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en otro tiempo á Numancia y á las huestes de Viriato, se rebeló nuevamente en la antigua sangre celtibera, y numerosos guerrilleros ó Bagandas salieron al campo contra unos y otros dominadores. El fuego de la insurreccion subió desde Tarragona por las márgenes del Ebro, y cundió por Aragon y Navarra, hasta Castilla, por los países que, desde los tiempos antiguos hasta los presentes, han sido siempre teatro de esta clase de guerra. Su furia se dirigia mas bien contra los envilecidos romanos. Aunque vencidos los Bagandas, no les faltó un santo presbítero que disculpara su levantamiento desde país extranjero 3.

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El reinado del godo Teodorico fue fatal para las iglesias de aquellas comarcas. Los suevos acaudillados por su rey Rechiario salieron de Galicia y se arrojaron sobre la Tarraconense. Dentro de la misma iglesia de Tarazona asesinaron á varios Bagandas, confederados suyos y al obispo Leon (449). Poco despues (456), faltando Rechiario á sus recientes estipulaciones con los godos y romanos, volvió á talar la Tarraconense: justamente indignado Teodorico, salió contra él, y derrotó completamente á los suevos, á las inmediaciones de Astorga; pero su triunfo fue tan deplorable para las iglesias de España como las correrías mismas de los suevos. Braga vió sus templos profanados (456), cautivos y atropellados á sus sacerdotes, y lanzadas de sus asilos las vírgenes del Señor. Los españoles, desampa

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Los Bagandas (Bacandae). Se llamaban así de la palabra Bagad, que significa Junta.

2 Cayetano Cenni, por lisonjear la vanidad de su país, pretende que los imperiales trabajaron en defensa de los españoles. ¿Qué defensa habian de prestar á los extraños, cuando no podian defenderse á sí mismos, ni aun á la misma Roma? (Disert. 3.a, cap. 1, n. 7 y 8 de Antiquit. Eccles. Hisp.).

3 San Salviano, presbítero de Marsella: De Gubernatione Dei, lib. V. El Sr. Sempere en su Historia echa en cara á san Salviano haber adulado á los bárbaros. El jurisconsulto español, apegado al romanismo, no observa que por mala que fuese la barbarie goda era peor la molicie, afeminacion y embrutecimiento á que habian venido á parar los romanos; que aquella barbarie ofrecia vida, y la molicie romana era la muerte de aquella sociedad.

4 San Isidoro Suevor. Hist. (era 486). Idacio dice: «Basilius ob testimo«nium egregii ausus sui, congregatis Bacandis in Ecclesia Tyriasone foederatos occidit, ubi et Leo ejusdem Ecclesiae Episcopus, ab eisdem qui cum Basilio «aderant, in eo loco obiit vulneratus.» (Idatii Cronicon).

5 «Theudorico Rege cum exercitu ad Bracaram extremam civitatem Gallae

rados completamente, hubieron de poner su confianza en el cielo, y Mérida dió las gracias á su mártir santa Eulalia, al ver alejarse de sus muros la tempestad que la amenazaba, y que en su tránsito habia talado los campos de Portugal y Extremadura.

Teodorico, que habia subido al trono por el fratricidio, bajó al sepulcro á impulsos del puñal de su hermano Eurico. Afortunado este en sus empresas militares, lanzó de España á los imperiales, derrotó á los suevos reduciéndolos á la provincia de Galicia, dejó descansar á España, y dió á la raza vencedora un código de leyes basado en sus costumbres belicosas. Eurico hubiera sido un gran monarca, si no hubiera deslucido sus buenas prendas y su gloria la persecucion atroz que movió contra los Católicos, especialmente en la Aquitania '.

«ciae pertendente, V. Kal. Novemb. die Dominico etsi incruenta fit tamen sa<«<tis molesta et lacrimabilis direptio civitatis. Romanorum magna agitur captivitas captivorum, sanctorum Basilicae effractae, altaria sublata, atque con«fracta Virgines Dei ex hine quidèm abductae, sed integritate servatâ, Clerus usquè ad nuditatem pudoris exutus. » (Idatii Cronicon).

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1 San Gregorio Turonense: Hist. Eccles. Francor., lib. II, n. 25 y 26.

CAPÍTULO II.

ESTADO DE LA IGLESIA DE ESPAÑA BAJO LA DOMINACION DE LOS GODOS ARRIANOS.

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FUENTES.-Loaisa Collectio Conciliorum Hispaniae.—San Gregorio Turonense: Hist. Francorum, lib. II.

TRABAJOS SOBRE las fuentes. - Mariana, Masdeu, Lafuente (D. Modesto), en los parajes citados en las fuentes de esta época.

S LI.
Eurico y Alarico.

Con razon tienen los historiadores modernos á Eurico por el primer monarca godo de España, no porque fijase en ella su corte, sino porque reducidos á estrechos límites los imperiales y los suevos, extendió su dominio por cási toda la Península, y le dió la paz y estabilidad de Gobierno. La raza goda tuvo en él un legislador, y la raza vencida lo tuvo en su hijo Alarico.

A pesar de haber perseguido Eurico á los Católicos del Mediodía de Francia, respecto de nuestra Iglesia ignorase que causara ninguna vejacion. Desde su tiempo principió á respirar y disfrutar de una tolerancia completa. Las persecuciones de Eurico y de su hijo Alarico en Francia, quizá se debieran mas á la política que al fanatismo religioso.

