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biendo recaer en mí, como mas antiguo, la presidencia de él, interin la reina la daba en propiedad al que mas confianza le inspirase. Pero frustraron este propósito debilidad y temores por parte de Zarco, y por la mia un esceso de delicadeza. Zarco temió que mi calidad de gefe del ministerio provocase luchas y enconase las pasiones que se habian despertado al encargarme interinamente del ministerio de Hacienda. Yo recelé que se imputase á miras de ambicion personal mi indicacion para que la presidencia se separase del ministerio de Estado; y estas y acaso tambien otras consideraciones impidieron que, por entonces, se tomase sobre el particular, ningun acuerdo definitivo.

El Consejo, sin presidente y sin direccion, continuó, pues, reuniéndose en la secretaría de Estado, con lo cual no se creyó segregada de este ministerio la presidencia, que, sin decreto de nombramiento, ejerció de hecho Martinez, hasta que el ejercicio no disputado de sus funciones, le constituyó una especie de derecho.

He dicho que Zea recibió con muestras de pesar el anuncio que le hice de su separacion del ministerió. Quizá aquel sentimiento era puro, y aun honroso; quizá ignoraba el que algunos furiosos meditaban un atentado contra su persona; quizá, sabiéndolo, no creia inminente este riesgo, ó no le daba la importancia que realmente tenia; quizá se li– songeaba con la quimérica esperanza de mantener el órden de cosas que él juzgaba útil; quizá, en fin, su sentimiento provenia del recelo que le inspiraban las innovaciones que la composicion del ministerio le hacia preveer y de que, con anticipacion, presagiaba las dolorosas consecuencias. Este, á lo menos, fué el lenguage que tuvo al despedirse de la

reina, á quien no temió anunciar las convulsiones á que mas tarde ó mas temprano espondria al pais la nueva direccion que iba á darse á la marcha del gobierno. Pero ni aun los acontecimientos, que por desgracia no tardaron en justificar sus tristes previsiones, probaron en rigor, que no fuese necesario entonces mudar de sistema. La animadversion general, sostenida por una prensa que ni la censura previa, ni el rigor contra los escritores turbulentos bastaban á contener; la falta de tropas para precaver ó reprimir un movimiento insurreccional, y la poca confianza que inspiraban aquellas de que hubiera podido disponerse en la ocasion; los sentimientos conocidos de los mas de los gefes militares; la tendencia constante, en fin, del Consejo de Gobierno, todo impedia que se continuase marchando como hasta entónces; todo indicaba la necesidad de suplir con medios morales la falta de los medios materiales, y de que el gobierno dirigiese un movimiento que, contrariado por mas tiempo, debia saltar por encima de todos los obstáculos y arrastrar en su marcha al gobierno mismo.

En circunstancias tan dificiles, mi conducta fué calificada diversamente segun las pasiones, los intereses y la posicion de los que la juzgaron. Zea creyó que yo habia contribuido á su separacion, y afectó conmigo una indiferencia que dejaba traslucir el resentimiento. Martinez creyó que su elevacion se debia solo á su mérito, y afectó dar á la satisfaccion que le causó su nombramiento las apariencias del desden ó de la resignacion. Mis enemigos suponian que yo habia consentido en aquellas elecciones á mi pesar, y rindiendo un homenage forzado á la necesidad de las cosas. Mis amigos, que sabian que á mí, mas o menos vivamente

apoyado por Zarco, se debia la recomposicion del ministerio, me censuraban de haber introducido en el gabinete liberales de 1812 y 1820, que, bien que moderados, no podian menos de abrigar simpatías por el régimen á que debieron su celebridad anterior. Unos y otros se engañaron, de buena ó de mala fé: Zea, desconociendo que, por no asociarme á una conspiracion general contra él, habia yo comprometido la po pularidad que me daban los actos de mi administracion. Martinez, suponiendo que yo tenia de él una idea tan aventajada como tenia él de sí mismo; mis enemigos, no advirtiendo que, por el hecho de asociarme yo á dos de los hombres mas distinguidos de su partido, mostraba no temer su concurrencia ni arredrarme la comparacion que luego se haria de los principios y de los sentimientos de cada uno: mis amigos, en fin, creyendo que habia otro modo de conjurar la crisis, que tratando de señorear y dirigir un movimiento que podria estraviarse, si no se dirigia con tino desde el principio,

