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Esto le platicó mui bien el Cardenal D. Bernardino de Carvajal, el qual le havia llevado el Turco, e ni por eso mudaba su monstruosa e dañada intencion, antes mandó luego aderezar la Artilleria para convatir e derribar el Castillo, diciendo, que si no se lo daba, él lo allanaria por el suelo, e lo tomaria por fuerza; e muy ayrado no lo podia tirar de este pensamiento.

CAPITULO GXXXVII.

De los remedios que el Papa proveyó de secreto para defenderse, e de la conformidad que despnes ovo entre el Santo Padre e el rey de Francia, e de la conformidad que despues ovo entre ellos.

Los remedios que el Papa decretó, proveia e mandaba hacer para su defensa e del Castillo, era e mandaba poner por los adarves, torres e almenas por donde havian de tirar, las Cruces e Reliquias de los Santos, e el Arca con el Corpus Christi, de manera que todo enderredor lo guarnisiesen con cosas sagradas con fusia, que quando a ellas mandase tirar, que Dios los hundiria como a Datan e a Viron. E sabido por los Caballeros Romanos vecinos el propósito, retragéronselo mucho, e ficiéronle entender en quan gran peligro de su alma e de su cuerpo se queria poner, e quan gran bofetada queria dar a los christianisimos Reyes de Francia sus progenitores, que siempre fueron obedientes fijos de la Santa Madre Iglesia de Roma, e sus defensores, e ficiéronle saber como le havian de defender el Castillo con gente mas esforzada que la que él traia: que havian de poner el Arca Sagrada con el Cuerpo de Nuestro Redentor Jesucristo, e las reliquias de San Pedro, e San Joan Bautista, e de los otros Santos, e las Cruces, e las reliquias sagradas de la Iglesia en los lugares de la afrenta donde él mandaba tirar las lombardas, e que no dudase que por ventura, si

tal convate comenzaba, toda la Christiandad se levantaria contra él: e de aqui plugo a Nuestro Señor que el Rey se redujo de su malignidad que queria facer, e mudó su propósito, e envió a demandar perdon al Papa, e fizose entre ellos paz e concordia; e el Rey envió a pedir por merced al Papa que se viesen, e que queria oir su Misa, e concertose que fuese el dia de San Sebastian el dia que el Papa havia de decir la Misa; el qual dicho dia el Papa fué acompañado de muchos Cardenales, e Arzobispos, e Prelados, e Clerecia, e Caballeros romanos, dexando en el Castillo muy buen recado de Caballeros Castellanos, entre los quales entraba D. Garcia Laso de la Vega, el qual estaba por Capitan e Alcayde del Castillo, que el Papa no lo osaba fiar de otra Nacion, salvo de hombres de Castilla, proveidos para ello por el rey D. Fernando de Castilla; e como el Papa salió, el Rey lo aguardó, e le fizo gran recibimiento vestido à la francesa, con muchos de los nobles de Francia en la casa de San Pedro, e como llegó el Papa a la entrada del Huerto, que se juntaron, el Rey se indignó por el suelo e le besó los piés, e le fizo muy grande acatamiento.

El Papa dixo Misa alli aquel dia al Rey e a los Grandes de Francia, e el Rey dió aguamanos al Papa, e el Papa acabada la Misa dió la absolucion al Rey, e indulgencia plenaria, e a los suyos, e alli se despidieron, e el Rey se fué á la casa de San Márco a su posada, e mandó el Papa que lo acompañasen, e acompañaronlo fasta su posada de la gente del Papa 22 Cardenales. El Rey fué mui maravillado de la solemnidad de la Misa del Papa, e de las mui gran riquezas de los vestimentos, e de los, trajes de los Cardenales e de la gente del Papa; e ovo mucho placer en ver las cosas que aquel dia vido. Luego el dia de San Vicente, que fueron 22 de Enero, fizo sacar su tesoro de moneda, e poner en su monton un campo de Flor dentro de la ciudad, e pagó el sueldo a todos. Allegó el Duque de Borbon al Rey, e mandole a Sicilia Ultrafaro, e diciendo que le pertenecia, e el Rey le dixo, que veria los capitulos que tenia fechos con su hermano el rey D. Fernando de Castilla, e le responderia.

GAPITULO GXXXVIII.

De como el rey de Francia partió de Roma, e como don Antonio de Fonseca, embajador del rey de España, le rasgó los capitulos, porque se quitaba de lo capitulado, e de las villas que el rey tomó, e de como consigo llevó

al cardenal don César, e al Turco prisionero
del Papa, e de como se le huyó don César.

