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chos como la mano, e respondió al rey de Tremecen, e embió honradamente los mensajeros, é pasó el mes de julio, e parte de agosto, é la comunidad de Málaga recibia mucha pena é laceria de hambre, y de los tiros, y combates, que no cesaban cada dia, suplicaban á las cabezas, y al Zegri que pidiese partido al Rey, e el Zegri, y los que seguian su opinion era que matasen las mujeres, e niños e viejos que no eran para pelear, y despues que saliesen peleando y murieran, que no que diesen tal honra, y victoria á los cristianos de darse á partido.

El Dordux.

E desque vido su locura el Zegri y sus secuaces, un moro muy honrado y muy rico mercader de la ciudad llamado el Dordux tuvo manera como amigablemente tomó á los Alcaydes el Alcazaba, e el castillo de Henoveses, e epoderose en ellos que son dos fortalezas grandes, e muy fuertes, e tuvolos algunos dias, y ya pasados algunos dias de agosto que ya no tenian que comer, embió al real a demandar partido en nombre de todo el Comun. En este tiempo el Zegri Alcayde de Málaga estaba en Gibralfaro ansi como retrahido que no entraba en las otras fortalezas, e estaba con él el moro Santo Agorero huido por miedo de la Comunidad porque lo queria matar, por las esperanzas y promesas mentirosas que les havia dicho. E el Dordux demandaba al rey que tomase las fortalezas y los dejase mudejamente estar con lo suyo en la ciudad, e salieron los farautes con esta mensageria por las estancias del Comendador mayor de Leon Gutierre de Cárdenas, Mayordomo, e Contador mayor del rey, e el mesmo los llevó al Rey. E vista la embajada, el Rey obo de ello muy grande enojo, e los mandó volver á la ciudad e les dijo, que le dijesen que tuviesen cuanto pudiesen, que con la ayuda de Dios, muertos ó cautivos los entendia sacar á todos de alli; e con esto los mensajeros se fueron, e otro dia la ciudad embió con sus mensajeros á rogar al Marqués Duque de Cádiz a sus tiendas por la via de Gibralfaro que le pedian por merced hiciese

le partido con el Rey: el Marqués les respondió que no podia, pues que tan al cabo se havian dejado llegar, e que se tornasen al comendador mayor, pues que á él primero se havian encomendado que él lo trataria; y con esto los mensajeros se volvieron. E visto esto el Dordux e la Comunidad, fablaron e abajaron en el partido, e salió el Dordux mesmo por do primero los primeros mensajeros havian salido, e el Comendador mayor lo llevó al Rey, e denunció al Rey la embajada, e la comision que el Dordux trahia para el partido, segun el Dordux por la lengua de los que la sabian al Comendador mayor contado havia. E entendido por el Rey lo que pedian, dijo con grande enojo al Comendador mayor: «Dadlos al diablo, que no los quiero ver, facedlos volver á la Ciudad: no los he de tomar sino como á vencidos del todo, dándose á mi merced:» y con esto el Dordux, y los que con él habian salido se volvieron, e entrados en la ciudad, mandó el Rey tirar toda la artilleria, y dieron una muy gran grita todos los del Real, e tiraron todas las lombardas, e ingenios, e ficieron muchos daños en la ciudad e con la respuesta de los embajadores; oida por la Comunidad obieron en Málaga muy gran ruido, e muy gran turbacion, e ficieron las gentes della muy grandes llantos, e lloros, asi los hombres como las mujeres e pequeños; e ya á este tiempo comian los cavallos, e asnos, e perros, e gatos, e comian los troncones de las palmas altas molidos hecho pan, e muchos de los que comian de aquel pan, desque bebian el agua sobre ello, morian, e asi murieron mas que se hinchaban con ello, e morian, e llegaron a tanta necesidad antes que se diesen que murieron de hambre muchos. E vistas las respuestas del rey, entraron en su cabildo, e ordenaron de se dar á merced del Rey, c de la Reyna, pues que ya no podia ser, e ficieron la siguiente carta, con la qual el Dordux volvió al Comendador mayor, e lo llevó al Rey y dió por él la carta al Rey, e la Reyna, y es la siguiente carta de Málaga.

Alabado Dios Poderoso.

