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Es propiedad de D. José Maria Zamora.

INTRODUCCION.

La historia de los reyes Católicos, don Fernando y doña Isabel interesante á todo español, lo es con mayor motivo á todo granadino: los anales de Granada y los de los reyes Católicos son cosas inseparables; son dos recuerdos, que bramarian de no verse juntos. De quien no haya estudiado detenidamente la historia de aquellos monarcas y viva en Granada, ó visite su Alhambra, ó extienda la vista por esta vega tan fértil, tan hermosa hoy, y en donde han mordido el polvo tantos y tantos bravos al filo de la cimitarra damasquina, ó al bote de la lanza castellana, de ese puede muy bien decirse, que contempla una decoracion sin actores, que asiste insensible à un teatro en el que se ha rcpresentado un drama cuyas escenas han arrancado coronas de triunfo, aplausos y lágrimas.

Las proezas, los hechos de armas acaecidos en la vega de Granada, han ocupado á escritores ilustres de España y del extranjero. El caballero Florian, Chateaubriand, Washington Irving, Mr. Roscoe y Mr. Prescott han esplotado nuestras crónicas y manuscritos, y sobre las unas y los otros, han prestado útiles servicios á la historia española. Los señores Clemencin, Martinez de la Rosa y don_Eugenio Tapia con iguales documentos, han

esclarecido la época mas gloriosa de la monarquia: Pulgar y Antonio de Nebrija, Palencia, Oviedo, Diego de Valera, Ayora, Lucio Marineo Siculo, Pedro Mártir, Andrés Bernaldez y posteriormente el doctor Galindez de Carvajal, son escritores leidos y consultados con avidéz por todo el que abrigue en su pecho sentimientos de nacionalidad y quiera saber á fondo el singular mérito de la reina Católica y recordar las glorias españolas. Mas el hado infausto de los buenos escritores, como dice don Nicolás Antonio (nescio quo bonorum auctorum fato) ha hecho, que casi todas estas obras permanezcan inéditas, sepultadas en la biblioteca de la academia de la historia, ó reservadas en el gabinete de algun curioso. Entre todos los historiadores contemporáneos de la grande Isabel, ninguno merece mayor exámen, ni puede excitar mas vivo interés, que el cura Bernaldez. Intimamente relacionado con los personajes mas distinguidos de Andalucia, y muy especialmente con el marqués de Cádiz, escribe como testigo presencial los sucesos de aquel tiempo y refiere tantos y tan minuciosos pormenores y tan agradables anécdotas, que su testimonio es citado como una autoridad respetable. Bernaldez nos hace conocer los hombres célebres, que florecieron en aquel tiempo, sus costumbres, pinta sus trajes, continente y apostura, inserta dichos agudos; y su obra en fin, es un precioso repertorio para conocer á fondo el reinado de los reyes Católicos.

El manuscrito del cura de los Palacios aunque lleva el titulo de historia de aquellos soberanos, no guarda rigorosamente las leyes de tal, y es mas bien una memoria de sucesos, que el autor refiere, como testigo de vista unas veses, y otras bajo la fe de personas contemporáneas. Asi es, que relata algunos acontecimientos, suspendiendo luego la narracion de otros, como lo confiesa él mismo en el capitulo 196 donde dice: « Volviendo á hablar de las cosas de España y de Francia, porque por entrelener las otras cosas acaecidas, no van á hecho, quiero volver á decir algo de lo que acaeció entre el rey de Francia y el rey don Fernando de España &c. En clase de testigo presencial cuenta nuestro autor, algunos hechos, que no podemos menos de citar