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que habia otro modo de dirigirlo, que el de acudir al empleo de medios legales y legítimos, asociándose por ello con hombres bien vistos entre los que provocaron la variacion del régimen político. Fácil, y ademas individualmente útil, me habria sido haber hecho mi dimision, y retiradome de los negocios, contento con la gloria que me habia dado mi administracion de tres meses; pero creí que debia hacer valer la consideracion que me daban estos servicios para impedir aberraciones en la marcha del nuevo gobierno, para contribuir á dar al reino instituciones exentas de las exageraciones de épocas recientes, y libres del espíritu revolucionario en que entonces, como ahora, y como siempre, vi el gérmen de muchas calamidades. La abnegacion, que

al consagrarme todo entero á la regeneracion de mi pais, hacia de mis intereses individuales, desatendidos de resultas de mis ocupaciones públicas, me parecia darme un derecho á que todos los españoles, ó mis amigos á lo menos, juzgasen equitativamente de mis intenciones por mis sacrificios, y de la indole de mis esfuerzos por las ventajas inmediatas que produjeron al pais.

FIN DEL LIBRO PRIMERO.

LIBRO SEGUNDO.

Conferencias ministeriales para la redaccion del Estatuto Real.-Imaz sucede á Aranalde en el ministerio de Hacienda.-Dimision de don Javier de Burgos del ministerio de Fomento.-Estado de las provincias.-Pormenores relativos á la presentacion de Zumalacárregui en el campo carlista.-Dispersion de sus tropas en el combate de Nazar y Asarta.-Movimientos de Valdés. -Deja este general el mando en gefe de las tropas de la reina.-Reemplázale Quesada.-Entáblanse negociaciones con Zumalacárregui.-Frústranse estas. Son rechazados Zumalacárregui de Vitoria y Castor de Portugalete.Sale Quesada de Pamplona y empieza sus operaciones contra Zumalacárregui, -Entra este gefe en Cataluña.-Carácter de la guerra en las provincias Vas. congadas. Situacion de las bandas del cura Merino, Cuevillas, Basilio García, Quilez, Carnicer, el Ros de Eroles, Tristany, Llarch de Copons, el Locho, Carrasco, Lobito y Cuesta.-Disposiciones del gobierno.-Combate de Alsasua, -Situacion política de Portugal.-Tratado de la cuádruple alianza.-Toreno ministro de Hacienda en reemplazo de Imaz.-Anticipo de 45 millones de francos.-Entra en Portugal un ejército español mandado por Rodil.-Retirada y embarque de don Cárlos.-Su llegada á Inglaterra.-Su venida á España.Cuevillas y don Basilio, batidos por Obregon y Cistué.-Accion de Mayans.Vuelta de Carnicer al bajo Aragon -Rodil, general en gefe del ejército del Norte en reemplazo de Quesada.-Observaciones sobre el Estatuto Real.— Horribles escenas del 17 y del 48 de julio en Madrid.-El cólera morbo.-Ope raciones de Rodil en persecucion del Pretendiente.—Ataque infructuoso de los carlistas contra Puente la Reina.-Sorpresa de las Peñas de San Fausto.Muerte del conde de Viamanuel,—Ataca Z umalacárregui el fuerte de EcharriAranaz, y es rechazado.-Vuelve don Cárlos á Eliz ondo.-Sale de nuevo para Vizcaya.-Movimientos combinados de Espartero y Rodil.-Toman é incendian los facciosos á Villarcayo.-Amenazan á Bilbao y á Santander.-Destruyen á Ampuero.-Deja Rodil el mando de Navarra y se dirige á Vitoria.-Sorpresa de un convoy de armas.-Combates de Fuenmayor y de Cenicero.Batalla de Alegria.-Derrota y muerte de O-Doyle.-El general Osma sereti◄

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