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e ellos iban muy contentos, è preguntoles que si aquella tierra era muy grande, e ellos respondieron que al Pouiente no tenia. cabo, e dixeron que toda aquella mar al Austro e Poniente erai llena de Islas, e dioles licencia, e ellos le preguntaron como se Hamaba, e ellos le dixeron el nombre de su Cacique, e volvieron a su exercício de pescar.

CAPITULO CXXVII.

De donde los hombres comen Perros, é los engordan con pescado para ello; e del suavisimo olor de la tierra.

Partió el Almirante de alli por entre aquellas Islas por los Canales mas navegables siguiendo al Poniente no se desviando de tierra firme, e despues de con buen tiempo haber: andado muchas leguas, falló una Isla grande, e al cabo de ella una gran Poblacion, e aunque las Caravelas llevaban buen tiempo, surgieron alli, e fueron a tierra, mas no fallaron persona alguna, que todos fuyeron e dexaron el Lugar, creyeron ser gente que gobernaba de Pescados.

Alli fallaron infinitas conchas de Tortuga que tenian por aqueHá Playa; alli fallaron juntos 40 perros no grandes, ni muy feos no ladraban, parecia estar criados a pescado e cebados; supieron como los Indios los comian, e que tenian tan buen sabor como a Cabritos en Castilla; porque algunos Castellanos los provaron tenian alli aquellos Indios muchas Garzotas mansas, e otras muchas Aves, e el Almirante mandó que no les tomasen ninguna cosa, e partiose de alli con sus Navios, e luego fallaron otra isla mayor que aquella, e no curaron de ella, mas se

enderezaron a unas Montañas que vieron muy altas de la tierra firme que estaban de alli 14 leguas, e alli fallaron una gran Poblacion, e el Cacique, e los demas habitadores de muy buena conversacion e de muy buen trato, e alli dieron muy buen refresco al Almirante e a su gente, de pan, e frutas, e aguas, e preguntoles el Almirante si aquella tierra se andaba mucho al Poniente adelante, e respondió el Cacique que con otros Viejos de su tiempo que lo sabian, que era hombre viejo, e que nunca habia oido decir que tuviese cabo, mas que adelante sabria mas de la gente de Magon, de la cual Provincia ellos estaban comarcanos.

Navegaron el siguiente dia al Poniente, siguiendo siempre la costa de la tierra, e anduvieron muchas leguas siempre por sierras muy grandes e muy alta, que andaba mucho adentro en la tierra, tanto que no se pudo ver fin de ella: e de la parte de la mar de ella.

Habia Poblaciones infinitas de las cuales luego vinieron a los Navios gente infinita con fruta, pan, e agua, e algodon hilado, e Conejos, e Palomas, e otras mil maravillas de Aves de otras maneras que no hay acá, cantando por fiesta, creyendo que aquella gente e Navios venian del Cielo.

Aunque el Indio Intrépréte que llevaban les decia que era gente de Castilla, que creian que Castilla era el Cielo, e que el Rey e la Reyna Señores de aquellos Navios, cuya era aquella gente, estaban en el Cielo: Llamóbase aquella Provincia Arnofai: llegaron alli una tarde, e había andado en poca agua, e allá no pudieron hallar hondo, e el viento de la tierra los echaba fuera; e estuvieron una noche alli a la cuerda parairando que no les pareció una hora de mano por el suavisimo olor que de la tierra venia, e el cantar de los Pajaritos, e de los Indios que era muy maravilloso e contentable.

Alli dixeron al Almirante, que adelante de alli, era Magon, donde todas las gentes tenian rabo como bestias e alimañas: a esta causa los fallarian vestidos; lo cual no es ansi, mas parece que entre ellos hay entre ellos este crédito de oidas, e los simples ellos lo creen, porque parece que ello fué dicho pri

mero por burla faciendo escarnio de los que andan vestidos, como dice Joan de Mandavilla en el 74 capítulo de su Libro, que en las Indias en la Provincia de Larhori todos andan desnudos como nacieron, e que facen burla de los que andan vestidos, e dicen que es gente que no creen en Dios, que hizo a Adam, e Eva nuestros Padres, el cual los hizo desnudo, e dicen que lo que es natural ninguno debe haber verguenza, e ansi los de ésta Provincia de Ornofai como ellos, todos andan des nudos hombres e mujeres; facen escarnio de los que oyen decir que andan vestidos e el Almirante supo su burla, que si alguno donde ellos dicen andan vestidos, tampoco tienen rabo como ellos; dixeron alli al Almirante que adelante habia Islas inumerables e poco fondo, e que el fin de aquella tierra era muy lexos, e tanto, que en cuarenta Lunas no le podian llegar al cabo; e ellos fablaban, segun el andar de sus Canoas, que es muy poco, que una Caravela anda mas en un dia que ellos en siete.

CAPITULO GXXVIII.

De la Mar blanca.

