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Atanasio á España á fundarlos'. Esta opinion está destituida de fundamento: los monjes en aquella época vivian aislados, como lo indica su mismo nombre. Algunos clérigos que se habian contagiado con los errores de Prisciliano, afectaban hacerse monjes para ostentar mayor piedad y perfeccion, dejando de cumplir las obligaciones de su profesion sacerdotal, y teniendo en mas el parecer monjes, que ser clérigos. El concilio de Zaragoza (cánon 6.o) castigó con mano fuerte tan temerario empeño, mandando expulsar de la Iglesia á estos orgullosos monjes, y que no se les admitiese en ella sino despues que lo suplicaran rendidamente y se les observara por largo tiempo, hasta que parecieran verdaderamente enmendados.

Habia tambien virgenes consagradas al Señor. Con terrible pena se castigaba en ellas la pérdida de la virginidad, si despues de su flaqueza continuaban viviendo desarregladamente, pues se les negaba la comunion, aun á la hora de la muerte. Mas si reconocidas mostraban arrepentimiento de su caida á la primera amonestacion, se les daba la comunion al fin de la vida 2. Á las vírgenes ó doncellas seculares, si lograban casarse con sus violadores, se las reconciliaba sin penitencia al cabo de un año. En caso contrario la penitencia duraba cinco años antes de admitirlas á la comunion.

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El concilio de Zaragoza prohibió se diese el velo á las vírgenes que quisieran consagrarse á Dios con voto, hasta que hubiesen cumplido la edad de cuarenta años; disposicion muy sábia y oportuna, pues no viviendo en clausura, sino en compañía de algun clérigo piadoso, ó de los Obispos, era preciso que constara bien su vocacion, y tuvieran la experiencia necesaria para poder sobreponerse á las ilusiones del mundo y de sus pasiones. Los cánones de Toledo que hablan de doncellas de Dios (puellae Dei), profesas y devotas, nos manifiestan los diversos nombres con que se las conocia, y tambien dan idea de la relajacion en que habian cáido de resultas de los errores y extravíos del Priscilianismo.

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1 D. Diego Gutierrez Coronel: Historia del origen y soberanía del condado y reino de Castilla: Madrid, 1785.

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Pero todavía da noticias mas circunstanciadas y terribles la decretal del papa Siricio, que pinta con los mas negros colores la licenciosa vida que á fines de aquel siglo llevaban los monjes de uno y otro sexo, reunidos ya en monasterios, siendo este el primer vestigio de ellos que encontramos en España '.

S XLIII.
Ayunos.

El ayuno de España era ya sumamente rígido en el siglo III. No solamente se abstenian los fieles de manjares delicados, sino tambien de comer todo aquello que hubiese tenido vida, ó pertenecido á ser viviente, y aun peces y leche; hasta del vino solian abstenerse. Ni aun beber agua querian entonces antes de mediodía por mucha que fuera la sed. Al marchar san Fructuoso al suplicio en dia de ayuno, se niega á tomar la bebida que le ofrecian los fieles para confortarle en su martirio 2.

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t Masdeu (tomo VIII, § 105) supone con harta ligereza, que el papa Siricio estuvo mal informado acerca de la existencia de monasterios en España. Es muy comun en aquel crítico querer acomodar los hechos y los documentos á sus teorías, no siempre las mejores; y negar cuanto se opone á ellas. Sobre no dar razon, la analogía que alega es inoportuna. «No hallo, dice, nombrados monas<«<terios ni juntas de monjas en ningun documento de España de los cuatro siglos primeros, sino solo en la carta de Siricio al obispo de Tarragona, en que el Papa, sin estar bien informado, dió por supuesto que los españoles hubie<< sen tomado esta costumbre de la Iglesia romana, del mismo modo que supuso «que habian adoptado la institucion de sillas metropolitanas, cuando todavía no « estaba recibida. » Mas ni lo uno ni lo otro es exacto: aun dado caso que no hubiera todavía metropolitanos (en lo cual es mas probable que se equivoca Masdeu) era no un error de hecho, sino de palabra á lo mas, llamar metropolitano al que en España se llamaba Obispo de primera cátedra. Mas el que se equivocara en una cosa no indicaba en buena lógica que errara tambien en la otra. Sobre todo el Papa decretaba en virtud de la carta escrita por el Obispo de Tarragona, el cual debia saber lo que pasaba en su provincia mejor que el P. Masdeu, al cabo de catorce siglos.

