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e haciendas, e ganados, de donde procedia despoblarse muchos lugares de la frontera entre Portugal y Castilla tambien de Castilla como de Portugal, y se huian e metian los reynos adentro.

CAPÍTULO XXI.

De Castro Nuño y Cantalapiedra.

De Castro Nuño y Cantalapiedra que fueron dos fortalezas muy probeydas de ladrones e malos hombres, e de hombres que habian gana de ganar robando e faciendo la guerra, fué de donde mas daño se recivieron en Castilla, en las tierras reales de parte del Rey D. Fernando: Castro Nuño era muy fuerte fortaleza, ribera de Duero, y era del Prior de San Juan, llamado Valenzuela, que era criado y muy servidor del rey D. Enrrique; y en el tiempo de sus guerras y trabajos que ovo quando alzaron por Rey al Rey D. Alonso su hermano en Castilla, la tomó e se alzó con ella por el Rey D. Alonso, un ladron mal hombre Ilamado Pedro de Mendaño, fijo de un hombre zurrador vecino de Pardinas, aldea del obispado de Salamanca, que fué muy valiente en su oficio de robar y matar y hacer la guerra, uno de los que el tiempo de las guerras crió, el cual triunfó tanto y creció desde alli, que todas las tierras de la comarca le tenian e abian miedo en demasiada manera, e desque falleció el Rey D. Alonso nunca ovo disposicion de tiempo para le sacar de allí, e al tiempo que falleció el Rey D. Enrrique, quedó el criado gusano inficionado, grueso y poderoso verdugo para aquella tierra que allegaba cada vez que queria quinientos e seiscientos de cavallo, e peones quantos queria, con que sojuzgaba a Medina del Campo, e a Valladolid, e a Toro e a Zamora, e a Salamanca, e a todas sus tierras, lugares, que nunca le faltaron en aquellos tiempos otros de su condicion; e algunos Cavalleros de los Grandes lo habian en dicha tenerlo por amigo, e otros le querian mal, e les pesaba de tan gran subida como avia subido por ser de tan vaja suerte e por haver rapiñado, e por la disposicion del tiempo no se curaban de poner con él en armas. E

algunos pueblos e personas particulares e muchas se le ofrecian con servicios porque no les robase e ficiese mal. E el Duque de Alba D. Garcia, que entonces era, se puso un tiempo a lo castigar, e con la mala disposicion del tiempo de guerras e bueltas no pudo, cá lo halló mucho poderoso para entonces, cá él tenia siete fortalezas muy cerca unas de otras en Ribera de Duero, ca él tenia a Castro Nuño, e a Naveros, e a Cubillas, e a Iglesias, e otra fortaleza en la ribera, e tenia a San Christóbal, e a Arabe, e tenia en todas e cada una de ellas su Alcayde, todos rufianes e ladrones e muy malos hombres. Estas siete acojidas tenia el Alcayde de Castro Nuño e aun otras de tierras de sus amigos, de donde salia a hacer mil saltos e robos en todas aquellas comarcas; é al tiempo que falleció el Rey D. Enrrique e comenzaron de reynar el Rey y la Reyna, no siguió su partido, porque no le confirmaron e dieron lo que tenia hurtado e robado, como hicieron a otros que siguieron su partido, si les dieran lo de la corona Real que tenian robado e por fuerza.

Mas como aquellos que entran a reynar, e sojusgar, e cobrar lo perdido como Reyes de la tierra, e no a ser sugetos de nadie, e entraban a ser temidos, e no a temer, no quisieron dar por precio de sujecion lo que era suyo, ni sojusgarse a nadie como hizo el Rey D. Alonso de Portugal, que porque fuesen con él les confirmó e mandó lo que tenian e mas que no tenian; e por esto este Alcayde de Castro Nuño siguió la via y parcialidadad del Rey de Portugal.

En Cantalapiedra ovo dos Alcaydes en aquel tiempo, el primero fué García de Melo, que quitó el Rey de Portugal quando por alli fué, e puso a Alonso Perez de Viveros; e los Capitanes que de allí facian la guerra al Rey D. Fernando, eran Christóbal Bermudez e Juan de Tobar, Señor de Civico, e de la Torre, Cavalleros de Castilla, los quales hacian daños, y a las veces los recivian, y despues algunos dellos fueron degollados, por mandado del Rey D. Fernando que fueron presos en una hatalla, e como quiera que acoeciese en aquel tiempo siempre que acaeciese victoria e llebaban ventaja los del Rey D. Fernando sobre sus contrarios.

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CAPÍTULO XXII.

De cómo se ganó Zamora.

Zamora se tomó en esta manera: era Alcayde de la puerta un ciudadano llamado Valdés, y estando en propósito de dar entrada al Rey D. Fernando, el Rey D. Alonso supo alguna cosa de ello, y embiole a llamar, y vino a la ciudad y dijole lo que de él le habian dicho; y él mostró de aquello sentimiento, y pidió por merced al Rey que quisiese tomar las llaves de la puente, el Rey confiado se las dejó y no trató por entonces de mas; y este Valdés fizo un baluarte luego detrás a las puertas de la torre de la puente; y el Rey lo bolvió a imbiar a llamar aquella noche, y dijo que no era ora; y tornolo a imbiar a llamar y dijo entonces afuera, afuera, Fernando, Fernando"; y el Rey le mandó dar muy gran combate aquella noche y poner fuego a las puertas, donde le mataron los de la torre mucha gente de las mas honrradas que allí trajo, en que despues de quemadas las puertas vieron el baluarte, e vieron que era imposible tomarlas, dejaron el combate; e de esto el Rey D. Alfonso fué muy triste, e temió estar en la ciudad, e a otro dia partióse para Toro y dejó muy buen recaudo en la fortaleza; y entonces Valdés y Pedro Mavarego, otro cavallero de la ciudad, imbiaron por socorro a las guarniciones, e valías del Rey e de la Reyna mas cercanas, e una noche metieron en la ciudad tanta quanta gente quisieron, que nunca fué sentida, e tomaron la ciudad, la qual estaba de buena gana de se dar al Rey D. Fernando; e alli robaron e despojaron a todos los portugueses que pudieron y a todos los de la valia del Rey D. Alonso. Fueron a la fortaleza por donde pudieron, luego pusieron cerco a la fortaleza las guarniciones del Rey e de la Reyna, e Valdés, e Pedro Mazarego que ficieron este concierto; escrivieron al Rey e a la Reyna lo que era fecho, de que no tardasen de les venir a socorer.