Despues de dado el sueldo, otro dia el Rey mandó cabalgar e partir de Roma, e toda su gente, e él armado fué a besar el pié al Papa, e se despedir á la casa de San Pedro, e descabalgó e entró ante un altar donde el Papa estaba, e inclinose a él, e besole el pié, e asi se despidió de él; el Papa ovo mui gran temor en ver asi armado al rey de Francia, e con tanta gente, e le vino un desmayo del gran pavor; e el Rey partió luego con toda su gente, e llevó consigo a D. César, Cardenal de Valencia, fijo del Papa por legado, e por rehenes, e al Gran Turco Cecino o Sahabo, que dicho es; e olvidado de las promesas que havia prometido por su real fe de no tomar cosa de la iglesia, nin ser contra ella, nin contra el Papa, fué luego e tomó a Marino, una villa mui rica de Roma de los Coloneses, que está de Roma diez millas, e tomó a Pelitre e a Terraschina, que son dos villas del Santo Padre; e sobre la demanda del Duque de Borbon Francés, e por ver lo que tenia capitulado con el rey de España, mandó llamar al Embajador del rey D. Fernando, que era D. Antonio de Fonseca, obispo de Córdoba, e que iba alli con el de Francia; el qual pareció ante ellos, e ante el Rey con los capitulos, que no deseaba otra cosa por tener lugar de decir lo que debia e convenia al rey de España su señor, e puso los ca

pítulos en la mano al rey, e el rey se los volvió, e se los mandó leer, los quales estaban en latin, e leyéndolos D. Antonio, los que le parecian bien a el Rey, decia está bien fecho; e el que no le agradaba está bien que no está bien fecho, e él mismo lo rayaba e borraba, e ansi borró e tachó siete capitulos de los que eran necesarios á la honra e provecho del rey D. Fernando e de sus reinos, e del Santo Padre e de la Santa Iglesia Romana. Desque D. Antonio de Fonseca vido borrados e dados por ningunos aquellos siete capitulos, e como el rey de Francia se quitaba de la verdad, e proseguia su interés e mal propósito contra el Papa, tomándole e demandándole lo de la Iglesia, dixo al Rey: «Mirad, Señor, que V. A. firmó todos esos capítulos, e prometió de estar por ellos, e pues ya no valen estos que V. A. borró, de parte del rey de España mi señor digo tampoco valdrán estos otros, e todos los doy por ningunos;» e entonces con ambas sus manos como Caballero muy esforzado y muy leal a su Señor, propuesto el temor al gran Rey, rasgó e fizo pedazos todos los capitulos, e echó los pedazos en el suelo a sus piés, e se indignó ante el Rey, e el Rey le echó mano de los cavezones espantado de tal osadia, e le mandó e dixo que no se apartase de su lado porque no lo matasen, e D. Antouio no se osaba apartar de su lado junto al rey, e el rey le envió a poner en salvo en Roma con un Capitan, e gente que le guardaron e pusieron en salvo, el qual luego se metió en el castillo de Santo Angelo con Garci Laso de la Vega; e desque el Cardenal D. César, fijo del Santo Padre, vido que el rey havia tomado aquellas villas de la Iglesia, aquella noche de la toma de ellas se volvió huyendo a Roma, e el rey volvió a Roma, e volvió a pasar el Tíber por la Puente Sixto, e tomó a Civita Vieja, e a Viterbo, e a Montero, e a Torre Bacano, e tomó a Hostia, que es un muy gran fuerte que está sobre el Tiber, que se la entregó el Cardenal Advincula que la tenia, el qual queria mal al Papa, e andaba fuera de Roma, e por alli volvió el rey a pasar el Tiber, que es el rio de Roma, aunque creo que es un brazo de él, que despues que se despide de Roma, se hace en tres brazos; e pasado por alli, se fué al Aguila, e dende a Fundi, que es princi

pio del Reamen dé Nápoles, e diósele, e fuese a San German, e defendiósele, que es una fuerte villa, e convatiola, e tomola por fuerza de armas, aunque era muy murada e muy fuerte villa, e metiola a saco mano, e cuchillo como si fueran Turcos e Moros; e dende tomó a Traino, e dende tomó al Principado de Capuano, e dende fué sobre Gaeta, adonde estaba el Rey D. Alonso, el qual no lo osó alli aguardar por la desconfianza que tenia de los Caballeros del Reino, salvo dexola al mejor cobro que pudo, e fuese a la ciudad de Nápoles, e el rey de Francia cercó a Gaeta, e tomola algo por fuerza, e algo de grado, e querer que se le dió, e tomó a Ceza, e Mola, e prosiguió el viaje por unas partes e por otras ganando toda la tierra. Alli en Gaeta murió el Gran Turco, o le dieron con qué, e de muy grande enojo de verse preso, e mal tratado entre Franceses, porque él primero estaba en Roma aunque detenido muy viciado, e a su placer, e muy servido.

CAPITULO CXXXIX.

De lo que fizo el rey don Alonso de Nápoles desque vido que el rey de Francia le entró a mas andar por su reyno.

El rey D. Alonso no osó aguardar en Gaeta al rey de Francia, e partido de alli, fué a mas andar a Nápoles, a la Ciudad le demostró socorro que él iba á pedir, e respondió bien, e los Caballeros de ella se le ofrecieron de le ayudar, e poner por él sus estados e faciendas; e entonce con la mas gente que pudo volvió a Capua a resistir el paso al rey de Francia, que venia enderezado alli a pasar por la Puente de la Ciudad que está sobre un gran rio, e quando llegó falló pasados los Capitanes suyos pasados al rey de Francia con toda la gente de armas, especialmente el señor Virgilio Ursino, señor de Vasallos, Ca

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