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ras y una gota de leche de la Virgen, los cuerpos enteros de Santa Susana, San Fructuoso, San Cucufato, etc., etc. Tambien se conserva en este altar la bonita cruz de oro, regalo del rey don Alfonso el Magno, de que ya hicimos mérito (1).

La sacristía es estensa y lujosamente adornada con pinturas. En ella vimos entre otros ornatos las mitras que llevan los cardenales. A su derecha está el cláustro que forma un cuadrado, cuyos lados tienen ciento cuarenta pies. Su arquitectura es gótica. En las grandes solemnidades se cubre la gran nave de la iglesia en toda su estension de ricas colgaduras de tercipelo carmesí, con anchos galones de oro, dádiva del arzobispo actual, y se cuelga de la media naranja un inmenso incensario, que recibe impulso por una sencilla máquina, y que merced á la gran cantidad de incienso con que se alimenta, perfuma en el momento toda la basilica. Muy cerca de la puerta del Mediodía se ve un antiguo y renombrado bajo relieve que los canónigos compostelanos quisieron presentar en el siglo pasado como un monumento incontestable de la fabulosa batalla de Clavijo, del no menos fabuloso feudo de las cien doncellas, y del célebre voto de Santiago abolido en 1834. El alcalde mayor de la ciudad, con un escribano y cuatro arquitectos pasó á reconocer este bajo relieve el 10 de junio de 1771, y estos dieron la curiosa declaracion siguiente:

«En la nave nombrada del Vestuario, y en una medalla de grano primo, figura de semicírculo, está hecha de relieve la imágen del Apóstol el Mayor á caballo, y túnica larga. En la mano derecha tiene la espada, y en la izquierda una bandera en que está esculpida una cruz, y en caractéres antiguos y góticos Sanctus Jacobus Apostolus Christi. El cinturon del Santo, pretal del caballo, correas del estribo y cabezada, todo estaba guarnecido de conchas. Delante del santo é inmediato á la cabeza del caballo, están esculpidas tres figuras, que son doncellas, puestas de rodillas, y con las manos adorando al santo. Tienen trenzas largas, mangas con los vuelos hasta los pies, y uno y otro con guarnicion de relieve. Detras del santo y junto las ancas del caballo, otras tres con las manos alzadas, y una puesta de rodi-. llas: el ropage son túnicas ceñidas al cuerpo con mangas ajustadas; trage que denota pertenecer á un estado mas llano. El arco que le rodea, y las columnas, son de gusto gótico. En él están colocados diez ángeles con sus túnicas, y sobre ellos unas fajas en figura de pálios.» Antes de despedir

(1) En esta capilla de las Reliquias estaba la rica joya llamada el Doblon, por la cua preguntamos al canónigo que nos la mostraba, y nos contestó habia desaparecido con otras muchas alhajas á principios de este siglo. Aqui se conferian antes los grados de doctor

nos de este magnífico templo, en que hay tanto y tanto que admirar, quisimos ver la suntuosa custodia de cinco pies y medio de altura, toda de plata y oro (1), el copioso archivo, rico en preciosos códices y documentos, y la sala capitular cubierta de bellos tapices regalados por el ministro Acuña.

Santiago es pueblo esencialmente levítico, y asi hay muchos y suntuos templos. Nosotros, despues de la catedral, visitamos el gran monasterio de San Martin Pinario, fundado por el obispo Sisnando en 900, consagrado y dotado por el arzobispo Gelmirez en 1115, que era famoso en Galicia por sus enormes rentas. El monasterio de Ante-Altares ó de San Pelayo (2), erigido por Alfonso el Casto en 813, renovado por Alfonso el Magno en 877, dependencia de la catedral hasta 1077, reunido á San Martin en 1487, y destinado á religiosas benedictinas en 1499; el convento de San Francisco fundado en 1214, en vida del patriarca, por un carbonero llamado Cotolay, y con el auxilio y en terreno de los monges de San Martin; la parroquia de San Miguel; la capilla de las Animas; el convento de monjas de las Madres; las ermitas del Pilar y Santa Susana (fundada por Gelmirez en el campo de la Estrella); la parroquia de la Angustia del Monte; la colegiata de Sar, edificada por Diego Gelmirez, para señalar el sitio donde se depositó por sus discípulos el cuerpo del Apóstol, antes de ser encerrado en el sepulcro; San Félix de Solovio, vulgo San Fiz, obra del obispo Sisnando, para hospicio de sacerdotes ancianos y pobres, hoy parroquia; el convento de la Enseñanza, de monjas jesuitas; San Benito y Santa María del Camino, parroquias; el convento de San Agustin; la colegiata de Sancti-Spiritus; la antiquísima parroquia de Santa María Salomé; el convento de monjas de Santa Clara, fundado en 1260 por la reina doña Violante, esposa de Alfonso el Sábio; Santa María de Conjo (estramuros), convento de mercenarios, fundado en 1129; el del Cármen, el de Santo Domingo, el de Belbis, el de San Lorenzo, etc., etc. Despues de estos edificios religiosos, recorrimos el hospital real, grandioso establecimiento en que se da á los enfermos la mas esmerada asistencia, debido á la munificencia de Isabel la Católica, cuando en 1501 fué á visitar el cuerpo del Apóstol; el magnífico edificio del seminario conciliar, al frente de la catedral, edificado por el arzobispo Rajoy en 1766, tiene alguna semejanza con

