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conversion de las inscripciones á él destinadas se verificase entonces á beneficio del gobierno, aunque imponiendo á este la obligacion de reintegrar sus valores.

>> Si los fiscales, el Tribunal Mayor de Cuentas y la seccion de Hacienda han dispensado alguna consideracion á este acto de generoso desprendimiento, al esponer su dictámen sobre el asunto, su proceder parece no se habrá separado de las reglas de la justicia y de la equidad. Permítase á la seccion tambien que, fundándose en antecedentes tan recomendables, espere que el Sr. MENDIZABAL no difiera en muchos puntos de la propuesta casi unánime de los informantes; que de consiguiente no lo sean tampoco, ni muy graves, los que hayan de someterse á arbitraje; que esto se realice en poco tiempo, y breve sea igualmente la presentacion de cuentas, para que examinándolas y finiquitándolas el Tribunal Mayor, en ejercicio de sus funciones, segun ordenanza, y con la ámplia autorizacion que deja propuesta la seccion, llegue al fin el dia de que se vea terminado este envejecido negocio, sin lesion de ninguna de las partes interesadas. »

Las reflexiones que se desprenden de estas páginas oficiales, clarísimo destello de la honra de MENDIZABAL, las aplazamos para su oportuno tiempo, en la confianza de que le han de justificar sus propios adversarios, viniendo á ser nosotros imparciales historiadores de su vida; y téngase presente que si á veces su notoria integridad y patriotismo nos hacen prorumpir en sentidos elogios, no tanto á MENDIZABAL, cuanto á las elevadas doctrinas que sustentó siempre, tal homenaje orgullosos tributamos.

Dedúcese de lo espuesto, y omitimos presentar otros antecedentes que arroja la inmensa y oficial documentacion que tenemos á la vista, por no hacer mas difuso este capítulo; dedúcese, repetimos, que ya en 1823 se reconoció á MENDIZABAL como un hombre importante; que era sincero

liberal, que lo sacrificaba todo en aras del bien público, que descubria un carácter pundonoroso y recto, y manifestábase de génio activo, de aptitud estraordinaria; y por último, que sus servicios en favor de la libertad le atrajeron graves contratiempos, que no ha tenido la suerte de ver recompensados, si bien moralmente el aprecio de sus conciudadanos, el de los españoles libres, le acompañó hasta la tumba.

La historia, consignando sus hechos, legará á la posteridad su memorable nombre.

Nosotros, aunque de una manera pálida é incompleta, trazaremos el cuadro de su vida, cooperando así, cuando menos con nuestra leal intencion, á que se realicen las esperanzas legítimas de un pueblo, cada hora mas ilustrado y digno, y cuyo porvenir se vislumbra dichoso, regenerador y grande.

CAPITULO II.

Reaccion absolutista. — Sentencia de muerte contra MENDIZABAL. — Su emigracion en Londres. Sus desvelos por la causa de la libertad española.-Espedicion de Mina en 1830.

I.

AL débil resplandor de libertad y de cultura que difundió en nuestro pais el sistema constitucional de 1820 al 23, sustituyó una noche de espanto, de duelo y de tinieblas!

Siente en verdad nuestra alma imponderable amargura al reseñar aquella época, porque, si bien muy niños todavía, presenciamos algunas de sus terribles escenas.

Sucedió el furor á la tolerancia; el desenfreno á la legalidad; el insulto á la controversia; el torpe oscurantismo, en fin, á la magnífica luz de la filosofía, de la ciencia y de la razon.

Por causas, que rápidamente enunciaremos, derrumbóse el edificio levantado por las virtudes de eminentes patriotas; y, á semejanza del año de 1814, la ingratitud y el rigor fueron el premio de su españolismo, del sentimiento de su dignidad, el galardon de su incesante afan por ver libre y floreciente á su querida patria.

No queremos dejarnos arrebatar por el impulso de nuestras opiniones políticas, y mucho menos por la idea de ya olvidadas injurias, porque de otra suerte, el juicio que emitiésemos acerca de tan nefanda época, escedería de los límites de la conveniencia y de la templanza que nos hemos propuesto cumplir en el curso de esta grave y delicada obra.

Con todo, permítasenos invocar un testimonio respetable, el del Sr. San Miguel, cuya erudita pluma describe así el deforme cuadro de la reaccion absolutista:

<< Ninguna grandeza, hasta en su negrura, ofrece aquella época malhadada de diez años: lo feo fué bajo; lo atroz, vulgar, y hasta la misma ferocidad de las venganzas no estaba exenta del ridículo. ¿De qué se trataba, pues? ¿De restituir al rey á la condicion en que se hallaba el 7 de marzo; á que todas las cosas volviesen asimismo al estado en que se hallaban con aquella fecha? Se hubiera conseguido con muy poca ó ninguna resistencia. Que este suceso, como si hubiese sido un triunfo de regeneracion y de ventura, se celebrase con aplausos, con vivas, con músicas, con himnos, con arcos triunfales y demas actos de espansion que da el vulgo á su frenética alegría, puede fácilmente suponerse; pero ¡ estas cárceles, atestadas de presos sin mas delito que el haber cumplido durante tres años las órdenes emanadas del monarca! ¡Esa multitud de desgraciados que despavoridos buscan un rincon que los ponga al abrigo de la ferocidad de las turbas, ó apelan al asilo de los climas estranjeros! ¡Estas escitaciones que se hacen desde el púlpito á la venganza, al esterminio! ¡Estos decretos que se fulminan sujetando á la pesquisa inquisitorial la conducta pública y privada de los que estaban despojados de sus destinos, del pan de sus familias, que es lo mismo! Este sistema, mas brutal aun que inícuo, de depuraciones, en que á veces es necesario probar infidelidades, bajezas, y

hasta perjurios, para volver á la gracia del partido dominante; estos y otros cien mil desacatos mas contra la causa de la humanidad, y hasta del buen sentido, ¿dónde tenian ejemplares? ¿Qué motivos los justifican? ¿Qué agravios, qué venganzas habia ejercido el partido liberal contra los que le habian oprimido durante un período de seis años? De qué los habian despojado? ¿De qué persecuciones habian sido objeto?»

Tales y tan vehementes quejas exhala el ilustre y anciano general con el fúnebre recuerdo del pavoroso régimen absoluto, describiendo la Vida de D. Agustin Argüelles, español insigne, víctima tambien en aquella época de la injusta y desapiadada persecucion de vengativos gobernantes.

II.

No escapó tampoco nuestro MENDIZABAL á las iras de los libertadores del rey Fernando, cuya inesplicable conducta ocasionó á España crueles y dilatados infortunios.

Se realizó el deseo del club absolutista y esterminador de los soberanos de la vieja Europa.

Se cumplió á la letra el decreto del famoso Congreso de Verona, cruel verdugo de la libertad castellana.

Los cien mil hijos de San Luis demandaron su exacto y terrible cumplimiento.

La intolerante pandilla que rodeaba á Fernando sonrió de placer viéndose dueña y señora de su voluntad, y á mansalva, impunemente, ocultándose con hipócrita faz tras del trono, estendió una larga lista de proscripcion y de esterminio.

¿Cómo habian de olvidarse en sus tenebrosos conciliábulos del hombre independiente, del liberal acérrimo, que despues de haber vestido el honroso uniforme de la

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