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Imprenta de TOMAS AGUADO y Compañia,
CALLE DE LA ENCOMIENDA, NUM. 17.

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BIBLIOTHECA
REGLA

MONACENSIS

PROLOGO.

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enosa y árdua tarea es la de escribir la histo ria contemporánea si el historiador ha de ser justo é imparcial; porque, enconados todavia los odios de los partidos políticos, y figurando en la narracion de los acontecimientos personas que aun viven, y que ocupan, algunas de ellas, puestos eminentes, se ve precisado á herir su amor propio diciendo la verdad, y á atraer sobre sí resentimientos y persecuciones; ó bien para ahorrarse estos disgustos, tiene que faltar á su conciencia de escritor callaudo ó desfigurando los hechos. Este último partido es el adoptado por la mayor parte de los escritores que hasta ahora han tratado de las calamidades que han aflijido á la desventurada España durante la guerra civil, y del ilustre cuanto infortunado proscrito, que confinado en un rincon de la vecina Francia, come el pan de la adversidad y pasa los dias de la tribulacion, si no contento con su suerte, al menos resignado como verdadero cristiano á los inescrutables decretos de la divina Providencia.

Los que por espíritu de partido, ó por miras menos nobles, han representado á D. Cárlos como á un príncipe imbécil, fanático y sanguinario, han faltado groseramente á la verdad y se han deshonrado á sí propios al calumniarle: atáquenle en buen hora con las armas en el campo del honor y con el raciocinio desde el bufete; dispútenle los derechos de que él se cree asistido; pero sea en una guerra franca y leal, y no con imputaciones falsas, altamente desmentidas por los hechos.

no posee todas las dotes militares que constituyen un consumado jeneral; pero los que le han tratado de cerca atestiguan lo contrario, pues si bien es cierto que carece de algunas cualidades guerreras, su espíritu es recto y su razon despejada, como lo comprueba su habilidad en sobreponerse a las dificiles circunstancias de que se ha visto estrechado tantas veces. Táchasele de fanático porque, dotado de una sólida piedad, cumple escrupulosamente, y si se quiere con minuciosidad, los deberes del cristiano; pero bien se deja conocer que de ser minucioso en las prácticas relijiosas á ser fanático hay una distancia inmensa. Por último, se le trata de sanguinario porque sus partidarios asesinaban, saqueaban y cometian otras atrocidades que él no autorizaba ni podia evitar, porque son calamidades inherentes á las guerras, y mucho mas á las guerras civiles: ademas, & podian acaso evitar los jenerales de Isabel II los crímenes y tropelias de la soldadesca desenfrenada cuando entraba en una poblacion enemiga? Esto era imposible.

Léanse los periódicos publicados en Madrid en aquella época fatal, y se hallarán fusilamientos, incendios, y otros atentados cometidos por soldados que no eran los de D. Cárlos, y de cuyos crímenes se lamentaban aquellos periodistas. Véase, pues, como el confinado de Bourges no merece las odiosas calificaciones con que gratuitamente se le ha querido denigrar.

Nosotros, á fuer de historiadores verídicos, nos proponemos referir en esta obra algunos sucesos desconocidos y aclarar otros oscurecidos ó desfigurados; pero sin comentarios de ninguna especie; porque únicamente de esta manera podremos cumplir con el deber que nos imponemos al tomar la pluma, y librarnos de los inconvenientes que hemos espuesto al principio. Los hechos, por sí solos, dirán lo suficiente.

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