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que se iba á verificar era preciso un jóven vigoroso. De sus doce antecesores nueve habian sucumbido al hierro asesino.

S LXXIX.
Recaredo.

La influencia de san Leandro en la conversion de san Hermenegildo continuó tambien obrando lo mismo en el ánimo de Recaredo. Afortunado en las guerras durante la vida de su padre, conducien do con lealtad y destreza sus tropas, y dotado de cualidades á propósito para el Gobierno, habia subido á compartir el trono de Leovigildo un año antes de la muerte de este. Por tal medio aquel sagaz político afianzó la corona en su familia, huyendo del derecho electivo, funesto al país, que hasta entonces habia prevalecido.

Tanto como suelen ensalzar personas poco afectas á la religion católica las cualidades de Leovigildo, otro tanto suelen deprimir las prendas de Recaredo. La crueldad, tiranía y rapacidad de Leovigildo se traducen por energía. El parricidio de Hermenegildo es un justo castigo, y la persecucion de los Católicos una medida de necesidad y alta importancia. Por el contrario, Recaredo es un príncipe débil y supersticioso, vendido á lo que les place llamar Teocracia; su conversion un acto de debilidad, ó cuando mas de política; sus disposiciones la causa de la decadencia goda, y hasta se le forma un capítulo de culpas por haber tomado el título de Flavio, á estilo bizantino, como si él solo hubiera tomado un tratamiento para realzar la Majestad Real. Este es el lenguaje que desde el siglo pasado vienen usando unos en pos de otros, los historiadores de la legislacion española pidiendo prestados estos retratos al volterianismo extranjero. Mas estos pretendidos defensores de la libertad no observan que al abogar por Leovigildo ensalzan el Arrianismo estéril y el error sobre la verdad; que el Catolicismo era la religion de los españoles, de la civilizacion y antigua cultura romana; el Arrianismo la religion de

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de los últimos momentos de Leovigildo: «Qui oborta aegritudine ad extrema «perductus, Leandro Episcopo quem priùs vehementèr afflixerat, Recharedum Regem filium, quem in sua haeresi relinquebat, commendare curavit, ut in ipso quoque talia faceret qualia et in fratre illius suis cohortationibus fecisset. «Qua commendatione expleta defunctus est. »

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los conquistadores, de los bárbaros; que á fuerza de armas habian robado á nuestros padres, usurpándoles sus mejores tierras, cuando les plugo dedicarse á la agricultura; que su Gobierno era un Gobierno de asesinos, y que la raza indígena era despreciada, perseguida y asesinada impunemente; que aquellos bárbaros usurpadores del territorio se desdeñaban de mezclar su sangre con la española, y que el Arrianismo era la valla que separaba las castas y continuaba perpetuando los odios entre vencedores v vencidos. El Catolicismo simbolizaba la libertad para los españoles oprimidos, la ilustracion, la civilizacion, la fusion de razas y la unidad nacional. Al abogar por Leovigildo, y contra Recaredo, los pretendidos filósofos y amantes de una quimérica libertad abogan por la barbarie, la ignorancia, la tiranía, la fuerza militar, la separacion de castas y la opresion de sus padres.

Cuando un ejército numeroso invade un país desarmado, se apodera facilmente de él, mucho mas si á sus armas acompañan el terror y la devastacion 1. Mas si no tienen quien les secunde y reemplace, aquella raza enervada en otro clima, y reproduciéndose dentro de su misma casta, degenera al cabo de algunos siglos, y tiene que ser absorbida por la raza indígena, si no se funde con esta y consigue atraerla para sí. Este gérmen de muerte que encerraba el goticismo y la próxima desaparicion de él, á manos de la raza española vuelta de su primer espanto, no se podian ocultar á Leovigildo y Recaredo. Aquel hubo ya de guerrear con los vascones y los indomables cántabros, Miron con los riojanos, Recaredo con los navarros; el dia que los celtiberos y demás razas septentrionales se hubiesen alzado entre la Galia Narbonense y la Carpentania, el reino godo, acosado además por los imperiales, habia dejado de existir.

