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ta que se tomó como dicho es; é vínose a tomar en el verano del año de 1477 años.

Avidas estas victorias, tanto por el rey D. Fernando e por la reina Doña Isabel su mujer, luego ovo otras muchas bueltas en los corazones de los hombres, y gran esfuerzo en los de su parcialidad, muy gran tristeza y desmayo en sus contrarios, e los que de palabra se le avian ofrecido de echo le venian á servir, e los que esperaban a viva quien vence, impedidos de los cruzados del rey D. Alonso, con todas sus fuerzas se le presentaban y servian. En este medio tiempo se le dió Madrid que le tenía cerco, e se le dió Atienza, e se dió Villena con la mayor parte del Marquesado y otras muchas ciudades e villas e lugares que tenian los Caballeros de Castilla de ellos de sus Patrimonios e Señorios, e de ellos de la Corona Real. En este tiempo ordenaron e ficieron hermandades el Rey e la Reyna, en tal manera que ficieron mucha gente de cavallo que les pagaban las hermandades; e ficieron muchas lombardas mas de las que tenian, e muchos tiros de pólbora de diversas maneras; e muchos robadequines vistos por los Grandes de Castilla que a la opinion contraria avian tenido, como Nuestro Señor punaba e peleaba por estos Reyes, y dava en sus manos tantas victorias, cada uno procuraba e procuró de venir a decir: tibi soli pecavi, Domine: y el Rey y la Reyna los recivian e facian con ellos sus partidos, e siempre usaron de mucha clemencia con todos los Cavalleros que la demandaron. El Arzobispo de Toledo conoció su pecado y demandó clemencia, y aunque el desservicio fué tan grande en les querer destruir en tal tiempo, la clemencia dellos fué muy mayor, que todo se lo perdonaron, acordándose de los servicios que en otros tiempos del recivido avian, el qual les entregó quantas fortalezas tenia. E asentados los negocios de Castilla Vieja e de Leon, e toda la tierra de allá puesta debajo de sus Reales Cetros, no sin infinitos trabajos de sus Reales Personas, ansi de las armas y exércitos de la guerra, que tambien ella como él usaban como de la vigilancia y trabajo de sus espiritus, que continuamente perdiendo el sueño avian consejo por no errar e por haber victoria de sus contrarios, propusieron

pasar a los puertos e venir en tierra de Estremadura, donde Trujillo, e Medellin e Mérida, e otros lugares e castillos les estaban en contra: Trujillo estaba por el Marqués de Villena, de donde Duque de Trujillo se llamaba, y aun Maestre de Santiago, y allí vinieron el Rey e la Reyna, y estubieron en el verano del año de 1477, algunos dias, y tanto fasta que Trujillo se les dió a partido por mandado del Marqués de Villena que la tenia; y quedaron en contra Mcdellin e Mérida, e otras algunas fortalezas que estaban de la valía del rey de Portugal, que aunque fueron requeridos no se quisieron dar. De alli el Rey y la Reyna y el Marqués de Villena, y el Maestre de Calatraba D. Rodrigo Giron, y el Conde de Ureña su hermano, y la casa de Estúñiga, y el Rey y la Reyna los perdonaron y recibieron por suyos a ellos y a otros muchos que avian estado de su valia, e le ficieron mercedes; e desde alli les comenzaron de servir estos dichos Cavalleros a el Rey e a la Rey e triunfaron mucho en su corte.

CAPÍTULO XXIX.

Como el Rey e la Reyna vinieron a Sevilla, e como fueron ende recibidos, e como el Marqués vino una noche a besarles las manos.

Continuando su viaje el Rey y la Reyna para Sevilla, la Reyna se adelantó y el Rey quedó pacificando sus villas e lugares de la sierra de Constantina, e la reyna Doña Isavel entró en la ciudad de Sevilla en 29 dias del mes de julio del dicho año de 1477 años, donde le fué fecho muy alto recivimiento por el Duque de Medina D. Enrrique, que la tenia e mandava desde la muerte del rey D. Enrrique, e por todos los otros caballéros e Veinte y cuatro, e Oficiales de oficios Reales de ella, e por la Clerecía de esta ciudad; e dende a un mes poco mas o menos entró el rey D. Fernando, e le fuè fecho otro tal recivimiento. ¿Quién podrá decir aquí la grandeza de la tal exelente Corte que

les siguió y tubieron en Sevilla de Cavalleros y Prelados, Duques, Marqueses, Condes, Arzobispos, Obispos, Deanes, Abades Reglares y Seglares, Comendadores y Grandes Señores, así de estos Reynos como de Aragon e Cataluña, Navarra Nápoles e Cicilia, e de otras muchas tierras ? El Duque de Medina D. Enrrique mandaba a Sevilla, e tenia las fuerzas de ella, luego se las entregó como vinieron, expecialmente a la Reyna que entró primero le dió las llaves de todo; e estuvieron en Sevilla olgándose, aviendo mucho placer el Rey e la Reyna, pacificando las costas de Andalucia, fasta el mes de octubre. En este mismo tiempo el Marqués de Cádiz D. Rodrigo Ponce de Leon, tenia a Xerez de la Frontera e a Alcalá de Guadayra a su mandado e governacion alto e vajo, e Constantina desde el tiempo del Rey D. Enrrique, asi como tenia el Duque de Medina a Sevilla, y el Mariscal Fernando Arias de Saabedra, Veinte y quatro de Sevilla, la fortaleza de Utrera, y tenia a Zahara, y Tarifa, y como Tarifa no era suya, demandábasela el Almirante de Castilla, que estaba enagenado desde el tiempo de la guerra del rey D. Juan con los Infantes, y por esto temió y fuese a Zahara, confiado que el Duque de Medina tenia algun medio con sus Altezas en su partido, porque él vivia con el Duque de Medina, y destas cosas decian algunos que el Mariscal no devia ser solo en revelar asi.

