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en nuestra historia por la célebre batalla de su nombre. Ni aun cuando yo hubiera querido evitarlo fuera fácil que consintiese mi amigo Mauricio que contaba hallar por lo menos algun trozo de lanza ó el turbante de unos cuantos moros en el campo. Fuímos pues, á Clavijo, aldea de noventa y siete casas, situada en una cumbre de bastante elevacion, sin mas notable que la basílica del apóstol Santiago en el cerro de la Ture, erigido á espensas de Felipe II, y conservada bajo la proteccion de nuestros reyes; otras dos ermitas en despoblado, de las cuales una abierta al culto, y un monasterio de monges bernardos, que existió en el desierto llamado Peña Aguda, el cual guardó por mucho tiempo tres cuerpos de santos, que en la exclaustracion de 1820 fueron trasportados á la colegiata de Nuestra Señora de la Redonda en Logroño, donde se conservan, y son San Felix, San Funes y San Prudencio. Debo declarar aqui que ninguno de estos lugares recorrimos y que en todos los alrededores de Clavijo hallamos el menor vestigio de la celebrada batalla, tenida con bastante fundamento por fabulosa, pues que en ninguna crónica contemporánea se habla de ella, y solo cuatro siglos despues el arzobispo don Rodrigo la describe diciendo que el rey Ramiro II negó á Abd-el-Rahman el tributo de las cien doncellas, que aceptára Mauregato y que estaba en costumbre, cuya denegacion causó una guerra entre ambos reyes. Juntó Ramiro en Leon los magnates de su reino y los arzobispos, obispos, abades, etc., y con su asistencia emprendió desde luego la guerra contra el infiel, entablando sus operaciones militares hácia Nájera y Albelda. Alli se hallaba con todo su ejército, cuando se vió atacado por una hueste innumerable de árabes, procedentes de toda España, de Marruecos y demas provincias de Africa. Desastrada fué la batalla para los cristianos, quienes se retiraaon atropelladamente y no pararon hasta cierta distancia en Clavijo. En este sitio el rey, oprimido por su quebranto, se aletargó; vió en sueños al apóstol Santiago, quien le mandó, en nombre de Jesucristo, que á la madrugada bajase al campo raso, y le estrechó la mano en prenda de la victoria, ofreciéndole cooperar él mismo vestido con una túnica, en un caballo blanco, y con un pendon tambien blanco en la mano, peleando al frente del ejército y á vista de todos. Asombrado quedó el príncipe con vision tan estraordinaria, la comunicó al amanecer á los obispos y grandes de su córte; la supo el ejército, y gozosísimo con la venturosa nueva, se escuadronó despues de haber comulgado; invocaron de nuevo á Santiago, costumbre que desde entonces se perpetuó entre los españoles, y con el auxilio patente del santo trabaron la refriega con tal denuedo, que dejaron de sesenta á setenta mil infieles muertos en el sitio, fuera de los que perecieron en la fuga hasta el pueblo de Calahorra. Premio fueron de esta victoria Albelda, Calahorra y Clavijo, y en la segunda de estas ciudades, fué donde

por agradecimiento y en memoria de jornada tan esclarecida, la nacion española hizo voto solemne de tributar anualmente y por siempre á la iglesia de Santiago las primicias de los frutos de la tierra, y hacer partícipe al santo patron de España de cuantas presas le cupiesen de las espediciones que en lo sucesivo se verificasen contra moros. Este es el origen del voto de Santiago abolido por las córtes en 1834, y el de las famosas palabras Santiago y á ellos con que los españoles se lanzaban á la pelea contra los moros. Sin embargo, ya hemos dicho que la opinion mas acreditada es la de que tal batalla no se verificó, á pesar del voto y del grito de guerra, y de celebrarse en todas las iglesias de España su aniversario con la debida aprobacion de la Santa

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Sede, y de hallarse consignada en la mayor parte de los autores, incluso el padre Mariana, desde el arzobispo don Rodrigo acá. Asi se escribe la historia.

Bien hubiéramos querido antes de abandonar la Rioja, visitar los muchísimos monumentos que encierra, verdadero tesoro de las artes, y sobre todo los bellos santuarios de San Felices de Abalos y Nuestra Señora de la Piscina, pero el tiempo nos escaseaba, y al siguiente dia de nuestra llegada á Logroño salimos en direccion á Viana, primer pueblo de Navarra por esta parte.

CAPITULO XLVIII.

Navarra.-Viana.-Los Arcos.-Estella.

Antes de hablar de Viana diremos, segun nuestra costumbre, dos palabras en general del pais que vamos á recorrer.