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Mas aun así la conversion de Recaredo fue hija de la conviccion, mas que de la política. La hipocresía, ignorancia y avaricia del Clero godo arriano contrastaba con la austeridad y saber del Clero católico español, aunque imperfecto. ¿Quién comparará los usurpadores y ambiciosos Nopope y Sunna con los tres santos hermanos, con el

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¿Cómo doscientos mil soldados aguerridos han podido en nuestros dias dominar catorce millones de españoles y un ejército regular? Lo que eran los franceses de Napoleon para nuestros padres lo eran los godos para nuestros ascendientes, y aun peor.

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enérgico Massona, el sábio Liciniano y aquellos santos Abades, á quienes respetaba el mismo Leovigildo? Además, á la conversion de Recaredo precedieron las amonestaciones y enseñanza de san Leandro y las disputas, que se tuvieron á su presencia y en su palacio mismo, entre los Católicos y los corifeos de la secta arriana sobre la igualdad de las tres Personas; y puesta la cuestion en el terreno de las ideas y discusiones, no creo que harán un gran sacrificio los enemigos de Recaredo en conceder la superioridad y el triunfo al Cato licismo sobre la herejía arriana, siquiera fuesen sutilezas teológicas, como se atreve á decir alguno de ellos hablando del dogma católico. Diez meses despues de la muerte de Leovigildo abrazó Recaredo el Catolicismo, y exhortó á su corte y súbditos á que lo hicieran : alivió los tributos, devolvió bienes mal confiscados, y los arrebatados á las iglesias y monasterios; trató, en una palabra, de borrar las sangrientas huellas de su padre, para que vieran los pueblos las ventajas de la nueva Religion 1.`

S LXXX.

Concilio III de Toledo.

TRABAJOS SOBRE LAS FUENTES.

- Cardenal Aguirre, tomo III. --Florez: España sagrada, tomo VI, cap. IV. — Villanuño, tomo I, pág. 140.

La conversion de Recaredo fue seguida de uno de los actos mas grandiosos y memorables que presenció jamás la nacion española. A principios de mayo del año 589 se hallaban reunidos en Toledo cási todos los Obispos de España y de la Galia Gótica para celebrar un Concilio nacional. Iba á reproducirse en España, y en pequeño, el gran concilio de Nicea: Recaredo, semejante á Constantino, realzaba

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Hé aquí el retrato de Recaredo.trazado por san Isidoro que le conoció personalmente: «Provincias, quas Pater bello conquisivit, iste pace conservavit, aequitate disposuit, moderamine rexit... Tantam in vultu gratiam habuit et << tantam in animo benignitatem gessit, ut omnium mentibus influens, etiam "malos ad affectum amoris sui attraheret. Adeò liberalis, ut opes privatorum, <«<et Ecclesiarum praesidia, quae paterna labes fisco associaverat juri proprio «< restauraret. Adeò clemens, ut populi tributa saepè indulgentiae largitione la<< xaret.» (S. Isidor., Hist. Gothor.).

la asamblea con su presencia, y autorizaba el golpe, que para siempre iba á matar al Arrianismo en España.

Reunidos el dia 4 de mayo, halláronse cinco Metropolitanos presididos por el anciano y virtuoso Massona, que lo era de Mérida. Habia además cincuenta Obispos católicos, ocho arrianos que debian. abjurar sus errores, y seis representados por Arciprestes y Arcedianos 1. Era la asamblea eclesiástica mas numerosa que se habia visto jamás en España. Abrióla el Rey por sí mismo, dando parte de su conversion y la de todo su reino, para que se regocijase la Iglesia con lan fausta nueva, exhortando á todos á que ayunasen por tres dias consécutivos, para impetrar el favor del cielo, á fin de proceder á la reforma de la disciplina.

Terminado el ayuno reunióse el Concilio el dia 8 de mayo, en el cual se presentó nuevamente el Rey con su esposa la reina Badda. Despues de un elegante discurso refiriendo su conversion y la de todos sus dominios, tanto de las Galias como del país ocupado por los suevos, manifestó los motivos por que habia mandado reunir el Concilio, y presentó un pliego que contenia su profesion de fe y la admision no solo del símbolo niceno, sino tambien de este Concilio y los de Constantinopla, Éfeso y Calcedonia. Las palabras, las fórmulas y hasta las suscripciones revelan el entusiasmo y el calor de la fe 2.

