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CAPITULO VI.

TEODOSIO EL GRANDE.

De 380 á 395.

Teodosio es sacado de su retiro para ensalzarle al trono imperial.Restablece el valor y la disciplina del ejército.-Incorpora en él á los godos. Conserva la tranquilidad en Oriente.-Emperadores de Occidente, Máximo, Graciano, Valentiniano II. y Eugenio.-Queda Teodosio emperador único en Oriente y Occidente.-Lucha del cristianismo y la idolatría.-Heregías en España. Prisciliano. Concilio de Zaragoza.-Teodosio y San Ambrosio.-Penitencia pública del emperador.-Edicto contra el paganismo.-Triunfo del catolicismo en el senado.-Costumbres del clero español.-Famosa decretal del papa Siricio, en respuesta á una carta del obispo de Tarragona.— Santos Padres.-Leyes de Teodosio.-Su muerte.-Division del imperio.

Con orgullo podrá citar siempre la España los tres emperadores que salieron de su seno, Trajano, Adriano y Teodosio. Españoles eran tambien los padres de este último, Teodosio y Termancia, asi como su primera muger Flacila. Hallábase Teodosio, segun hemos visto, tranquilo en su retiro, como otro Cincinnato, cultivando su patrimonio, y contento con su honesta medianía, cuando un emperador le busca para partir con él la púrpura imperial como el único hombre capaz por sus talentos y su firmeza de salvar

el imperio de Oriente, á punto de ser presa de los bárbaros. De ello se lisonjeaban ya los godos. «Por lo que á mí hace, decia uno de sus gefes, estoy cansado de matar; y lo que me admira es que un pueblo tan débil y que huye siempre delante de mí, se atreva todavía á disputarme la posesion de sus provincias y de sus tesoros.» Pero llega Teodosio, y renovando los dias de los Fabios y de los Escipiones, restablece la disciplina del menguado y desconcertado ejército, acostumbra á sus soldados á oir sin susto los gritos de los salvages, los ejercita primero en la guerra de ardides y sorpresas, y cuando ya los considera suficientemente aguerridos, los presenta delante de los bárbaros, y por fruto de sus ensayos anteriores recoge la victoria. Teodosio, guerrero y político, aprovecha las divisiones y rivalidades que existian entre ostrogodos y visigodos, entra en negociaciones con Atanarico, y le lleva á Constantinopla, donde le deslumbra con la grandeza de aquella ciudad imperial. Muere á poco Atanarico; Teodosio le manda hacer suntuosas honras, y atrae á su partido á los godos. Estos se comprometen á guardar los pasos del Danubio contra los demas pueblos, y Teodosio incorpora en las tropas imperiales mas de cuarenta mil bárbaros.

Teodosio conserva asi la tranquilidad del imperio de Oriente, pero ya quedan establecidos en el imperio los que habian de ser sus destructores; ya los godos y los hunos están al servicio de los príncipes que iban

á esterminar (382). En palacio mismo admite á Estilicon, de la sangre de los godos. Ya el imperio, en la corte y en el ejército, iba siendo mitad bárbaro, mitad romano. Ahora obedecen á Teodosio; cuando falte Teodosio, serán ellos los señores y los obedecidos.

No gozaba la misma paz el Occidente. Máximo, soldado ambicioso, se habia hecho proclamar emperador en la Gran Bretaña (383). Viene en seguida á la Galia, acomete á Graciano, príncipe indolente y flojo, dado á la caza, y entregado á una guardia de bárbaros, y le quita el imperio y la vida. Máximo se hace reconocer por galos y españoles, y marcha sobre Italia. Pero San Ambrosio, obispo de Milan, viene á proponerle el pacífico goce de los antiguos estados de Graciano, y que no se le disputaria el título de emperador de Occidente en union con Valentiniano Il., con tal que hiciese cesar la guerra. Máximo accede á las proposiciones de San Ambrosio, y Teodosio ratifica lo pactado. Máximo se asoció su hijo Victor, y los tres emperadores reinaron por espacio de cuatro años en aparente armonía. Pero el ambicioso Máximo declara de repente la guerra á Valentiniano, marcha sobre Roma y se apodera de ella. Valentiniano se refugia á Tesalónica, implora el auxilio de Teodosio, que habia tomado por esposa á Galla su hermana. Teodosio toma las armas, vence á Máximo en la Panonia, le hace prisionero, y le manda decapitar en

á

Aquilea (383). Restablece á Valentiniano en su trono, sin tomar nada para sí sino la gloria de haber derrocado al usurpador, y la de haber vengado á Graciano, á cuya generosidad debia la púrpura. Pero los hombros de Valentiniano eran incapaces de sostener el peso del imperio. Un franco llamado Arbogasto, hombre de gran bizarría, que habiendo puesto su brazo al servicio de Teodosio, se habia aprovechado de su privanza para trastornar el imperio de Occidente, tenia á Valentiniano como prisionero en su propio palacio, y era el que disponia de los empleos y oficios, asi civiles como 'militares, confiriéndolos todos á los francos. Valentiniano quiso un dia hacer un esfuerzo de dignidad con Arbogasto, y poco amaneció el emperador ahogado en su propio lecho. Arbogasto no quiso para sí la púrpura; vistió con ella á un hombre llamado Eugenio, que era profesor de retórica (392). Teodosio resolvió vengar la muerte de Valentiniano. Arbogasto y Eugenio se prepararon tambien á resistirle con un ejército de francos y alemanes. Teodosio con su acostumbrada celeridad pasa los Alpes Julianos, cae sobre Italia, encuentra el ejército de Arbogasto y Eugenio, y se traba la pelea: ya no son los romanos los que combaten en Roma; son bárbaros contra bárbaros; los soldados de Eugenio son francos y alemanes, los de Teodosio son godos, mandados por sus príncipes indígenas, Gainas, Saul y Alarico. Recia es la pelea y porfiada, pero las armas de Teodosio que

dan triunfantes; Eugenio es hecho prisionero, y presentado á Teodosio, que le hace decapitar á su presencia. Arbogasto, desesperado, dos dias despues de la derrota, se quita la vida hundiéndose en el pecho su tosco y pesado machete.

De esta suerte quedó Teodosio dueño único y absoluto de todo el imperio (394), que tuvo la gloria de conservar íntegro mientras vivió, sin que una sola provincia se desmembrára, teniendo siempre en respeto los bárbaros que le inundaban, y aun sirviéndose de ellos mismos para sostener el viejo edificio que iban á derribar habilidad y destreza suma, que le mereció el sobrenombre de Grande con que ha pasado á la historia.

El reinado de Teodosio no fué solo notable por haber sabido mantener vivo y entero un cuerpo que encontró semi-cadáver, teniendo dentro de sí mismo el gérmen de la muerte y de la disolucion; lo fué mas todavía por la influencia que ejerció en la revolucion social, religiosa y política que se estaba obrando. Porque el viejo y caduco imperio sufria dos invasiones, una física y material que habian hecho los enjambres de bárbaros, otra moral y política que hacian las ideas religiosas. Teodosio con una mano sujetaba los bárbaros y reconstituia la unidad del imperio; con otra empuñaba la cruz y persiguiendo el politeismo y la heregía trabajaba por establecer la unidad de religion. Teodosio daba batallas y hacia códigos, destro

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