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jos de Sevilla, demandaron licencia los confesos al Asistente para se ir fuera de Sevilla para guarecer de la pestilencia, el cual se la dió, con condicion, que llebasen cédulas para las guardas de las puertas, e que no llebasen las haciendas, salvo cosas libianas de que se sirviesen, y desta manera salieron muchas gentes de la ciudad de ellos, especialmente de las tierras del Marqués de Cadiz, que era su enemigo desde las guerras de el Duque. Vinieron mas de ocho mil almas de Mayrena, y Marchena, y los Palacios, e los mandó acoger, e facer mucha honra, e a la tierra del Duque de Medina, e de otros Señores, ansi por semejante: y de estos fueron muchos a parar a tierra de moros allende, e aquende a ser judios como lo eran, e otros se fueron a Portugal, e otros a Roma, e muchos se tornaron a Sevilla a los Padres Inquisidores, diciendo e manifestando sus pecados, e su heregia, e demandando misericordia e los Padres los recivieron, e se libraron bien, e reconciliáronlos, e hicieron pública penitencia ciertos viernes, disciplinándose por las calles de Sevilla en procesion que en aquel año de ochenta y uno desque los Inquisidores vieron, que crecian las penitencias en Sevilla, fueron fuyendo a Aracena, donde fallaron que hacer, e prendieron e quemaron veinte y tres personas hombres y mugeres hereges mal andantes, e ficieron quemar muchos quesos de algunos que fallaron que habian morido en la herita mosayca, llamándose cristianos y eran judios, y ansi como judios habian morido; y aquel año desque cesó la pestilencia bolviéronse los Inquisidores a Sevilla e prosiguieron su Inquisicion fasta todo el año de ochenta y ocho, que fueron ocho años, quemaron mas de setecientas personas, e reconciliaron mas de cinco mil y echaron en cárceles perpetuas, que ovo tales y estubieron en ellas cuatro o cinco años, o mas, y sacáronlos y echáronles cruces en unos San Benitillos coloradas atrás y adelante, y asi anduvieron mucho tiem- . po, e despues se las quitaron, porque no creciese el disfame en la tierra viendo aquello; entre los que he dicho, quemaron en Sevilla en torno de aquellos ocho años, quemaron a tres Clérigos de Misa, e tres o cuatro Frayles todos de este

linage de los confesos e quemaron un Doctor Frayle de la Trinidad, que llamaban Savariego que era un gran predicador, y gran falsario herege engañador, que le aconteció venir el viernes Santo a predicar la Pasion y hartarse de carne; quemaron infinitos huesos de los corrales de la Trinidad y San Agustin e San Bernardo de los confesos, que allí se habian enterrado, cada uno sobre si el uso judayco, e apregonaron, e quemaron en estatua a muchos que hallaron dañados de los judios huydos.

Aquellos primeros Inquisidores ficieron facer aquel quemadero de Tablada, con aquellos cuatro profetas de yeso en que los quemaban y fasta que haya heregia los quemarán. Muy hazañosa cosa fué el reconciliar de esta gente por donde se supo por sus confesiones como todos eran judios, y súpose en Sevilla de los judios de Córdoba, Toledo, Burgos, Valencia y Segobia y de toda España como todos eran judios y estaban so aquella esperanza, que el pueblo de Israel estubo en Egipto que aunque habian de los egipcianos muchos majamientos esperaban que Dios los habia de sacar de entre ellos, como despues los sacó con mano fuerte e brazo tendido; e assi ellos tenian que los cristianos eran los egipcianos, o peores, e creian que Dios milagrosamente los sostenia e defendia: e tenian que por mano de Dios habian de ser acaudillados. visitados e sacados de entre los christianos y llebados a la Santa tierra de premision. Sobre estas locas esperanzas estaban y vivian entre los cristianos como por ellos fué manifestado, e confesado de manera que todo el linage quedó infamado e tocado de esta enfermedad: ovo reconciliacion en Sevilla, que salian en la procesion de estas disciplinas de los viernes mas de quinientas personas hombres e mugeres con las caras descubiertas por las calles.

Esta Santa Inquisicion ovo su comienzo en Sevilla, e despues fué en Córdova donde habia otra grande signagoga de malos cristianos como en Sevilla, e despues fueron puestos Inquisidores por toda Castilla e Aragon e son infinitos quemados e condenados y reconciliados encarcelados en todos los Arzobispados e Obispados de Castilla e Aragon, e muchos de los reconciliados volvieron a judayzar que son quemados por el memos

caso en Sevilla y en las otras partes de Castilla. Aora no quiero escribir mas de esto, que no es posible poderse escribir las maldades de herética pravedad, salvo digo, que pues el fuego está encendido, que quemará hasta que halle cavo al seco de la leña, que seria necesario arder hasta que sean desgastados y muertos todos los que judayzaron, que no puede ninguno, ni aun sus hijos los que eran de veinte años arriba menos que fueran tocados de la misma lepra.

Fué este año de 1481 al comienzo desde navidad en adelante de muy muchas aguas y avenidas, de manera que Guadalquivir llebó e echó a perder el Copero, que habia en él ochenta vecinos y otros muchos lugares de su ribera, e subió la creciente por el Almenil de Sevilla e por la barranca de Coria en lo mas alto que nunca subió, e estubo tres dias que no desindió e estubo la ciudad en mucho temor de se perder por agua.

GAPÍTULO XLV.

