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CAPÍTULO IV.

DOCTRINA DE LA IGLESIA DE ESPAÑA DURANTE LA DOMINACION

ARRIANA.

$ LXIII.

Origenistas españoles.

TRABAJOS SOBRE las fuentes. - Florez: España sagrada, tomo XV, capítulo último.

Á principios del siglo V habia en España, y probablemente en Galicia, tres presbíteros llamados Avitos. Todos tres emigraron de su patria con objeto de aprender: el uno, que fué à Roma, se contagió con los errores de Victorino; el otro, que marchó al Oriente, se dió al Origenismo en union con un obispo griego, llamado Basilio; el tercero permanecia en Palestina al lado de san Jerónimo (415), y merced á sus escritos no incurrió en tales errores. Al regresar á España los dos primeros, el sectario de Victorino cedió á las doctrinas del origenista, cuyos errores todavía no estaban bien deslindados batidos en Occidente. No debe además perderse de vista, que el mismo Paulo Orosio, que nos da noticia de ellos dice, que tanto el obispo Basilio, á quien llama Santo, como estos dos Presbíteros, enseñaban aquella doctrina santamente; y segun algunas versiones, conocieron despues el error en que habian incurrido incautamente. Tanto por esto, como por no ver obras que lo combatan, ni tampoco cánones

y com

penetrara en España en el siglo VI, es mas probable que fuese en su segunda mitad.

1

<< Tunc duo cives mei Avitus, et alius Avitus... peregrina petierunt. Nam <«<unus Hierosolymam, alius Romam profectus est. Reversi, unus retulit Ori<«<genem, alius Victorinum... Victorini sectator cessit Origeni. »

2

«Isti verò Aviti duo, et cum his sanctus Basilius Graecus, qui haec bea<< tissimè docebant quaedam ex libris ipsius Origenis non recta, ut nupèr intel

"

‹ligo (al. ut nunc per intelligunt) tradiderunt Paulo Orosio. »

ni decretales, ni entonces ni despues censuren estos errores, debemos considerarlos como una doctrina aislada, de importacion extranjera, y que reconocieron sus autores, sin que llegase á tener trascendencia al resto de la Iglesia de España.

Por lo que hace al otro presbítero Avito, lo llama Orosio Santo y venerador de Dios.

S LXIV.

Nestorianos en España.

FUENTES. — Epistola Serv. Dei Vitalis et Constantii Spaniorum ad S. Capreolum. (Card. Aguirre, tomo III, pág. 841). — Capreoli Carthaginensis rescriptum. (Ibid., pág. 85. — Villanuño, tomo I, pág. 76).

El Oriente, cuna en todos tiempos de los mas feos errores, acababa de abortar otra nueva herejía por boca de Nestorio, no bien terminada la de Arrio. Sus doctrinas alcanzaron á España, y vinieron á penetrar en nuestro país hácia la época en que los vándalos pasaban al África. Apenas tendríamos noticia de la existencia de este error en España, á no ser por las cartas que dos varones piadosos, llamados Vidal y Constancio, dirigieron á san Capreolo, obispo de Cartago, por medio del religioso Numiniano, dándole parte de la aparicion de aquel error en España, y consultándole acerca de la doctrina pura de la Iglesia, respecto de la persona de Cristo Dios y hombre, porque habia algunos que decian: que Cristo habia nacido de la Virgen como hombre puro, y que despues Dios habia habitado en él. La respuesta de Capreolo contra esta perniciosa y herética doctrina es un tratado completo de teología, en que se demuestra con mucha erudicion y solidez, que Jesucristo nació de santa María Vírgen, como Dios y hombre verdadero. Al principio de la epístola se habla de la condenacion de este error en el concilio de Éfeso, donde Capreolo estuvo de Legado: infiérese de aquí la fecha de la carta, que debe ser posterior al dicho Concilio (431).

