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esperaba, mientras no hiciese eficaz, rápida y segura la accion de la administracion, estendiéndola á los mas ocultos, á los mas ignorados rincones del reino. Para esto, era necesario establecer una nueva division territorial y confiar á autoridades especiales la proteccion de todos los intereses que se trataba de promover. Desde 1810, se habia reconocido esta necesidad, y el gobierno usurpador, que estendia entonces su poder á la mayor parte del territorio peninsular de la monarquía, habia sido el primero á dar el ejemplo. Imitóle luego el gobierno de Cádiz, y, sin la guerra civil que afligió á la sazon á casi todas las provincias, se habrian desde el momento cogido los frutos de tan importante innovacion. Restablecido en 1820 el gobierno constitucional, se procedió á poco tiempo,á una demarcacion nueva, que en 1823 fué anulada, como todas las disposiciones que se dictaron bajo aquel régimen. Vióse, sin embargo, luego que era necesario poner en contacto los intereses con las autoridades encargadas de protegerlos, y se trató de una division nueva, bien que limitando sus beneficios al órden judicial. Burgos no titubeó en estenderlos al administrativo, y la division nueva fué publicada, y con ella la célebre instruccion de 30 de noviembre que, mirada, desde que salió á luz, como un testimonio de la ilustracion y del patriotismo de su autor, mereció á poco ser estereotipada, honor que no sabemos se haya dispensado á ninguna otra produccion española (1). No se vió sin sorpresa que el consejo de gobierno se opusiese á la plantificacion del nuevo sistema de administracion; pero, con vista del dictámen unánime del consejo de ministros, le adoptó la reina gobernadora, y fué proclamado á los cuarenta dias de la entrada de su autor en el ministerio, mereciendo altos testimonios de gratitud, cuya espontánea espresion llenó durante algunas semanas las páginas de la Gaceta de Madrid.

No fué solo el consejo de gobierno el que, por miras de economía, ó por temor de colisiones y conflictos, opuso obstáculos á (1) Véase el apéndice á la Biografia, núm. 2.

algunas de aquellas medidas. Combatiéronlas asimismo varios escritores, á título ú bajo pretesto de ser demasiado estrecha la esfera que se señalaba á la accion administrativa, y escesivamente circunscrita la accion de las nuevas autoridades. Nosotros mismos fuimos durante mucho tiempo de esta opinion, que no modificamos sino despues de haber leido lo que, refiriendo la historia de aquel periodo, manifestó el autor en una de las lecciones de administracion que, en 1840 y 41, dió con tanta aceptacion en el Liceo de Granada. «Por de pronto, decia entonces el profesor ex>>ministro, por de pronto no se señalaron á los subdelegados de fo>>>mento otras atribuciones que las que convenian para el desempe»ño de su especial y esclusiva mision de fomento; pues la conser>>vacion de la paz, la seguridad de las personas y las propiedades, »y todo lo relativo á la ejecucion de las leyes estaba confiado á la >>autoridad judicial, ó mas bien á los individuos ó cuerpos que la »ejercian. El acto, y aun la tentativa de arrancar á estos, de repen>>>le y sin transicion, todas aquellas atribuciones de gobierno, ha>>bria por de pronto multiplicado los conflictos, que ya desde lue»go provocaron algunos capitanes generales, rehusando despren>> derse de la direccion de la policía. La simultaneidad de las exi»gencias habria ocasionado confusion, si no trastornos; é impruden»cia, si no traicion, habria sido provocarlos al empezar un reina»do, cuya aurora anunció desde luego borrascas.. Así, »ni se pudo, ni se debió organizar completamente la administra»cion provincial. . . . . . se empezó por sustraer á la jurisdic»cion de los corregidores y alcaldes mayores, á la inspeccion su>>perior de los acuerdos de las chancillerías y audiencias, y á la »inspeccion suprema del Consejo de Castilla, todas las atribucio>>nes de fomento. y en seguida, ó al mismo tiempo, fueron >>>puestos los ayuntamientos bajo la dependencia de las nuevas au»toridades gubernativas. . . . Las importantes y trascendenta»les innovaciones, introducidas en la administracion en los seis >>meses que siguieron á la muerte del rey, se limitaron pues.

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»á introducir órden y regularidad en las dependencias que mas >>urgente reforma reclamaban, como presidios, montes, gremios, y »otras, para las cuales se hicieron nuevas ordenanzas; á derogar >multitud de prácticas abusivas, sancionadas por leyes desacerta»damente combinadas; á romper con su derogacion las trabas que »impedian el desarrollo de la prosperidad, etc., etc.»>

