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tecimientos de Málaga, y el de que llegaba de alli una fuerte columna enviada para proclamar la Constitucion de Cádiz. Altéranse unos y otros con esta nueva, y la alteracion se aumenta al oirse que el coronel del 4.° regimiento ligero de caballería, Villapadierna, habia recibido del capitan general la órden de salir desterrado de la ciudad. Aparecen pasquines, se cruzan las patrullas, se reune el acuerdo, conferencian las autoridades, y en fin, el 26, cuando las tropas procedentes de Málaga llegaban apenas á Alhama, se lanza el grito de viva la Constitucion, y los urbanos y la tropa lo repiten por todas partes. Rojas deja el mando, y al punto se hace proclamar capitan general un don Vicente Abello que, revistiéndose en 1810 de las insignias de aquel grado y usurpando sus atribuciones, figuró en el simulacro de resistencia que, contra el ejército francés, mandado por el general Sebastiani, hizo aquella ciudad. Rendida esta, embarcóse y púsose en salvo Abello, el cual, despues de veinte y cinco años de oscuridad, salió de nuevo á la escena y, para regularizar el movimiento, creó una junta, cuya proclama del 27 exhortaba á los granadinos á unirse al trono constitucional, es decir, á la Constitucion de 1812, y á alistarse todos en las filas de la guardia nacional. En el mismo dia acordó remover los empleados desafectos, y nombró otra junta para hacer esta separacion, é intervenir todos los fondos eclesiásticos: mandó que la audiencia se ocupase en fallar las causas de infidencia; rebajó la cuarta parte de los derechos de puertas, y determinó cerrar los conventos que, al sentirse el movimiento del dia anterior, habian sido abandonados por los frailes. El 29 avisó que habia pedido á la reina una Constitucion que las Cortes debian establecer,

pero el 30 dijo que para el dia siguiente habia acordado proclamar la de Cádiz, lo cual verificó el 31 en la capital, y sucesivamente en los pueblos principales de la provincia, instalándose en seguida los ayuntamientos constitucionales. La junta, adoptando á instigacion de Abello esta Constitucion, «con reserva de las reformas que las Cortes constitu>>yentes estimasen oportunas para ponerla en armonía con >>las que rigen en las naciones libres que componen la »cuádruple alianza,» resolvia por sí una cuestion inmen— sa y la complicaba prodigiosamente, resolviéndola; pues, á los embarazos que debian resultar del restablecimiento del código de Cádiz, pretendia añadir el de poner las modifica– ciones que en él se hiciesen en armonía con el régimen político de Inglaterra y Francia, que ninguna armonía tenian entre sí. Asi, un hombre sin instruccion ni capacidad, arrastraba á otros, que acaso no carecian de aquellas cualidades, á sancionar con su forzado asentimiento la medida mas inconciliable que habia salido hasta entonces de los elementos informes del caos revolucionario. El 29 entró en la ciudad, procedente de Málaga, una columna de 3,000 hombres, compuesta de pequeños destacamentos de infantería y cabaHlería de línea, de urbanos de Málaga, Velez, Loja, Alhama y otros puntos, y de muchos paisanos armados. Los comandantes de esta fuerza, y algunos miembros de la junta directiva de Málaga, fueron admitidos á las sesiones de la de Granada que, entre otras disposiciones, acordó el 30 y el 31 la supresion de la policía y la intervencion de los fondos de diezmos, Por esta última medida se arrebató á los partícipes el pequeño pedazo de pan á que las bajas sucesivas de aquella prestacion y la depreciacion siempre cre

ciente de los frutos habian últimamente reducido sus rentas. En medio de estos atentados contra el órden público, hubo, sin embargo, pocos escesos individuales que deplorar. Pequeñas gavillas de malvados asaltaron, á la verdad, la aduana y otros puntos; pero luego fueron reprimidos y aun presos algunos. La junta parecia querer reservarse la peligrosa iniciativa de la persecucion, ó quizá entendia atenuarla dirigiéndola. El octogenario general Campana, que durante mucho tiempo habia alternativamente desempeñado aquella capitanía general y la de Sevilla, fué arrastrado de su casa de campo á la cárcel de Corte, de donde, despues de muchas vejaciones y sacrificios, se le dejó salir para el estrangero.

A Granada siguieron al punto Almería, Jaen y Córdoba. La junta que se instaló en esta última ciudad se mostró una de las mas comedidas de cuantas se crearon en aquel periodo de trastornos; pues, en la representacion que dirigió el 29 á la reina, solo pedia la remocion del ministerio y la convocacion de los Estamentos. Esta moderacion, que se manifestó igualmente en la proclama publicada en aquel mismo dia, pareció tan estraña entonces, como lo era el que, al lado del comandante general don Pedro Ramirez, del gobernador civil marqués de Paniega y de otros empleados superiores de la provincia, figurase en aquella asamblea un fraile, en momentos en que se desencadenaba contra los frailes todos, en las principales capitales del reino, la mas horrenda persecucion. Y porque no hubiese circunstancia que no hiciese absolutamente diverso el movimiento de Córdoba del de todas las demas ciudades, el general Ramirez declaró que pasaria por las armas en el término de veinte y cuatro

DON FRANCISCO MARTINEZ DE LA ROSA,

Nació en Granada el año 1788, y recibió una educacion muy esmerada, notándose desde luego su gusto por las bellas letras y por las ciencias politicas y morales. Se hallaba desempeñando una cátedra en la universidad de Granad cuando estalló la revolucion de 1808, en la que tomó una parte muy activá para combatir á los invasores. Fué diputado en las Córtes de Cádiz, y ya entonces se señaló por su elocuencia y claro talento, lo que le valió ser desterrado al Peñon de la Gomera, uno de nuestros presidios de Africa. Los acontecimientos de 1829, lo volvieron á su patria, donde lo recibieron con arcos de triunfo, y en los tres años que duró el régimen constitucional, figuró como diputado y ministro de la corona. En 1823, tuvo que emigrar á Francia, donde permaneció ocho años, y alli fué donde escribió su Arte poética, la tragedia de Edipo, la Conjuracion de Venecia y muchas de sus poesias, que con la vida de Hernan Perez del Pulgar, publicó luego de su regreso de la emigracion. Muerto el rey Fernando y resuelta la augusta viuda á abrazar el régimen constitucional, como medio de salvar el trono de su hija, llamó á Martinez de la Rosa para formar el ministerio sucesor del que presidia Cea Bermudez Desde entonces ha ocupado siempre puestos importantes, y apesar de sus años es todavía el orador elocuente y el poeta inspirado de las riberas del Genil, como le apellida cierto biógrafo moderno.

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