2 Prudencio: Peristephanon hymnus SS. Beatiss. Mart. Fructuosi, Augurii et Eulogii.

Quosdam de populo videt sacerdos,
Libandum sibi poculum offerentes
Jejunamus, ait, recuso potum.

Nondùm nona diem resignat hora,
Numquam conviolabo jus dicatum
Nec mors ipsa meum sacrum resolvet.

Además de los ayunos generales de cuaresma, miércoles y viernes, el concilio de Elvira prescribió que se ayunase el sábado por via de superposicion 1, pero en atencion al clima de España, dispensó las superposiciones en los meses de julio y agosto. Los Priscilianistas habian introducido la supersticion de ayunar en domingo, lo que se prohibió bajo pena de excomunion mandando al mismo tiempo que durante la cuaresma nadie faltase á la iglesia.

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Con motivo de algunas dudas que se habian suscitado acerca de la observancia del ayuno, un español llamado Luciniano consultó á san Jerónimo: la respuesta de este santo Padre llena de cordura 3 le trazó la senda que en esto debian seguir los fieles ateniéndose á las costumbres de sus respectivas provincias.

S XLIV.

Idea general de esta época.

Pero ¡cuánto habia decaido ya la moral cristiana á fines de aquel mismo siglo cuando el concilio I de Toledo trataba el concubinalo con tal lenidad, que apenas nos atrevemos á pasar la vista por aquel cánon ! Las explicaciones que dan los decretalistas son muy sábias: ojalá que fueran tan convincentes como eruditas. Es muy cruel que al cabo de cuatro siglos de promulgado el Evangelio, haya que acu

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Vide Alzog, tomo I, § 93 acerca de las superposiciones.
Concilio I de Zaragoza, cánon 2.°

3 Ep. ad Lucinianum Baeticum. (Véase en el apéndice n. 7).

4 Canon 17 del Toledano I: «Si quis habens uxorem fidelem, si concubi<< nam habeat, non communicet. Ceterùm qui non habet uxorem, et pro uxore « concubinam habet à communione non repellatur, tantùm ut unius mulieris, <«< aut uxoris, aut concubinae (ut ei placuerit), sit conjunctione contentus.>> Mendoza (De concilio Illiberitano, lib. III, cap. LXXXIV) entiende el concubinato en su sentido literal. Loaisa y el cardenal Aguirre y otros muchos decretalistas, entienden por concubinato el matrimonio menos solemne, siguiendo á san Agustin, que llama justa concubina á la esposa recibida menos solemnemente, en su tratado De bono conjugali. Mas la idea que da el Santo acerca del concubinato, en el cap. v de dicho libro, es igual á la que tenemos del amancebamiento. Masdeu, á pesar de su habitual petulancia, se abstiene de juzgar. Por mi parte confieso que la explicacion no me satisface, y que el cánon significa un estado de gran relajacion. Disposiciones análogas vemos en la gran relajacion de costumbres de la edad media.

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TOMO I..

dir á las leyes gentílicas romanas para explicar las costumbres de los Cristianos'.

Por mi parte solamente veo en él y en todas sus disposiciones, comparativamente á las de Elvira, aquella condescendencia benigna y maternal con que la Iglesia, siempre bondadosa, trata de conllevar la debilidad de sus hijos. Si durante la persecucion se habian relajado las costumbres, ¿qué sucederia en el momento en que faltase este fuego en que se acrisola el Cristianismo? La herejía de Prisciliano, el orgullo y ambicion de algunos Prelados y sobre todo los casamientos de los Clérigos, habian enervado ya la virtud cristiana. ¡Consecuencia fatal de no haberse admitido aun el celibato clerical en España, y que no deben olvidar sus detractores!

