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brados muros de Cádiz, distinguióse MENDIZABAL de una manera estraordinaria, por cuya razon al triunfo del poder reaccionario tuvo que refugiarse á las hospitalarias playas de Inglaterra.

¡Gran desconsuelo llevaba en el corazon el hombre que desde sus primeros latidos sintiole abrasado del dulce amor de su patria, cuyas libertades veia de nuevo aherrojadas, y sofocado el espiritu de civilizacion, que habia reaparecido con el grito salvador de Riego!

Durante el sitio de Cádiz, MENDIZABAL desplegó la energía de su cáracter, prestando poderoso auxilio á sus defensores, con quienes rivalizaba en valor, actividad y atrevidas resoluciones.

En aquella época inolvidable MENDIZABAL asentó el pedestal de su eterna fama, dándose á conocer como ardiente partidario del progreso, uniendo su nombre y sacrificios al de otros elevados patriotas que últimamente compartieron con él las árduas tareas y atenciones de la gobernacion del Estado.

VIII.

He aquí, para terminar este capítulo, una breve reseña de los servicios que prestó MENDIZABAL en el referido sitio de Cádiz.

Invadido el territorio español por cien mil franceses, que á las órdenes del duque de Angulema, y á impulsos de la Santa Alianza, trajeron el odioso encargo de restaurar el despotismo de Fernando VII; este, su familia, las Córtes y el gobierno, se refugiaron en Cádiz, y MENDIZABAL, con un celo indecible se comprometió á realizar la manutencion, equipo, pagas y prest de la oficialidad y tropa del ejército de Andalucía.

La plaza fué rigorosamente bloqueada por mar y por tierra, y veíase desprovista de víveres y medios de defensa,

pues en San Fernado únicamente existian tres piezas de artillería montadas.

El contrato se celebró para que se cumpliese en las vastas llanuras de Andalucía, que tantos recursos proporcionaba á su ejecucion: las circunstancias, sin embargo, hicieron que se realizase dentro de una plaza sitiada, en donde todos los artículos de subsistencia tenian que sufrir una alteracion progresiva, mientras que todos los medios de garantías que podia ofrecer el gobierno le serian disminuidos hasta el punto de quedar reducidos á cero.

En este estado, el gobierno llamó á MENDIZABAL para invitarle á que pusiese las nuevas condiciones que estimara convenientes para no abandonar el servicio en medio de aquella situacion tan crítica y desesperada.

MENDIZABAL, lleno de patriotismo y desinterés, contestó á la demanda del gobierno de esta manera:

«El servicio se hará sin alterar las condiciones establecidas: cuando hayamos triunfado, ó cuando el gobierno esté en disposicion de hacer justicia, entonces se tendrán presentes todas y cada una de las circustancias por las cuales hayamos atravesado. >>

El gobierno conoció, cual debia, toda la importancia que encerraba esta conducta noble y patriótica, y la aceptó, agradeciéndola sobremanera.

El servicio se verificó cumplidamante hasta el 30 de setiembre (desde junio 1823), sin que durante aquel aflictivo estado se alzase una sola voz, ni en el ejército ni en el pueblo, que demostrase su desconfianza en los medios de subsistencia.

La diputacion provincial y ayuntamientos de Cádiz y San Fernando hicieron un escrupuloso exámen del estado de subsistencia en que se encontraban ambas poblaciones con respecto á su vecindad y á los millares de huéspedes que se habian reunido en aquel recinto; Y habiendo

encontrado que apenas se podia hacer frente á las necesidades de una quincena, acudieron precipitadamente al gobierno para que procurase por todos los medios posibles sacarlos de tan graves apuros.

El gobierno, penetrado de la prodigiosa actividad, desinteresadas y patrióticas intenciones de MENDIZABAL, llamóle de nuevo para consultarle acerca de lo que podria hacerse respecto al abastecimiento de la plaza de Cádiz y San Fernando, ansioso de evitar á toda costa la fatal carestía, que ya aquejaba, y á fin de tranquilizar con la abundancia los ánimos del pueblo y del ejército durante aquel infausto sitio.

