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THE NEW YORK

PUBLIC LIBRARY

521704

ASTOR, LENOX AND
TILDEN FOUNDATIONS.

1911

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HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA.

PARTE PRIMERA.

LIBRO II.

CAPITULO IV.

SERTORIO.

Desde 133 antes de J. C. hasta 73.

Paz que siguió á la destruccion de Numancia.-Q. Cecilio Metelo conquista las Baleares.-Nuevas insurrecciones.-En la Lusitania.En la Celtiberia -Sus causas. Su fin.-SERTORIO.-Quién era, y cómo vino á España.-Primera y desgraciada campaña de Sertorio.— Pasa á Africa.—Vuelve Ilamado por los lusitanos.-Su conducta con los indígenas. Mútuo amor entre los españoles y el caudillo romano. -La cierva blanca de Seitorio.-Triunfos y progresos de este insigne romano. Crea en España senado, universidad, ejército y gobierno á la romana.—Unesele por aclamacion el ejército de Perpenna.— Viene contra él el Gran Pompeyo.-Vicisitudes de la guerra.-Victorias de Sertorio.—Desvanecimientos de Metelo. Ridículas farsas.Apurada situacion de Pompeyo y engrandecimiento de Sertorio.-. Edicto de Metelo pregonando su cabeza.-Traicion y alevosía de Perpenna.-Muere Sertorio asesinado.-Merecida muerte de Perpenna. -Heróica defensa de Calahorra.-Sométese la España á Pompeyo.

Destruida Numancia, quedó España por mas de veinte años en paz: no la paz de la conformidad y de la resignacion, ni menos la paz del contentamiento,

sino aquella especie de inmovilidad en que queda un pueblo aterrado con ejemplos de altas venganzas. Continuaron los romanos teniéndola sometida á un gobierno militar, como pais conquistado, si bien alteraron algo la forma dividiéndola en diez distritos bajo la inspeccion de otros tantos legados. Si bajo la opresion en que vivian los españoles se levantaban algunas bandas armadas y recorrian el pais, tratábanlas como á partidas de salteadores y bandidos, y como á tales las califican los historiadores romanos. ¿Quién sabe si aquellos hombres obrarían á impulso de mas nobles fines? ¿No habian llamado tambien á Viriato un bandido? Pero estas partidas fueron fácilmente exterminadas. El resto de España callaba y sufria.

El único suceso de importancia que de este tiempo nos han dejado consignado las historias, es la espedicion del cónsul Q. Cecilio Metelo á las Baleares, cuya conquista le valió el sobrenombre de Baleárico. No sin resistencia se dejaron subyugar los célebres honderos mallorquines, pero una vez vencidos, aquellos rústicos isleños que hasta entonces habian habitado en grutas campestres, fueron atraidos á la vida civil y sometidos á un gobierno regular. Palma y Pollencia se hicieron al poco tiempo ciudades romanas.

Aquella quietud en que habian quedado los espa¬ ñoles hubiera podido ser duradera, si los gobernadores romanos hubieran tratado con mas consideracion

y

miramiento á los vencidos. Pero volvieron al antiguo sistema de las exacciones, de las violencias y de las rapiñas, y los españoles que tampoco tenian sino amortiguados los antiguos instintos de la independencia, y la inveterada aversion á la coyunda romana, alzáronse de nuevo, siendo los primeros á renovar la lucha los fieros é indomables lusitanos (109). Quince años la sostuvieron contra los Pisones, los Galbas, los Escipiones, los Fulvios, los Silanos y los Dolabellas, con varias alternativas y vicisitudes, hasta que agotados primero los hombres que el valor, fuéle ya fácil á Licinio Craso enseñorear un pais casi yermo ya de guerreros.

y

No se habia sometido aun la Lusitania, cuando estalló nueva insurreccion en la Celtiberia (99). El senado romano tuvo el mal tacto de encomendar su represion á Tito Didio Nepote, que vino á cometer los mismos desafueros, desmanes felonías de que habian dejado tan triste memoria los Lúculos y los Galbas. No decimos esto por la astucia con que ganó la primera batalla sin haber vencido (1); ni porque destruyéra la ciudad de Termes, siempre hostil á los romanos, y obligára á sus moradores á bajar á habi

(1) En el primer encuentro que tuvo con los celtiberos murió mucha gente de una y otra parte, pero la victoria habia quedado indecisa. Llegó la noche, y Didio hizo retirar silenciosamente del campo los cadáveres romanos. Cuando al

amanecer del dia siguiente observaron los celtiberos que casi todos los muertos que yacian en el campo de batalla eran españoles, creyéronse vencidos y se le rindieron. Hasta aqui solo hay un ardid de guerra. App. de Bell. Hisp.

tar en la llanura; ni por que rindiera á Colenda (hoy Cuellar), despues de siete meses de asedio. Comenzó sus demasías vendiendo como esclavos á los valerosos habitantes de Cuellar, sin esceptuar las mugeres y los niños. Llamó despues á los moradores de las vecinas comarcas, algunos de los cuales por su extremada pobreza dicen se habian dado á robar, ofreciendo repartirles el territorio de la ciudad vencida. Acudieron aquellas gentes bajo la fé de su palabra á cultivar las tierras que á cada uno habian tocado, y cuando los tuvo á su disposicion los hizo degollar á todos bárbara y alevosamente (). ¡Asi civilizaban ellos la España! ¡Y á los que se levantaban á vengar tamañas iniquidades los llamaban bandidos y salteadores! Esta perfidia no impidió que su ejecutor triunfase en Roma.

Ocurrió por entonces (98) un suceso que fué causa de que empezára á sonar en España el nombre del ilustre personage con que hemos encabezado este capítulo, y que ejerció influjo grande en la condicion social de la península española. Altamente incomodados los habitantes de Castulon con los escesos y desenfrenada licencia de la guarnicion romana (que su mismo gefe no podia reprimir), determinaron, de acuerdo con los gerisenos, sus vecinos, vengar la insolencia de aquella soldadesca licenciosa En una noche de invierno, cuando los soldados reposaban descansando

(1) Id. p. 535.-Tit. Liv. Epist.-Eutrop. lib. IV.

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