco de Guadalajara y derrota de los indios, los cuales capítules pueden ser considerados como mo delo en su género, y joyas literarias de precio inestimable. Cierto que á las veces decae el estilo y debilítase la magia de la narración; pero también lo es que este es achaque de casi todas las historias, pues no hay ninguna tan grandilocuente y homogénea, que no contenga trozos de fatigosa lectura, fruto ora del cansancio del escritor, ora de los diferentes estados de su ánimo, ó bien de la ingratitud y pesadez de no pocos asuntos. Conviene advertir asimismo, que el manuscrito que hoy se imprime, parece ser obra de diferentes amanuenses, los cuales, si bien habilísimos como tales, presentan síntomas de haber sido personas de poco criterio y escasa instrucción, tanto por la pésima ortografía de que hacen uso, como por el absoluto desconocimiento de la lengua latina, que dan á conocer en las citas que la obra contiene y que no pudieron copiar fielmente. Merecen, per lo mismo, indulgencia las faltas y deficiencias que en el texto se adviertan, por ser

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