Imágenes de páginas
PDF
EPUB

« sagró el verso latino á la Religion, fue el presbítero Juvenco: el <<presidente del primer Concilio ecuménico de la Iglesia católica fue «Osio, obispo de Córdoba, y este mismo convirtió á la Fe á Cons«lantino Magno, á cuya Religion debemos la libertad del culto de «Jesucristo. Quien movió á san Jerónimo para que nos diera en la«tin los libros sagrados del Testamento Viejo, fue Desiderio, pres«bítero de Barcelona, y quien mandó al mismo santo Doctor que for«mara una version exacta de los libros del Testamento Nuevo, fue «el pontífice san Dámaso. Los Obispos que tuvieron la preferencia y «los primeros asientos en los dos primeros Concilios generales, fue«ron los de España 1. El primer concilio que definió el artículo im«portantísimo de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hi«jo, fue el de Toledo del año 400: la primera decretal auténtica es la <«<de Siricio á Himerio de Tarragona. El primer Concilio el de Elvi«ra, y la Iglesia, finalmente, que conserva cánones mas incorruptos «y documentos mas auténticos de sus juntas sinodales, es sin duda «la española. Quien considere estas glorias de la España romana, «aunque no hubiese otras, es preciso que dé la preferencia á la na«cion española entre todas las del Imperio romano. »

1 Véase el cap. IV, § XXIV.

SEGUNDA ÉPOGA.

IGLESIA HISPANO-GODA.

SECCION PRIMERA.

LA IGLESIA DE ESPAÑA BAJO LA DOMINACION DE LOS REYES GODOS ARRIANOS.

[ocr errors]

S XLV.

Fuentes de esta segunda época de la Iglesia de España.

Apolinar (Cayus Solius Apollinaris Sidonius): Tomo I de las obras de Sismondi, edicion de 1696.- Albeldense (Cronicon): Tomo XIII de la España sagrada.-Braulio (san): Sus Epístolas, tomo XXX de la España sagrada.— Biclarensis (San Juan de Vallclara): Cronicon: España sagrada, tomo VI. -Emeritense (Paulus Emeritensis Diaconus): De vita et miraculis Patrum Emeritensium, tomo XIII de la España sagrada. - Fuero Juzgo (Liber Indicum, seu Codex Wisigothorum): Tomo I de la Coleccion de códigos españoles de la Publicidad : Madrid, 1847. — Fredegario el Escolástico (Cronicon) y Gregorio Turonense (san): Edicion corregida por el P. Ruinart: París, 1699. Gregorio Magno (san): Edicion de los Padres de San Mauro: París, 1705.- Julian (san Julian de Toledo): Tomo II de los Padres Toledanos por el Emo. cardenal Lorenzana : Madrid, 1785.-Jornandez Episcopus : De origine actuque Getarum liber: Basileae, 1531.-Miscella (Historia Miscella): Tomo I de la Coleccion de escritores italianos por Muratori: edicion de 1723.- Magnus Gothus (Joannes): Historia Gothorum, Suevorumque : Basilea, 1558.-Melito (Su Cronicon 6 Expositio temporum): Tomo VI de la España sagrada, apéndice 11. Orosio (Paulus Orosius): Adversùs Paganos historiarum libri septem: Paris, 1524.- Pacense (Isidoro): Su Cronicon, tomo VIII de la España sagrada. — Procopio (Procopius Caesareensis): De rebus Gothorum, Persarum et Vandalorum: Basilea, 1531.

-Salviano (san) : De Gubernatione Dei : Paris, 1380.—Silense (Cronicon) ó el Monje de Silos: Tomo XVII de la España sagrada.—Tajon : Sus obras, tomos XXX y XXXI de la España sagrada.—It. Villanuño.-Tudense (Lucas): Cronicon mundi: tomo IV de la compilacion titulada: Hispania illustrata.-Vulsa: Crónica Visigoda corregida y terminada.-Masdeu : Historia critica, tomo X, ilustr. 9.

Trabajos sobre las fuentes.

Cardenal Aguirre (tomo III). - Cenni (tomo I;y II). — Lafuente (D. Modesto, tomo II). - Loaisa.— Mariana (libros V y VI).— Masdeu (tomos IX, X y XI). -Padilla (D. Francisco): Historia eclesiástica, tomo II.—Pacheco : Discurso preliminar al Fuero Juzgo en la edicion arriba citada. — Sempere (don Juan): Historia del Derecho español: segunda edicion, Madrid, 1844.