MENDIZABAL, á quien los peligros y las dificultades mas sérias, en vez de arredrar, solian inspirarle mayor aliento y resolucion, propuso al gobierno el único medio que en su sentir habia para llenar en todo sus deseos, y no vaciló en ofrecer, que en las primeras cuarenta y ocho horas compraria y acopiaria todos los víveres que el ejército pudiese necesitar para cuatro meses; que daria á sus operaciones la mayor publicidad, huyendo de la reserva, y valiéndose de diferentes corredores, con el fin de que se elevaran de pronto los precios en todos los artículos de consumo, con el objeto de que apareciendo en los diarios mercantiles una subida notable, y haciéndoles circular con profusion por las costas de Levante y Poniente, se atrajese á aquella bahía la abundancia, no obstante los muchos riesgos que ofrecia la entrada del puerto por la absoluta incomunicacion en que lo tenia la escuadra francesa.

El pensamiento atrevido de MENDIZABAL mereció justamente los aplausos del gobierno, que lo aprobó lleno de entusiasmo, entusiasmo y satisfaccion que se difundieron entre los dignos y valientes defensores del sistema constitucional, que se refugió á Cádiz, así como habia sido en su orígen su gloriosa y célebre cuna.

MENDIZABAL, con su habitual delicadeza y civismo, y con grave pérdida de sus intereses, procedió á ejecutar sus compras, alzando las tarifas de todos los artículos estraordinariamente, y haciendo circular las oportunas listas de precios.

Como por mágia, la bahía de Cádiz, antes desierta, vióse poblada de buques, á pesar del gran número de ellos que fueron incendiados, echados á pique ú obligados á cambiar de rumbo.

Lo cierto es que, gracias á las medidas salvadoras de MENDIZABAL, Surgió la abundancia, y con ella la baratura, produciéndose por consiguiente la alegría y quietud de la ciudad y de la Isla, presas anteriormente por el recelo de irremediables conflictos.

Durante cuatro meses que duró el asedio nada faltó á los bravos defensores de la Constitucion, de cuyas glorias y penalidades participaba tambien el insigne Mendizabal, á quien acudió últimamente el gobierno á causa de que el contratista de la marina hubo de rescindir su contrato.

El hijo ilustre de Cádiz, siempre atento á los deberes de buen ciudadano, con desprecio á sus comodidades é intereses, porque el egoismo jamás se apoderó de su alma, se comprometió al nuevo y arriesgado servicio de abastecer la marina, pero sin imponer condicion de ninguna clase al gobierno.

Las fortificaciones de la isla gaditana, particularmente en San Fernando, exigian cuantiosos gastos, y los campamentos que se levantaron para poner á cubierto el ejército de la fiebre amarilla, que se habia sufrido en los años anteriores, no eran menos considerables.

IX.

El gobierno carecia de medios: la necesidad de cubrir atenciones de tanta importancia le colocaron en una situa

cion lastimosa, y acudió á MENDIZABAL, invitándole á que se hiciera tambien cargo de todos, mision que aceptó, fiando al porvenir la imparcial, honrosa y justa apreciacion de sus actos.

Para hacer frente á tan estraordinarios servicios, MENDIZABAL tuvo que contar con las primeras casas de Cádiz, amigos suyos personales, quienes abrieron sus cajas sin condiciones, en la seguridad de su buena fé y reconocido crédito.

Las plazas de Ceuta y de Tarifa tambien necesitaron de sus auxilios, y los obtuvieron.

MENDIZABAL era en tan críticos instantes la deidad bienhechora que se invocaba por todos: el gobierno, las Córtes, el soldado y el pueblo.

Satisfecha su alma con ser útil al noble objeto á que desde niño habia consagrado su existencia, no rehusaba sacrificio, anteponiendo á su fortuna la suerte comprometida de la libertad y la honra de la nacion.

El gobierno apenas dió á MENDIZABAL otras garantías ó seguridades que buenas palabras. Véase lo que en 17 de julio de 1823 decia oficialmente:

«Y S. M., enterado de todo, se ha servido mandar diga á V. que el gobierno reconoce la alteracion que las circustancias han debido producir desde que otorgó su contrata hasta el dia, y que no puede ver sin deseos de retribucion sus esfuerzos patrióticos para la completa asistencia de las tropas, no menos que para el repuesto de víveres y demas suplementos á que se ha prestado, y se está prestando, mediante á la mayor latitud dada al contrato y las dificultades considerables que ha ofrecido el estado de sitio de la isla gaditana; que S. M. espera continúe con el mismo celo y actividad que hasta aquí, seguro de que no comprometerá en tan loable como tamaña empresa sus intereses ni los de las casas que le han auxiliado y auxilien, pues el

TOMO I.

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