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En rigor podemos decir setenta. Segun el manuscrito de Hardy, citado por el P. Labbé, firmó un obispo de Egitania (6 Idaña), que no citan nuestros códigos, y antes de los cinco vicarios de Obispos firmó, segun el mismo códice, el presbítero Estéban, vicario de Artemio, metropolitano de Tarragona, que no pudo asistir al Concilio. Además de estos dos, citados solo en aquel códice, firmó Pantardo, metropolitano de Braga, por sí y por su conmetropolitano Nitigisio de Lugo. Resultarian, pues, en tal caso, setenta. (Véase Florez: España sagrada, temo VI, cap. iv). Mas es difícil admitir al obispo de Idaña, pues el Biclarense pone el número de sesenta y dos Obispos.

2 Hombres que presumen de políticos, y que lo miden todo por las tortuosas reglas de la política, achacan á esta la fe de Recaredo. Leidos sus discursos, atendida la ternura de las palabras, la claridad y ardor de las frases, creo que ninguna persona imparcial hallará artificio en ellas; pero sobre todo las obras correspondieron á las palabras. Recaredo firma en estos términos : « Ego Rec<«< caredus Rex, fidem hanc sanctam et veram confessionem, quam unam per << totum orbem Catholica confitetur Ecclesia, corde retinens, ore affirmans, mea «dextera, Deo protegente, subscripsi.» La Reina firma á continuacion : « Ego « Baddo gloriosa Regina, hanc fidem quam credidi et suscepi, mea manu de toto

Terminadas estas, el coro rompió en armoniosos cánticos, y el pueblo y Clero en ruidosas aclamaciones: Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espiritu Santo: gloria á Nuestro Señor Jesucristo, que redujo á la unidad de la fe á nuestra ilustre nacion, y nos reunió en un rebaño y con un Pastor. - ¿Para quién la eterna corona, sino para nuestro ortodoxo rey Recaredo? ¿para quién el mérito eterno? ¿para quién la gloria presente y la eterna, sino para Recaredo, amador de Dios?· Él es el conquistador de estos nuevos pueblos que entran en la Iglesia: obtenga verdaderamente el mérito apostólico, pues que cumplió con el oficio de apóstol, y sea siempre amado de Dios y de los hombres1.

En seguida los ocho Obispos arrianos que se hallaban presentes con varios Presbíteros y Diáconos y muchos indivíduos de la nobleza goda abjuraron el Arrianismo, pronunciando y suscribiendo la fórmula, que se leyó, y los anatemas contra los herejes, protestando al mismo tiempo que tenian gusto en hacerlo entonces, aun cuando ya lo habian verificado al tiempo de convertirse Recaredo.

Procedióse despues á dar veinte y tres cánones, que suscribieron igualmente el Rey y todos los Obispos y Vicarios presentes.

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El alma de esta reunion habia sido san Leandro, aunque no le tocó presidir, y Eutropio, abad del monasterio Servitano. Para conclusion del Sínodo predicó aquel una homilía, mas bien razonada que

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«corde subscripsi. » — Siguen luego las aclamaciones. Las disposiciones conciliares las firma Recaredo á la cabeza de los Obispos : «Flavius Reccaredus Rex «hanc deliberationem, quam cum Sancta deffinivimus Synodo, confirmans, << subscripsi. >>

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Véanse estas aclamaciones y todas las actas íntegras en Loaisa á la página 206. La aclamacion va en forma de cántico, guardando una combinacion trinitaria rigorosa. Las tres frases primeras principian por Gloria, y van dirigidas á la Trinidad; las tres segundas por la palabra Cui, y acaban por Recaredo, y las tres últimas relativas al Rey con su pueblo convertido, principian con la palabra Ipse.

2 De estos se hablará mas adelante.

3 << Summa tamén synodalis negotii, penès Sanctum Leandrum, Hispalensis «Ecclesiae Episcopum, et Beatissimum Eutropium, Monasterii Servitani Abba«tem, fuit. Memoratus verò Reccaredus Rex, ut diximus, Sancto intererat «Concilio, renovans temporibus nostris, antiquum Principem Constantinum Magnum, Sanctam Synodum Nicaenam suâ illustrasse praesentià.» (Biclarense, an. 589).

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