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IV. .

«Me encontraba en la ciudad de Bath, dice Mina, en Inglaterra, medicinándome con sus aguas y baños minerales, cuando en un mismo dia recibí los detalles de los sucesos de Paris de los dias 27, 28 y 29 de julio (1830).

>> Poco me detuve en reflexionar sobre el partido que me correspondia adoptar. Abandonando las medicinas, y dejando á mi esposa en Bath, me encaminé á Lóndres, en donde ya me esperaban nuevos avisos, y entre ellos uno muy importante, que me dió un frances, antiguo amigo mio, muy relacionado con el nuevo rey Luis Felipe, en el que se indicaba que era muy urgente que yo me presentase en Paris, á donde con efecto llegué con nombre su puesto á mediados de agosto.

>> Conferencié allí inmediatamente con varias personas notables de la emigracion, y de acuerdo con las mismas, no tuve reparo en acceder á tener una conferencia secreta que solicitó conmigo el ministro entonces de la guerra, mariscal Gerard. Hablóme en ella este funcionario de la buena disposicion que habia de parte del nuevo monarca y su gobierno á favorecer la causa de la libertad de España, y considerándome la persona á propósito para emprender con buen éxito el movimiento insurreccional, me pidió que, ocultando cuidadosamente mi estancia y gestiones en Paris, fuese preparando todos los elementos con que contaba...

Habíanme precedido en el viaje á Paris muchos otros dignos españoles, que abandonando el asilo y los auxilios con que contaban en Inglaterra y otros puntos para su existencia, habian llegado con el propio designio de concurrir á la mejora de la situacion de nuestra patria, y eran los

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Sres. Galiano, Isturiz, Mesa, y muchos mas de quienes no conservo exacta memoria.

» Todos, cuándo en union, cuándo en particular, buscaban la proteccion y auxilios de aquellos franceses liberales en quienes creian hallar mas simpatías por la causa de la libertad, siendo reclamado por todos el favor especial del venerable general Laffayette, veterano de la justa causa de los pueblos, y que á la sazon se veia en una posicion brillante para asegurarla. Yo, que ya de atrás le conocia, concurrí á su casa con el conde de Toreno para dirigirle mis súplicas igualmente; pero siendo inmenso el concurso de gentes en ella, y debiendo ocultarme del público, segun lo habia prometido al ministro de la Guerra, tuve el disgusto de salir de Paris sin haber logrado apersonarme con él.

» Además, mis amigos acudieron al banquero Ardoin. Este liberal frances tenia comprometida una buena parte de su fortuna en negociaciones de empréstitos con el gobierno español desde la anterior época constitucional de los años del 20 al 23, que la consideraba perdida, y desde luego ofreció sus servicios y recursos, en la confianza de que, restablecido el sistema liberal, lograria el pago de sus créditos anteriores, y el puntual reintegro de los anticipos que en el dia hiciese. Depositó los fondos que destinaba á nuestra empresa en su amigo el Sr. MENDIZABAL, autorizándole, como su comisionado especial, para la distribucion de ellos entre los que habian de hacer el pronunciamiento armado desde el estranjero. »

Traza á continuacion el general Mina el estado satisfactorio del espíritu del pueblo frances hácia los liberales españoles, á quienes cariñosamente obsequiaban y favorecian, y aludiendo á la conducta doble y contemporizadora del rey Luis Felipe, cobarde y meticuloso ante las exigencias y amenazas de los déspotas de Europa, se espresa de esta

suerte: «Al comprender esta disposicion Luis Felipe, sin detenerse dió órden á sus ministros para que impidiesen todo movimiento por sus fronteras á los emigrados de cualquiera nacion, y principalmente á los españoles, que eran los mas adelantados; y los ministros no se descuidaron en comuni car sus instrucciones al efecto á las autoridades de las fronteras, como se verá mas adelante. ¡ Política maquiavélica, atroz, que produjo tantos sacrificios de desgraciados españoles y de otras naciones tambien !

>> Bien ageno de esperar semejante resultado, luego que concerté con mis amigos las medidas que debian preceder al pronunciamiento, y el modo de obtener los precisos recursos pecuniarios, corrí en alas de mi patriotismo y deseo desde Paris á Bayona. »

Recuerda el ilustre general la feliz disposicion de los emigrados para penetrar en España y redimirla de la servidumbre, y con objeto de desvanecer imprudentes rivalidades, formalizando mas el motivo del alzamiento, añade: «Con el buen deseo sin duda de acallar y amalgamar las pretensiones de todos, reunidas algunas notabilidades, no en gran número, se fijaron en la formacion de una Junta con el título de Directorio provisional del levantamiento de España contra la tiranía, y eligieron para componerla á los señores D. Cayetano Valdés, D. Vicente Sancho, D. José María Calatrava, D. Francisco Javier Isturiz y D. José Manuel Vadillo.

