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se muchas veces esta conquista y reconquista por su situacion especial en el confin de Navarra y Castilla. El año 1336 el valeroso Ruiz Diaz de Gaona defendió bizarramente con solos tres soldados el puente contra los navarros, que acaudillados por el conde de Fox intentaban pasarlo. Encontró una muerte gloriosa en las aguas del Ebro (1), pero la ciudad se salvó. En 1410 se celebró en Logroño un sínodo presidido por el obispo de Calahorra, y el rey don Juan II la concedió el título de muy noble y muy leal y voto en córtes. El 25 de mayo de 1521 fué la ciudad cercada por numerosas tropas francesas, pero no solo las rechazó sino que las derrotó completamente é hizo prisionero al general. Por este brillante hecho el emperador Cárlos V concedió á Logroño añadiese á su escudo de armas tres flores de lis. En 1572 se estableció en esta ciudad el tribunal de la Inquisicion, y en 1610 celebró este tribunal el famosisimo auto de fé con cincuenta y tres acusados, de los cuales veinte y nueve profesaban la secta de los brujos. El asunto es tan curioso y estraordinario para los que vivimos en el siglo XIX, que no puedo resistir á la tentacion de dedicarle algunas líneas.

Los veinte y nueve reos eran de la villa de Vera y lugar de Zugarramurdi en Navarra, y de las declaraciones resulta que llamaban á sus asambleas Aquelarre, palabra vascónica, equivalente à Prado del Cabron, porque las sesiones se celebraron en un prado cuyo verdadero nombre fué Berroscoberro, en que solia el demonio aparecer á sus devotos en figura del másculo de las cabras, con dos grandes cuernos en la frente, ojos grandes, redondos, muy abiertos, centelleantes y espantosos; la barba como de cabra; el cuerpo y talle, parte como de hombre, parte de cabron, y la voz como de rebuzno desentonado, espantoso y ronco. El estracto de dichas declaraciones, que el historiador de la Inquisicion refiere (2), da una idea de lo que era esta secta, cuyas sesiones tenian lugar los lunes, miércoles y viernes, y duraban desde la nueve de la noche, hasta las doce ó mas tarde, antes del canto del gallo. Los adeptos concurrian á ellas volando por los aires como buenos brujos, á favor de un ungüento negro con que se frotaban, y estas reuniones en que se remedaban las ceremonias católicas, tales como el sacrificio de la misa, la confesion y otras, concluian con los mas escandalosos escesos corporales. El dogma principal de los brujos era hacer todo el mayor mal posible á los cristianos, y algunos lo cumplian tan puntualmente, en especial las mugeres, que horroriza el relato de muertos por envenenamiento, de incendio de campos, de aniquilamiento de tierras y cosas por

(1) Un lugar del mismo rio se llama aun el pozo de Rui Diaz. (2) Llorente, tomo 7.o, pág. 64 y siguientes.

RECUERDOS.

TOMO I. 62

el estilo que aparecen del proceso. Como que todos los brujos rivalizaban en hacer daño para merecer los favores de su señor. Esta es la sustancia principal de los procesos de brujas de Logroño, cuyo tribunal estaba bien acostumbrado á formarlos, porque ya en 1507 habia castigado á mas de treinta, y en 1527 á ciento cincuenta.

Es, pues, indudable que la secta existió, y por consiguiente que ha habido brujas, pero no pudiendo admitirse hoy en buena razon, ni la presencia del demonio, ni los vuelos de noche, ni otras muchas cosas sobrenaturales, la imaginacion se pierde en conjeturas acerca del verdadero significado de tales patrañas, unánimemente confesadas por un crecido número de

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personas todas conformes en cuanto á la esencia, y sin diferir mas que en aquello que les era personal. Lo natural es creer que unas cosas eran efectivas pero puramente naturales; otras solo imaginarias, mas creidas como verdaderas, y otras solo fingidas por ideas particulares. Asi se vé que habiéndose dado instrucciones despues de este proceso, para que se obrase con mucha cautela en el exámen de los testigos, confesion y declaracion de los reos, no volvió á ocurrir ningun otro de su especie mientras duró el Santo Oficio. Fácilmente comprenderán nuestros lectores que estando en Logroño, no dejaríamos de ir á Clavijo, distante solo dos leguas, y lugar famosísimo

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