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con gran procesion: e ella los recibió dentro de la Iglesia Mayor, estando con su fija la Infanta Doña Isabel dentro de la dicha Iglesia, donde los podian bien mirar, e todos pasaban por do ella estaba uno a uno, e le besaban la mano, e eso mismo a la Infanta, e mandolos aposentar, e mandolos dar limosna a cada uno un florin de oro. Pública fama era en el Real de Velez, que tenia el Rey diez mil de caballo e ochenta mil peones. Salió de Velez con los moros vencidos un caballero moro de Málaga que llamaban Mahomad Meque, que tenia su casa e mujer e fijos en Málaga, e tenia mucha parte en ella, e conociolo un su criado del Marqués Duque de Cádiz llamado Joan Diaz, e trújolo á su tienda del Marqués, e dijole: «Señor, á este debe V. S. facer mucha honra, que es caballero de Málaga, e tiene en ella mucha parte, e puede en la toma de ella aprovechar mucho.» E luego el Marqués le fizo facer honra e fizo fablar con él sus adalides en el caso, e rogole que tubiese manera de facer, que Málaga se diese al Rey antes que allá fuesen, pues via que lo por todas maneras no podia escusar segun veia en el aparejo; e el moro se lo prometió de lo procurar con todas sus fuerzas e maneras que él faria dar la ciudad ó á lo menos el Castillo de Gibra Alfaro al Rey, e el Marqués díjole al Rey esto luego, e el Rey ovo de ello placer, e dijo al Marqués: «Duque, yo dejo en vuestras manos este concierto, que lo procureis, e pongo mis tesoros, que los repartais en el partido de Málaga, si la podeis haber en mi nombre como vos quisiéredes. «E luego el Marqués con autoridad del Rey armó caballero al moro Mahomad Meque, e le dió un caballo suyo, e sus propias corazas, e su propia lanza, e su propia adarga, e dió otro tanto a otro moro su compañero e pariente, e los embió a Málaga con el dicho su criado Joan Diaz, que sabia bien la lengua arábiga e plática de los moros con cartas de creencia de partido en que daba al cegri Alcayde de Gibra Alfaro porque entregase al Rey la fortaleza, la villa de Coyn de juro e heredad e cuatro mil doblas en oro; e daba á otro capitan llamado Abrahan Zenete que estaba en su compañia e liga un Alqueria que él escogiese, e dos mil doblas en oro e daba a Hazam de Santa Cruz que era caballero que se habia criado en Castilla, e habia vivido

con el Marqués, otra Alqueria é dos mil doblas; é daba á la gente de Gibra Alfaro cuatro mil doblas que repartiesen, en la ciudad daba cualquiera partido que demandasen, que el rey se lo daria con tal que dejasen la ciudad, é que él con gente se fuese ó saliese á vivir por las aldeas: é idos con esta embajada entraron en Gibra Alfaro, é comunicada la embajada, el alcayde del Zegri con quien le convenia, despues de haber fecho mucha honra a los mensageros respondió diciendo: « decid al Señor Marqués, que si no nos hubiéramos concertado la ciudad e nosotros que aun ayer nos acabamos de concertar, que luego a la hora ficiéramos lo que nos embiaba a decir: empero que pues me escogieron á mi en esta ciudad por el mejor de los moros de ella, é me entregaron la ciudad, é este castillo de Gibra Alfaro, e lo tengo muy bien vastecido, é la ciudad asi mismo está muy bien lastrada de todo lo que es menester que si yo ficiese algo de lo que me embia á mandar sin ver porque me tenia por el mas malo é cobarde moro de todos los moros; empero decidle á su Señoria, que viniendo el Rey sobre nosotros, que yo le doy mi fee al Marqués, que cuando oviéremos de facer partido, é nos oviéremos de dar al Rey, que no faltará, ni fará en nuestro partido sino á él, ni nos daremos á otro sino á él, y para que crea su señoria que yo digo esto, decidle por señas, que fabló conmigo ciertas razones cuando nos tomaron á Loja. E los mensajeros se partieron con esto de noche de Gibra Alfaro, é vinieron e lo contaron al Marqués é al Rey, é el Rey mandó, que volviesen otra vez, é volvieron é fallaron muchos guardas de noche, é no pudieron entrar de noche con esta embajada secreta, é oviéranse perdido sino fuyeran por do sabian la tierra, é despues de esto, que no pudo ser por via secreta, entró el Marqués por via pública á requerir de parte del Rey al Zegrí, é Caveceras, que mirasen si se querian dar al Rey, que les faria buenos partidos, y antes que moviese el Real para ir á ellos vinieran á darse donde no, que podria ser, é creia, que sino venian é el real se movia para irlos á cercar, que otro partido no oviesen, salvo el facer todos cautivos; é ni por eso la dura cerviz del Zegri, quiso conocer del caso pensando ganar mucha honra.

GAPÍTULO LXXXIII.

Del cerco de Málaga, y de las cosas que en él acaecieron.

Movió el rey de Velez su gran real e artilleria para ir a cercar la ciudad de Málaga, é llegó allá un lunes siete dias del mes de mayo año del Señor de 1487 e los moros salieron á defender, que no se ausentase el real peleando muy ferozmente, como hombres muy esforzados con muchas saetas, e espingardas é escaramuzas, como aquellos, que por lo suyo querian morir é defenderlo, é los chistianos como llegaron los delanteros, como aquellos, que lo habian gana de lo facer, que otra cosa egercitar no venian sino á peléar con los moros, les dieron tanta prisa por muchas partes.