Un rasgo histórico de Eurico nos pinta su carácter y la santa influencia que los Prelados católicos ejercian aun sobre los príncipes arrianos, en bien de los pueblos. Temeroso el emperador Nepote de las conquistas de Eurico, y desconfiando de sus fuerzas, le envia á san Epifanio, obispo de Paula, solicitando la paz: « Príncipe admi<< rado de todos (le dice el emisario en el estilo homérico de su época), « la fama de tu valor da miedo á muchas gentes, y las espadas de tu ejército son hoces formidables que arrásan las haciendas y pobla<«<ciones de tus enemigos. Pero sabe que no agrada al Criador la am

<«<bicion sangrienta y desmedida, y cuando se ofende el cielo no tie<<<nen poder los reyes de la tierra para cumplir sus designios... — Mi

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pecho (responde el Godo) va siempre cubierto de coraza, mi mano <<< está acostumbrada al peso del escudo, y la espada no se aparta de «mi lado. Sin embargo confieso, venerable Obispo, que tus palabras <«< han sido mas poderosas que mis armas... Te prometo la paz: pro<«<métemela en nombre de tu Emperador. No pido mas formalidad; « una palabra tuya es para mí un juramento. » Y aquel Prelado que hablara al bárbaro en nombre del Dios de paz, se negaba poco rato despues á sentarse á la mesa del Arriano, y este admitia sus disculpas, y á vista suya salia todo el pueblo de Tolosa acompañando al Obispo mensajero de paz.

No se mostró menos deferente con los Prelados católicos su hijo Alarico. La raza vencida, acostumbrada á las leyes racionales y pacificas de los romanos, ni podia regirse por las de los vencedores, ni convenia tampoco á la política de estos que careciesen de leyes análogas á sus costumbres y en armonía con sus necesidades. Para satisfacer á estas el conde Goyarico hubo de compilar un código, calcado en su mayor parte sobre el de Teodosio; mas antes de que fuese promulgado, Alarico tuvo la atencion de hacer que fuera revisado por los Obispos católicos, medida de política y cordura, sin la cual dificilmente lo hubiera aceptado la raza vencida. Los Padres mismos reunidos en el concilio de Agde (Agathense 1) oraron por aquel Principe, y le dieron muestras de gratitud; y no seria difícil acumular otros muchos actos de deferencia con varios Prelados católicos 2. Gozaba, pues, la Iglesia de España á principios del siglo VI de una muy regular tolerancia y libertad bajo la dominacion de los godos arrianos, y de ella siguió disfrutando hasta los tiempos de Leovigildo ".

1 Al principio: Cùm in Dei nomine ex permissu Regis Alarici, etc. Al fo: Gratias Deo primitùs, et Domino nostro Regi agamus, etc.

2 Masdeu, tomo X, pág. 88, refiere varios que muestran el aprecio que dispensaba á los Católicos.

3 El Sr. Sempere (D. Juan) niega la intervencion episcopal en la redaccion del código, fundándose en la persecucion de Eurico contra el Clero católico, que describe Sidonio Apolinar, y que no se podian reunir entonces setenta Obispos, aunque se contaran los arrianos. Pero la persecucion no fue general sino parcial. El mismo Sidonio no se desdeñaba de hacer versos para la mujer de EuriTOMO I.

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Mas junto á sus Estados en las Galias se levantaba un rival formidable, que reunia al gran fervor religioso de una conversion reciente una dósis, no pequeña, de ambicion. Clodoveo habia logrado atraerse la benevolencia de los galos católicos, no solamente de los sometidos á sus huestes francas, sino tambien de los que estaban en el territorio ocupado por los godos. En vano los escritores franceses de la edad media han querido culpar de perfidia al godo Alarico. La agresion vino de Clodoveo; y la persecucion y destierro de los Obispos de Tours y de Rodes, por conatos de querer someter á Clodoveo sus respectivas diócesis, indican bien claramente el motivo de aquella guerra. Su éxito fue fatal para el Arriano, muerto en el campo de batalla (506): cualquiera que fuese la justicia de la agresion, estamos léjos de deplorar el triunfo del Católico. Donde no habia mas justicia que la espada, ni mas derecho que el de conquista, ¿qué extraño es que sirviera de tribunal un campo de batalla?

Mas un ejército ostrogodo venido de Italia hizo retroceder á los francos dos años despues derrotados y con harta pérdida. Quizá la Providencia no quiso apoyar conquistas ambiciosas aunque bajo pretexto de religion 1.

S LII.

Amalarico y Theudis.

Á la muerte de Alarico trató de alzarse con el imperio visigodo un bastardo suyo llamado Gesaleico. Vencido y derrotado por los ostro

co. (Epíst. 1.a, lib. II, ap. Sismond., edicion de 1696). Además, aunque no creo se celebrara concilio para ello, con todo no dejaria de conocer Alarico que su código no seria bien recibido de los Católicos vencidos si no llevaba la sancion religiosa. Lo que dice el Sr. Sempere de que no habia setenta Obispos en el país dominado por Eurico, es un error muy grave, como se verá al hablar de la division de obispados (cap. VIII, § XCII), pues pasaban de ochenta los que habia en España y la Galia Gótica; y aunque se rebajen los once de Galicia, ocupada por los suevos, quedan los setenta católicos. Además de la Narbonense, tenian Eurico y su hijo la provincia de Arles y otros muchos territorios en Francia. De que haya alguna equivocacion en nombres y número no se deduce que el hecho dejase de ser verdadero en el fondo.

1 Sau Gregorio Turonense oculta esta derrota de los francos, despues de haber injuriado á los godos de Alarico, diciendo que volvieron las espaldas segun

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