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es muy grande mayor que Sicilia: tiene en cerco ochocientas millas, e es toda llena de Valles, e Campos, e planos, e fertilisima ultra modo que asi a la lengua de la mar, como en la tierra adentro toda es llena de Poblaciones e muy grandes, e muy cerca unos de otros a cuarto de Legua. Tienen Canoas mas que en ninguna otra parte de por alli, e mas grandes que fasta entonces habian visto, todas de un tronco, como dicho es, enteras de un árbol, e cada Cacique de todas aquellas partes, tiene una Canoa grande de que se precia, e sirve como acá un Caballero que se precia de tener una Nao grande e fermosa: ellos ansi traen labradas aquellas Canoas en pro e popa a lazos, e pinturas que es maravilla la fermosura de ellas.

En una de aquellas grandes midió el Almirante noventa y seis piés de luengo e ocho piés de ancho.

CAPITULO GIIV.

De la Isla Jamayca.

Asi como el Almirante llegó a cerca de la tierra de Jamayca, luego salieron contra el bien setenta Canoas todas cargadas de gente, e varas por armas una legua a la mar en son e forma de pelea, e el Almirante con sus Caravelas, e gente no dió por ellas nada, e siguió todavia el camino de la tierra, e desque esto vieron ovieron miedo, e volvieron huyendo, e el Almirante tuvo forma con sus Caravelas e Farante, como una de aquellas Caravelas se aseguró, e vino a él con la gente, e dioles vestidos, e otras muchas cosas que ellos tuvieron en gran precio, e dioles licencia se fuesen, e él fué a surfi a un lugar que puso por nombre Santa Gloria por la estima hermosura de su gloriosa tierra, porque ninguna comparacion tienen a ella las huertas de Valencia, ni otra parte, y esto es en toda la Isla, e dur

mieron alli aquella noche, e otro dia en amaneciendo fueron a buscar Puerto cerrado para espumar e adobar los Navios, e andando al Poniente cuatro leguas fallaron un singularísimo Puerto.

El Almirante envió la Barca a ver la entrada, e salieron a ella dos Canoas con mucha gente, e le tiraron muchas varas, empero luego fuyeron desque vieron resistencia, pero no tan presto que no recibieron castigo, e el Almirante entró en el, Puerto, e surgió, e hubieron tantos Indios sobre él, que cubrian la tierra, e todo teñidos de mil colores, e la mayor parte negros, e todos desnudos a el su uso, e traian plumages en las Cabezas de diversas maneras, e traian el pecho e el Vientre cubierto con ojas de Palma dando la mayor grita del Mundo e tirando varas, aunque no alcanzaban, e en los Navios tenian necesidad de agua, e de Leña, allende de adovar los Navios, e el Almirante vió que no era razon dejarlos en aquella osadia sin pena porque otra vez no se atreviesen: ansi como todas tres barcas con las Caravelas no podian andar e llegar adonde ellos estaban por el poco fondo e porque conociesen las armas de Castilla, allegáronse cerca de ellos con las barcas, e tirándoles con las Ballestas, e desque los picaron bien e comenzaron de coger miedo saltaron en tierra a ellos despudando tiros, e como los indios vieron que los Castellanos descendieron a ellos, dieron todos los Indios a huir hombres e mugeres, que no pararon ninguno en toda la comarca, e un perro que soltaron de un Navio los seguia, e mordia, e les fizo gran daño; que un Perro vale para los Indios como diez hombres.

El dia siguiente antes del Sol salido volvieron seis hombres de aquellos Indios a la Playa llamando e diciendo al Almiran-. te que aquellos Caciques todos le rogaban que no se fuesen que les querian ver e traer pan, e pescado, e frutas; e al Almirante le plugo mucho de la Embaxada, e ficieron su amistanza e seguro, e vinieron los Caciques e muchos Indios a él, e trujéronles muchos mantenimientos con que refrescó mucho la gente, e estuvieron muy abundosos de todo todos los dias que alli estuvieron, e los Indios quedaron muy contentos con las cosas

que el Almirante les dió; e adobado los Navios e descansada la gente, se fueron, digo, partieron de alli.

CAPITULO GXXVI..

De muchas Islas que se descubrieron.

Partió el Almirante con sus tres Caravelas de Jamayca, e navegó 24 leguas facia el Poniente fasta el Golfo de Buen tiempo," e ovieron los tiempos contrarios para seguir la costa e adelante de la dicha Isla de Jamayća, de la cual su calidad era bien conocida e vista que no habia en ella oro ni metal ninguno, aunque de lo otro era como un Parayso, e por mas que oro tenida, ficieron del viento contrario bueno, e volvieron a la tierra firme de la Joana con propósito de seguir la Costa de ella, que habian dejado por saber cierto si era tierra firme e fueron a parar a una Provincia que llaman Macaca que es muy fermosa, e fueron a surgir a una Poblacion muy grande el Cacique de la cual ya conocia al Almirante, e las caravelas de antes que fuesen esta jornada, que hallegaron por aquella costa la ida primera que el Almirante fué a descubrir que todos los Caciques de aquella tierra lo supieron, e fué toda aquella tierra e islas alborotada de tan buena cosa, e Navios, e todos decian que era gente del Cielo no embargante que él no habia navegado aquella Costa, salvo la otra del Septentrion; e llegados, alli, el Almirante llegó e envió presentes al dicho Cacique de las cosas, que ellos allá, tenian en mucho precio, e el Cacique les envió buen refresco, e a decir como lo conocian al Almirante por oidas, e conocian a su Padre de Simon (un indio que el Almirante habia traido a Castilla e dado al Principe D. Joan), e el Almirante descindió en tierra, e preguntó a dicho Cacique e a los Indios de aquel lugar, si aquella era tierra firme o Isla, e él

con todos los otros le respondieron que era tierra infinita de que nadie habia visto el cabo, aunque era Isla. dan