Aqui á los primeros encuentros, quedaron muertos mas de ochenta moros por entre las huertas, y los entraron e encerraron los moros en la ciudad de Gibra Alfaro, no sin pérdida de los christianos, é tomaron las huertas, que eran pasos fuertes, é asentaron el real, é tomaron é pusieron el cerco á pesar de todos los moros, é tomó el Marqués Duque de Cádiz las estancias e partes de Gibra Alfaro, donde era el mas peligro, que asi lo tenia por costumbre ponerse siempre en el mayor peligro, donde de necesario hubiese de estar siempre á buen recaudo. El Maestre de Alcántara tomó el otro cavo fácia el Poniente orilla del mar, e luego cave el Maestre de Santiago, los otros Duques, Condes, Marque

ses é Grandes Señores é capitanes de las ciudades de Sevilla, é Córdova, é Xerez, é Ecija, é de las otras ciudades de Castilla te nian sus estancias é reales cerca unos de otros en rededor de la ciudad de Málaga por el cabo de la tierra, é terminábase desda el real, e estancia del Marqués Duque de Cádiz, que tenia la vera de la mar: ansi estaban las estancias del cerco desde el un cavo de la mar fasta el otro é el rey tenia sus tiendas e gran real é de fuera en el comedio de donde podia socorrer á todas partes presto. E luego como llegó sobre Málaga embió á requerir a los alcaydes é comunidades, que le diesen la Ciudad antes que mas sobre ella se ficiese, é púsoles término para ello, diciendo que les faria buen partido; é fué endurecido el corazon del Zegri como el de Faraon, é fizo endurecer con vanas esperanzas el corazon del Pueblo; é el rey les embió á decir é á amenazar, que si fasta tal dia no se daban, que les facia saber, que con la ayuda de Dios, los habia de sacar a todos cautivos de la Ciudad, é ni por eso se dieron el Zegri e Abrahan Zenete, Alcaydes e Capitanes nuevos mayores de la Ciudad, é otras caveceras semejantes de la Ciudad, é nunca quisieron fablar por entonce en partido, ni dar la Ciudad al rey. E de que esto vido el rey, mandó asestar el artilleria é mandó tirar con los robodaquines, é con algunos tiros medianos por todas partes por les facer mal é daño, mas la Ciudad era muy grande, é muy fuerte, é adarbada, e torreada, é no le podian hacer daño mucho, é no le querian tirar con las lombardas grandes por no dañar la Ciudad. Por el cavo de la mar estaba cercada Málaga con la Armada del rey, de muchas Galeras, é Naos, é Carabelas, en que habia mucha gente, é muchas armas, é combatian la Ciudad por la mar con los tiros de pólvora. Era una gran fermosura ver el real sobre Málaga por tierra é por mar. Habia una gran flota del armada, que siempre estaba en el cerco, é otros muchos Navios, que nunca paraban trayendo mantenimientos al real; é pasaron mas de treinta dias, que parecia que los Moros no se les daba mucho que por el cerco, é mandó el rey asestar siete gruesas lombardas, que se llamaban las siete hermanas Ximonas, é mu

chos coartagos, é engaño con que tiraban algunos tiros de alquitran para atemorizar los Moros, é porque se diesen. En este tiempo vino la reyna Doña Isabel á el real, é la infanta mayor su fija, por ver el real, é ser en la toma de Málaga, é vino bien acompañada de Caballeros é Dueñas é Damas de su Corte, é saliéronla á recivir los Grandes de Castilla, que alli estaban algunos de ellos, en especial el Marqués é el Maestre de Santiago; e despues que llegó cerca del lugar, salió el rey á los recivir muy triunfalmente, é todos los del real pensaban, por la venida de la reyna se habian de dar los Moros, é ellos como personas de España, é segun los Zamaranos en su tema esforzadamente salian á pelear, é dar en las estancias muchas veces concertadamente mejor que de primero, é ninguna mencion facian de entender en partido, sino de pelear e defender su Ciudad, ofendiendo cuanto mas podían, é reciviendo ellos tambien muchos daños é muertes, é de las salidas, que ficieron á pelear, fueron dos mas de notar, que las otras, segun se sigue.

Salieron un dia de la Ciudad por el Castillo de Gibra Alfaro muchos Moros, é quisieron dar en las estancias del Marqués Duque tomando la gente segura, el Marqués tenia tal recaudo, que fueron justamente vistas ya que estaban fuera de la tienda é estancias del Marqués; é habia una estancia la mas cercana al Castillo, que aquella noche los Escuderos de ella habian mudado é acercado acia Gibra Alfaro, e la gente de ella estaba muy cansada, que no habia dormido ni descansado dos dias habia; é con este despecho, de aquel Estancia, que se les acercaba, se creyó que los moros ordenasen de salir á pelear por alli; é el Estancia del Marqués estaba mas á fuera casi un tiro de vallesta; é el marqués como vido los moros salir, aperciviose para ir allá: é los Moros arremetieron con la Estancia é dieron en los Christianos, é los Christianos dieron á fuir los de aquella Estancia é de otras cercanas de ellas: é el Marqués arremetió á pié muy bien armado dando grandes voces desque vido que todos fuian diciendo, buelta fidalgos, que soy el Marqnés, á ellos, á

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