GAPITULO XXIII.

Del desbarato y rompimiento del Rey D. Alonso de

Portugal.

El Rey D. Alonso de que supo que la gente del Rey D. Fernando estaba en la ciudad, vino luego desde Toro con gran gente, e con el Príncipe de Portugal D. Juan su fijo, que Rey de Portugal se llamaba, y el Duque de Guimarans, y el Condestable su hermano, y otros muchos Caballeros portugueses, y el Arzobispo de Toledo, y Alonso Carrillo, Señor de Maqueda su sobrino, y otros muchos Cavalleros castellanos, y asentó su real sobre Zamora, de cavo del rio, en manera que el rio Duero estaba en medio del real de la ciudad, y de alli lombardeó las torres de la puente: estubo alli con fasta tres mil e quinientos de cavallo e mas, e con fasta cinco mil peones, quince dias: en tanto vino el Rey D. Fernando e entró en Zamora con la gente que pudo, e cercó mejor la fortaleza, e ansi estaban ambos reales el rio en medio: e desque el Rey D. Alonso vido que no podia socorrer la fortaleza de Zamora, ni facer cosa en su honrra, lebantó su real, e fuese orilla del rio arriba la via de Toro, e echó el fardaje e el peonaje; e el Príncipe su fijo a los otros Cavalleros ordenaron sus batallas atrás; e comenzaron el viaje con fasta tres mil e quinientos de cavallo poco mas o menos que allí tenian: otros decian que alzó el real por temor que supo que venian grandes gentes en socorro del rey D. Fernando: e como el rey D. Fernando sintió que se querian ir, mandó prestamente alistar toda la gente que allí tenia, e fizo mas abina con mucha madera adobar lo quebrado de la puente, e pasó en pos del Rey D. Alonso, fasta dos mil e quinientos de cavallo e cinco mil peones poco mas o menos, e ordenaron sus batallas, llevando la delantera D. Garcia de Toledo, Duque de Alva, con una gruesa batalla de Cavalleros con dos Capitanes Cavalleros, sus parientes, casados con dos sobrinas suyas, el uno era D. Alonso de Fonseca, Señor de Alahejos e Coca, e el otro

Pedro Dávila, Señor de Villafranca e las Navas; siguió el Rey D. Alonso orilla del rio arriba, camino de Toro; e alcanzaronlo a dos leguas de Toro e tres leguas de Zamora; e aqui era muy tarde; y el Rey D. Alonso e sus batallas desque vieron la gente e que no se podia escusar la batalla, ordenados sus haces se vinieron a encontrar con las batallas del Rey D. Fernando, y el Duque de Alva rompió por medio con su gruesa batalla e desbarató mucha gente, e derribó de los contrarios; y entonces los Reyes ambos rompieron con sus batallas e pelearon muy fuertemente de ambas partes; e al fin el Rey D. Alonso fué vencido e desbaratado, e mucha de su gente muerta e ahogada en el rio. E su hijo el Principe de Portugal quedó con una gruesa batalla de Cavalleros a una parte ensima de un cabezo que nunca osó romper, donde cogió muchos de los que ivan desbaratados de la pelea; e el Rey D. Alonso escapó de la batalla huyendo con ocho de a caballo, e fué esa noche a aportar a Castro Nuño que estaba por él, donde le acogieron. Esta batalla se comenzó muy tarde y llobia, y peleando le cerró la noche, que si de dia fuera muy mayor daño hubiera de muertes de gentes. Murieron en el rio ahogados muchos del Rey D. Alonso, que los atropellaron las batallas del Rey D. Fernando e facian caer dentro, e otros por huyr, e como era orilla del rio, no se podia escusar, y entre pelea y ahogados en el rio, a lo que se pudo saber, murieron mil e doscientos hombres de la parte del Rey D. Alonso, poco mas o menos, en que ovieron gran despojo e presa el Rey D. Fernando e los suyos de cavallos, e armas, e prisioneros, e oro, e plata; e ropa, e otras muchas cosas; fué muerto en esta batalla el Alferez del Rey D. Alonso, e desarmado e tomado el Pendon Real, el qual con el arnez del dicho Alferez, e con otras muchas banderas que allí se tomaron, fué trahido a Toledo e puesto en la capilla de los Reyes, donde hasta oy estará para memoria: fué aquella noche preso el Conde de Alva de Liste D. Enrrique, hermano del Almirante viejo, que iva en la batalla del Rey D. Fernando, e siguió el alcanze fasta Toro, y allá lo prendieron, y era hombre de mas de sesenta años, e despues salió por rescate: e la gente del Rey D. Fernando ovo

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