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Esta era gente muy mansa, e desviada de malos pensamientos: hay diferencias en gran manera de las gentes de esta tierra Joana, a las otras de todas las Islas comarcanas, e eso mesmo hay en las Aves e en todas las otras cosas, que estas de esta Isla Joana son de mejor condición e mas mansas; e otro dia partieron de alli e navegaron al Septentrion declinando al Nordeste siguiendo la costa de la tierra: a horas de Visperas vieron de lejos que aquella costa volvia al Poniente, e tomaron aquel 'camino por atajar, dexando la tierra a mano derecha. Otro dia al salir del Sol miraron de encima del mastellero, e vieron la mar llena de Islas a todos cuatro vientos, e todas verdes, llenas de árboles, la cosa mas fermosa que ojos vieron, e el Almirante quisiera pasar al Austro, e dexar esta Isla a la mano derecha, mas acordándose haber leido que toda aquella mar es asi llena de Islas, e Joan de Mandavilla dice, que en las Indias hay mas de cinco mil Islas, determinó de andar adelante, e no dexar la vista de tierra firme de Joana, el ver lo cierto de si era Isla ó no, e cuanto mas andaban mas Islas descubrian, e dice se descubrieron 164 Islas, e el tiempo para navegar entré ellas, siempre se lo dió Dios bueno, que corrian los Navios por aquellos mares, que parecia que volaban, e llegaron el dia de Pascua de Espíritu Santo de 1494, a posar a la tierra firme a un lugar despoblado, e no por destemperanza del Ciclo e esterilidad de la tierra, e un grande palmar de Palmas que parecia que llegaban al Cielo, alli orilla de la mar, e salian de la tierra dos ojos de agua de debajo de ella tan grandes que en el agujero cupiera una grande naranja, e venia este agua en alto con impetu cuando la marea de creciente era tan fria, e tal, e tan dulze, que no la babia mejor en el Mundo; e este frio no salvage como otros que dañan el estómago sino sanisimo; e des cansaron alli todos en las yervas de aquellas fuentes, e a el olor de las flores que alli se sentia maravilloso e al dulzor del cantar de los pajaritos; tantos eran y tan suaves; e a las som bras de aquellas Palmas tan grandes e tan fermosas, que era

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maravilla ver lo uno e lo otro. Alli no parecia gente ninguna, empero señal habia de andar gente por alli que habia señales de ramas cortadas: de alli el Almirante entró en una Barca e fué con ella e con las otras a ver un Rio al Levante de alli' una legua, e fallaron el agua del tan caliente, que escasamente, se sofria la mano en ella, Andovieron por él arriba dos leguas sin fallar gente, ni casas, e siempre la tierra era en aquella fermosurá, e los campos muy verdes e llenos de infinitas gruas, e tan coloradas como escarlatas, e en todas partes por alli habia olor de las flores, e el cantar de los pájaros muy suave, lo cual todos vieron e sintieron cuantas Islas por alli llegaron; e porque eran tantas que no se podía en singular nombrar cada una. Púsolés, a todas en general el Almirante por nombre el Jardin de las Armas. E el dia siguiente estando el Almirante en mucho deseo de hacer lengua, vino una Canoa a Caza de Peces, que le llamaban ellos Caza, que cazan con unos peces otros; que traen atados unos l'eces por la cola que son hechura de Congrios e tienen la boca larga toda llena de sosas asi como el Pulpo, e son muy osados como acá los Hurones, e lanzándolos en el agua, ellos van a pegarse a cualquier pez en el agua, non los despegarán fasta que saquenlo fuera, e es pez muy ligero, e desque se apegan, tiran por el cordel muy luengo en que le traen atado, e toman cada vez uno, e tornándolo a la lumbre del agua: asi que, aquellos Cazadores andaban muy desviados de las Caravelas, e el Almirante envió las Barcas armadas, e con arte que no les fuyesen a tierra, e llegados a ellos les fablaron todos aquellos Cazadores sin malicia, como si toda su vida lo ovieran visto, que se detuviesen con las Barcas, porque tenian uno de estos Peces pegado abajo a, una grande Tortuga fasta que lo oviesen recogido dentro en la Canoa; e a ellos con cuatro Tortugas, que cada una tenia tres codos de largo: e los truxeron a los Navios al Almirante, e alli aquellos les dieron nuevas de todas aquellas Islas, e de su Cacique que estaba alli muy cerca, e los habia enviado a cazar; e rogaron al-Almirante que se fuese allá, e que les farian gran fiesta, e diéronles todas cuatro Tortugas, e él les dió muchas cosas de las que llevaba,

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