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Estátua de San Ignacio; trabajo de talla en madera de cedro de uno de los nichos del convento

En los restos arquitectónicos que estamos exhurnando del olvido, se vé que por donde quiera que haya pasado la Compañía de Jesús, ha dejado la huella de su soberana grandeza, aunque no ha sabido institución más combatida dentro y fuera de la iglesia, porque los enemigos de los Jesuitas de todos los tiempos, sin negarlos, y aún despojándolos del verdadero carácter que los distingue, no le dan por causa, no la actividad de la virtud cristiana, sino la de una codicia y ambición desmesuradas.

Por todo lo que vamos dando á luz, parece que los Jesuitas estaban instruídos en todas las artes, como puede verse en la antesacristía de la Catedral de Buenos Aires, la notable pila de mármol de varios colores, y de cerca de cinco metros de alto, coronada con la estátua de San Francisco Javier, uno de los miembros más gloriosos de la Compañía de Jesús, llamado el Apóstol de Indias, misionero nacido en Navarra en 1506 y que recorrió la América y el Japón. Los dos grandes lienzos, obras notables del arte pictórico, que representan La herejía de Lutero de Lutero condenado al infierno y La muerte de San Ignacio, ambos sacados de la iglesia de los Jesuitas, y muchas otras verdaderas obras de arte que poco á poco van desapareciendo, hasta que llegue un día que no tengamos nada que mostrar al extranjero cuando venga en busca de los recuerdos del pasado.

El edificio que forma la esquina de Perú y Alsina (ángulo noroeste) y que se prolonga hasta la mitad de la cuadra en dirección al Este hasta tocar con el 'muro de la iglesia de San Ignacio ó del Colegio, como generalmente se le llama, ocupado desde muchos años para conservar las valiosas colecciones del Museo de Historia Nacional y que ha tenido que ser clausurado debido al estado ruinoso en que se encuentra, pues sus pesadas bóvedas han empezado á grietarse

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Parte posterior del convento de los PP. jesuítas, esquina Alsina y Perú (ángulo Noroeste), ocupada hoy por el Museo de Historia Natural y desde cuyas ventanas se rompió el fuego contra el ejército inglés en el año 1807.

y su derrumbe es inminente, debido al desmonte de la calle Alsina, que ha sido bajado el pavimento algo más, de dos metros, dejando al descubierto las toscas piedras donde se asientan sus anchos muros, ha sido confundido por varios historiadores que han escrito sobre las invasiones inglesas de 1806 y 1807, designándolo con el nombre de Temporalidades, y no es mas que la parte posterior del Convento de los P. P. Jesuitas, porque el verdadero edificio de las Temporalidades es el de enfrente, donde estuvo la primera casa de expósitos ó Antigua Cuna.

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Por la entrada de la calle de Perú se ha descubierto la gran bóveda del subterráneo, precisamente. en el mismo punto donde se hizo la excavación para colocar el gran gasómetro de la Universidad; y salvo las ligeras modificaciones que ha recibido en su frente, su construcción es la misma, teniendo siempre la dos filas de ventanas altas y bajas, desde cuando era claustro del Convento de los P. P. Jesuitas.

Esta parte alta del Convento fué ocupada en la noche del 4 de Julio de 1807 por el 1er. Batallón del Regimiento de Patricios, al mando de Saavedra, y ocultos los soldados allí, esperaron que se acercara la brigada del ejército británico que mandaba el General Graufurd, y que entraba á la ciudad en columna de. ataque por la calle de Belgrano; este general británico dividió su columna en la intersección de la calle de Belgrano y Perú, dando el mando de la mitad de su

(1) Siempre, antaño, se le llamó á esta casa de Temporalidades y que perteneció á los regulares expulsados de la Compañía de Jesús, la Cuna Vieja, por que. fuè en este gran edificio que el Virrey Vertiz á propuesta del prior síndico general instaló la primera casa de niños expósitos el día 7 de Agosto del año 1779; nombrando como primer administrador á don Martin de Sarratea y secretario á don Esteban de Arenillas. Siendo uno de los principales protectores de esta casa don Manuel Rodríguez de la Vega, que falleció en esta ciudad en el año de 1719, y cuyo. retrato al óleo, tamaño natural de cuerpo entero y vestido á la usanza del siglo XVIII, se vé en la sala de recibo de la Casa de Ejercicios, situada calle Independencia y Salta.

También en esta casa de las Temporalidades estuvo, cuando recién se trajo del Colegio de Monserrat de la ciudad de Córdoba, la imprenta de Niños Expósitos, siendo su primer director en el año 1798 ol capitán retirado don Alfonso Sanchez de Sotoca.

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columna al Teniente Coronel Cadogan, para que marchase por la calle de Perú á apoderarse del cuartel de los Patricios, situado en el Colegio Máximo de los P. P. Jesuitas. El Teniente Coronel Cadogán marchó de frente por la calle del Perú. El día empezaba á clarear; los faroles esparcían sus últimas luces. La calle estaba en el más profundo silencio; á lo lejos, hacia el norte, empezaba el fuego de mosquetería sobre las columnas de la izquierda que atacaron al mando del General Lumley. La columna del Teniente Coronel Cadogan, que constaba de unos trescientos soldados del "Regimiento de Rifles" número 95 y de algunas compañías de Cazadores y dos cañones de á 3, llegó frente al cuartel del "Regimiento de Patricios" (pla

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