El reino de Navarra, hoy provincia de Pamplona, forma como un rectángulo cuya mayor longitud desde Córtes á la barca de Enderlaza asciende á veinte y seis leguas, y su latitud desde el cerro de Cantabria, hasta el puerto de Arlos á veinte y cuatro. La mano de la Providencia señaló los verdaderos lindes de este pais, que no son otros que los Pirineos y el rio Ebro. El clima es casi templado y saludable. Son muchos los rios que lo cruzan, los principales el Bidasoa, el Baztan, el Ezcurra, el Zubiri, el Arga, el Araquil, el Larraun, el Salado, el Aragon, el Salazar, el Trati, el Zidacos, el Ega, el Urederra, el Alhama, y el Quiles. Los montes de Navarra son todos ramificaciones del Pirineo; he aquí los nombres de los mas notables: Ibañeta, Gorostia, Urrusca, Auza, Archiola, Labiaga, Velate, Doña-María, Ubice, Gorriti, Avalar, San Adrian, Goizueta, Sagardegui, Sayna, Abartan. Andia, Hernaz, los Alduides, los de Lumbier, Zubiri, Irati, Montejurra, y Peña Goñi. Abunda este reino en escelentes canteras, minerales de hierro y cobre, bosques y pastos, y en todo él se respira un aire sano. El suelo es muy escabroso y estéril al Norte, pero es fértil y abundoso en la parte llana de la orilla del Ebro. En esta se encuentra trigo, maiz, vinos escelentes, lino, cáñamo y algo de aceite. La pesca de sus rios es delicada, los ganados de todas clases están multiplicadísimos merced á los escelentes pastos, y forman uno de los mas poderosos elementos de la riqueza del pais navarro. Tambien se encuentra mucha caza mayor y menor, como perdices, codornices, faisanes, palomas torcaces, corzos, jabalíes, cabras y gatos monteses, zorros, tejones y algunos osos. En fin, Navarra es como todas las provincias de nuestra privilegiada España, un pais regalado en que se encuentra lo necesario para la vida, y en el que se puede subsistir cómoda y económicamente. La industria principal es la agrícola, y el corte de maderas para las construcciones civiles y navales. Hay tambien fábricas de varias clases, y algunas minas. El comercio es poco considerable. Las costumbres son en general morigeradas y buenas, mas se advierte notable diferencia entre el carácter y usos de los habitantes de la ribera y los de la

montaña, pues aquellos muy semejantes á sus vecinos de las provincias inmediatas, tienen modales toscos, y son algun tanto dados al uso de licores espirituosos y al esceso en la comida, y los de la montaña son mas frugales, dulces y amables, y participan de la civilidad francesa. Tambien se diferencian de los hombres de la llanura en el idioma (pues usan el vascuence) y en el trage. Son todos los navarros en general, robustos, de buena estatura, alegres, vivos, francos, amantes de su pais y de su libertad, bizarros, honrados, laboriosos y aseados. Todas sus leyes y costumbres tienen aquel matiz democrático é independiente, en especial en la montaña, con que la historia los pinta. Desde los mas antiguos tiempos es esta interesante y rica en sucesos célebres. Aparece este pais en lo primitivo habitado por los vascones y vardulos, pueblos famosos por su valor y amor á la guerra y á la libertad, siendo tan fuertes para las fatigas guerreras que ni aun cubrian sus cabezas, como espresa Silio Itálico, el que los apellida los inquietos. Anibal llevó muchos vascones á la guerra de Italia, donde se señalaron por su fiereza y bizarría, como tambien en la llamada Sertoriana. Pompeyo fundó en la Vasconia una ciudad á quien dió su nombre, y se llamó Pompeyópolis. Cuando los aquitanios se defendian de las legiones de Julio César, se aliaron con los vascones, que los socorrieron aunque inútilmente, pues unos y otros hubieron de doblar la cerviz al yugo de los romanos, que respetaron, sin embargo, de algun modo sus costumbres y gobierno popular. Hicieron los vascones una constante y porfiada guerra á los godos; y aunque Leovigildo los sujetó, se levantaron con frecuencia contra sus sucesores. Cuando la conquista de los árabes, la Vasconia, ó sea Navarra, debia figurar grandiosamente en la historia española. Situada entre los árabes, asturianos y francos, fué siempre el único anhelo de sus hijos conservar su antigua independencia, y desentenderse de la dominacion de unos y de otros. Permaneció en los primeros años que sucedieron á la invasion, en la dependencia de los reyes de Oviedo, mas luego se puso bajo la proteccion del célebre Carlo-Magno, que intentó formar de este pais una provincia de su vasto imperio, aunque no pudo lograrlo. En 778 atravesó la Navarra (1) con un poderoso ejército cuando se dirigia á Zaragoza, ciudad que le habia prometido entregar el walí ó gobernador moro Soleiman, mas faltando éste á su palabra, hubo de volverse el emperador franco, hacien

(1) Entre las muchas derivaciones que se hacen del nombre actual de este pais, que aparece mucho despues de la conquista de los moros, son de las menos voluntarias y estravagantes, las de que proviene de los bardulos, sus antiguos moradores, ó de Nova-ara por un altar que San Saturnino consagró á San Juan.

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