Estos son los únicos vestigios del Nestorianismo en España 3: co

1 Citamos al cardenal Aguirre porque el P. Villanuño la puso en extracto. El Cardenal fija la fecha hácia el año 431.

2 Véase tomo II, § 29 de Alzog.

3 Masdeu (tomo XI, pág. 203) prueba que la carta de san Gregorio Magno

mo ni en los Concilios posteriores, ni en los demás escritos de aquella época hallamos otra noticia de tal herejía, debemos considerarla como reducida á los casos aislados de que hablan Vidal y Constancio. La Providencia no quiso que aquella grosera herejía, tan contraria al decoro de Nuestro Señor Jesucristo y de su bendita Madre, tuviera cabida en un país donde su devocion ha sido tan constante, y al que tanto ha favorecido siempre.

SLXV.

Maniqueos en Astorga.-Santo Toribio, é Idacio.

Las medidas adoptadas en el concilio I de Toledo habian conseguido cortar los progresos del Priscilianismo, pero no sofocarlo enteramente. Habíase aislado en Galicia bajo la dominacion de los suevos, y si no hacia prosélitos en las demás provincias, en cambio se afianzaba mas en aquel punto. La conversion y abjuracion de Dictinio no habian sido bastantes para atraer al buen camino á todos los extraviados de su diócesis, que seguian leyendo su obra, condenada por él mismo, no leyendo, como dice san Leon, á Dictinio, sino á Prisciliano.

Habíale sucedido en el cargo pastoral un santo y laborioso Prelado, que se llamaba Toribio. Al regresar este de su viaje á Jerusalen, cargado de preciosas reliquias, su virtud y profundo saber le hicieron elegir, contra su voluntad, para el obispado de Astorga, á despecho de un ambicioso arcediano que codiciaba su puesto. Bien pronto observó con dolor, que en su diócesis se albergaban algunos maniqueos ó priscilianistas, que ocultamente fomentaban sus erro

á Quirico y demás obispos de Hiberia, acerca de los Nestorianos, nada tiene que ver con España, pues el santo Pontífice en sus cartas le dió siempre el nombre de Hispania, y además porque no habia ningun Obispo de nombradía que tuviese tal nombre; por lo cual es infundada la opinion de los Maurinos, que la creen dirigida á nuestra patria.

1 Las lecciones de su rezo (dia 16 de abril. — Véase en los oficios propios de los Santos de España) refieren varios prodigios que contribuyeron á ello, en especial la curacion de una hija del rey de los suevos, y la prueba de llevar varias ascuas en su roquete, sin quemarse este, para convencer la impostura del ambicioso arcediano, que le habia calumniado de adulterio.

res'. Dedicóse desde luego á desenmascarar aquellos herejes: para ello dirigió una preciosa epístola á los obispos comprovinciales, Idacio y Ceponio, en cuyas diócesis comarcanas sin duda cundiera el

error.

En esta preciosa epístola, documento de los mas apreciables de aquella época, manifiesta su sentimiento de encontrar al regreso de sus viajes pululando un error que ya creia muerto 3, aprovechando los herejes las difíciles circunstancias que á mediados del siglo V arrostraba la Iglesia de España. Valíanse para ello de libros apócrifos, atribuidos á los apóstoles san Andrés, san Juan y santo Tomás, y de una memoria de los Apóstoles, que el Santo califica de blasfema. Las actas de san Juan habian sido escritas por un tal Leuccio, á quien el Santo llama sacrilego.

Á la voz de santo Toribio levantóse con brioso celo el anciano Idacio, obispo de una iglesia comarcana: su nombre mismo presentaba una garantía contra los Priscilianistas, pero su celo era mas ilustrado que el de Itacio de Estoy. Muchos eran los puntos de semejanza entre el santo Obispo de Astorga y el obispo Idacio, nuestro primer cronista. Uno y otro habian peregrinado en su juventud y visitado la Tierra Santa; y aluden á sus viajes en los respectivos escritos. El uno habia traido de Jerusalen preciosas reliquias y un trozo de la santa Cruz, segun asegura la tradicion antigua; el otro habia conocido allí á san Jerónimo y otros respetables Padres de la Iglesia oriental. Uno y otro antes de reprender los extravíos ajenos confiesan los suyos con humildad cristiana ; uno y otro, finalmente, marchan de consuno contra el error, y le denuncian do quiera que lo hallan.