Nuestros Sres. Reyes el Rey e la Reyna, mayores que todos los Reyes e que todos los Principes, cuzálcenlos Dios. Encomendándose en la grandeza de vuestro Estado, e besando la tierra de debajo de vuestros piés, vuestros servidores y esclavos los de Málaga, grandes e pequeños, remédiclos Dios. Despues desto los servidores vuestros suplicamos a vuestro estado Real que nos remedie como conviene hacer a vuestra grandeza, haviendo piedad y misericordia de nos havido segun a vuestro real estado conviene, e segun ficieron vuestro antepasados e vuestros abuelos los reyes grandes y poderosos. Ya habeis sabido, ensalcenos Dios, como Córdoba fué cercada gran tiempo fasta que se tomó la mitad, e quedaron los mores en la otra mitad, fasta que acabaron todo el pan que tenian, e fucron estrechados mas que los otros, e despues suplicaron al gran Rey vuestro abuelo, e rogáronte que los asegurase y aseguroles, y recibioles sus suplicaciones, e oyó su fabla, e perdonoles, e dioles todo lo que tenian en su poder, asi faciendas como hijos, e ganó la gran fama fasta el dia del juicio. Ansi mesmo en Antequera con vuestro abuelo el grande, esforzado, y nombrado el Infante que las cercó seis meses y medio, e tomó là ciudad y ganó el Alcazaba obra de seis meses fasta que se les acabo el agua, e estonce le suplicaron, e echaron a su favor, e le demandaron que les asegurase para que saliesen, e recibió sus suplicaciones e sacoles, e dioles todos sus bienes, y mercaderias, e quedó su fama, e el bien que fizo fasta el dia del juicio, perdónelo Dios, y á vosotros ensalsevos Dios, nuestros Sres. Reyes mas honrados que todos los Reyes, e todos los Principes, pública es vuestra buena fama, e vuestro favor e, vuestra honra, e vuestra piedad, e ha parecido con las gentes que se dieron antes que nosotros, ha ido vuestra fama, a allende e aquende entre los christianos, y entre los moros, y nosotros vuestros servidorés, y esclavos bien conocemos nuestro yerro, y nos ponemos en vuestras manos, y echamos

nuestras personas á vuestra merced, suplicamos Vos nos asegureis é remedieis en ahorrar nuestras personas, é nos otorgueis esto como parecerá al seguro é honra que está con Vos Señores de poder. Nosotros estamos degollados en vuestro fabor é nos metemos en vuestro amparo, faced con vuestros siervos como conviene á V. A. é Dios Poderoso ponga en vuestra voluntad, que lo fagais bien con vuestros siervos; pues ensalcevos Dios mayores que los Reyes é Príncipes; é no plegue á Dios que fagais con nosotros sino lo que conviene á vuestra grandeza é honra de toda virtud. Esto es lo que suplicamos á Vuestras Altezas, é pedimos vuestros siervos, en manos de Vuestras Altezas nos ponemos. Dios Poderoso acreciente el ensalzamiento de Vuestras Altezas. >>

Luego respondió el Rey:

Yo el Rey.

«Consejo, é Viejos, é Vecinos de la Ciudad de Málaga. Ví vuestra carta, por la cual me embiades á facer saber, que me queriades entregar esa Ciudad, con todo lo que en ella estaba, é que vos dejase vuestras personas libres para ir á donde quisierades, é esa suplicacion, si la ficierades al tiempo que vos embié á requerir desde Velez Málaga e luego que aqui senté el real, pareceria que con voluntad de mi servicio os moviades á ello; estonce oviera placer de lo facer; pero visto que habeis esperado fasta lo postrimero, que os podeis detener á mi servicio, no cumple os recibir de otra manera, salvo dandoos mi merced, como determinadamente os lo he embiado á decir con vuestros mensajeros; y esto es muy menor inconveniente, que no haber de esperar mas, segun el estado en que estais. »>

CAPITULO LXXIV.

Cómo se dió Málaga.

Vista esta respuesta por los Moros de Málaga, el Dordux, antes que entregase las fortalezas, fué, é vino muchas veces al Rey é á la Reyna, é ganó, que puesto caso que todos Moros fuesen esclavos, empero que el Rey les asegurase la vida á todos é fuele otorgado; mas ganó, con ayuda de ruegos de Caballeros, perdon para si, é para cuarenta casas de sus parientes, que quedasen libres é francos en la Ciudad con todo lo suyo por Mudejares, é asi le fué concedido; é quedaron en esto asi concertado: luego el Dordux entregó al Rey las fortalezas é torres, é algimas, é sobre puertas de la Ciudad dejando á Gibra Alfaro, que lo tenia el Cegri; é el Rey mandó á pregonar, que cualquiera, que tomase cosa de los Moros, ó les ficiese desaguisado, que muriese por ello; é embió su Guion, é la Cruz de la Cruzada, é el Pendon de las Hermandades, acompañados de muchos cavalleros, é muy armados despues de haber tomado Rehenes del Dordux á tomar las fortalezas de Málaga, é desque vido empinados sobre las mas altas torres sus gentes señorean las fuerzas de la Ciudad, dió muchas gracias al Señor Nuestro Dios, é agradeciole mucho la victoria ganada, que alli le habia dado; é la Reyna é la Infanta con sus Dueñas é Damas, é toda la Compañia Real hincadas de rodillas en tierra presentaron á Dios Nuestro Señor, é á la Virgen Santa Maria gloriosísima muchas alavanzas é oraciones, é á el Apostol Santiago; eso mesmo ficieron todos los devotos Christianos del Real, é los Obispos, é Clerecia, que alli se hallaron, cantaron Te Deum Laudamus. Fué este dia que la Ciudad se entregó sábado, diez y ocho dias andados del mes de Agosto año susodicho de Nuestro Salvador Jesu Christo de 1487 años; habia estado cercada desde siete dias andados

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