Partió el Almirante de Ornofay él dia siguiente con buen viento con sus Caravelas, e andovo muy grande camino fasta que entró en un Mar blanco todo de un golpe, e pasó muchos Bahos antes de llegar a ella; la cual mar era blanca como leche, e espesa como el agua en que los Zurradores adoban los cueros, e luego les faltó el agua, e quedaron en dos brazas de fondo, e el viento los sacudió mucho estando en un Canal muy peligroso para volver atrás, ni para surgir con los Navios porque no podian velver atrás ni virar sobre el ancla la Proa al

viento, ni habia fondo para ellos porque siempre andaban rastrando el ancla por el suelo, e anduvieron ansi por estas Canales de dentro de estas Islas las 10 leguas fasta una Isla donde fallaron dos brazas e un codo de agua, e largura para estar las Caravella, e alli surgieron, e estuvieron con muy gran pena pensando dexar la empresa, e que no farian poco en poder volver a donde habian partido; mas Nuestro Señor que siempre socorre a los hombres humiltados de buena voluntad, le puso exfuerzo, e puso en corazon al Almirante que siguiese adelante e el dia siguiente una Caravela pequeña fué al fondo de aquella mar a ver si fallaria agua dulze en la tierra firme de que tenian todos los Navios mucha necesidad. Volvió con la respuesta que a la orilla del mar era el lodo muy hondo, e estaba dentro en la mar, e la arboleda lan espesa, que no entraria por alli un Gato...

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Habia por alli tantas Islas, que eran tan espesas y mas, que en el Jardin ya dicho, e tantas arboledas en derredor a la orilla de la mar, que parecian muros, e juntos con aquellas arboledas habia tierra alta, e muchas montañas, e muy verdes, c en ellas parecian muchas ahumadas, e grandes fuegos. El Almirante determinó ir adelante, e navegó por aquellas Canales entre aquellas Islas, las cuales eran tan espesas y mas, que en Jardin de las Armas, e navegó fasta que llegaron a una punta muy baja de la tierra, a la cual el Almirante puso nombre la Punta del Serafin.

Alli ovieron muchos trabajos, que muchas veces se hallaron con los Navios en seco, e dentro de esta Punta la tierra bajaba al Oriente, e se descubrieron al Septentrion Montañas muy lejos; e fuera desta Punta, e entre medias limpio de Islas, que todas quedaban al Austro e al Poniente; :

Ovieron alli el viento bueno, e fallaron alli tres brazas de fondo de agua, e el Almirante determinó de tomar el camino de aquellas Montañas, a las cuales llegó otro dia siguiente e fueron a surgir a un Palmar muy fermoso e muy grande, donde fallaron fuentes de agua muy dulze, e muy buena e señal que alli habia estado gente.

Acaeció alli que estando forniendo los Navios de leña e agua, salió un Ballestero de las Caravelas a caza por la tierra con su Ballesta, e alejado un poco se halló con obra de treinta Indios, e el uno de ellos era vestido con una túnica blanca fasta los piés, e se falló tan súpito sobre ellos, que pensó por aquel vestido que era un Frayle de la Trinidad, que iba alli en la Compañia, e despues vinieron a el otros dos con túnicas blancas que le llegaban'a bajo de las Rodillas, los cuales eran tan blancos como hombres de Castilla en color; estonce ovo miedo e dió voces, e volvió huyendo a la mar, e vido que los otros se estaban quedos; e el de la túnica blanca venią tras de él llamandolo, e él nunca osó esperar; e ansi fuyendo se vino a los Navios, e el Almirante de que lo supo, envió allá por saber que gente era: e cuando fueron no hallaron a ninguno e creyeron que aquel de la túnica cumplida seria el Cacique de ellos.

E el dia siguiente envió el Almirante 25 hombres bien armados que anduvieron ocho o diez leguas por la tierra adentro fasta fallar gente, e andando un cuarto de legua fallaron una vega que andaba de Poniente, e luengo de la costa, e por no saber el camino quisieron travesar las Vegas, e nunca pudieron andar: se volvieron cansados porque habia muchísima yerva muy alta, e muy entretegida que nunca pudieron andar, e volviéronse cansados como si hubieran andado 20 leguas, e dixeron que por alli era imposible poder andar la tierra, que no habia camino ni vereda.

Otro dia fueron otros al luengo de la Playa, e fallaron rastro de bestias grandisimas de cinco uñas, cosa espantable, e juzgaban que fuesen Grifos; e de otras bestias, e juzgában que fuesen Leones; tambien se volvieron atrás; alli fallaron muchas Parras, e muy grandes, e cargadas de agrás que cubrian todos aquellos árboles, que era maravilla de ver. Tomó el Almirante de aquel agras una espuerta llena, e de los trozos de las Parras, e de la tierra blança de la Mar para mostrar, e para enviar al Rey e a la Reyna. Tambien habia muchas aromáticas frutas, coino en los otros lugares susodichos. Tambien habia alli Gruas, mayores dos veces que las de Castilla.

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