De creer hubo Burgos, al considerar el júbilo y el agradecimiento que por donde quiera escitaban sus disposiciones, que debia aprovechar aquellos momentos para estirpar el cáncer de la division de los partidos, que contaba 23 años de duracion. En 1808, la necesidad de dar convergencia al alzamiento nacional, privando á los franceses de todo apoyo ú cooperacion de parte de los habitantes del pais, hizo que las juntas provinciales primero, la central despues, y en seguida los diferentes gobiernos que se sucedieron en Cádiz, designasen á todos los que se habian sometido á la dominacion francesa como cómplices, hasta cierto punto, de una invasion que ninguno de ellos pudo sin embargo desear ni tenia medios de favorecer. Mas tarde, apoderados los franceses de casi todo el reino, obligado el gobierno español á guarecerse detras de las murallas de Cádiz, muchos de los hombres importantes de los territorios invadidos creyeron deber conjurar, ó atenuar á lo menos, los rigores de la situacion y, haciendo lo que, en circunstancias análogas, se hizo siempre en todos los paises conquistados, interponer para este patriótico objeto la influencia que les daban su posicion y su conocimiento de las localidades. No de otra manera, podian regularizarse servicios que la ocupacion militar hacia necesarios, y que, abandonados al instinto salvage de una soldadesca brutal, no podian menos de ocasionar insoportables vejaciones por de pronto, y á la postre la ruina total de los habitantes. Contribuir debian, con mas o menos exito, á salvarlos de ella cuantos aceptasen encargos administrativos; á mantener el imperio de las leyes y de las costumbres cuantos los aceptasen judiciales; á impedir alteraciones en la dis

ciplina de la iglesia cuantos los aceptasen eclesiásticos; y gratitud se debia, en vez de odio ú animadversion, á los que desempeñasen en beneficio del pais sus funciones respectivas, como se debia censura y castigo à los que se condujesen mal en su desemрейо.

Mientras que, designándolos por el apodo de afrancesados, se proscribia en Cádiz á los empleados de casi toda la península, ocupada por las huestes enemigas, el partido proscriptor se dividia alli mismo en serviles y liberales. Estos últimos se subdividieron mas tarde en liberales de 12 y liberales de 20, en exaltados y moderados, y en otras categorías, designadas sucesivamente con unos ú otros nombres. Vinieron despues los negros y los blancos; y, à la muerte del rey, se renovaron denominaciones que el interes del pais, y aun el de los partidos mismos, aconsejaba dejar en el olvido, en que despues de algun tiempo yacieran. En sus leales, aunque exageradas ilusiones, hubo de creer Burgos que á él estaba reservada la gloria de fundirlos, y ser llegada la hora de verificarlo, cuando la nueva division territorial obligaba á poner á la cabeza de 49 provincias 49 gefes, á nombrar otros tantos secretarios y buen número de dependientes. Para el nombramiento de estas últimas clases, no exigió el nuevo ministro mas que honradez y capacidad; pero, obrando al parecer con arreglo á un sistema formado de antemano, buscó para los destinos de gefes à hombres de todas las opiniones y que, á las dos circunstancias que exigia de los subalternos, añadiesen la de haber figurado en uno ú otro de los anteriores partidos. Asi, Jos Giraldos, Tarrius y Ochoas se vieron al lado de los Galdeanos, Almagros y Cabarrús, de los Requenas y Mussos, y de otros conocidos por los servicios que prestoran al pais en periodos de diferente, y aun opuesto régimen político. A ilustraciones de esta especie, asoció Burgos antiguos ministros, como Bárata y Moscoso de Altamira, notabilidades aristocráticas, como el duque de Gor y el señor de Rubianes, hombres en fin que, por una ú otra espe

cie de mérito, habian alcanzado la estimacion del pais, y recomendádose por ello á la benevolencia del gobierno; siendo de notar que casi todos los nombrados se vieron sorprendidos por los decretos que les concernian, de cuya espedicion mas de cuarenta no habian tenido el menor aviso, antecedente, ni noticia. A esta prevision para la eleccion de los gobernadores civiles de las provincias, á esta actividad para dispensar á todas las del reino cuantos bienes permitia la situacion, añadia el ministro visitas á los hospitales, hospicios y establecimientos de educacion, en los cuales se presentó muchas veces acompañando á la reina gobernadora, á quien habia persuadido de la popularidad que le valdrian estos paseos filantrópicos.

Aumentaban la satisfaccion que causaba por donde quiera la marcha de la administracion, sucesos de otra clase, propios para desvanecer las inquietudes que habian cundido en los últimos tiempos. En Castilla, Aguilar y el canónigo Echevarría; en Aragon y Valencia el baron de Hervés, Tena, Magraner y otros presentaban, en su ruina inmediata, un terrible escarmiento á los que de nuevo se lanzasen en las vias de la rebelion. Lorenzo recobraba á Logroño, y pacificaba la Rioja toda. Albuin limpiaba de facciosos buena parte de las provincias de Valladolid y Palencia; Sierra triunfaba en Vargas, Armildez de Toledo en Cervera, y Aznar, Bedoya é Iriarte en la provincia de Santander. Sarsfiel, en tanto, partiendo de Bribiesca con un puñado de valientes, y arrollando y dispersando, á su paso por Pancorvo y Logroño, gruesas masas de facciosos, ocupaba á Vitoria y á Bilbao, hiriendo en el corazon las facciones de Vizcaya y Alava, mientras que Castañon deshacia la de Guipúzcoa en Hernani y Tolosa, y Quesada las de Castilla, apoyadas hasta entonces en las fuerzas miguelistas situadas en las provincias septentrionales de Portugal; Rodil, en fin, observaba cuidadosamente la línea toda de las fronteras de aquel reino, al cual tenia que refugiarse Merino con las escasas gaviHas, á que quedaron reducidos sus antes numerosos batallones.

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