1 « In Asturicensi urbe Gallaeciae, quidam ante aliquot annos latentes Ma<«<nichaei, gestis Episcopalibus deteguntur, quae ab Idatio et Turibio Episcopis, «qui eos audierant ad Antoninum Emeritensem Episcopum directi sunt.» (Idatii Chronicon. - España sagrada, tomo IV, pág. 363).

2 Villanuño, tomo I, pág. 90.

3

Quapropter mihi post longas annorum metas ad patriam reverso, satis << durum videtur, quòd ex illis traditionibus, quas olim Catholica damnavit Ec«<clesia, quasque jam dudùm abolitas esse credebam, nihil penitùs imminutum « esse reperio. >>

Sobre el obispado de Idacio véase Florez, tomo IV, ap. 3, § 4. Sobre santo Toribio véase Villanuño, tomo I, pág. 84.

5 Santo Toribio dice de sí: «Nam aliàs plenus omnium peccatorum et mag

Descubierto el foco de los errores en Astorga, Toribio é Idacio los sometieron á su juicio, y despues de haberlos oido y expulsado de aquella iglesia, remitieron las actuaciones al obispo de Mérida, Antonino, su metropolitano, como exigia la gravedad del asunto. Entre los herejes condenados se hallaba un maniqueo llamado Pascencio, que habia venido de Roma'. Expulsado de Astorga aquel malvado, marchó á refugiarse en Mérida; pero descubriéndole allí el obispo Antonino, sometiólo nuevamente á su juicio, y despues de haberlo oido, consiguió expulsarlo de su provincia de Lusitania.

S LXVI.

Errores de los Priscilianistas en el siglo V2.

FUENTES.-Epistola Leonis Papae ad Turibium Episcopum Asturicensem. (Villanuño, tomo 1, pág. 84).

No contento el celoso Obispo de Astorga con haber lanzado de su iglesia á los Maniqueos y Priscilianistas que la infestaban, y haber avisado á los Obispos comprovinciales, acudió á la Santa Sede escribiendo al papa san Leon para darle cuenta de su conducta. Al memorial (commonitorium) que enviaba por medio de un diácono llamado Pervinco, acompañó un tratado (libellus), en que reasumia todos los errores de los Priscialianistas, en diez y siete capítulos, rebatiéndolos con sólidos argumentos, y además una epístola familiar en

<«<norum criminum reus, quo ausu haec ad vos scriberem? » Idacio dice de sí en el Cronicon pequeño: « Idatii ad Dominum conversio peccatoris. » (España sagrada, tomo IV, pág. 422). Sobre estas confesiones, peculiares de la humildad cristiana, han querido algunos escritores, poco discretos, suponer á uno y otro grandes pecadores, y á Idacio gentil.

1 << Pascentium quemdam urbis Romae, qui de Asturica diffugerat, Mani«chaeum. Antoninus Episcopus Emeritae comprehendit, auditumque etiam «de Provincia Lusitania facit expelli.» (Idatii Cronicon.- España sagrada, tomo IV, pág. 365).

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2 Alzog, tomo II, § 73.

3 «Nam et Epistolae sermo et commonitorii series, et libelli tui textus elo

quitur, Priscillianiştarum foetidissimam apud vos recaluisse sentinam. Quia «ergò dilectio tua fideli quantùm potuit diligentia damnatas olim opiniones de<cem et septem capitulis comprehendit, etc.» (Véase Epistola de san Leon).

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