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príncipes y gobernantes, y que ilustraban al mundo y derramaban por todo el orbe la fé y la civilizacion. Desde el obispo Atanasio de Alejandría, el varon incontrastable, modelo de perseverancia y de firmeza, hasta el prelado de Hipona Agustin, el inimitable autor de las Confesiones y de la Ciudad de Dios, hubo una série y sucesion de varones virtuosos y de clarísimos ingenios que imprimieron á los espíritus un movimiento prodigioso por todo el mundo entonces conocido, y le iluminaron con sus brillantísimos discursos y sus eruditas discusiones, enseñándole la verdad y encaminándole hácia el bien. Tales fueron los Crisóstomos, los Gregorios de Nazianzo y de Niza, los Osios, los Basilios, los Ambrosios, los Gerónimos, y otros ilustres y eminentes sábios, que recibieron el honroso nombre de Padres de la Iglesia, y que podríamos llamar tambien los santos filósofos del cristianismo. A ellos se debió en gran parte el triunfo de la doctrina civilizadora, y el descrédito en que fueron cayendo las antiguas creencias que habian tenido oscurecida la humanidad.

Volvamos ahora á Teodosio.

Le hemos visto como guerrero sostener el imperio sin dejar perder una sola provincia ni una sola pulgada de territorio, como favorecedor de la religion cristiana dejarse arrebatar muchas veces de su ardor hasta la violencia. Como legislador civil, dictó multitud de leyes, que le ganaron verdaderos títulos de

gloria. Descúbrese en muchas de ellas un espíritu de sabiduría, de justicia y de humanidad, que merecen cumplida y especial recomendacion. Puede servir de ejemplo la siguiente: «En cuanto á los que se hallan <«<detenidos en las cárceles, ordenamos que no se omi<<ta medio para apresurar la libertad de los inocentes, «y que no se cometa la injusticia de prolongar la de«tencion de los culpables, que seria agravar su pena. «A los carceleros y otros agentes de la justicia que se «propasasen á violencias ó estorsiones contra los pre«sos, queremos que se les imponga las penas mas «severas. Los administradores de las casas de deten<«cion, que no presenten cada mes un estado exacto «de los presos, con expresion de su edad, naturaleza «<de su delito y duracion de la pena á que cada uno «<está condenado, quedan obligados á pagar á nuestro <«tesoro una multa de veinte libras de oro y el juez «que por negligencia condenase un proceso, pagará «una multa de diez libras de oro sin remision.» Admirable ley, que desearíamos ver cumplida despues de mil quinientos años. Otras disposiciones no menos recomendables de este ilustre príncipe pueden verse en el Código Teodosiano.

A vueltas de los defectos que hemos hecho notar, amigos y enemigos solian hacer justicia á sus virtudes. Aun daba lugar su edad á concebir mas venturosas esperanzas, cuando falleció en Milan el último emperador que habia sabido dirigir con robusta mano

el imperio (395). Lo peor fué que le dejó encomendado á sus dos tiernos é inexpertos hijos, Arcadio y Honorio, al primero como emperador de Oriente, como emperador de Occidente al segundo: separacion que será ya definitiva (").

(1) Orosio, Zosimo, Idacio, Marcelino, San Ambrosio, Aurel.

Victor, que acabó con él su historia, y otros.

gloria. Descúbrese en muchas de ellas un espíritu de sabiduría, de justicia y de humanidad, que merecen cumplida y especial recomendacion. Puede servir de ejemplo la siguiente: «En cuanto á los que se hallan <«detenidos en las cárceles, ordenamos que no se omi<«<ta medio para apresurar la libertad de los inocentes, «y que no se cometa la injusticia de prolongar la de«tencion de los culpables, que seria agravar su pena. «A los carceleros y otros agentes de la justicia que se <<propasasen á violencias ó estorsiones contra los pre«sos, queremos que se les imponga las penas mas «severas. Los administradores de las casas de deten«cion, que no presenten cada mes un estado exacto «<de los presos, con expresion de su edad, naturaleza «de su delito y duracion de la pena á que cada uno «está condenado, quedan obligados á pagar á nuestro <«tesoro una multa de veinte libras de oro: y el juez «que por negligencia condenase un proceso, pagará «<una multa de diez libras de oro sin remision.>> Admirable ley, que desearíamos ver cumplida despues de mil quinientos años. Otras disposiciones no menos recomendables de este ilustre príncipe pueden verse en el Código Teodosiano.

A vueltas de los defectos que hemos hecho notar, amigos y enemigos solian hacer justicia á sus virtudes. Aun daba lugar su edad á concebir mas venturosas esperanzas, cuando falleció en Milan el último emperador que habia sabido dirigir con robusta mano

el imperio (395). Lo peor fué que le dejó encomendado á sus dos tiernos é inexpertos hijos, Arcadio y Honorio, al primero como emperador de Oriente, como emperador de Occidente al segundo: separacion que será ya definitiva (1).

(4) Orosio, Zosimo, Idacio, Marcelino, San Ambrosio, Aurel.

Victor, que acabó con él su historia, y otros.

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