con preferencia. En el capitulo 75, hablando de la hermosa entrada, que el rey fizo en tierra de moros y de la toma de Ronda, dice que él mismo contó 150 pasos de descenso por los cuales bajaban los moros cercados á proveerse de agua, cuya mina descubierta por el marqués de Cádiz sirvió poderosamente para dar entrada en la plaza á los soldados cristianos. En el capítulo 115 pinta la desventura y lastimoso estado de los judios expulsos de España, que habiendo pasado á la costa de Africa á buscar un asilo, fueron cruelmente maltratados por los moros. Robadas las escasas riquezas que habian podido salvar en su infortunio, ultrajadas sus hijas y esposas y expuestos todos á perecer á manos de aquellos bárbaros, prefirieron volver á España á merced de la inquisicion y de los cristianos; y entonces, dice el cura, que bautizó á muchos, entre los cuales se contaban algunos rabies. En el capítulo 104 dice las señas del marqués de Cádiz, la forma y aparato de su entierro, todo tan individualmente, que el lector se trasporta á aquellos tiempos y se embelesa con su sencilla, pero interesante narracion.

El señor Martinez de la Rosa en el discurso que pronunció en el instituto histórico de Francia, citó con elogio al cura de los Palacios, y refirió particularidades de la persona de Colon, á quien tuvo el mismo historiador alojado en su casa, cuando volvió a España cautivando la atencion de las gentes por haber descubierto un nuevo mundo. Bernaldez refiere la conversacion que tuvo con el intrépido genovés sobre sus aventuras, y expresa las raras preciosidades que llevaba el almirante, citando entre ellas una pesada cadena de oro que colgaba al cuello de uno de los indios que acompañaban al ilustre aventurero.

Prescindiendo de estas noticias de interés general, Bernaldez las escribe curiosísimas relativas al pais granadino. La crónica de la conquista de Granada por Washington Irving es una copia del manuscrito que publicamos, engalanada con los atavios del estilo moderno; y es verdaderamente una mengua para Granada que la historia de su conquista haya de leerse escrita por pluma extranjera. Los vecinos de Málaga, Ronda, Alhama, Loja,

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Guadix, Baza y los de las demás villas y lugares del reino granadino verán en el cura de los Palacios referidas las peleas sostenidas entre moros y cristianos dentro de los hogares mismos que habitan: con esta historia en la mano podrán recorrer tambien las cercanias de su pueblo, ó visitar las murallas y castillos antiguos y decir: «aquí pelearon el marqués de Cádiz y Gonzalo de Córdoba; desde este castillo un caballero moro mandó á sus soldados que no arrojasen dardos á las estancias de la reina Católica temiendo incurrir en la nota de descortes y fementido con una dama (1). En esa llanura (2) fué donde una hueste de caballeros lujosamente ataviados salió al encuentro de la reina Católica, que acompañada de sus damas venia á dar órdenes á los infundirles aliento y brio y á participar de las fatigas y azares de los campamentos;" y Granada, la bella Granada, por último, objeto de unas empresas tan heróicas como las que cantó Homero, y tan caballerescas y galanas como las fabulosas del Ariosto, poseerá una crónica de su conquista, original y minuciosamente escrita.

guerreros,

Andrés Bernaldez nació en la villa de Fuentes de la encomienda mayor de Leon á mediados del siglo XV. Rodrigo Caro para averiguar su verdadero apellido, comprobó los libros originales de bautismos de la villa de los Palacios, y halló escrito Andrés Bernaldez ó Bernal al pié de las partidas, cuya diligencia pudo practicar escrupulosamente por haber sido visitador del arzobispado de Sevilla. En 1488 obtuvo Bernaldez el curato de los Palacios y desempeñó su ministerio parroquial hasta el año de 1515 en que falleció. En este tiempo mantuvo amistosa y franca correspondencia con los personajes mas esclarecidos de la época, y singularmente con don Rodrigo Ponce de Leon, marqués de Cádiz, con quien segun algunos anduvo un tanto pródigo de alabanzas. El arzobispo don Diego Deza,le nombró capellan suyo; pero este nombramiento fué meramente honorifico, puesto que nuestro historiador permaneció siempre en su modesta villa sin aspirar á dignidades, que probablemente hubiera podido gran

(1) En el cerco de Baza.

(2) En las inmediaciones de Illora.

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