CAPÍTULO I.

INVASION DE LAS RAZAS SEPTENTRIONALES EN ESPAÑA.

S XLVI.

Decadencia de la dominacion romana en España.

El historiador eclesiástico no necesita molestarse en inventar teorías acerca del engrandecimiento y ruina de los imperios. La sagrada Escritura le muestra de un modo bien patente cuando Dios abria la mano á favor de su pueblo escogido, y cuando le entregaba á merced de sus contrarios. Mientras creia y practicaba, conseguia enfrenar á los antiguos poseedores de la tierra de Canaan: en el momento que abjuraba de su culto, y su moral se relajaba, veíase esclavizado del modo mas vergonzoso, ó dividido por guerras intestinas. El mismo no habia logrado poner el pié en la tierra prometida, sino despues de cuarenta años de peregrinacion, en que se dió tiempo á los cananeos para colmar la medida de sus crímenes y de la justicia que sobre ellos habia de venir.

Los llamados filósofos del siglo XVIII, semejantes á los médicos, que deliran largas horas sobre el pronóstico y diagnóstico de las enfermedades mas vulgares y conocidas, escribieron mucho y malo acerca de la caida del Imperio romano 1. Todo lo que acumularon sobre

1 Masdeu, tomo X, ilustr. 1.a, trae una curiosa disertacion, escrita en muy buen sentido, acerca de este asunto; principia diciendo: «El señor de Mon«tesquieu, Eduardo Gibbon y otros escritores semejantes, á quienes nuestro «siglo, por intolerable abuso, ha concedido el título de filósofos, queriendo «examinar en sus obras los motivos primeros y originales de la caida del Impe<<rio romano, no han hecho otra cosa que ensangrentarse solapadamente contra <«< la religion inmaculada de Jesucristo, 6 bien echar proposiciones generales y << misteriosas, que de nada sirven al intento. » Tres causas pone el escritor español para aquella ruina : la falta de unidad en la Religion, el abandono de las artes y ciencias, y la corrupcion de las costumbres. Por mi parte creo que aun prescindiendo de las dos primeras, la última hubiera bastado.

ello, ó es vago é inexacto, ó se reduce á una sola palabra... la inmoralidad.

El pueblo romano, tan varonil en otro tiempo, habia caido en el último extremo de la afeminacion, bajeza, indolencia y sensualidad. En vano el español Teodosio, digno de mejores tiempos, consiguió galvanizar aquel cadáver. El Imperio quedó sepultado con él: sus hijos no fueron ni aun su sombra. Las costumbres de los Cristiános mismos estaban muy distantes de ser las que prescribia el Evangelio, y las de muchos de ellos eran peores que las de los paganos. El Pontificado no era ya la senda del martirio. Las costumbres del Clero de Roma daban ocasion á san Jerónimo para escribir una epístola con todos los rasgos de una picante sátira.

Por lo que hace á nuestra patria, hemos visto en la época anterior ir languideciendo gradualmente la pureza de costumbres, y la enorme diferencia de los cánones iliberitanos á los de Toledo. Las caidas de muchos Obispos, la ambicion é intrusion de otros, las justas quejas de la Santa Sede por las viciosas ordenaciones, la incontinencia en los ordenados, el concubinato en los cristianos y la relajacion de costumbres en todas las clases. Unido esto á las vejaciones causadas por las autoridades imperiales, á la dureza y rapacidad de Estilicon y sus satélites, fácil es comprender que un país tan desmoralizado estaba al borde del abismo, y que bastaba un ligero empuje para derribarlo.

Hemos visto en la primera época el delito: pasemos á ver el castigo. Al fin de este período nuevos delitos, iguales á los de la relajacion romana, traerán igual castigo sobre la relajacion goda.

S XLVII.

Suevos, vándalos y alanos.

Las revoluciones de España y el levantamiento de los diferentes tiranuelos que se pronunciaron en ella contra el emperador Honorio á principios del siglo V, pertenecen á la historia política mas bien que á la eclesiástica.

El usurpador Constante venció á los adictos y parientes de Honorio, y desde Zaragoza regresó á las Galias. Los españoles que seguian sus banderas quisieron quedarse á guardar los desfiladeros del Piri

« AnteriorContinuar »