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valientes, como de todos amado por sus prendas y virtudes, y los demas ilustres generales que tan dignamente escitan vuestro entusiasmo y confianza.

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Con tan honrosos antecedentes inauguró la supremacia militar Espartero, quien mostróse adicto al cambio realizado en las altas esferas de la política.

Por lo menos asi se desprende ó se deduce del espíritu que refleja al documento que sigue.

«Orden general de 22 de agosto de 1836.-En Fromista.-Soldados: Nuestra augusta Reina Gobernadora, solícita siempre del bien y de la felicidad de los españoles, se ha dignado decretar se publique la Constitucion política del año de 1812, en el ínterin que reunida la nacion en Córtes manifieste espresamente ó dé otra Constitucion conforme á las necesidades de la misma. Soldados: esta nueva prueba de amor que da á los españoles la heroína del siglo, la inmortal Cristina, os prepara el completo triunfo contra los partidarios de la usurpacion y de la tiranía.

»Vosotros, á costa de vuestra sangre, habeis acreditado siempre el mas puro entusiasmo por la consolidacion de un sistema que, afianzando el trono de la segunda Isabel, asegure la libertad de que es digno el heróico pueblo que defendeis. Ahora los obstáculos deben desaparecer y el triunfo será decisivo. Para conseguirlo me hallareis siempre dispuesto y entre vosotros, pues con tales guerreros, y con tan saludables medidas, nunca será dudosa la victoria. ¡Viva la Constitucion! ¡Viva Isabel II! ¡Viva la Reina Gobernadora!-Vuestro general, BALDOMERO ESPARTERO.>>

Igual conducta observó el ilustre general D. Evaristo San Miguel á la cabeza del ejército de Aragon, llamado del Centro. Prueba satisfactoria de que en el corazon del soldado y de sus valerosos jefes ardía el sentimiento noble de la patria.

Por lo demas la guerra destacábase á la sazon de un

modo terrible con un aspecto tan feróz como sanguinario. El referido general San Miguel, ocupándose de este asunto, dice en una de sus recomendables publicaciones:

«A mediados del año 1836 se hallaba el ejército del Norte reducido á la defensiva, sin salir de los límites que hemos ya indicado. En mayo del mismo atacaron los carlistas las líneas de San Sebastian, y fueron rechazados con gran pérdida. En el del Centro se luchaba con mil apuros y dificultades, falto de hombres, de dinero y de recursos. En Cataluña sucedia lo mismo poco mas o menos. Mientras tanto se movian los carlistas en mayor ó menor número, en una gran parte de las demas provincias. Por do quiera se presentaba la lid, á los ojos de un mediano observador, poco menos que como interminable.

>> Era para nosotros la duracion de la guerra un mal indecible, y para ellos, hasta cierto punto, un bien; mas encerrados, con lo que podian llamar su grueso ejército, en sus montañas, circunscritos los límites naturales que se habian trazado, necesitaban estender la guerra, probar fortuna en el interior de la península, alentar las guerrillas que se movian con irregularidad, sin ser dueños de terreno alguno; promover insurrecciones en masa; embarazar y hacer imposible el gobierno establecido; y sobre todo, proporcionarse recursos que les iban ya faltando. Sus amigos políticos en paises estranjeros, no podian menos de incitarlos á que tomasen un aspecto mas imponente que hasta entonces, á que se presentasen en todas partes con carácter de agresores, á conquistar, en fin, una corona que estaba lejos de Navarra y las Provincias Vascongadas.» (1)

Reseña despues la célebre espedicion de Gomez, aquel

(1) En el capítulo que sigue nos ocuparemos de este episodio de la guerra civil por relacionarse con uno de los sorprendentes rasgos de MENDIZABAL, y un hecho que honra sobremanera el nombre popular del respetable patriota D. Cayetano Cardero.