De como el Gran Turco vino sobre Rodas e la tubo cercada con grande hueste e sobrella envió, e fué desbaratado: e de como los turcos tomaron a Otranto, e como el Duque de Calabria la recobró, e de otras muchas cosas.

En el año de 1480 en el verano vinieron sobre Rodas una grande armada de turcos embiada por el Gran Turco Mohometo Otomano, que embió desde Constantinopla, e tubiéronla cercada dos meses, en el cual tiempo la mayor parte de los muros la derribaron con gran número de Lombardas, que le asestaron, e pusieron a los christianos en mucho estrecho, e los christianos hicieron muy hondas cavas por de dentro de la ciudad, las cuales si fechas no fueran, la ciudad se perdiera, y estando un dia los de la ciudad un poco seguros, arremetieron los turcos de las estacadas y dieron un gran combate en que muchos dellos entraron por cima de los muros derribados, e pasaron las cavas, e entraron en la ciudad, e no plugo a Nues

tro Señor que la tomasen, e los christianos que eran en la ciudad se esforzaron mucho con su Maestre e Capitanes dando grandes voces diciendo: «Jesu Cristo y Santa María y San Juan y a ellos;" y pelearon esforzadamented entro en la ciudad con ellos, en que de ambas partes murieron muchos y el Maestre e los christianos con ayuda de Dios, se esforzaron y pelearon de tal manera, que vencieron a los turcos, e los turcos volvieron las espaldas a fuir, y fueron dellos allí muertos muchos e quedaron las cavas llenas de ellos, donde fueron ahogados infinitos de ellos, e otros muchos fueron despeñados de los muros abajo de manera que la ciudad quedó deliberada, y los cristianos vencedores, e siguieron el alcance donde ovieron infinitos despojos è riquezas de artilleria e armas e ropas e otras cosas de prisioneros, que allí tomaron, e los turcos asi vencidos metiéronse en las fustas e navíos fuyendo, e dejaron las estacas e todo lo que ellas tenian en el cerco, y confesaban algunos turcos, qui vieron en aquella pelea un Caballero muy temeroso armado de blanco el cual los destruia e decian que era San Juan glorioso el Apóstol de cuya órden es aquella ciudad, que la vino a defender; porque aquel dia milagrosamente fué defendida pues tanta muchedumbre de turcos la entraron; e desque los turcos vieron aquel desbarato alzaron velas e fuéronse por la mar, e quedó el Maestre de Rodas herido de tres heridas de las cuales escapó: el Armada dellos no volvió en Constantinopla mas antes un Bajá Capitan mayor de ella con despecho del desbarato de Rodas vino en las partes de Calabria, que es en el reyno de Nápoles, que se llama la Gran Sicilia, y destruyó muchos lugares y hizo muchos daños y males en aquella tierra, y cercó a Otranto, que es ciudad del Duque de Calabria, e combatió las noches y dias donde los de la ciudad por se defender, mataron muchos turcos, e los turcos la entraron por fuerza de armas e metieron a espada la mayor parte de los christianos que en ella habia, e despues de apoderado en la ciudad e fortaleza, mató á todos los clérigos que halló e fizo aserrar por medio al Obispo de Otranto, e fizo matar mil e cuatrocientos hombres atados con sogas, e robaron la ciudad, e embiaron la presa a Constantinopla, don

de del Gran Turco habian sido embiados, e aquel Bajá, e los otros ordenaron de dejar gente para defender la ciudad, e dejaron en ella cinco mil turcos e hombres de pelea con todas cosas que eran menester, e con mucha artilleria, e fuéronse en Constantinopla, y así Otranto quedó con los turcos por suyo.

Horrible plaga fué el perdimiento de Otranto, que cuando los perros de los Turcos entraron en aquella Provincia sabian que no habia gente de socorro, por eso se pusieron en cerco de Otranto por que el Duque de Calabria, Señor de aquella tierra, estaba de alli ciento y cincuenta leguas en Toscana él e el Rey de Nápoles su padre tenian guerras con Florencia que eran padre e fijo, e el Duque estaba en Seña con la gente de ambos, que eran valedores de los Seneses, y el Rey de Nápoles estaba en Nápoles, que son cien leguas de Otranto, e no tenia genté de armas con que socorrer, e asi ovieron lugar de facer el estrago que ficieron: despues de esto el Duque de Calabria vino con gran gente de guerra e puso cerco sobre Otranto, y estando en el cerco imbocó ayuda del Rey D. Fernando de Castilla su primo, y del Rey de Portugal, temiendo que habrian los cercados socorro de turcos, y fueron de Castilla veinte y dos Naos de gente de socorro, y D. Francisco Enriquez hermano del Adelantado por Capitan e el Obispo de Evora D. Garcia de Meneses y no llegaron sino hasta Nápoles, que ya él babia tomado a Otranto. El Duque de Calabria desque puso el cerco dióle muchos combates y mucha priesa, e viendo que no se podian tener, e temiendo el perdimiento, un Capitan de los cercados llamado Damasquino, habiendo ya seis meses que estaban cercados, fizo un partido que salvasen a él y doscientos hombres de su Capitania, e que daria a todos los otros cautivos a merced del Duque, y el Duque concedió el partido e salvó al Capitan e los doscientos hombres, e tomó todos los otros cautivos, en que tomó dos mil e quinientos hombres, o pocos mas o menos, que todos eran muertos de pestilencia que les habia dado, e de los combates del cerco, e el Duque de Calabria tomó la ciudad e la fortaleza e vendió todos aquellos, e ovo allí todo el despojo de los turcos, e oro, e plata, e joyas e caballos e armast

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