(1) Consta de cuatro cuerpos, y forma un elegante templete, de gusto plateresco, y cuya base es exágona. Las andas en que se coloca son tambien de plata. Fué construida en 1564 por Antonio de Arce, leonés.

(2) Segun el lenguage del pais, se llama de San Payo. En él solo se admiten jóvenes que pertenezcan á la alta nobleza y con crecido dote.

el palacio real de Madrid, y ostenta en su fachada principal un gran bajo relieve que representa la batalla de Clavijo. El colegio de Fonseca, fundado por el arzobispo del mismo nombre en 1544, y en el que están en el dia las salas de dibujo de la sociedad económica. El de San Clemente, renovado por el arzobispo actual señor Velez, y finalmente, la universidad, hermoso templo alzado á las ciencias. Fué construida á fines del siglo pasa do por el arquitecto don José Machado. Ocupa un espacio de tres mil doscientos cuarenta pies, y ciento ochenta cada lado de su cláustro, sostenido por veinte arcos. La parte esterior está adornada de bellas columnas jónicas, y sobre la portada se ve la estátua de Minerva. La biblioteca es copiosa y escogida, y en ella se guarda la bandera que el regimiento denominado de Literarios, tremoló con gloria en el campo de batalla, en la guerra de la Independencia. Estaba formado por los escolares de esta universidad. Como es de suponer asistimos al teatro, que es bastante regular, y visitamos varias de las principales casas de la poblacion, en las que encontramos la mas fina y cordial acogida. El trato social en Santiago, como residencia de la rancia nobleza de Galicia, es en estremo agradable y cortés; nosotros recibimos mil y mil obsequios, de que nos complacemos en hacer mérito aqui en prueba de gratitud.

Santiago tiene de poblacion veinte y ocho mil novecientos setenta habitantes; hasta 1834 fué capital de todo el reino de Galicia, y de una provincia que ocupaba doscientas cuarenta y dos leguas de superficie; tenia dos regimientos provinciales, el de su nombre y el de Compostela. Hoy es solo cabeza de un partido judicial de ascenso, que comprende cincuenta y siete parroquias, de las que doce corresponden á la ciudad. Tiene su diócesis otras doce sufragáneas, y el cabildo de su catedral se compone de trece dignidades, treinta y un canónigos y veinte capellanes. El comercio es bastante activo, y hay fábricas de curtidos, sombreros, jabon, papel y otras.

CAPITULO XLII.

Las torres de Altamira.-Padron.-Macías.

Salimos de Santiago montados en buenas mulas de paso, con intento de visitar las famosas torres de Altamira que distan de dicha ciudad dos leguas de muy mal camino, y de la villa de Padron la cuarta parte, si nos

guiamos por los cálculos locales, errados é imperfectos las mas veces. Las torres de Altamira son la cabeza de la jurisdiccion de su nombre, puesto que colocadas en una encumbrada loma que domina parte de la Amaya, vienen á ser el vigía de la comarca. Nada podemos añadir á lo que tienen dicho autores acreditados sobre la antigüedad de esta casa, ni revelar el tiempo de la fundacion de la fortaleza, cuando no se descubre en ella ninguna inscripcion, sino un escudo con las armas del solar, que son dos cabezas de lobo, como las que hay en la iglesia de Santo Domingo de Santiago, sobre aquellos bien concluidos sepulcros góticos, únicos de su género en esta ciudad monumental. Fácilmente se colige que debió existir otro castillo de mas antigüedad que la que prueban estas torres; pero una oscura tradicion que lo coloca en el vecino monte de Morovello (Moro viejo), viene á deshacerse entre las duras peñas que en todas partes son los alcázares de los duendes y los incubos. Molina cita esta fortaleza como una de las principales de Galicia, y Medina en sus Grandezas de España, hace tambien mérito de ella dando á entender que era muy conocida de los pesados historiadores de su tiempo.