(N. del A.)

caudillo carlista que desde el mar Cantábrico atravesó hasta las playas de Algeciras, y añade:

«A la sombra del pendon de Gomez no se acogieron los campeones del absolutismo. Las poblaciones donde, segun voz, reinaba mas adhesion al Pretendiente, permanecieron mudas, y si dieron auxilios al aventurero, ninguna alzó, á la vista del suyo, sus pendones. ¿Qué aguardaban? La ocasion no podia ser mas favorable. Con Gomez habian sa– lido otros jefes deseosos de aventuras. Espediciones nuevas estaban prontas en Navarra y Provincias Vascongadas. El mismo Pretendiente se aprestaba á dirigir sus guerreros en persona. ¿Cómo calló todo entonces, y calló despues? Por la razon sencilla de que la causa de D. Cárlos no era tan popular como se queria decir, ni aun en las clases últimas de la sociedad; de que solo sus apasionados por intereses podian fundar sus esperanzas en un príncipe de su carácter.>>

Respecto á esta cuestion, es decir, á la lucha provocada por la cuestion dinástica, ya insinuamos al principio de esta nuestra humilde obra, que la luz de la civilizacion habia muerto ó apagado la última vitalidad que le restaba al viejo absolutismo.

Asi que la guerra de D. Cárlos, por mas que hoy se realicen algunas intentonas en igual sentido, fué, y aun será, el agonizante gemido de una idea caduca, de unas creencias condenadas por el espíritu regenerador del siglo.

Antes de terminar este débil bosquejo de la sangrienta y fratricida lucha, y aunque interrumpamos por un instante el órden cronológico de los sucesos políticos, diremos que al espirar aquel inolvidable año de 1836, la causa de don Cárlos, en nuestro sentir, esperimentó el mas contundente y lastimoso golpe.

Aludimos al renombrado combate de Luchana.

Dos sitios habia sufrido y rechazado heróicamente la no

ble y patriótica villa de Bilbao, y en el tercero coronó su gloriosa empresa, merced á su incomparable constancia y valentia, á la bravura del ejército libertador y singular pericia y resolucion del general Espartero.

Mandaba en la plaza desde el primer sitio el general don Santos San Miguel, y en el último acaudillaba las huestes facciosas el absolutista Eguía.

Hallábanse los sitiados en el mas horrible conflicto.

Sin comunicaciones, sin víveres, sin municiones: do quiera estragos y ruinas.

En 8 de noviembre comenzó aquel horrendo sitio, mas hasta el 24 de diciembre no fué dable á Espartero vencer tan horrorosos obstáculos como la furia del carlismo le oponia.

Tan proceloso acontecimiento llenó de inmenso placer á los liberales, así como cubrió de luto la furibunda faz de los absolutistas.

Las Córtes, de las cuales vamos á ocuparnos, recibieron tambien con exaltacion jubilosa tan suspirada nueva.

Y para cerrar este capítulo trasladaremos, en apoyo de nuestro humilde juicio, anteriormente espuesto, las palabras del apreciable redactor de la Historia general, des– cribiendo este glorioso episodio de la guerra.

«Asi se desenlazó aquel drama terrible, en que España y Europa toda tenian fijos los ojos. Quedaron fuera de combate unos ocho mil hombres de ambos ejércitos; pero todos conocieron que era aquella la primera y mas honda herida de muerte que recibia el carlismo. »>

CAPITULO VII.

Apertura de las Córtes.-Situacion crítica del ministerio.-Rasgo atrevido de MENDIZABAL.-Cardero.-Mision arriesgada é importante que se le confirió.-Reforma del Código de Cádiz.-Bases de la reforma.-Conducta del partido progresista.-Suceso de Aravaca.-Inquietud de los buenos liberales.-Caida del ministerio Calatrava-Mendizabal.

I.

ABRIÉRONSE las Cortes en 25 de octubre, á

acto asistió la Gobernadora.

cuyo solemne

El presidente de la Cámara, que lo era á la sazon el memorable y hoy difunto Sr. Gomez Becerra, despues del juramento de la Reina, leyó el discurso siguiente:

«Señora: V. M. ha sellado con la religion del juramento sus promesas del 13 de agosto. Esta augusta ceremonia, celebrada en el seno de la representacion nacional, y por ella á la faz de la nacion, es anuncio seguro de dicha, de prosperidad y de ventura para los españoles. La historia trasmitirá á las generaciones mas remotas el recuerdo de este acto solemne, y en sus páginas será siempre glorioso el nombre de V. M. acompañado de las bendiciones y de la admiracion de todos los siglos y de todos los pueblos.» Hé aquí algunos pasajes del de la Gobernadora: «Sois llamados, señores, á uno de los actos mas solem

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