>> Antes de mi salida de Paris tuve conocimiento de que se trataba de la formacion de esta Junta; pero no con el dictado que se la dió, sino únicamente con el de Encargada de procurar medios y recursos para facilitar la empresa.

» La idea de constituir esta Junta fué indudablemente sugerida por el banquero Ardoin á su encargado MENDIZABAL, por cuya mano debian pasar los fondos que aquel se habia propuesto adelantar; y creo yo que las intenciones

de Ardoin estaban reducidas á que en el recibo é inversion de los caudales que facilitara hubiese un centro donde se regularizasen los documentos que despues habian de servir para justificar sus reclamaciones, y su objeto quedaba lleno con que la Junta no tuviese ni mas atribuciones ni otro título, que el de Junta de medios y recursos, como se me habia indicado.

>> Por esta razon no hice en Paris observacion ninguna cuando se me habló de haberse constituido, pues de otro modo habria hecho presente las razones de política que se oponian á darle el nombre que se la dió, y la estension de facultades que abrazaba. »

Queria significar el general Mina, segun mas adelante en sus Memorias declara, que dentro de la Península, y aun fuera de ella, entre los emigrados, existia fuerte oposicion á que se diese color político determinado á la bandera que aquel y otra multitud de valientes se hallaban dispuestos á enarbolar.

Colíjese de estos hechos, que ya, por desventura, y sin ningun respeto á lo pasado, ardia la discordia entre los liberales, atribuyéndose los unos falta de energía y decision, y los otros sobrada rapidez en sus aspiraciones políticas, exagerado afan de reformas é innovaciones.

MENDIZABAL, sin embargo, que esto es lo que en honor de la justicia nos cumple consignar, parece que se mostraba ageno á las intrigas de pandillaje, á la lucha inprudente y antipatriótica de rivalidad mezquina y personal, á ese desvío del amor propio entre hombres de idénticas ideas, que tan crueles infortunios ha ocasionado al pais.

Lo que prueba á todas luces que MENDIZABAL tenia moralidad política, y que no era intrigante, ni vano, ni pretensioso, limitándose, al parecer, al laudable encargo de auxiliar con recursos, de instruir con sus consejos, de favorecer con sus dilatadas relaciones y atrevidos planes á

todo el que trabajaba, se agitaba ó conspiraba en contra de la depresiva servidumbre en que se retorcia el bravo. pueblo castellano.

Todo induce á creer que nuestro prohombre no sc amoldó jamás á la perniciosa lucha de las pandillas, razon por la cual, en nuestro humilde juicio, no descolló en clase de notabilidad política hasta que dióse á conocer por sus trascendentales proyectos económicos, si bien se le ha considerado en todas épocas liberal ardiente y sincero, verdadero progresista, de aspiraciones positivamente avanzadas y regeneradoras

Cúmplencs ir marcando estas graves circunstancias para lo porvenir de nuestros juicios acerca de tan importante hombre, en justificacion fundada de sus principios políticos, para que la verdad triunfe de la impostura, para que ciertos y aventurados rumores queden satisfactoriamente desvanecidos.

Lo seguro es, que MENDIZABAL, al tenor de las irrecusables pruebas que presentamos, manifestóse consecuente partidario del bien entendido progreso, y no pocas veces quizá vió contrariadas sus populares aspiraciones.

Y en apoyo de esta aseveracion tornamos á las interesantes Memorias, cuyas páginas pudieran servir de elocuente leccion, de útil enseñanza, á muchos hombres que se arrojan de buena fé al campo de las empresas políticas, y al pueblo, ó á los sectarios de un principio, víctimas no pocas veces de su credulidad, del dolo y de la perfidia.

El antiguo campeon de la Independencia, el invicto adalid de las montañas de Navarra, quéjase del fatal desacuerdo de los que dirigian la plausible y noble empresa de salvar al pueblo español del sangriento rencor de sus verdugos.

Manifiesta además el disgusto de los centros revolucionarios de la Península, con los cuales mantenia frecuentes

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