Esta fortaleza se halla dividida en dos cuerpos, destinado el mayor al servicio de sus señores, grande y espacioso; y el otro mas reducido y bajo para lo que llamaba don Alonso X gente menuda, es decir, la servidumbre de los condes en tiempo de paz, y para los flecheros y mas gente armada en tiempo de guerra. En esta parte de las torres estaba la cocina, y cerca de ella la bóveda prision donde se ocultaron mas personas de alta categoría que los súbditos de la respetable fortaleza. Desde el cuerpo principal y sólido que arranca del suelo, seguia en la torre de la derecha hasta la otra esquina que toca con la puerta, un balcon corrido, que seria colosal si se atiende á los soberbios canzorros que se conservan cubiertos de yedra. En la otra esquina se reconoce un vistoso mirador á lo árabe, que termina desvanecido á bastante altura del suelo. En la torre principal solo se conservan paredes con las ventanas de asiento, y un arco que sostendria alguna muralla interior, sirviendo de galeria para los flecheros ó los peones. La otra es mas reducida, pero mejor conservada: en ella hay una bóveda sana á la que se puede subir con alguna comodidad, y desde la que se disfruta, por una ventana que cae al puente, de una vista deliciosa. Desde ella se recorre gran parte de la antigua Amaea, de que tanto hablan las historias del apóstol Santiago. La puerta principal está colocada en la torre mayor á 0, y aunque derruida se conserva sin embargo bastante sólida, presentando claras señales de su fortaleza y antigüedad. En la distancia que hay entre las dos partes de esta fortaleza, se forma una espaciosa sala de armas, y por algunos restos que se conservan puede deducirse que estaba defendi

da por una robusta barbacana. Hácia la puerta principal se observa el algibe atascado de piedras hasta la boca, y muchos dicen que era la entrada al subterráneo que tenian todas las fortalezas de su tiempo; pero lo mas natural es que si existió, como parece probable, desembocaria en el obstruido sótano de la torre pequeña. Alrededor se distingue aun el foso, que si no era de grandes dimensiones, estaba resguardado por un segundo muro de tierra que seguia á la montaña hasta perderse en la antigua aldea de San Félix de Brion. El género de arquitectura de las torres parece romano, ó mas bien de ese género peculiar de las fortalezas palacios, romano en medidas y gótico en su distribucion; prueba inequívoca de que este monumento data quizás del siglo IX. La bóveda prision en los tiempos normales de la fortaleza habrá sido oscura y lóbrega; asi como la garita del vigía, donde se llega por una escalera de caracol, cuyos peldaños aun se conservan como los dientes de una calavera, parecia escalar el cielo por su altura y ligereza.

Las torres de Altamira dan claras señales de la pasada magnificencia, respetable por su antigüedad, acatada por los recuerdos históricos y las tradiciones populares, y distinguida por los blasones que figuraban en sus puertas y ventanas. Hoy quedan de ellas las ruinas, que son un vivo testimonio de su grandeza perdida, y apreciables tradiciones que relatan al chispeante fuego del hogar, en las crudas noches de invierno, los ancianos que han visto desplomarse de dia en dia las piedras de esta fortaleza al compás de sus años y al golpe del inflexible tiempo que todo lo destruye. He aqui una de esas tradiciones, la mas acreditada acaso, que recogimos en el mismo sitio, gracias á la complacencia de un labrador comarcano que nos sirvió de guia.

Hace ya muchos años, cuando este castillo estaba habitado por sus senores, el conde de Monforte dispuso un dia de caza, con el objeto de distraer á su hija Constanza, cuya tristeza habitual empezaba á darle cridado. Constanza era bella, y el conde cortés y generoso; asi, pues, con tales estímulos no es de estrañar que concurriese á la invitacion que el de Monfor te hizo para la partida, todo lo mas florido de la juventud de los contornos. Largo tiempo hacia que el sonido de las trompas atronaba los bosques, y grande era el número de fieras que habian sucumbido á manos de sus perseguidores, cuando un oso tremendo, acosado por los perros, fué á dar con la hija del conde, á quien sin duda ninguna hubiera despedazado, á no interponerse un doncel, que arriesgando su vida por salvarla logró dar muerte á la fiera. Era este doncel amante apasionado de la doncella, de quien nunca habia podido obtener correspondencia, ya fuese porque su origen oscuro y nacimiento ignorado impulsasen á la hija del conde á no fijar

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