Los vengadores de la Providencia vagaban ya, muchos años habia, entre las brumas del Norte, cual anduvo el pueblo de Dios por el desierto, esperando por espacio de cuarenta años que se colmasen las iniquidades de Canaan, para exterminar su raza, y apoderarse de la tierra mancillada con sus vicios. La hora va á sonar... Mas antes de presentar esta terrible escena de la cólera celestial, contemplemos por última vez algunas de las glorias eclesiásticas y civiles de España en los cuatro siglos que acabamos de recorrer á guisa de viajeros, que desde la cumbre de la sierra que van á trasponer, echan una mirada sobre la hermosa llanura que han recorrido, y cuyas beHlezas descubren confusamente, olvidando los abrojos que pisaron. Pláceme concluir con el hermoso párrafo en que recapitulo uno de nuestros mas notables historiadores, las grandezas de esta época.«No puedo dejar de decir lo que nadie podrá negarme sin falsedad «evidente, que entre todas las naciones del mundo, que encerraba «en sus dominios el vastísimo imperio romano, ninguna podrá dar «cal público una historia tan llena de glorias, como lo es la de la Na«cion española. Llámense á la memoria algunos de los hechos mas «memorables. Roma trabajó dos siglos enteros en la conquista de España, no habiendo empleado mas tiempo en sujetar á todo el mun«do; y las guerras no solamente fueron largas, sino tambien dudo«sas, tanto, que segun atestigua Veleyo Paterculo no se podia de

1 Berardi: In Jus Ecclesiasticum, tomo III, dissert. 1, quaest. 4: De veterum concubinatu.

2 Masdeu, § 171 y último del tomo VIII.

«cidir entre Roma y España, quién era la mas poderosa, y quién lo«graria el mando sobre la otra. Lucio Cornelio Balbo el mayor, na«tural de Cádiz, fue en Italia el primer extranjero que promovieron «<los romanos al consulado, y Balbo el menor, el primero que obtuvo «<el triunfo. El primer emperador extranjero fue Trajano, y él entre << todos los emperadores fue el príncipe de mas dominios. Adriano, na<<tural de Sevilla la Vieja, fue el primero que dió á los romanos un << cuerpo sistemático de leyes; y Teodosio II, hijo de padre y abue«<los españoles, fue el segundo legislador universal, y hasta nues<«<tros dias el mejor de todos. Quien quitó á la Italia las diversiones << pantomímicas tan contrarias á la honestidad y á la razon, fue el em<< perador Trajano; y quien logró que se aboliesen en Roma los in«humanos espectáculos de los gladiadores, en que se mataban los «hombres bárbaramente para deleite del pueblo, fue el célebre Pru<«<dencio, natural de Zaragoza. El primero que fundó en Roma Uni«versidad de estudios, y concedió la jubilacion á los profesores be«neméritos, fue el emperador Adriano: el primer maestro de elo«cuencia que tuvo Italia, de habilidad y de fama, fue Marco Por<«<cio Latron, cordobés; y el primer profesor que mereció estipendio <«< del público en la ciudad de Roma, fue Marco Fabio Quintilia«no, de Calahorra: Higino, Lucio, Séneca y Lucano son los prime«<ros astrónomos del Lacio; y Pomponio Mela, el primer geógrafo «<latino. El alférez Cayo Faviano Evandro, natural de Osma, fue el «que obtuvo mas coronas entre todos los guerreros del Imperio ro<«mano: los treinta mil celtiberos que se alistaron á las banderas de «<los Escipiones el año de 213 antes de Cristo, fueron los primeros (( extranjeros que sirvieron con estipendio en los ejércitos de Ro«ma: Merico, oficial español, que servia por los años 211 antes de «la era cristiana, fue el primero que obtuvo corona de oro en dia <«<de público triunfo; y el lusitano Cayo Apuleyo Diocles fue el que «<logró mas premios entre todos los agitadores de todas las nacio«nes y edades. España por sí sola tuvo mas casas de moneda que todo <<< el mundo entero; y no habiendo acuñado sino bajo tres emperado<«<res, en cantidad de medallas imperiales vence á cualquiera otra na«cion. Las primeras provincias de Europa que recibieron el Evan«gelio, fueron las de España: el primer gentil del mundo que se hizo <«<cristiano, fue el Centurion andaluz (Cornelio): el primero que con

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