Y el Duque de Medina y el Marqués de Cádiz aunque contrarios siempre estubieron de la valía del rey D. Fernando y de la reyna Doña Isavel, y el Marqués no entraba en Sevilla desde la pelea del año de setenta y uno que salió fuera y desque supo que el rey D. Fernando entró en Sevilla, luego tomó consigo algunos de los suyos, y una noche con tres de cavallo dió al postigo del Alcázar que sale al campo, y dijeron al Rey y a la Reyna como el Marqués de Cádiz estaba al postigo, que les benia a besar las manos, y mandaron le abrir, y entró por dicho postigo, y allolos ambos solos, y besoles las manos, y abrazáronle el Rey y la Reyna, y reciviéronle con mucho placer, maravillándose mucho de su venida pórque habia sido asi, y sin les dello avisar; y allí el marqués les dió las llaves de Xerez, Al

calá y Constantina, y les suplicó las fuesen a tomar que él allí las tenia a su servicio y muy mas fornecidas y fortalecidas y fabricadas las fortalezas que no las avia recivido; e de aqui pusieron el Rey y la Reyna mucho amor con el Marqués por ver su tan noble liberalidad, lealtad e confianza, porque por dicho de algunas personas no creian sus Altezas, que tan franca e deliberadamente se obieran; e confirmáronle a Cádiz, e metiéronlo en su amistad, consejo y secretos, y diéronle muchas gracias por el tan señalado servicio como les facia, e ovieron alli mucho gozo e placer aquella noche con él, y el Marqués les demandó licencia y besándoles las manos se despidió dellos y se bolvió aquella noche a Alcalá. En este tiempo acompañaba la Corte el Cardenal de España D. Pedro Gonzalez de Mendoza, y otros muchos Obispos y Prelados. Este D. Pedro Gonzalez de Mendoza fué Arzobispo de Sevilla e Cardenal de España: luego desque comenzaron a reynar estos Rey e Reyna, la estava vacante la Sede en Sevilla desde el fallecimiento de D. Alfonso de Fonseca, que fué Arzobispo de Sevilla; y el Almirante de Castilla y el Condestable, y el Duque de Alva el Comendador que fué de Segura e Fuentes, que se llama la Encomienda mayor de Leon, Contador mayor que fué de Castilla, Señor que despues fué de Maqueda, y yerno que era del Almirante viejo, casado con Doña Teresa, hija vastarda del dicho Almirante; e D. Juan Chacon el viejo, Contador mayor de Castilla, e su fijo el Adelantado mayor de Murcia, e el Marqués de Moya, Comendador e Mayordomo mayor, marido de la Señora Bobadilla, Marquesa de Moya, e sus mugeres; e Rodrigo de Ulloa, Contador mayor de Castilla y otros muchos Cavalleros y otras muchas e muy nobles Dueñas e Grandes Señoras, acompañaban la Casa e Corte del Rey e de la Reyna en aquel tiempo en Sevilla: esto he dicho de los de Castilla, dejando los de Andalucía que no menos le acompañaban e servian: trahian en su guarda muchos Cavalleros e guarniciones con sus Capitanes, bien ordenadamente sin reprehension de gente de guerra; sus Alcaldes, Alguaciles, e Justicias tan concertadas, tan temidas e tan executibas, tan espantosas a los malos, a los ladrones, a los rufianes y a los mal vi

vientes, que por puro temor muchos fueron a Portugal, e otros a tierra de moros y allende se pasaban : esto digo, porque de Sevilla fuyeron muchos mal vivientes en aquel tiempo; cá en ella avia muchos malos ladrones, matadores, rufianes, tabures, robadores, herejes, e tan avejados de tiempo, cá eran conocidos por quien eran, y con favores de los Señores se sostenian; de estos tales disiparon fuera de estos reynos por temor de la justicia de sus Altezas, que era muy espantosa a los malos: muchos ovo que non pararon fasta tierra de moros e allende de otros a Portugal.

CAPÍTULO XXX.

Como el Rey e la Reyna fueron por el rio a la Ciudad de Xerez, e el Duque de Medina les fizo grandes fiestas en San Lucar, e el Marqués en Rota.

En el mes de octubre del dicho año de 1477, fueron el Rey y la Reyna a se entrar en Xerex de la Frontera, e fueron por el rio embarcados fasta San Lucar, e las guarniciones de la Guarda Real, los mas de los cortesanos fueron por Utrera e por los Palacios. Y en San Lucas el Duque de Medina les fizo gran recivimiento e convites, e gastó mucho con sus Altezas en demasiada manera; e dende fueron a Rota donde el Marqués de Cádiz dió otros muchos abundantes convites; e de alli se partieron placer e fueron a la ciudad de Xerez donde les ficieron muy honrrado recivimiento, e les entregó el Marqués la ciudad y fortaleza y alto y vajo de ella, la qual avia tenido y recogido a cargo y governacion desde el mes de agosto del año de 1471 que salió de Sevilla, la qual fortaleza él fortaleció y fabricó mucho, segun que agora está: y sus Altezas se aposentaron en la fortaleza, e se apoderaron en lo alto e vajo de todo; e estubieron ende algunos dias; e dieron buelta e vinieron a Utrera, e tomaron posada en casa de Pedro Matheos que fué de espera, que era Alcayde, un gran rico y muy honrrado hombre; y aposentados, el

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